AUG 1 72006 '*eOLCG CAI SE»^ Digitized by the Internet Archive in2014 https://archive.org/details/zientoidiezconsiOOvald_0 ZIENTO I DIEZ COMDERAZMES DE JUAN DE VALDES. PRIMERA VEZ PUBLICADAS EN CASTELLANO, EL A. 1855 LUIS DE USOZ I RIO I AHORA CORREJIDAS NUEVAMENTE CON MAYOR CUIDADO. VALDESIO HlSPANUS SCR1PTORE SUPERBIAT ORBIS." Dan. Ttoger. Epigr. in tum. Juelli Humphr. Vita Juel. ito. 157í{. .. ¿CETON ^ JUN 1 7 2005 THEOLOGICAL SB7ÜNARY ANO DE MDCCCLXIII. • Discussi, fateor, sectas Antonius omncs, Plurima, qumsivi, per singula guceque cucurri, Sed nihil inveni melius quam credere Christo. Antonio Fussalensis Carmen. Pues menester es desmenuzar estas cosas, para sentir i ver lo que dentro deltas hai. Una de las prinzipales condiziones que ha de tener el animal limpio {según la determinazión de la Lei [Lcvit. xi.~\) es, que ha de rumiar lo que comiere : porque comer, i no rumiar, no es de limpios animales. El comer perteneze a la fé, el rumiar a la consideración : i lo uno, i lo otro, es nezesario, para que nos sea provechosa la fé. Fr. Luis de Granada : " Orazión i Meditazión," fol. 6. de la Ediz. de Anvers. 1559. Si yo conoziese otra cosa mejor que esta, o a lo menos, que fuese igual a esta, con la que pudiese comparezér ante eljuizio de Dios, bien tendría causa para dudar de la verdad de ella: mas, ahora, no conoziendo yo, ni otra mejor, ni otra semejante, no tengo motivo para dudar. CONSIDERAZIÓN CIII. páj. 382. CELIO SEGUNDO CURIO, A LOS LECTORES CRISTIANOS. CELIO SEGUNDO CURIO, siervo de Jesu Cristo, a todos aquellos que son santificados por Dios Padre, i salvados, i llamados por Jesu Cristo nuestro Señor: La misericordia, la 'paz, i el amor de Dios, os sea multiplicada. He aqui, hermanos, que os damos, no las Zien Novelas del Boceado, sino las Ziento i diez Consideraziones de Valdés : las cuales, de cuánta importanzia sean, ahora os voi a declarar. Muchos, así antiguos como modernos, han escrito de las cosas Cristianas, i de ellos, linos mejor que los otros ; mas quien mejor, i mas sólidamente, i mas divinalmente haya escrito que Juan de Valdés, después de los Apóstoles del Señor, i Evanjelistas, sería quizá difizil de encontrarse. Algunos de aquellos nos han dejado libros, en verdad grandes, prolijos, i numerosos, pero de estos también no pocos de corta importanzia, i no mu i nezesarios para la manera del cristiano vivir, pues mas bien están cuajados de cuestiones inútiles, i controversias filosóficas, de las que se orijinaron CELIO SECONDO CURIONE, seruo di Giesu Christo, a tutti quelli i quali sonó santificati da Dio Padre, et saluati, et chiamati da Giesu Christo nostro S ignore : La misericordia, la pace, et la carita di Dio, vi sia moltiplicata. Ecco, fratelli, noi vi diamo qui, non le Cento nouelle del Boceado, ma le Cento et dieci Conside- ratione del Valdesso : lequaidi qaanta imjportanza siano, vengo a deckiararui. Hanno scritto molti et antiqui et nuoui, delle cose Christiane, et fra di essi alcuni meglio de gV altri, ma chi meglio, piu saldamente, et piu diurnamente habbi scritto, que Giouanni Vcddesso, doppo gV Apostoli del Signore, et Euangelisti, sarebbe forsi difficile ce ritrouare. De grandi libri certamente, et operosi, et molti, alcuni di loro hanno lasciati, ma fra quelli molti etiamdio di poca importanza, ne molto cd vivere Christiano necessarij, mapieni di questioni inutili, et di filosofiche disputationi, dalle quali mille vi EPISTOLA. mil inconvenientes en la Iglesia de Cristo. I para que se vea que digo la verdad, presentaré aquí algunos de esos inconvenientes, por los cuales se podrá fazilmente formar juizio de los demás. Pues en primer lugar, por haber escrito libros grandísimos, no han podido evitár haya en ellos mentiras, locuras, i vanidades, porque como dize el Sabio, Donde hai muchas palabras, allí hai mucha vaniclád. Después, estos grandes escritores, han traído toda la escritura a cuestiones i dispúteos, i de ella han hecho una Academia, dudando casi de toda cosco, de tal suerte que han dejado toda dudosa la doctrina del hijo de Dios, i de sus Apóstoles, i la infalible i ziertísima esperanza de la vida eterna. Mas este que ahora diré, no es el menos importante de los otros inconvenientes, i es, que con sus vastísimos, i casi infinitos volúmenes, han alejado i enajenado a los hombres, del estudio de las Escrituras verdaderamente santas, i de la contemplazión de la senzilla verdad: i los han hecho, d,e diszípulos de Cristo, diszípulos de los hombres : de tal suerte, que hemos llegado a punto, que mas i mayor fé se dá a los que se llaman Doctores (como si Cristo i sus Apóstoles no fuesen los verdaderos i eternos Doctores i maestros de la iglesia), que a la senzilla doctrina de Cristo. Esta es la utilidad, esta la edifícazión, que redundan en la iglesia de Dios, de aquellos inmensos volúmenes. EPISTOLA. vii ínconuenienti nella chiesa di Christo, nati ne sonó. Et perche si veda che io dico il vero, ne proporró qui alcuni di quei Ínconuenienti, da quali si puotra ageuolmente far giuditio de gV altri. In prima adunque, perche hanno scritti de grandissimi libri, non hanno potuto fugir le menzogne, le folie, et le vanitá: perche, come dice il Sanio, Done sonó molte parole, iui é molta nanita. Poi questi gran scrittori hanno tntta la scrittnra tirata a questioni et disputationi, et ne hanno fatio vna Academia, dubitando quasi di ogni cosa, talmente che hanno rendida tutta dubiosa la dottrina del figliuol di Dio, et delli Aposto- li suoi, et la infallibile, et certissima speranza della eterna vita. Ma questo che diro hora, non é meno importante delli altri Ínconuenienti, che con suoi amplissimi et quasi infiniti volumi hanno ritirati gV huomini, et alienati dallo studio delle scritture veramente sante, et dalla contemplatione della semplice ver ita : et hanno gli fatti dediscepoli di Christo, discepoli de gV huomini: a talche siamo venuti ce tanto, che pin et maggior fede si da a quei che si chiamano Dottori (come se Christo et gli Apostoli suoi non siano i veri et eterni Dottori et maestri della chiesa) che alia semplice dottrina di Christo. Questa é la uti- litá, questa é la edificatione, la quale da quelli immensi volumi, nella chiesa di Dio e ridondata. viii EPISTOLA. Viendo lo cuál nuestro Señor Jesu Cristo, a quien la salud de su iglesia le ha sido mas cara que la propria vida, ha movido, i despertado a algunos, i abieldóles los ojos, para que poco a poco, recondujesen a sus ovejuelas a los pastos verde- gueantes i saludables de las Escrituras santas, i a las puras, claras, i suaves fuentes de la palabra de Dios. Cada uno aquí se ha afanado según su talento, esto es, conforme al don rezibido. Mas parézeme, i conf ío que así parezerá a todos cuantos tienen verdadero sabor de la doctrina de Cristo, que este nuestro \_autór~], en estas sus divinas Consideraziones, i algunos otros de sus escritos, ha considerado tan bien, i dádonos a considerar a todos, las obligaziones del hombre cristiano, que pocos, bien pocos, se le puedan anteponer. Es verdad que él no ha escrito grandes cartapelones i tomazos, sino pocos i pequeños libros, pero éstos, puros, claros, i verdaderamente divinos. Muchos han escrito azerca de las virtudes, prozederes i obligaziones del hombre cuerdo i bueno, como Aristóteles, Panezio, i Zizerón ; i, entre los cristianos, Ambrosio, i en este siglo Tomás Venatorio : pero ninguno de estos, trató de ello tan altamente, ni lo demostró con tal eficazia, ni discurrió sobre el asunto con tal dulzura, ni con tanta majestad, ni con tanta autoridad, ni con tanta grazia, como nuestro Valdés. Este sí, este, EPISTOLA. IX La qual cosa vedendo il nostro Signor Giesu Christo, a cid la sálate della sua chiesa piu cara che la propria vita é stata, ha escitato et risuegliato alcuni, et aperto loro gV occhi, i quali pian piano riducessero le pecorelle sue a verdegianti, et salubri pascoli delle scritture sante, et a puri, chiari et suavi fonti della parola di Dio. Qui ogni vno secondo il talento, cioé, il dono riceuuto, si é affaticato. Ma a me pare, et spero che cosi parra a tutti quei che della dottrina di Christo hanno vero gusto, che questo nostro in queste sue diuine considerationi, et alcuni altri suoi scritti, cosi ben considérate et date a considerar a noi tutti, gV vffijdj delV huomo Christiano, che ben pochi pochi, vi possano mettere avanti il piede. Egli non ha gia scritti cotanto grandi volumi et scartafaci, ma picioli, ma pochi, ma puri, ma chiari, ma veramente diuini. Hanno scritto molti delle virtii et costumi, et ojjficij di uno huomo sauio et da bene, come Aristotele, Panetio, et Cicerone: et fra Christiani, Ambrosio, et in questa eta Tomaso Venatorio : ma niun di costoro ne ha trattato si altamente, ne ha dimostrato si efficacemente, ne ha ragionato si dolcemente, ne con tanta maestá, ne con tanta autor itá, ne con tanta gratia, come el Valdesso nostro. Questo, questo X EPISTOLA. es digno verdaderamente de ser llamado el libro de los ofizios, o deberes Cristianos, el libro de las demostraziones Cristianas, i de las especulaziones verdaderamente divinas. De todo movimiento, de toda aczión, de todo suzeso, que se obre bajo el zielo, o por Dios, o por el diablo, o por el hombre pío, o por el impío ; nos muestra el orijen, la ocasión, los progresos, i el fin, i todo esto sacán- dolo de los claros, ziertos, e indudables prinzipios de las Escrituras santas, i al mismo tiempo acompañándolo con tan bellos, i tan propios ejem- plos, i símiles, i comparaziones, i divisiones, i definiziones, que nos es forzoso (si es que no queremos pecár de obstinados, i ajenos del común sentido) convenir con él sobre lo que debe el hombre a Dios, a sí, i a su prójimo, i sobre cuan grande sea el benefizio de Cristo, i de cuanta utilidad : i sobre la flaqueza i potenzia de Cristo, i sobre su bajeza, i su grandeza: nuestra mortificazión i vivificazión : nuestra eleczión i reprobazión : i mil otros bellos i útiles puntos se aprenden aquí claramente i de tál manera, que con el uso ordinario de este libro, entenderás mejor, que con los grandes i ponderosos comentarios de muchos, todas las cosas nezesárias de la Escritura santa. Ahora bien, debemos este tan grande i zelestial tesoro, a M. Pedro Pablo Vergerio, que ha sido como el instrumento de la divina Providenzia EPISTOLA. xi é veramente degno di esser chiamato, il libro degli officij Christiani, il libro delle Christiane demonstrationi, et delle veramente diuine specu- lationi. Egli di ogni mouimento, di ogni attione, di ogni euento, che sotto il cielo si facci, o da Dio, o dal diauolo, o dalV huomo pió, o daW impío mostra la origine, la caggione, i progressi, et il fine, et tutto cid, da chiari, certi, et indubitati principij delle scritture sarde, accompagnati di si belli et tanto proprij essempi et similitudini, et comparationi, et diuisioni, et definitioni, che egli é necessario (se pur non vogliamo essere piu ostenati, et fuori del senso commune) a consentirui che cosa debbe V huomo a Dio, che cosa a se, et che cd suo prossimo : quanto sia il beneficio di Christo, et a cu/i vtile sia ; la infirmitá, et la po- tentia di Christo, la bassezza sua, et la grandezza: la mortificatione nostra et viuificatione, la elettione, et reprobatione, et mille altri belli et vtili luoghi, qui s' imparano chiaram^ente, et talmente, che con la prattica di questo libro, meglio intenderai, tutte le cose necessarie della scrittura santa, che co i grandi et ponderosi commentarij di molti. Or di questo si grande et celeste tesoro ne siamo tutti debitori a M. Pietro Paolo Vergerio, come stromento della diuina prouidenza in jarlo xii EPISTOLA. 'para hazerlo imprimir, i paraque así pudiese verse i poseerse por todos. Saliendo él de Italia, i dejando el Obispado finjido, para entrar en el Apostolado verdadero, al cuál era llamado por Cristo, trajo consigo composiziones mui peregrinas, e hizo como suele hazerse, cuando o por inzendio de la propia casa, o por el saqueo i exterminio de alguna ziudád, cada cuál de los que se salvan, escapa con las mas preziosas i estimadas cosas que tiene en casa : así nuestro Vergerio, no habiendo para él cosa que le fuese mas cara que la gloria de nuestro Señor Jesu Cristo, irá jóse consigo aquellas cosas que podían servirle para ilustrarla i extenderla. Dejó, pues, los tesoros terrenales, i se tomó consigo los tesoros zelestiales i divinos, entre los que éste es uno de los mas acabados i mas raros que imajinarse pudieran. I sabiendo él, que las cosas buenas i exzelentes, en tanto son mayores, mejores, i mas loables, en cuanto son comunicadas a mayor número de personas ; me dejó estas Ziento i diez Consideraziones, paraque yo las hiziese imprimir, lo cuál he hecho, como veis aquí, con cuanta dilijenzia pude, i se me alcanza. Estas Consideraziones, como lo saben muchos, fueron por su Autor escritas primeramente en lengua española, mas luego las trasladó en lengua italiana, zierta persona digna i pía: sin que, EPISTOLA. xiii stampave, accid da tutti potesse esser veduto et posseduto. Egli venendo cV Italia, et lasciando il fínto Vescovato, per venir al vero Apostolato, al qual era chiamato da Christo, portó seco di molte belle compositioni, et fece come si suol fare, quando o per incendio della casa propria, o per sacco et esterminio di qualche cittá, doue ogni vno scampa con le pin chare, et piu pretiose cose che egli si troua in casa : cosi il nostro Vergerio no hauendo cosa piu chara che la gloria del Signor nostro Giesu Christo, ne reccb seco quelle cose le quali ad illustrarla et allargarla seruir poteano. Lascib adunque i tesori terreni, et portosene seco i tesori celesti et diuini, fra quali questo ne é vno de piu belli et piu rari che si potesse imaginare. Et sapenclo egli che le cose buone et escellenti tanto sonó maggiori, megliori, et piu lodeuoli, quanto a piu persone sonó communicate, lasciomi queste Cento et dieci Considerazioni, accid che io le facessi stampare, il che, come védete, ho fatto con quanta diligenza ho poluto et saputo. Queste Considerationi, come sanno molti, forono prima ddlV autor e scritte in lengua Spagnola, ma poi da vna certa persona pía et degna, in lengua Italiana tradotte : et pero non hanno in xiv EPISTOLA. por eso, hayan podido dejar los modos de hablar que son propios de España. I además de esto, hai también en ellas algunas palabras, aunque pocas, del peculiar lenguaje del autor: porque Juan de Valdés fué español de nazión, de linaje noble, de grado honroso, i caballero ilustre del Zesar, pero aun mas calificado e ilustre caballero » de Cristo. Él, sin embargo, después que Cristo le fué revelado, no siguió mucho la Corte, sino que se quedó en Italia, i pasó la mayor parte de su vida en Ñapóles, donde con la suavidad de la doctrina, i con la santidad de la vida, le adquirió a Cristo muchos diszípulos, i mayormente entre jentiles hombres i caballeros, i entre 1 algunas Señoras, tenidas en gran estima por toda suerte de prendas. Parezía haberle Dios destinado para Doctor i Pastor, de personas nobles e ilustres. Era él, no obstante, de condizión tan benigna i caritativa, que se prestaba, como deudor de su talento, a cual- quiér persona por pequeña, humilde, e inculta que fuese, haziéndose parce todos toda cosa, por ganar- los a todos para Cristo. I no solo esto, sino que él es quien ha dado luz a algunos de los predicadores mas famosos de Italia, lo cuál sé yo por habérmelo dicho ellos mismos. No se casó, pero fué mui continente: i en cuanto pudo, no atendió a otra cosa, que a la verdadera mortificazión, en la que 1 Literalmente : " en toda manera de loor, loadisimas, i grandes." EPISTOLA. xv tutto potuto lasciar le maniere di parlar che della Spagna proprie sonó. Et oltre di cid, vi sonó anco qualche parole, ma poche pero, del lenguaggio delV autore: percio che Giovanni Valdesso fu, di natione Spagnolo, di parentado nobile, di grado honorato, et splendido Caualliere di Cesare, ma viepiu honorato et splendido Gaualliere di Christo, Non pero egli seguitd molto la corte doppo che li fu riuelato Christo, ma sene stette in Italia, et fece la maggior parte della vita sua in Napoli, doue con la soauita della dottrina, et con la santita della vita, guadagnd molti discepoli a Christo, et massime fra gentiV huomini, et cauallieri, et alcune Signore in ogni maniera di lode, lodatissime, et grande. Pareua che costui fosse da Dio dato per Dottore, et Pastore, di persone nobili et illustri. Benche egli era di tanta benignitá, et charita, che a ogni picola, et bassa, et rozza persona, si rendeua del suo talento debitore, et a tutti si faceua ogni cosa, per tutti guadagnar a Christo. Et non solamente questo, ma egli ha dato lume ad alcuni de piu famosi predicatori a" Italia, il che io so, per hauer conuersato co i medesimi. Non hebbe moglie, ma fu continentissimo : ne attendeua ad altro, per quanto poteua, che alia vera morti- ñcatione, nella quale tronándolo la morte, fu xvi EPISTOLA. hallándole la muerte, fué mortificado del todo, para luego ser perfectamente vivificado en la resurreczión de los justos, i gozarse con Cristo Señor nuestro. Murió en Ñapóles, ázia el año M. D. XL. Ha dejado también algunas otras composiziones ex- zelentes i piadosas, las cuales espero que os serán comunicadas ce todos por obra del Vergerio. Pues, ahora bién, hermanos i hermanas, en la caridad de Dios, i en la sangre preziosa de Jesu Cristo, tomad este tesoro, i considerád, que no estriba el negozio, en tenerlo i poseerlo, sino en el uso, i en el fruto, que de él recabéis. Él ha considerado estas bellas cosas, no para solo dar pábido a la imajinazión, sino para poner en ejecuzión lo que había considerado i resuelto. Es menester, sí, adquirir la zienzia, pero juntamente es menester que acompañe la práctica a la zienzia : "porque en la práctica de aquellas acziones convenibles a todo arte i virtud, estriba cabalmente la prez de todo arte i virtud. I, vosotros, los que en la lectura de las Zien Novelas del Boceado, i otras semejantes, empleáis inútilmente todo vuestro tiempo, dejadlas a un lado por un rato, i leed estas Consideraziones de Valdés, las que pueden verdaderamente llamarse "Nuevas," porque en ellas se razona de aquella grande, divina, i alegre Nueva del Evanjelio de Jesu Cristo, del gran Perdón de pecados, de la reconziliazión con Dios, hecha por la muerte del EPISTOLA. xvii perfetta/mente mortificato, per esser poi perfet- tamente viuificato nella resurrettione de giusti, et godersene con Christo nostro Signore. Morse in Napoli circa V anno M. D. XL. Ha lasciato anco alcune altve belle et pie compositioni, le quali, per opera del Vergerio, corrC io spero, sarannoui communicate. Or su adunque fratelli et sor elle nella carita di Dio, et nel precioso sangue di Giesv. Christo, pigliate questo tesoro, et pensate che non sta la cosa nel hauerlo et possederlo, ma nelV vso et nelfrutto che sene raccoglie. Egli ha considérate queste belle cose, non per dar pasto alia sola imaginatione, ma per mandar cid che hauea con- siderato, et risolto in esecutione. Bisogna hauer la scientia si, ma alia scientia bisogna accompagnar la prattica insieme; percib che tutta la lode di ogni vertú et arte, consiste nella prattica et nelle attioni, alia vertü et arte convenienti. Et voi che nella lettione delle Cento nouelle del Boceado et altri simili, spendete tutto '¿ vostro tempo inú- tilmente, lasciatele vn poco da banda, et legete queste Consiclerationi del Valdesso, le quai sonó veramente Nouelle, percib che qui si raggiona di quella grande, diuina, et lieta Nouella delV Euangelio di Giesu Christo, del gran perdono de peccati, della reconcilian une con Dio, fatta per la, b xviii • EPISTOLA. hijo de Dios. Aquí hallareis los verdaderos i santos amores de Dios i de Cristo con el linaje humano : aquí entenderéis cuáles son los abrazos verdaderos, i los verdaderos ósculos, hechos por medio del Espíritu, santo : i aquí, por fin, hallareis cuales sean los deleites i plazeres verdaderos de las almas enamoradas de Dios i de Cristo, i desena- moradas del mundo. I si el lenguaje no os pareziere tan depurado i galano, cuanto el del Boceado, acordaos de lo que dize Pablo, aquél gran Apóstol de Jesu Cristo: que el Reino de Dios consiste en la virtud del espíritu, i no en la hermosura del hablar, aunque tampoco es de menospreziarse esta manera de hablar, antes bien, yo la encuentro mui propia i adecuada 1 para lo que se quiere expresar, que es la primer virtud de un escritor. Mas aquí finalizo mi razonamiento, para no privaros mas de la santa leczión di estas Con- sideraziones divinas, leyendo las cuales, también vosotros las considerareis dilijentemente, junto con orar a Dios por mí i por todos, a fin de que todos puedan enamorarse de Cristo, i a Él incorporarse, así como El está incorporado en nosotros : al cuál sea toda honra i gloria eternamente. De Basilea, a. de M. D. L. el primero de Mayo. 1 Literalmente: " agraziada." EPISTOLA. xix morte del figliuolo di Dio. Qui tronérete i veri et santi inamoramenti di Dio et di Ghristo con V humana generatione : qui intenderete i veri ab~ bracciamenti, et veri basiamenti, fatti per mezzo dello Spirito santo: et finalmente qui tronérete quai siano i veri diletti et piaceri delli animi, di Dio et di Ghristo innamorati, et desinamorati del mondo. Et se la lingua non vi par tanto pulita et legiadra, quanto quella del Boceado, ricordateui di quel che dice quel gran Paolo Apostólo di Giesu Ghristo, che il regno di Dio consiste nella virtü dello spirito, et no nella belleza del parlare, benche ne anco questa maniera di parlare, é da spreggiare: anzi io la trono molto propria et bella, a cid che sprimer vuole, che é la prima virtü dello scrittore. Ma qui io faccio fine al mió ragionamento, per non priuarui piu della santa lettione di queste diuine considerationi, le quai leggendo, anco voi diligentemente, et con prieghi a Dio, per me et per tutti, considerarete, accib si possiamo tutti inamorar di Ghristo, et incorporarsi con lui, si come egli é incorpóralo con noi: a cui sia ogni honor et gloria in eterno. Da Basilea, M. D. L. il primo di Maggio. b 2 TABLA DE LAS ZIENTO I DIEZ CONSIDERAZIONES. Cómo se ha de entender que el hombre fué criado a imajen i semejanza de Dios. Considerazión 'primera. 2. Que la felizidád del hombre consiste en conozér a Dios : i de cómo no podamos conozér a Dios, si antes no conozemos a Cristo. 3. En qué difieran los hijos de Dios, de los hijos de Adám. 4. De dónde prozede en los hombres el afecto vengativo, i qué efectos causa la toleranzia, con la cuál va Dios retardando la venganza de las injurias, que los hombres le hazen. 5. Lo difizil que es entrar en el Reino de Dios, cómo se entra, i en qué consiste. 6. Dos depravaziones del hombre, una natural, i otra adquirida. 7. De cómo Dios quiere, que remitamos a El la ejecuzión de todos nuestros deseos. 8. Los pactos que establezió entre Dios i los hombres^ nuestro Señor Jesu Cristo. 9. Un exzelente privilejio de la piedad. LA TABLA. xxí 10. De cómo es mejor el estado de aquella per so un Cristiana, que cree con dificultad, que el de aquella, que cree con fazilidád. 11. De cómo el ser Dios justo, redunda en utilidad de los, que por revelazión, creen en Cristo. 12. De cómo la razón de nuestro hombre, o ser interior, nos sirve, de lo que, en nuestro hombre exterior, los ojos. 13. Comparazión que muestra en qué consiste el benefizio que ha rezibido el jénero humano de Dios por Cristo. 14. Entre las cosas que nos obliga a creer la piedad cristiana, cuál es aquella que con mayor dificultad se cree. 15. Cómo deben conduzirse las personas cris- tianas en sus tribulaziones, afiieziones i trabajos. 16. Que las promesas de Dios pertenezen a quienes las creen.. 17. Cómo debe haberse el hombre con el mundo, i consiga mismo, si ha de ser cristiano verdadero. 18. En qué se debe ocuparse la persona que pretende i desea entrar i perseverar en el Reino de Dios : i qué es lo que para eso pone el hombre de suyo. 19. Que la vida cristiana consiste, en que el hombre se considere muerto para el mundo, i trate de vivir para Dios. xxii LA TABLA. 20. Que en la enfermedad, convalezenzia, i sanidad del alma, deben gobernarse los hombres como en las del cuerpo. 21. Diferenzia de pecados i de pecadores : obli- gazión de piedad: señales de piedad i de impie- dad. 22. Por qué causa Dios dá un hijo a una persona piadosa, i luego se lo quita. 23. Que al que Dios desenamora del mundo, i enamora de sí, acaezen casi todas las mismas cosas, que al que se desenamora de una mujer, i se enamora de otra. 24. Que las personas que son gobernadas por el Espíritu santo, sirviendo a Dios, aspiran a crezér en el amor de Dios. 25. De qué manera son impulsadas las personas pías, a ponér en ejecuzión la justizia de Dios. 26. Que la carne es enemiga de Dios, mientras es carne no rejenerada : i que la rejenerazión, es propiamente obra del Espíritu santo. 27. Que con la mortificazión se mantiene el hombre cristiano en la resoluzión: i que con la reduczión del alma a Dios, se mantiene en la zerteza de la providenzia de Dios. 28. Para zertificarse el hombre de su vocazión. 29. De cómo es señal de vocazión, el creér con dificultad. 30. Que al comunicarnos las cosas espirituales. LA TABLA. xxiii Dios prozede con nosotros, como al darnos los frutos de la tierra. 31. Que es mas dañosa la vivazidácl de los afectos, que la de los apetitos, i que es menester que mueran esta i aquella. 32. En qué consiste el abuso, i en qué consiste el uso de las imájenes, i de las Escrituras. 33. De cómo con la pazienzia, i con la conso- lazión de las Escrituras, nos mantenemos en la esperanza. 34. En qué consiste el beneftzio que los hombres han conseguido de Dios por medio de Cristo. 35. De dónde dimana la dificultad, para las personas piadosas, de perseverar en lo que toca a la piedad i a la justificazión. 36. En qué consiste la libertad cristiana, cómo se conoze, i cómo se ejerzita. 37. Que los que conozen ce Dios por relazión de hombres, tienen opinión falsa de El, i que los que le conozen por Espíritu santo, la tienen buena. 38. Muéstrase, por medio de una comparazión, en qué consiste el error de los falsos cristianos, i qué es lo que hazen los cristianos verdaderos. 39. Que a la mortificazión corresponde la vivi- jicazión, i a la vivificazión corresponde la gloria de la resurreczión. 40. Dos voluntades en Dios, unco mediata, i otra inmediata. xxiv LA TABLA. 41. Que Dios quiere, que las personas piadosas conozcan, que provienen de Él todas las cosas, i que deben aspirar a tenerlas todas de El. 42. Cómo debe conduzirse, en el estado de la prosperidad, una persona piadosa : i cómo en las adversidades interiores. 43. Cómo podrá asegurarse una persona piadosa de haber alcanzado piedad i justificazión, por espíritu, i no por prudenzia humana. 44. Cómo conozerá uno, el fruto que ha logrado en la mortificazión : i cuál es la causa, de que los dados a la piedád, se vean solizitados de afiziones i apetitos, de los cuales nunca antes habían sido solizitados. 45. De qué prozede el temor de la muerte en las personas piadosas : i que el contentarse el hombre, de que haya otra vida, senál es de predestina- zión. 46. Que los que caminan por la senda cristiana, sin la luz interior del Espíritu santo, se asemejan a los que caminan de noche sin la luz del sol. 47. Cuatro contrasenas para conozér a los que pretenden tener piedád i espíritu, no teniendo n i la una, ni el otro. 48. Que aquél que ora, obra, i entiende, entonzes ora, obra, i entiende como conviene, cuando es inspirado a orár, obrár, i entendér. *49. De qué proviene que la prudenzia humana LA TABLA. XXV no quiere atribuir a Dios todas las cosas : i de qué modo se le deben atribuir, 50. En qué consiste la depravazión del hombre, i en qué consiste su reparazión. En qué consiste la perfeczión cristiana. 51. De qué modo se haze Dios sentir, i de qué modo se deja Dios vér. 52. Que el cristiano debe acabar con el afecto de ambizión, que consiste en acrezér, i también con el que consiste en conservar. 53. De cómo los hombres del mundo son menos viziosos, por respetos a la honra ; que por respeto a la conzienzia. 54. Que la Orazión i la Considerazión, son dos li- bros o intérpretes segurísimos para entender la santa Escritura, i cómo debe servirse de ellos el hombre. 55. Contra la curiosidad : i de cómo debe leerse la santa Escritura sin curiosidad. 56. Cuál es la vía mas zierta i segura, para alcanzar una movtificazión perfecta. 57. De qué prozede que la carne se mortifica con el conozimiento i sentimiento de las cosas de Dios. 58. De ocho diferenzias que hai, entre los que pretenden i procuran mortificarse por su propia industria, i los que son mortificados por Espíritu santo. 59. Que, al ser movido a orar, el Espíritu le aseguro, al hombre de que impetrará lo que pide. XXVI LA TABLA. 60. De qué prozede, que son severos los super- stiziosos : i los cristianos verdaderos son misericor- diosos i piadosos, 61. De qué modo se conduze mía persona piadosa en las cosas que la acontezen. 62. Que en el juizio de las obras de aquellos que son hijos de Dios, no tiene mas jurisdiczión la prudenzia humana, que en el juizio de las propias obras de Dios. 63. Que la santa Escritura es como una candela en lugar oscuro, i que el Espíritu, santo es como el sol. Lo cuál se muestra por siete semejanzas. 64. De qué manera quiere Jesu Cristo nuestro Señor, ser seguido e imitado. 65. Cómo se entienda lo que dize san Pablo, que Cristo reina i reinará hasta que hecha la resur- reczión de los justos, entregue el reino a su eterno Padre. 66. En qué manera el espíritu maligno es mas impetuoso que el Espíritu santo. 67. Que en los solos rejenerados por el Espíritu santo, hallándose experienzia de las cosas de Dios, se halla también zertinidád de ellas. 68. Que el deseo de saber, es imperfeczión en el hombre, contra el juizio de la prudenzia hu- mana. 69. Que el hombre debe siempre reconozerse incrédulo i defectuoso en la jé: i que hai en el LA TABLA. xxvii hombre otro tanto de fé, cuanto hai de conozimiento de Dios i de Cristo. 70. En qué consisten aquellos tres dones de Dios, fé, esperanza, i caridad: i en qué consiste su superioridad entre los otros dones, i de la caridad, entre los tres dones. 71. Sobre la Orazión santísima del Padre- nuestro. 72. Que pretendiendo el hombre adquirir la parte de la imajen de Dios que no le pertenezía, perdió la parte que le pertenezía. 73. Que la unión entre Dios i el hombre se haze por amor: que el amor naze del conozimiento: qué cosa es conozimiento, amor i unión. 74. Que en las cosas espirituales, aconteze a las personas piadosas, lo que en las cosas exteriores aconteze a aquél, que habiendo estado ziego, comienza a ver. 75. Cómo se entienda que Dios nos comunica sus divinales tesoros por Cristo : cómo reina Dios por Cristo : i cómo es Cristo cabeza de la Iglesia. 76. Qué cosa es escándalo, i de qué manera deben conduzirse en el escándalo las personas cristianas. 77. Dos contrariedades entre los que viven según la carne, i los que viven según el Espíritu. 78. Dos dolores, uno según el mundo, i el otro según Dios : i dos flaquezas, una según la carne, i la otra según el Espíritu. xxviii LA TABLA. 79. Cuán peligrosos sean los errores que cometen los hombres pretendiendo piedad. 80. Cuál es el intento que Dios tiene, pidiendo a los hombres aquello que no pueden darle solos de por sí; i no dándoles de una vez, todo aquello que quiere darles. 81. Dos flaquezas en Cristo i en sus miembros: i dos potenzias en El, i en ellos. 82. En qué consistió propiamente la agonía que sintió Jesu Cristo nuestro Señor en su pasión i en su muerte. 83. Zinco consideraziones en la resurreczión de Cristo. 84. Que solamente la incorporazión en Cristo es la que mortifica. 85. Cuatro maneras por las cuales el cristiano conoze a Dios por medio de Cristo. 86. Para conozér los movimientos interiores cuándo son de Espíritu santo, cuándo de espíritu maligno, i cuándo del propio espíritu. 87. Que en la depravazión del hombre fueron corrompidas todas las criaturas: i que serán restauradas en la reparazión del hombre. 88. Por cuál causa Dios mandó al hombre, que no comiese del árbol de la zienzia del bien i del mal. 89. Seis causas por las cuales pareze que fué nezesario, que el hijo de Dios viviese en el modo i en la forma de vida que vivió. LA TABLA. xxix 90. En qué consiste la perfeczión cristiana, i el debér i decoro cristianos. 91. Que solamente los hijos de Dios, tienen en toda cosa satisfaczión segura. 92. De cómo la mortificazión es la contraseña por la que nos damos a conozér por hijos de Dios. 93. Que aquél padezér es mas cristiano, i a Dios mas grato, en el cuál, el que padeze, halla menos de su voluntad. 94. Tres clases de conzienzia, una por la lei natural, i otra por las leyes escritas, i otra por el Evanjelio. 95. Que los hombres son incapazes de la divina jenerazión del hijo de Dios, i de la espiritual rejenerazión de los hijos de Dios. 96. Que entónzes el hombre se conoze peregrino en el mundo, cuando, pjorque Dios le ama, el mundo le persigue. 97. Si la justificazión es fruto de la piedad, o si la piedad es fruto de la justificazión. 98. Cómo se ha de entender lo que dize la santa Escritura, atribuyendo la condenazión, ora a la incredulidad, ora a las malas obras: i la salvazión, ora a la fé, ora a las buenas obras. 99. De dónde proviene que los hombres no creen, que en Cristo fueron castigados todos nuestros pecados, o lo creen con dificidtád. XXX LA TABLA. 100. Que aquellos frutos, que en las personas cristianas, al prinzipio de su incorporazión en Cristo, parezen del Espíritu, son de la carne, 101. De dónde proviene, que los impíos no pueden creer ; que los supersticiosos creen con fazilidád; i que los píos creen con dificultad. 102. Que la fé cristiana tiene nezesidád de ser confirmada con la experienzia: cuál es la expe- rienzia, i cómo se adquiere. 103. Contra las imajinaziones que perturban nuestra fé cristiana. 104. Que el bautismo, por la fé del Evanjelio, es eficaz, aun en los niños que mueren antes que lleguen a edad de podér aprobar el habér sido bautizados. 105. Tres prinzipios de donde nazen las ig- noranzias, con que los hombres yerran contra Dios. 106. Que lo que llama la santa Escritura zienzia del bien i del mal, la han llamado, i llaman, los sabios del mundo, luz natural, pru- DENZIA, i RAZÓN HUMANA. 107. De cómo, por no conozerse el hombre a sí propio, ni a Dios, se le orijina la imposibilidad de azeptár la grazia del Evanjelio. 108. De qué modo perteneze a todos, el mal de la desobedienzia de Adám : i toca a todos, el bien de la obedienzia de Cristo. LA TABLA. xxxi 109. El conzepto que como cristiano tengo, al presente, de Cristo ; i de aquellos que son miembros ele Cristo. 1 10. Que los dones espirituales no son entendidos, hasta que no son poseídos. FIN DE LA TABLA. Z1ENT0 I DIEZ CON Sil) E RA Z ION ES. Cómo se ha de entendér, que el hombre fué criado a imajen i semejanza de Dios. CONSIDERAZION L Muchas vezes me he propuesto penetrar en qué consista pr oprimiente lo que dize la santa Escritura, que el hombre fué criado a imajen i semejanza de Dios : i mientras procuré penetrarlo, por medio de la lectura, nada pude aprovechar, porque la lectura me atraía unas vezes a una opinión, otras a otra : hasta que procurándolo, por medio de la conside- razión, meparezió haberlo penetrado, o habér comen- zado, a lo menos, a penetrarlo; i tengo por zierto que lo que me fcdta, me lo dará el mismo Dios, que me ha dado lo que ya tengo. La imajen i semejanza de Dios, entiendo que consiste en su proprio ser, en cuanto es impasible e inmortal, i en cuanto es benigno, misericordioso, justo, fiél, i veráz. Con estas cualidades, i con estas perfecziones, entiendo que Dios crió al hombre en el Paraiso terrenál, en donde, antes que fuese desobediente a Dios, era impasible e inmortal, era bueno, misericordioso, justo, Jiél i veráz. Esta imajen i semejanza, de A CONSIDERAZIÓN I. Dios, la perdió, a mi entender, el primer hombre, por no obedezér a Dios, i así quedó pasible i mortal, quedó malo, cruel, impío, infiel, i mentiroso. Des- pués que entendí esto, por medio de la conside- razión, queriendo confrontarlo con la Escritura santa, hallo, que se conforma mui bien, con lo que dize san Pablo, Efes. iiii., i Colos. iii. ; i, así me confirmo tanto mas en mi considerazión. I pasando mas adelante, entiendo, que esta imajen de Dios estaba en la persona de Cristo, en cuanto al alma, antes de su muerte, por lo que era benigno, miseri- cordioso, justo, fiel i veraz : i en cuanto al alma i al cuerpo, después de su resurreczión, pues que además de la benignidad, misericordia, justizia, verdad, i fidelidad, posee también la inmortalidad e impasibilidad. I asimismo entienda, que aque- llos que siendo llamados, i atraídos por Dios a la grazia del Evanjelio, hazen suya la jus- tizia de Cristo, i son incorporados en Cristo; re- cuperan en parte, en la vida presente, aquella porzión de la imajen de Dios, queperteneze al alma: i recuperarán además, en la vida eterna, la porzión que perteneze al cuerpo : i de este modo, todos, por Cristo, vendremos a ser semejantes a Dios, como lo es Cristo, cada uno en su grado : Cristo como cabeza, i nosotros como miembros. I será, zierto, felizidád mui grande, ver en los hombres bondad, misericordia, justizia, fidelidad i verdad- : i a,si- CONSIDERAZIÓN II. mismo verlos impasibles e inmortales, verlos muí semejantes a Cristo, i verlos mui semejantes a Dios : i ver, que con esta felizidád de los hombres, creze la gloria de Dios, i creze la gloria del hijo de Dios, por cuya mediazión todos reconozeremos haber alcanzado nuestra felizidád, reconoziendo todos por cabeza nuestro, al mismo Jesu Cristo nuestro Señor. Que la felizidád del hombre consiste en conozér a Dios : i de cómo no podamos conozér a Dios, si antes no conozemos a Cristo. CONSIDERAZIÓN II. Muchos hombres se han afanado no poco en en- tender, en qué consista realmente la felizidád del hombre : i habiendo procurado esto, como hombres, con humana prudenzia, todos han errado en lo que imajinaban, como yerran en casi todas las demás cosas, que procuran saber por el mismo camino. Esto que digo, que muchos, con grande afán, han deseado entender, lo enseña en una palabra, Jesu Cristo nuestro Señor, diziendo: " Esta es la eterna vida, qu^ conozcan a tí solo verdadero Dios, i al que enviaste Jesu Cristo : " como si dijese : En esto consiste la felizidÁd de los hombres, en que conozcan a Dios, i a Cristo. Mas aunque Cristo lo enseñe, A 2 4 CONSIDERAZIÓN II. no lo entienden sino aquellos que dejan de ser hombres, esto es, aquellos que dejan la imajen de Adám, i toman la Imajen de Cristo, porque solo estos conozen a Cristo, i en Cristo i por Cristo conozen a Dios. Bien alcanzan los hom- bres, siendo todavía hombres, un zierto cono- zimiento de Dios, por la contemplazión de las criaturas, pero en ese conozimiento no encuentran felizidád, porque realmente la felizidácl no consiste en él, sino tan solo en el conozimiento que adquieren de Dios, los que han dejado de ser hombres, i conozen a Dios incorporados en Cristo, conoziendo antes a Cristo : i a estos entiendo yo que sirve la leczión de la Escritura santa, i la contemplazión de las cria- turas, para crezér i aumentar en aquél conozimiento de Dios, en el cuál se halla felizidád i vida eterna. El conozimiento que adquieren de Dios, los que le conozen por las criaturas, entiendo que se pareze al conozimiento que un mal pintor adquiere de un pintor perfectísimo, viendo las cosas que ha pintado: i el conozimiento que adquieren de Dios los que le conozen por las Escrituras santas, entiendo que se pareze al conozimiento que adquiere un ignorante e idiota, de un escritor mui afamado, leyendo las cosas que ha escrito. I el conozimieij^p que adquieren de Dios los que conozen a Cristo, i son incorporado* en Cristo, entiendo que se pareze al conozimiento que inicio yo del Emperador, por haber visto su CONSIDERAZIÓN III. 5 retrato, i por haber sido informado mui 'particular- mente de todas sus costumbres, por relazión de personas, que son muí íntimas al Emperador, 1 los que de esta manera conozen a Dios, entiendo que le conozen, leyendo las Escrituras santas, como un gran literato, conoze a un hombre docto, leyendo s us cosas. I ent iendo, que esos mismos, co ntemp la i 1 1 lo las criaturas, conozen a Dios, como un buen pudor conoze a un pintor p afectísimo, mirando atento las cosas que ha pintado. Habiendo entendido esto, entiendo en qué cosa consista la felizidád del hombre, i me hallo feliz, i, mui mejor que antes, entiendo la gran obligazión que tienen los hombres para con Dios, i el hijo de Dios, nuestro Señor. En qué difieren los hijos de Dios, de los hijos de Adám. CONSIDERAZIÓN III. En tanto somos hijos de Dios, en cuanto nos dejamos rejír i gobernar por Dios. Así dize san Pablo : " Qui spiritu Dei aguntur, ii sunt filii Dei." I así es verdad, que el que es hijo de Dios, se deja rejír i gobernar por Dios, i que el que se deja rejír i gobernar pjor Dios, es hijo de Dios. I por el contrario, aquellos que se rijen i gobiernan por la prudenzia humana, son hijos de Adám, i los hijos de 6 CONSIDERAZIÓN III. Adám, se rijen i gob iernan por la prudenzia humana, no conoziendo, ni sintiendo, otro regimiento, ni gobierno. I entiendo este rejimiento, i este gobierno, así en lo que toca al cuerpo, como en lo que perteneze al alma. Rijiéndose, i gobernándose los hijos de Adám por su prudenzia humana, para conservarse i mantenerse sanos, tienen ziertas reglas de medizina : i tienen otras, para recuperar la salud, cuando están enfermos; teniendo, como tienen, yerbas, raizes, i otras muchas cosas, de que se sirven para este efecto. Pero la difjficultád consiste, en que ellos sepan a tiempo i sazón servirse de aquellas cosas, lo que es casi imposible. Estos mismos hijos de Adám, para conservar i mantener sus almas en pureza i senzilléz, tienen la lei de Dios, i tienen la doctrina de Cristo, i de sus Apóstoles. La dijicultád consiste, en que sepan entender esta lei, i esta doctrina, i sepan servirse de ella : lo que tengo por mas imposible. I dado, que una i otra cosa fuesen posibles, diríamos en ese caso, que así como, sabiéndose ellos servirse de las criaturas se conservarían i mantendrían sanos ; así sabiéndose servir de las Escrituras santas, se conservarían i mantendrían sanos. Mas teniendo ambas cosas por imposibles, tengo asimismo por imposible, que un hijo de Adám se mantenga en sanidád corporal, ni en sanidád espiritual. Los hijos de Dios, según van mortificando en ellos la prudenzia humana, C0NS1DERAZIÓN III. 7 van asimismo renunziando a la utilidad de la medizina, i a cuantas cosas están a ella conjuntas i la pertenezen, teniendo por médico solamente al mismo Dios, el cual les es padre, del cual son in- mediatamente gobernados i mantenidos en sanidad corporal, si no tanta cuanta ellos quisieran, a lo menos tanta cuanta basta i puede aprovechar a la sanidad espiritual, que es la prinzipál en ellos. Los deja Dios caer en enfermedad, mas, o es para mortificarlos, o para probarlos, o paraque le co- nozcan por Padre i Señor: i cuando están enfermos, Él los cura muchas vezes, sin valerse de las medi- cinas, de que se valen los hijos de Adám. Estos mismos hijos de Dios, conforme se van azercando a Dios, van asemejándose a aquellos de Samária, que dezían a la mujer: "Non propter tuam loquelam;" diziendo también ellos a la Escritura santa: " Non propter tuam loquelam." Nosotros tenemos otra lei, i otra doctrina, que nos mantiene i conserva en santidád i justizia : esta es el espíritu de Dios, que mora en nosotros, el cuál en tal manera nos rije i gobierna, que no hemos menestér otro rejimiento, ni otro gobierno, mientras no nos apartáremos de nuestro Padre zelestiál. I así como es posible, que uno sea hijo de Dios, i se deje rejír i gobernár por Dios : así es posible, que un hijo de Dios se conserve i mantenga en sanidad corporal i espiritual. 8 CONSIDERAZIÓN III. Los hijos de Dios bien se valen de los médicos, i de la medizina, para conservar la sanidad del cuerpo, como también se valen de la Escritura para conservar la sanidad del alma : pero lo hazen sin confiar en esta ni en aquella, porqué toda su con- fianza está puesta en Dios. Peora conservar la sanidad del cuerpo, se valen también de la ob- servazión de tiempo i lugares, como se valen de algunas ceremonias para conservar la sanidad del alma. Esto hazen, mas para conformarse en lo exterior con los " hijos de Adám" que por hallarse nezesítados de semejantes observánzias. Puesto que estando ellos gobernados solamente por Dios, observan la voluntad de Dios, i de ella solamente dependen. Estas verdades las entienden los que las expe- rimentan. Los demás las encuentran muí intrincadas, porque " animalis homo non percipit ea quo3 sunt spiritús Dei :" i por eso, siempre las reprueban i condenan. Para ser mejor entendido, pongo este ejemplo. Dos hombres quieren vadear un gran rio : a esta sazón se les azerca uno que es conozedór del rio, i les habla de este modo : " Si queréis pasár vosotros solos, debéis entrár por aquí, i entrados, debéis conduziros así i así : i si queréis que yo os pase, venid tras mí, i no temáis." De estos dos hombres, el uno, confiado en su prudenzia, con lo que se le ha dicho, se entra solo por el agua : CONSIDERAZIÓN IV. 9 por éste, entiendo yo los hijos de Adám. El otro confiándose de aquél couozedór del río, va tras él : por éste, entiendo yo los hijos de Dios, I así como tengo por zierto, que es mucho mayor la locura, presunzión, i error de los hijos de Adám ; que la del que pudiendo vadeár el río con guía i mui a salvo, se aventura a vadearle solo ; así también tengo por zierto, que es mucho mayor la prudenzia, i la discrezión de los hijos de Dios, que se dejan rejír i gobernár del espíritu de Cristo, que la del hombre que quiere vadeár el río mas bien con guía que solo. I hase de entendér, que en tanto somos ^nosotros hijos de Dios, en cuanto estamos incorporados en Jesu Cristo nuestro Señor. De dónde prozede en los hombres el afecto vengativo, i qué efectos causa la toleranzia con la cual va Dios retardando la venganza de las injurias, que los hombres le hazen. CONSIDERAZION IV. Poniendo a un lado, todas las ofensas que desde el prinzipio del mundo hasta hoi día, se han hecho los hombres uno a otro, i poniendo solamente, al otro lado, aquellas que un hombre, en un día solo, haze a Dios ; me pareze vér, que, sin comparazión ninguna, son de mayor calidáoí i cantidad éstas, 10 CONSIDERAZIÓN IV. que aquellas. Pasando mas adelante, i considerando en los hombres los afectos vengativos llevados tan al cabo, que son 'poquísimos los injuriados, que pudiéndose vengar no se venguen : i considerando en Dios, quepudiendo El, no mas de con un amago, aniquilar a todos los que le ofenden, no solo no los aniquila, sino que los tolera i comporta, i les dá de sus bienes : — me he puesto a examinar de dónde prozede el afecto vengativo en los hombres, i qué efectos haze la pazienzia de Dios. I tengo por zierto, que el afecto vengativo prozeda, en los hombres, de la depravazión del primér hombre: confirmándome en esto, el que si no se hubiese depravado la naturaleza humana, estarían bién ajenos i libres los hombres de toda venganza: porque habiendo sido criado el primér hombre, a imajen i semejanza de Dios, cosa es manifiesta, que fué criado con afecto, ajeno en un todo de venganza, como en Dios le reconozemos. Esto, en cuanto a los hombres. De la pazienzia con la cuál tolera Dios las injurias, que ordinariamente le son hechas, considero que prozedan todos estos efectos, dignos, a mi parezér, de grande considerazión. El primero es, que muchos de injuriadores e impíos, se tornan servidores i píos: lo que no aconteziera, si, al injuriár, hubiesen sido castigados. El segundo, que si Dios castigase al impío, al pv u/o quepeca, serían consumidos en breve tiempo, cuantos CONSIDERAZIÓN IV. 11 impíos hai en el mando: i no habiendo impíos, los píos no tendrían manera de ejerzitár su piedad, la cuál es nezesario que sea ejerzitada, paraque, a gloria de Dios, resplandezca purificada. El terzero es, que considerando los píos, cuan ajeno es Dios de venganza, i recordando, que lo que a ellos toca en la vida presente, es recobrar la imajen de Dios, con la cuál fué criado el primer hombre, reduzcan sus ánimos a abandonar toda pasión de ira, i de venganza, diziendo, al verse de ellas acometidos, estas o semejantes palabras. "Mi intento es recobrár la imajen i semejanza de Dios, con que el primer hombre fué criado : esta era ajena, del todo, a la venganza, puesto que Dios pudiéndose vengár, no se venga: asiqué, no toca a mí el vengarme, sino el hazér lo que haze mi Dios, al que procuro asemejarme. Estos tres efectos hallo, que redundan en utilidad de los píos, i hallo otros dos, que redundan en daño de los impíos. El primero de los cuales es, que cuanto mas sirven l, tanto mas ofenden e injurian : i de esta manera, mas van acumulando, i acr exen- tando para sí, eterna condenazión. El segundo es, que con el desasosiego i afliczión que padezen en sus conzienzias, comienzan en esta vida a sentir lo que padezerán en la otra : desean morir, pensando verse libres de la pena: i, por otro lado, no 1 En Italiano, iouano. Tal vez errata por vivoao — viven. 12 CONSIDERAZIÓN IV. quisieran morir, dudosos de que no se les alimente. Por manera, que en la pazienzia con que Dios tolera, i difiere la venganza de las injurias que le hazen los hombres, hallo tres provechos para los píos: i en la misma, encuentro dos danos para los impíos. De donde colijo, que así como aun el bien redunda en daño de los impíos ; así también lo que pareze mal, redunda en utilidad de los píos, que tienen i abrazan la piedad, la cuál se adquiere por la fe en Jesu Cristo nuestro Señor. Añadiré 1 aquí tres cosas. Primera, que man- dándome Dios, que yo perdone a los que me injurian, es lo mismo que mandarme, que sea a El semejante, i que yo haga como Él haze. Segunda, que el afecto de la venganza, prozede de ánimo vil: i que la inclinazíón a perdonar, prozede de ánimo jeneroso. Terzera, que viendo el hombre cristiano, que con fazilidád mayor jjuede per donár la injuria, que vengarla ; conoze que Dios quiere de él, lo que le es mui fazil de hazér, i lo que mas le conviene, i le es mas provechoso : i de esta manera conoze cuan grande es el amor que Dios tiene a los hombres, por los cuales ejecutó el rigor de su justizia en su unijénito hijo Jesu Cristo Señor nuestro. 1 La Considerazión finaliza en la voz anterior. Esto que sigue es sola una adizión, cual otras varias que se notaran en las Considera- ciones subsiguientes. CONSIDERAZIÓN V. 13 Lo difizil que es entrar en el Reino de Dios : cómo se entra i en qué consiste. CONSIDERAZIÓN V. El hombre naturalmente no se fía de otro hombre, sí/no en aquello, que por sí mismo no puede hazér. Ni confia tampoco en Dios, sino en aquello, que conoze i vé no poder conseguir por medio de cria- tura alguna. Tanta es la impiedad del ánimo humano. I de aquí proviene, que aquél se reduzca con mayor dificultad a confiar en Dios, que tiene mayor favor de las criaturas. Que esto sea zierto, lo podemos colejír de lo que pasa a los enfermos : de ellos, solamente se reduzen a entregarse a la voluntad de Dios, los que no tienen médios para pagar médicos ni medizinas : i aquellos, que aun cuando los tengan, han llegado a términos, de no tener ya esperanza, ni en una, ni en otra cosa. Adonde yo considero, la perversidad del hombre, i también considero la bondad de Dios, en cuanto ayuda i favoreze todavía a los que, a mas no poder, se entregan a su voluntad, sin que mire, por lo demás, cuan píos o impíos seamos, sino tan solo, a que El tiene prometida su ayuda a los que se le entregaren, i que le es propio, el mantener su palabra. Que esto sea zierto lo experimentamos cada hora, no solo en lo que llevo dicho de la 14 CONSIDERAZIÓN V. enfermedad, sino también en todos las demás cosas, que a los hombres acaezen en la vida 'pre- sente. Esto mismo, que vemos por experienzia en las cosas exteriores, tengo por seguro, que lo podremos ver en las cosas interiores. Su- puesto que un hombre jamás se reduze a entregár a Dios su justificazión, ni su resurreczión, ni su vida eterna, hasta tanto, que no conoze i vé, que nada de eso puede conseguirse por medio de las criaturas. Ahora, considerando, que así por las cosas exteriores como por las interiores, el rico tiene el modo, según a él le pareze, de poderse valer de las criaturas, sin entregarse a la voluntád de Dios, paraque haga con él como le agradare ; conozco la causa por qué dize Cristo, que con dificultad entra el rico en el Reino del zielo : esto es, viene a entre- garse a la voluntád de Dios, i a dejarse rejír i gobernar de Dios, renunziando al rejimiento i gobierno de la prudenzia humana, i renunziando al fojVÓr de las criaturas. De donde colijo, que a quien Dios quiere introduzír en su Reino, ora sea rico, ora sea pobre, le abre primero los ojos paraque conozca su imposibilidad, i la imposibilidad en que están las criaturas de poder darle lo que él quisiera i pretende. I considero, que la diferenzia que hai del pío al impío, cuando a Dios se encomiendan, consiste en esto, en que el impío se entrega a Dios, a mas no poder : i el pío se en- CONSIDERACIÓN V. 15 trega a Dios, cuando todavía prodría valerse, i servirse de las criaturas, i esto, así en las cosas exteriores, como en las interiores. I pienso, que podrá una persona conozér cuando confía en Dios en las cosas interiores, por lo que conoziere, que confía en Dios en las cosas exteriores. Los que están en el Reino de Dios, en la manera que llevo dicho, son los pobres de espíritu, a quienes Cristo (daba. Tal se sentía David, cuando se llamaba pobre i mendigo. I entiendo, que estos han conseguido, en parte, lo que se pide diziendo : " Adveniat regnum tuum? I considerando la felizidád que hai en estár i perseverár en este Reino, entiendo la causa porqué san Juan comenzó su predicazión de este Reino, i la causa porqué Cristo la comenzó también de él, i la causa porqué mandó a los Apóstoles, para el mismo efecto. De donde colijo, que el prinzipio, el medio, i el fin de la predicazión cristiana, debe ser predicár el Reino de Dios, i hazér fuerza a los hombres para que entren en el, renunziando al Reino del mundo, i a todo lo que a él perteneze. Los hombres que son como naturales en este Reino, considero que están plantados en Dios, como un árbol está plantado en la tierra : i así como el árbol se mantiene i produze flores i frutos, por la virtud que la tierra le comunica ; así aquél que se arraiga en el Reino de Dios, se mantiene i produze flores i frutos, por el espíritu 16 CONSIDERAZIÓN V. de Dios, que la rije i gobierna: i el que es tal, es hijo de Dios, es justo, i resucitará glorioso, i tendrá vida eterna, porque es conforme a Jesu Cristo hijo de Dios : i este tal goza, como por añadidura, de las cosas de la vida presente, poco o mucho, según es pertinente a la gloria de Dios. Entre lo que saben i entienden de este reino de Dios, por lo que lean i por lo que oigan, los que están fuera de él, i lo que entienden i saben del mismo Reino, por lo que sienten i por lo que prueban, los que están en él; alcanzo yo, que hai mucha mayor diferencia, que entre aquello, que saben i entienden, del regi- miento i gobierno de un perfectísimo Rei, por lo que leen i oyen dezír, los que están fuera de él, i lo que saben i entienden del mismo rejimiento i gobierno, por lo que veen i experimentan, aquellos que están en él. Añadiré esto, que a miparezér es mui al propósito: que así como, a medida queson diversas las calidades de las yerbas que hai en un mismo prado, asíparti- zipan diferentemente de la virtud de la tierra, cual mas, cual menos, i cual de una manera, i cual de otra; así, a medida que son diversas las com- plexiones de los que están en el Reino de Dios, así les comunica Dios diferentemente de su espíritu, a quien mas, a quien menos, i a quien de una manera, i a quien de otra: i todos están en un Reino mismo, i todos participan de un mismo CONSIDERAZIÓN VI. 17 espíritu: así como todas las yerbas que están en un mismo prado, partizipan todas, de una misma virtud de la tierra. I así como las yerbas, si tuviesen sentido, afirmarían, que es zievto lo que de ellas queda dicho ; así, los que pertenezen cd Reino de Dios, porque tienen espíritu, afirman ser zierto lo que de ellos se ha dicho, todo reconoziéndolo del favor de Dios, por Jesu Cristo Señor nuestro. Dos depravaziones del hombre: una natural, y otra adquirida. CONSIDERAZIÓN VI. En todo hombre, no vivificado por el Espíritu santo, considero dos depravaziones: una natural, i la otra adquirida. La natural entiendo en aquello: "Ñeque infans unius diei." I en aquello: " In iniquitatibus conceptus sum." I en aquello de san Pablo : " Eramus natura filii ira?" I asi- mismo en todos los pasos de la santa Escritura, en los cuales se halla condenada esta nuestra naturaleza humana. La adquirida entiendo en aquello : " Omnis caro corruperat viam suam." L en lo de san Pablo: "Ego autem vivebam sine lege qu-ondam" I generalmente, en todos los lugares de la santa Escritura donde se habla de la malignidad de nuestra carne. De la natural, prozede la adqui- B 18 C0NS1DERAZIÓN VI. vida, i con la adquirida, se inflama la natural. De estas dos depravaziones entiendo, que la natural, no puede ser reparada sino por grazia : i así en- tiendo, que están libres de ella, solos aquellos que por la fé entran en el Reino de Dios, i vienen a ser hijos de Dios por el Espíritu santo que mora en ellos: por manera, que en los que conoziendo a Cristo por revelazión, i azeptando el pacto que El fijó entre Dios i los hombres, creen, i porque creen son bautizados; es reparada la depravazión natural, i quedan solamente con la que es adquirida, de la cuál van librándose poco a poco, ayudándoles en esto el espíritu de Dios: i mientras que van librán- dose, lo que ofenden no les es puesto en cuenta de pecado, porque están incorporados en Cristo Jesús, i por eso, como dize san Pablo, ninguna cosa les trae condenazión. La depravazión adquirida, con la inflamazión de la Natural, entiendo, que así como se adquiere por hábito, así puede dejarse por hábito. I entiendo, que para esto sirven las leyes i los pre- zeptos que encuentra Ice prudenzia humana: de suerte, que un hombre puede librarse por sí mismo de la depravazión adquirida, i de la inflamazión de la natural, como leemos, que muchos se libraron : mas nunca se librará por sí mismo de la deprava- zión natural, porque de ésta, como tengo dicho, nos libra la grazia de Jesu Cristo nuestro Senór. CONSIDERAZION VIL 19 De cómo Dios quiere que remitamos á Él la ejecuzión de todos nuestros deseos. CONSIDERAZION VIL En efecto, es verdad que por experienzia venimos a entender muchas cosas, que por zienzia no enten- deríamos. Habiendo yo determinado muchas vezes, de hazér muchas cosas, una mas piadosa, mas santa, i mas cristiana que otra, i habiendo visto, que casi siempre mis determinaziones me habían salido al contrario de lo que determinaba, i habién- dome, sin pensarlo, i sin que a ello prezediese alguna determinazión mía, salido algunas cosas pías, santas, i cristianas ; me hallaba casi confuso, dentro de mí mismo, no entendiendo en qué con- sistiese este secreto. No me marabillaba, de que en las cosas que como hombre determinaba, me saliese lo contrario de lo que yo pretendía : pero me marabillaba, de que en las cosas que determinaba como cristiano, me aeonteziese lo propio: i hcdlándome en esta con- fusión, acaezióme leer la determinazión aquella de san Pedro, " Si oportueriV I, considerando, que sin embargo de ser la determinazión pía, santa, i cristiana, le salió contraria a lo que él determinó ; entendí, que la causa porqué mis determinaziones me resultaban al contrario, era porque determinaba, B 2 20 CONSIDERAZIÓN VIL sin considerazión a la imposibilidad que hai en mí, de poner en efecto lo que determinaba. I entendí, además de esto, que aunque Dios castigaba la in- considerazión mía, no dejando resultase lo que yo quería, satisfazla, por otra parte, a mi afizión, dejando me residíase, lo que yo no procuraba, ni esperaba, ni pretendía. De lo que he colejido, que la voluntad de Dios es, que de tal manera yo dependa de El, que ninguna cosa determine ni proponga, sin tenerle delante de mis ojos, mostrán- dole mi buena voluntád, i remitiendo a El la ejecuzión de la misma : i esto, así en las cosas que pertenezen a la vida exterior i corporál, como en las que pertenezen a la vida interior i espirituál. Esta voluntád de Dios reprime tánto, que aunque yo conozca, que esto que he dicho, es lo que El quiere de mí, no oso determinár, diziendo, así lo haré: porque conozco la imposibUidád mía : i no osando determinar, me atrevo a deseár el conformarme siempre con esta voluntád de Dios, i el remitir a Dios la ejecuzión de ella, i me ratifico, en que por su misericordia, Dios me favorezerá en este mi buen designio : i entiendo, que de esta suerte me debo gobernár en todas las cosas. Vendráme nuevo deseo de confiár en Dios en todas las cosas i a El me remitiré, paraque ponga en ejecuzión este mi deseo. De este modo deseo gobernarme en la caridád, en la esperanza, en la mortificazión, i senzilléz en todas CONSIDERAZIÓN VII. 21 las cosas, que puedan asimilarme a Cristo, i asi- milarme a Dios ; i en todas las cosas que pueden redundar en utilidad corporal i espiritual de mis prójimos, de manera, que el deseo esté vivo i entero en mí, i su ejecuzión, quede remitida a la bondad de Dios. De esta misma manera, ruego a toda persona cristiana, que se gobierne, o por mejor dezír, que se deje gobernar de Dios, zertificándola de que Dios no solamente la cumplirá sus deseos, sino que la contentará en otras muchas cosas, las cuales, sin que ella las imajine, espere, o desee, le serán hechas, a gloria de Dios, i para edificazión suya, i de sus prójimos: i esto hará Dios por Jesu Cristo nuestro Señór. Parco confirmazión de las cosas dichas, considero, que el hombre naturalmente determina, solo azerca de aquellas cosas, que él piensa, que está en su poder el hazerlas o no hazerlas : puesto que ninguno determina de hazér que llueva, o que haga buén tiempo. De donde colijo, que jamás carezerán nuestras determinaziones de arroganzia i presunzión, si pensáremos que está en nuestro poder, aquello que no está mas en nuestro poder, que el llover, o hazér buén tiempo. Por lo que, no hai que determinár, sino cleseár, i remitir a Dios la ejecu- zión de lo que deseamos. Luego, a propósito de lo mismo, considero, que en nuestras determinaziones cristianas, siempre debemos considerar, si es, o no, grato a Dios, lo que determinamos : porque es señal 22 CONSIDERAZIÓN VIII. de grande ignoranzia, determinar de hazér una cosa en honra de Dios, cuando no estamos seguros de que sea grata a Dios. I así me resuelvo en esto, que nuestras determinaziones, entonzes serán dis- cretas i buenas, cuando fueren conformes a lo que Dios quiere de nosotros, i conformes a nuestra posibilidad: puesto que es una locura, el prometer a otro, lo que no está en poder del prometedór llevar a cabo. I siendo esto verdad, está bien dicho, que la determinazión consiste en deseár, remitiendo a Dios la ejecuzión de nuestros deseos : teniendo por zierto, que nos favorezerá en ellos por Jesu Cristo nuestro Señor. Los pactos que establezió entre Dios i los hombres nuestro Señor Jesu Cristo. Consideración VIII. Todos los hombres, en reconozimiento del ser que tenemos de Dios, nazemos con la obligazión de amar a Dios, de depender de El, i dejarnos rejír i gobernár por El. Esta obligazión impedida por nuestra depravazión i mala inclinazión, nos alastra a todo lo contrario. Esta obligazión podemos apellidarla leí de naturaleza, i podemos dezír, que para descu- brir nuestra obligazión i depravazión, vino la Lei, CONSIDERAZIÓN VIII. 23 que Dios, por medio de Moisés, dio cd Pueblo hebreo. Tán poderosa es la mala inclinazión en los ánimos de los hombres, que por macho que se afanen, nunca llegan a satisfazér enteramente a su obligazión. Conoziendo esto Dios, mandó cd mundo, hecho hombre, a su Hijo unijénito, i quiso que en El fuese ejecutada, su justizia, por lo que todos los hombres habían faltado, i habían de faltar, a la obligazión con que nazemos: de suerte, que este es el pacto entre Dios i los hombres, que ellos crean i tengan, que aquella justizia que fué ejecutada en Cristo hijo de Dios, los libra i haze exentos del castigo que merezieran, por lo que faltan a la obligazión con que nazen, i que Dios los haze justos, los tiene por hijos adoptivos, i como tecles los rije, i los gobierna en la vida presente, i después los resuzita, i les dará vida eterna. La prudenzia humana no es capaz de admitir este pacto: primero, porque viendo ce Cristo hombre como los otros, no entiende, que Él es hijo de Dios. Después, porque no vé en qué fundar la verdad de este pacto, creérlo, i tenerlo por zierto, i fiarse de él. Por lo que es nezesario una propria i particular revelazión de Dios la cuál eche por tierra todos los discursos de la prudenzia humana, de manera, que teniendo por zierto i seguro, que Cristo es hijo de Dios, i que la justizia que en El fué ejecutada, nos haze exentos de lo que faltamos a nuestra obligazión, obligamos a Dios a justificarnos, 24 CONSIDERAZIÓN VIII. según el 'pacto que ha hecho con nosotros, i justifi- cados, somos incorporados en Cristo i plantados en El de tal manera, que así como una yerba se sostiene por virtud de Ice tierra donde naze, o se halla plantada, así nosotros somos sustentados por Ice virtud de Cristo, en el cuál, con tal que perseveremos en el pacto, somos plantados. De este pacto depen- den otros dos pactos. El uno es, que creamos, que Cristo resuzitó glorioso, i que esta fé nos incorpora en la resurreczión de Cristo, para que resuzitemos como El resuzitó, i que Dios haga con nosotros lo que hizo con Cristo. La prudenzia humana no hedía en qué fundar esta resurreczión, i no la cree: pero el hombre que azeptó el pacto primero, azepta fazilmente este segundo. El otro pacto es, que nos- otros creamos, que Cristo vive vida eterna en sumo grado, zerca de Dios: i que esta fé sea para darnos vida eterna, i que por esta fé Dios haga con nosotros lo que hizo i haze con Cristo. La prudenzia humana no hedía en qué fundar la esperanza de aquesta vida eterna, pero el hombre que, por reve- lazión, azeptó el pacto primero, i por el primero, azeptó el segundo, azepta fazilmente este terzero, de manera, que zertificados nosotros de que Cristo es hijo de Dios, azeptamos el pacto de la justificazión por la fé, el cuál nos incorpora en la muerte de Cristo: i azeptamos el pacto de la resurreczión de Cristo, el cuál nos incorpora en la resurreczión : i CONSIDERAZIÓN VIII. 25 azeptamos el pacto de la vida eterna, que nos incorpora en la vida eterna que vive Cristo. Nosotros creemos cuatro cosas, i Dios haze cuatro cosas con nosotros. Creemos que Cristo es hijo de Dios, que murió, i resuzitó, i que vive : i Dios nos haze sus hijos, nos justifica, nos resuzita i nos dá vida eterna. De las dos cosas primeras gozamos en la vida pre- sente, i estas hazen que amemos a Dios, que dependamos de El, según la obligazión con que nazemos, habiendo venzido gran parte de la mala inclinazión nuestra. De las otras dos cosas goza- remos en la otra vida: i experimentando en esta video, en las dos cosas primeras, la verdad que hai en el pacto que establezió Cristo entre Dios i nosotros; nos zertificamos de la verdad que hai en las dos segundas, las cuales experimentaremos cuando plazca a la Majestad divina : entretanto, atendamos a estar i perseverar en el pacto i pactos, que ha establezido con nosotros, Jesu Cristo nuestro Señor. 26 CONSIDERAZIÓN IX. Un exzelente privilejio de la piedád. CONSIDERAZIÓN IX. Todas las buenas obras a que nos movemos en la vida presente, pertenecen, o al ser de hombre, o al ser de pío. El ser de hombre, que tenemos, nos lleva a tener compasión uno de otro, a ayudarnos uno a otro : i esto, en todas las cosas que atañen a las comodidades de la vida. La piedád nos lleva a confiar en Dios, a amarlo, a depender de Él : nos lleva a confiar en Cristo, a amarlo i predicarlo : nos lleva a la mortificación de los afectos i apetitos que son según la carne : i nos lleva al desprecio de todo lo que aprecia el mundo, como honores, estados, i riquezas. Habrá persona del todo ajena a la piedád, la cuál no solamente se ejercitará en todas aquellas cosas a las que le lleva el ser que tiene de hombre, sinó aun en las cosas que son propias de la piedád, esforzándose a hazerlas todavía, i parte de ellas hará : i habrá otra persona, pía del todo, la cuál no solo se ejerzitará en las cosas que son propriamente de la piedád, sino también en aquellas, que son propias al ser que tiene de hombre, aplicándose a ellas cuando se le ofrezcan. Iasí como el ajeno a piedád, al ejerzitarse en las cosas que son propias de la piedád, no se ejerzita en la piedád, sino en el ser que tiene de CONSIDERAZIÓN IX. 27 hombre, porque su intento prinzipál es el propio interés suyo, que es connatural al ser del hombre ; así, por el contrario, la persona pía del todo, al ejerzitarse en las cosas que son propias del ser de hombre que tiene, se ejerzita en la piedad, porque su intento prinzipál es la gloria de Dios, lo que es propio de la piedad. I acontezerá, que predicará a Cristo uno ajeno a la piedad, i no se ejerzitará en la piedad, porque su intento prinzipál, será su propia gloria, i su propio interés. I, por el con- trario, acontezerá, que una persona pía, hará bién a uno, que se halla sin piedád, i se ejerzitará en la piedád, porque su intento prinzipál es la gloria de Dios: i aunque no se movió a aquella cosa con caridácl cristiana, sino con misericordia humana ; eso no obstante, ejerzitóse en la piedád. De donde colijo, que son grandísimos los privilejios de que disfrutan aquellos que tienen piedád, la cuál se adquiere por el espíritu santo, que se comunica a los fieles por medio de Jesu Cristo nuestro Senór. Añadiré esto, que el que es ajeno ce la piedád, así como está privado del conozimiento de esta diferenzia de obras, que aquí va puesta, así tam- bién está privado de conozér, que él no se ejerzita jamás en la piedád: i que aquél que espío entiende por extremo bién, cuándo se ejerzita en las cosas que son propias del hombre, i cuándo se ejerzita •2S CONSIDERAZIÓN X. en aquellas que son propias de la piedad : i esto, solo pensando algún tanto, o por mejor dezír, nunca descuidándose de sí mismo. Es, con efecto, verdad, que estos privilegios de la piedad, son Libros, como dize I sanas, que tenia Dios preparados para los que le amasen, esto es, para los que se azercasen a conozerlo i amarlo, siendo justificados por la fé en Jesu Cristo nuestro Señor. De cómo es mejor el estado de aquella persona cristiana que cree con dificultád, que el de aquella, que cree con fazilidád. CONSIDEEAZIÓN X. Entre los que tienen nombre de cristianos, consi- dero dos suertes de hombres: la una, sumamente fazil a creer en las cosas de la relijión, todo aquello que les es dicho, i la otra, sumamente dura, o difi- cultosa. I entiendo, que la fazilidád de la una, naze de superstizión, i de corta considerazión, i la dureza o dificultád de la otra, naze de demasiada considerazión. Los primeros, para nada traen a consejo la prudenzia humana: i los segundos, la traen para todo, i así con dificultád se reduzen a creer lo que no aprueba la prudenzia humana. Los primeros, entre algunas cosas que creen verda- deras, creen muchas falsas, i aconteze, que dan CONSIDERAZIÓN X. 29 macho mas crédito a las muchas falsas, que a Ices pocas verdaderas. Los segundos, no creen las falsas, i dudan de las verdaderas. Considerando mas adelante, hallo que los primeros, por el espíritu de Dios cuando les es comunicado, son zertificados de las cosas verdaderas que creen, con cuya zertifi- cazión, poco ce poco se van desengañando de las cosas falsas, i así las van dejando. Después hallo, que los segundos, por el mismo espíritu de Dios, cuando les es comunicado, son zertificados de Ices cosas verdaderas, con cuya zertificazión se fortifican en creér las cosas verdaderas, i en no creér las cosas falsas. Por manera, que entrando el Espíritu santo en dos personas, en una mui fazil a creér, i en otra mui difizil o reházia; las pone en este estado, que la una pelea, consigo propia pugnando, por dese- char fuera de su ánimo aquellas cosas falsas de que se persuadió con fazilidácl: i la otra pelea, consigo propia pugnando, por asegurarse en aquellas cosas verdaderas, que no pudo creér por relaziones de hombres. Estas personas, pugnan ambas a dos, pero tengo por mejor estado el de la persona difi- cultosa a creér, que el de la fazil : i esto por tres causas prinzipales. La primera, porque es mas fazil el creér la verdad, a lo que ayuda el Espíritu santo, i ayudan otras muchas cosas, que el descreér la mentira, a lo que obsta la superstizión, con muchas otras cosas. La segundeo, porque la persona 30 CONSIDERAZIÓN X. que es fazil a creer, puede con fazilidád ser en- gañada, i la que es dificultosa, o dura, con dificultad se deja engañar. I la terzera, porque la persona que es fazil a creer, por muchos días está en muchos errores, como en la iglesia primitiva estuvieron aquellos que, del judaismo, se convertían a la relijión cristiana: i la persona dificultosa, está libre de toda opinión falsa, como que, solamente cree lo que el Espíritu santo le enseña. De adonde concluyo, que sin comparazión ninguna, es mejor el estado, en el cuál pone el espíritu de Dios a la persona dificultosa a creer, cuando comienza a en- señarla ; que aquél en el cuál pone a la persona que es fazil a creer. Después me resuelvo en esto : que el que cree sin que el espíritu de Dios le enseñe, estriba mas en opinión que en fé, i [lo que cree,~\ va siempre mezclado con cosas falsas i fictizias. De adonde podrá entenderse, que cuando una persona dá igualmente crédito a todas las cosas que se le dizen, está sin espíritu de Dios, cree por relazión, persuasión humana, i por opinión, i no por reve- lazión, ni por inspirazión. I siendo verdád, que la bienaventuranza del hombre cristiano, no consiste en creer, sino en creér por revelazión, i no por re- lazión ; se concluye, que no es fé cristiana aquella, que es por relazión, sino que solo aquella que es por revelazión, es la cristiana, i la que nos haze bienaventurados, i la que trae consigo la caridád i C0NSIDERAZ1ÓN XI. 31 la esperanza, i la que 'purifica los corazones, i es la que en toda cosa agrada a Dios. De lo que nos haga ricos el mismo Dios por Jesu Cristo nuestro Señor. De cómo el ser Dios justo, redunda en utilidad de los que por revelazión creen en Cristo. CONSIDERAZIÓN XI. Todas las perfecziones que la Escritura santa atribuye a Dios, pareze, aun a la prudenzia hu- mana, que redunden en utilidad del hombre, fuera de una, la cuál pareze que le redunde en daño, supuesto que es útil al hombre, que Dios sea omni- potente, liberal, sabio, fiel, benigno, misericordioso, i piadoso : mas no pareze que le sea útil, que El sea justo, porque siendo Dios justo, i el hombre injusto, no encuentra cómo poder salvarse en el juizio de Dios. La bondad de Dios es tanta, que queriendo, que aun esta perfeczión suya, la cuál a nuestro parezér redunda en daño del hombre, redunde en su utilidád, no menos que todas las otras; — deter- minó ejecutár en su propio hijo, todo el rigor de la justizia que debía ejecutár contra todos los hombres, por todas sus impiedades i pecados, paraque los hombres, teniendo por averiguada esta verdád, de que Dios ha ejecutado el rigor de su justizia en su 32 C0NSIDERAZ1ÓN XI. propio hijo, conozcan que les es tan útil, que Dios sea justo, como que El sea misericordioso: siendo zierto, que administrando justizia, no dejará de salvarlos, habiendo ellos azeptado por suya la justizia ya ejecutada en el propio hijo de Dios. Adonde entiendo, i me ratifico, que Dios reveló a los santos del Testamento antiguo, como debía ser ejecutada su justizia en su propio hijo nuestro Señor Jesu Cristo: porque tuviesen por averiguado, que no les era menos favorable ser Dios justo, que misericordioso, con todas las demás perfecziones que son atribuidas a Dios. Después entiendo, que los hombres que no están zertificados por revelazión, que Dios tiene ejecutado en Cristo el rigor de su justizia como hemos dicho, temen siempre el juizio de Dios, i les es grave que en Dios haya justizia, porque no hallan como poder satisfazerla. De este temor nazen las superstiziones, nazen los escrúpidos, i nazen las zeremonias. De todas las cuales cosas estamos libias nosotros, los que por revelazión hemos venido al conozimiento de Cristo, estando ziertos, de que siendo Dios justo, no nos castigará dos vezes. Creemos cd Evanjelio, el cuál nos zertifica de que fuimos castigados en Cristo, i en esto nos aseguramos, sabiendo que Dios es justo, i que fuimos ya castigados en la cruz, en Jesu Cristo nuestro Señor. CONSIDERAZIÓN XII. 33 De cómo la razón de nuestro hombre, o ser interior, nos sirve, de lo que, en nuestro hombre exterior, los ojos. CONSIDERAZIÓN XII. Habiendo dicho muchas vezes, que el hombre, para estar i perseverar en el reino de Dios, nezesita mor- tificar, en todo i por todo, su razón, i su humana prudenzia, se duda, siendo eso verdad, a qué pro- pósito puso Dios en el hombre la razón, puesto que no quiere que él se sirva de ella estando en su reino. A esto resueltamente me pareze poder responder, que puso Dios la razón en el hombre interior, con el fin, con que puso los ojos en el hombre exterior: puesto que, así como los ojos exteriores son capazes de ver el sol, no por sí propios, sino con el mismo sol, e igualmente, todas cuantas cosas descubre el sol ; así la razón, que está en el hombre interior, es capaz de conozér a Dios, no por sí propia, sino con el mismo Dios, e igualmente todas cuantas cosas manifiesta Dios. El primer hombre, ensoberbezido con su razón, quiso, sin Dios, conozér a Dios, como si uno, sin el sol, quisiese ver al sol : i se privó del conozimiento de Dios, i fué dejado al gobierno de su razón : i el, i todos aquellos que le han imitado, procurando conozér a Dios con su sola razón, por medio de las Escrituras, i de las criaturas; son c 34 CONSIDERAZIÓN XIII. todavía mas temerarios, que aquellos, que no que- riendo ver al sol con el sol, procurasen verle con la luz de las bujías. Ahora, siendo esto zierto, enten- demos, que Dios ha puesto en el hombre la razón, a fin de que con ella conozca a Dios, pero con Dios, i no con sus discursos. Bien está, que Dios quiera del hombre, que él mortifique su razón en cuanto esta presume conozér a Dios, i las cosas de Dios, por sí sola, sin el espíritu de Dios, si el hombre quiere conozér a Dios, i estar en el reino de Dios, en la manera que deba hazerse. De esta mortifica- zión ya otras vezes hemos hablado, i dicho, que es la que nos descubrió Jesu Cristo nuestro Señor. Comparazión que muestra en qué consiste el benefizio que ha rezibido el j enero humano de Dios por Cristo. CONSIDERAZIÓN XIII. A un gran Reí se le rebelaron sus subditos : por la rebelión él los condenó a muerte, los privó de sus haziendas, los echó fuera del Reino. Condenados, privados, i echados, se dieron a servir a otros Reyes extraños, i enemigos de su Rei natural. Por lo que, estando asi las cosas durante cdgún tiempo, el Rei, que era benigno ázia sus subditos, deseando restituir a su Reino los que andaban vagabundos i CONSIDERAZIÓN XIII. 35 fujitivos, primero ejecutó el rigor de su justizia en un su hijo, i luego mandó publicar un bando jene- vál por todo el mundo, en el que declaró, que estaba ya satisfecha su justizia, i que ya él había perdo- nado, en jenerál, a todos cuantos se le habían rebela- do, exortándoles a tornar al Reino, i prometién- doles la entera restituzión de lo que habían perdido. Oyeron este bando los que en la rebelión eran culpables: de los que, algunos, pretendiendo no haber incurrido en ella, no quisieron azeptár el perdón, pareziéndoles, que azeptando se confesaban rebeldes. Otros, aunque se reconozían rebeldes, no quisieron dar crédito al bando, pareziéndoles cosa mui extraña, que el Rei les perdonase porque su Hijo le había sido obediente. Asimismo, algunos otros, aunque se reconozían por rebeldes, aunque tenían por zierto el bando, aunque tomaban copia de el, i ellos mismos le publicaban; no, por eso, osaban volver al Reino, sino que por toda vía i manera a ellos posible, se injeniaban, para impetrar el perdón del Rei, con servizios, dones, i presentes, no queriendo de ningún modo disfrutar de la liberalidad del Rei, ni de la obedienzia del hijo del Rei : i no viniendo al Reino, no les fueron restituidas sus haziendas, i así, ni estos, ni aquellos, disfrutaban del perdón jenerál: por manera, que para ellos, era lo mismo que si no se hubiese dado. Hubo algunos, que reconoziéndose rebeldes, i dando c 2 36 CONSIDERAZIÓN XITI. entera jé i crédito al bando, confiando en la palabra del Rei, azeptaron el perdón jenerál, i vinieron al Reino, en todo i por todo sometiéndose a la gober- nazión de su Rei. I sinembargo de que, al prinzipio, dudasen algún tanto del perdón, mucho mas viendo, que a la hora, no se les habían resti- tuido las haziendas, perseverando, todavía, en no ausentarse del Reino, i viendo que el Rei los trataba bien, i que poco apoco les iba restituyendo lo que por la rebelión habían perdido ; se iban ellos igualmente zertificando de haber alcanzado el perdón, i hallá- banse muí contentos por haber venido a servir a su Rei, i reduzídose bajo su gobernazión i mando : i porque habían probado el mal de la rebelión i del destierro, se privaban i se despojaban de cuantas amistades, i de cuantas relaziones de hombres, i de cuantos designios propios, les parezía a ellos, que pudieran otra vez hazerlos rebeldes. En esto se ocupaban, i en esto se ejerzitaban : por lo que iban adquiriendo tanto crédito con el Rei, que no sola- mente les restituyó todo lo que habían perdido por la rebeldía, sino que les hizo grandes merzedes, i los trató de tal manera, cual si nunca hubieran sido rebeldes. Esta es la comparazión, i aunque ella sea, de por sí, clara, no quiero dejar de ex- planarla un poco mejor : i digo, que estando el primér hombre en el reino de Dios, habiendo sido criado a imajen i semejanza de Dios, se rebeló CONSIDERAZIÓN XIII. 37 contra Dios: por cuya rebeldía fué privado de la imajen i semejanza de Dios, fué echado fuera del reino de Dios, i fué condenado a muerte: i en este destierro permanezió casi todo el jénero humano, sirviendo al demonio largo tiempo. Queriendo Dios, por su misericordia, remediar este mal, eje- cutó primero el rigor de su justizia en su propio hijo, nuestro Señor Jesu Cristo, i después mandó a predicar por todo el mundo, cómo estaba ya satis- fecha su justizia, i cómo Él había ya perdonado a todos los que eran rebeldes. I que podían, cuando les plaziese, tornar al reino del cuál habían sido echados : i que se les restituiría su imajen i seme- janza que habían perdido. Este bando ha sido oído en todo el mundo : i de los hombres algunos, tenién- dose por santos i justos, han pensado que no toca a ellos el perdón, pareziéndoles, que donde no hai error, no hai nezesidád de perdón: i así lo han dejado pasar. Otros, aunque se tienen por rebeldes, no se fían del perdón, pareziéndoles cosa muí extraña, que Dios deba perdonarles, i rezibír en su Reino, i restituirles lo que por la rebeldía perdieron, por la justizia i obedienzia ajenas. Otros hai, que aunque se reconozcan rebeldes, i aunque tengan por zierto el perdón, i abrazen el Evanjelio, le lean, i le prediquen, no por eso pueden reduzirse a entrar en el reino de Dios : por lo que confían mas en sí mismos, que en Dios : i así quieren mas 38 CONSIDERAZIÓN XIII. bién estar bajo el gobierno de su humana pru- dencia, que venir al reino de Dios. Estos piensan que deben granjear el perdón de la rebeldía, con su industria i dilijenzia, i con sus méritos propios ; i por tanto, estos como los otros, no vienen al reino de Dios, no sienten el beneficio de él, ni gozan de la liberalidad de Dios, ni de la obedienzia de Cristo : a lo cuál les lleva su propia arrogancia i presunción : i asi se están siempre en su rebeldía. Otros hai que se conozen rebeldes a Dios, i dan entera fé i crédito al Perdón jenerál, que en el Evanjelio les es predicado de parte de Dios : i así luego, sin mas pensar, azeptando el perdón, se vienen cd reino de Dios, renunziando al reino del mundo, i al gobierno de la prudencia humana. Estos, si bién en algún modo dudan al prinzipio, pues dudan del perdón, i dudan del gobierno i rejimiento de Dios ; como no se apartan del Reino, se van certificando en una i otra cosa, i tanto mas, cuanto que sienten que Dios les va restituyendo aquella imajen i semejanca de Dios, que el primér hombre perdió por su rebeldía, con todos los otros privilejios perdidos por la misma rebelión. I por- que la pena principal de la rebelión fué la muerte (aunque no los libre de la muerte temporal, pues mueren como los otros), los libra de la muerte eterna, prometiéndoles la resurrección, i dándoles serial de ella, por la vivificación interior, i por la CONSIDERAZIÓN XIV. 39 remrreczión de Cristo. Viven aquestos en suma alegría, mirando solamente a mortificar su pru- denzia, i su razón humana, i todas las demás cosas que los condujeron a la rebelión pasada, i que pudieran conduzirles a otra : en esto se fijan, en esto perseveran, i así van adquiriendo tanto favor con Dios, que Él no solamente les haze sentir el perdón i felizidád que hai en estar en su reino, i po- seer en el la imajen de Dios; sino que les haze muchas otras grazias i regalos, azeptándolos por hijos. Este reino comiénzase en esta presente vida, i se continua en la vida venidera : i toda esta feli- zidád, la reconozen estas personas de la liberalidád, de Dios, de la obedienzia de su unijénito hijo Jesu Cristo nuestro Señor. Entre las cosas que nos obliga a creer la piedád cristiana, cuál es aquella que con mayor dificultad se cree. CONSIDERAZIÓN XIV. Habiéndome puesto algunas vezes a considerár con cuánta dificultád se reduze el ánimo humano a creér, como es preziso, las cosas de la piedád cris- tiana, cuando se pone a mirarlas^ i remirarlas ; he llegado ce examinár cual sea, entre todas estas, 40 CONSIDERAZIÓN XIV. aquella en la que se halla mayor dificultad : i me resuelvo, en que es, el Perdón jenerál por la juslizia d,e Dios, que fue ejecutada en Cristo, A esta reso- luzión lie llegado considerando, que siendo todos los hombres amigos de sus intereses, creen fazilmente aquellas cosas, en las que nada pierden por creer- las : i creen con dificultad aquellas, de las cuales, creidas, puede redundarles algún daño. Aunque siendo zierto, que entre todas las cosas que se creen en la piedad cristiana, solo este perdón jenerál, como se ha dicho, pudiera redundar en daño de aquél que lo creyese, caso de no ser verdadero, pareze que sea buena mi resoluzión. Teniendo, que entre las cosas que se crean, esta es la que mas a duras penas se cree ; pudiera corroborar con mas razones esta mi resoluzión. Pero esta me pareze tan bastante, que de ella me quiero contentar, corroborándola con lo que se ve por experienzia, qu e aunque aquél que va creyendo al bando que se publica por el mundo del Perdón jenerál, demuestra, que cree, desnudándose de toda justi- ficazión exterior, i entrando esforzadamente en el reino de Dios, en el que Dios provee a los suyos, igualmente de las cosas que al cuerpo i al alma pertenezen ; todavía, halla mucha resistenzia en su propio ánimo, cuando quiere reduzirle a términos, de que del todo espere de Dios el sustento del cuerpo i el del alma: puesto que siempre anda pen- CONSIDERAZIÓN XIV. 41 sánelo i diziendo entre sí mismo : — (í I si no es verdad, que Dios sin mi solizitúd, haya de pro- veerme de las cosas nezesarias para mi sustento ; ¿ que será de mi? " " I si no es verdad, que Dios ha ejecutado en Cristo el rigor de su justizia, i que por orden suya se publique por el mundo el bando delPerdónjenercd; quedaré yo malamente burlado" — I es zierto, que tanto mas una persona haze estos discursos, cuanto mas la pareze, que ella por sí misma pudiera proveer a una i otra, cosa. Pa- sando mas adelante, i queriendo examinar, cuál, con mayor dificidtád, se reduze el hombre a esperár de Dios, o el sustento del cuerpo, o el del alma; pienso que sea el sustento del cuerpo: i esto pienso, porque con dificultad menor se reduze el hombre a esperár de Dios, lo que tiene mas averiguado no poder conseguir por sí mismo. Siendo, pues, verdád, que el hombre desconfía mas bien de sí mismo, respecto a su justificazión, que respecto a su sustento, se concluye, que le es mayor la dificultád de reduzirse a esperár el sustento corporal, que el espirituál. Habiendo llegado aquí, con mis consi- deraziones, entiendo bien cuál es la causa de que el rico entra con dificultád en el reino de Dios: i queriendo persuadir a mi ánimo, que se reduzca a depender de Dios, tanto en las cosas corporales, como en las espirituales, le traigo a la memoria, cómo Cristo las promete por añadidura, a los que 42 CONSIDERAZIÓN XIV. buscan el reino de Dios : i pienso, que hallando yo zierto, todo lo que Cristo me promete en las cosas pertenezientes al ánimo, no tengo causa para dudar, de no deber hallarlo veraz, igualmente en lo que perteneze al cuerpo. Cuando esto no me basta, discurro de esta manera: Estando yo justificado por haber azeptado i creido el bando del Perdón jenerál, i habiendo entrado en el reino de Dios, (del cual el primer hombre, por la rebelión, fué echado), voi recobrando los privilegios que perdió el primer hombre en su rebeldía ; ¿ debo yo, acaso, dudar de que Dios, sin solizitúd mia, no me haya de proveer de las cosas exteriores, puesto que es zierto, que el primer hombre, mientras estuvo en el reino de Dios, fué de ellas proveído, sin solizitúd suya? I que esto sea zierto, lo conozco, de que entre las otras penas con las cuales Dios castigó su rebelión, una fué ésta, " In sudore vultus tui vescéris pane tuo." De todas estas consideraziones colijo, que me conviene con el ánimo estar atento a depender de Dios, tanto en el sustento del cuerpo, cuanto en el del ánimo : i tanto mas en el sustento del cuerpo, ya que he azeptado i creido el bando del Perdón jene- rál, i he entrado en el reino de Dios ; cuanto que conozco que es zierto, que con mayor dificultad se reduze el hombre a confiár en esta cosa, que en la otra. Colijo además, que entonzes seré enteramente ziudadano del reino de Dios, cuando totalmente CONSIDEKAZIÓN XV. 43 dependiere de Dios, siendo vivo i verdadero miembro del hijo de Dios Jesu Cristo nuestro Señor. Cómo deban conduzirse las personas cristianas en sus tribu- laziones, aflicziones, i trabajos. CONSIDERAZIÓN XV. Porque la pvudenzia humana, como otras vezes hemos dicho, piensa que es humildad no confiar en Dios, i que es soberbia confiar en Él ; es nezesario que la persona cristiana esté siempre alerta con ella, de modo que no le venda lo blanco por negro, ni lo negro por blanco. Guando una persona pía se halla en algún gran trabajo i afán, la solizita el Demonio, por medio de la prudenzia humana, persuadiéndola, de que haze mal en creér, que Dios haya de librarla de aquél afán i trabajo en que se halla: i que lo que le toca, es solo reduzír su ánimo a contentarse con lo que Dios dispusiere de ella. Esta persuasión pareze piadosa i santa: pero examinada con el espíritu cristiano, se descubre en ella un no sé que, de desesperazión i desconfianza, que consiste en la primera parte, en que se declara, que es malo confiár en Dios : i si bien la segundee parte, de reduzír el ánimo, es buena, la primera la estraga. Ahora, para que la segunda sea buena, el espíritu cristiano haze buena la primera, 44 CONSIDERAZIÓN XV. persuadiendo a toda persona pía, cuando la vé en afán i trabajo, que Dios ha prometido, que tendrá cuenta de aquellos, que la tuvieren con Él : i que no los dejará maltratár por las personas del mundo, sino que habrá gran cuidado de ellos, i les ayudará, i les defenderá. Tu tienes cuenta con Dios ; pues ta has de tener por zierto i seguro, que Dios tiene cuenta de tí, i que pronto, pronto, te sacará de este afán i trabajo en que te encuentras, de suerte que los impíos que buscan tu mal, no tendrán motivo de complazerse por tu daño. Diziendole estas pcdabras, le trae a la memoria todas las promesas que haze Dios en la santa Escritura tocantes a esto: i cuando la persona pía atribulada, se haze capáz de esta verdád, i está firme i constante en esta espe- ranza; la persuade que reduzca su ánimo a contentarse de lo que Dios quisiere hazér de él, en aquella tribulazión : i en tal caso, esta conformidad con la voluntád de Dios, es pía i santa, porque está fundada sobre la confianza, que es fundamento pío i santo. A esto se opone la prudenzia humana, i dize : Habiendo tu visto, que Dios permite, que los suyos sean perseguidos, afiijidos, i maltratados, ¿ en qué puedes tu fundár la confianza, de que Él haya de librarte de este afán i trabajo, porque eres cristiano? A esto replica el espíritu cristiano: Es verdád que Dios permite todo eso, en los que son suyos : pero lo permite, cuando es por causa del CONSIDERAZIÓN XV. 45 Evanjelio, para la manifestazión de su gloria, para la ilustrázión de su nombre, i no por la malignidad i apetito de los hombres del mundo. Bien consiente Dios, que sus santos sean mal- tratados, cuando son maltratados porque son santos, porque de aquí redunda todo lo que hemos dicho : empero no lo consiente, cuando son maltra- tados como hombres, por las cosas del mundo: porque ha prometido todo lo contrario. David se gloria de no haber visto, en toda su vida, justo alguno abandonado por Dios : i en esto mismo se pueden gloriar todos los justos : pues aunque Dios permita que padezcan, cuando padezen porque son santos i justos, no consiente que padezcan por las cosas, que acaezen indiferentemente a los hombres en la presente vida. De todo lo que se ha dicho, puede colejirse, que una persona cristiana, cuando es maltratada por su piedad i justizia, complazida de que en ella i por ella sea ilustrado el nombre de Dios, se debe remitir toda, i del todo, a Dios, redu- ciendo su ánimo a contentarse de lo que Dios ordenare i dispusiere de él: — i que, cuando es maltratada como persona del mundo, debe creer i tener por zierto, que Dios la sacará de aquél afán i aquél trabajo, con mucha satisfaczión i contento suyo : i debe reduzír su ánimo a contentarse con lo que Dios dispusiere. I esta es disposizión de ánimo verdaderamente cristiano, la cuál solo se halla en 46 CONSIDERAZIÓN XVI. aquellos que están incorporados en Jesu Cristo nuestro Señor. Que las promesas de Dios pertenezen a quienes las oreen. CONSIDERAZIÓN XVI. La piedad cristiana quiere, que el cristiano tenga por zierto i seguro, que Dios en la vida pre- sente ha de mantenerle con su grazia, i en su grazia: i que en la otra vida, le ha de dar la inmortalidad i la gloria. Leo prudenzia humana, presumiendo o pretendiendo piedad, le persuade, que debe tener por zierto, que Dios hará con él esto, pero con la condizión, de que él tenga jé, esperanza, i caridád, que son los dones de Dios que dan vida i ser al cristiano. Sin entender, que en tanto tendrá uno esos tres dones, en cuanto estuviere zierto i seguro, en las dos cosas en las cuales la piedad cristiana quiere, que el cristiano se afirme i se ratifique, supuesto que en estas dos cosas estriban la fé i la esperanza, de las que naze i prozede la caridád. De lo cuál se colije bién, que incumbe al cristiano zerrár los oídos a la prudenzia humana, i abrirlos a las promesas del Espíritu santo : i así atender a zertificarse i fun- darse en aquellas dos cosas primeras, entendiendo, que en tanto conseguirá i poseerá los tres dones CONSIDERAZIÓN XVII. 47 cristianos, jé, esperanza, i caridad, en cuanto estuviere zierto i seguro, de que Dios ha de man- tenerle, en la vida 'presente, con su grama, i en su grazia ; i que en la otra vida le ha de dar la inmortalidad i la gloria. Yo sé (dirá el cristiano piadoso) que Dios no llama ázia sí, sino a los que antes tiene conozidos i predestinados : sé también, que a los que El llama, los justifica i los glorifica : i sé. de zierto, que me ha llamado, i por esto me zertifico de que me tenía conozido i predestinado, i que me ha justificado, i que me ha de glorificar. Esté en esto, i confírmese en esto, sin ningún jénero de duda, porque las promesas de Dios se cumplen con ellos. Que esto sea verdad, se puede probar con muchas autoridades de la Escritura santa : mas será mejor dezír ele esta manera, que la verdád de esta cosa no se cree, si no se experimenta : i que la experienzia solo perteneze a los que están incorporados en Jesu Cristo nuestro Señor. Cómo debe haberse el hombre con el mundo, i consigo mismo, si ha de ser cristiano verdadero. CONSIDERAZIÓN XVII. Todo el negozio cristiano consiste en confiar, creér, i amar : porque todo esto es piedad, justizia, 48 CONSIDERAZIÓN XVII. i santidad: supuesto que el hombre, confiando, adquiere piedad, creyendo, adquiere justizia, i amando santidad. Para confiar, creer i amar, es nezesario saber, entender, i conozér: saber en qué cosa se debe confiar, entender qué cosa conviene creér, i conozér lo que se debe amar. De esta sabi- duría, conozimiento, e intelijenzia, es, de suyo, incapaz el hombre, en parte por la depravazión que le es natural, a causa del pecado orijinál, i en parte por la que él se granjea con malas cos- tumbres, i peores ejerzizios. Esto entendía el Sabio, diziendo: que no entra sabiduría divina, en el ánimo mal inclinado, ni habita en el cuerpo sujeto a pecados. De lo que entiendo, que al hombre deseoso de confiar, creér i amar, para adquirir piedad, justizia i santidad, le toca cuidar de sabév, conozér, i entender : desnudando el ánimo de toda mala inclinazión, i apartando el cuerpo de todo mal ejerzizio, i de toda mala costumbre. Entiendo además, que para desnudar el ánimo de toda in- clinazión mala, conviene que el hombre, animosa i jenerosamente se haya con el mundo, volviendo las espaldees a toda honra suya, a toda gloria suya, i a toda estimazión suya, no pretendiéndolas, ni procurándolas, ni queriéndolas en cosa alguna, ni de ninguna manera, poniendo fin a toda suerte de ambizión, i de propia estima. Entiendo a mas de esto, que para apartár al cuerpo de todo mal CONSIDERAZIÓN XVII. 49 ejerzizio, i de toda mala costumbre, conviene que el hombre se haya esforzadamente consigo propio, renunziando, en realidad, a todas aquellas cosas, de las que le viene, o puede venirle alguna satis- faczión, o algún deleite corporal, poniendo un fin a todo lo que sea tal, apartándose de ello, i abomi- nándolo : porque obrando de este modo, purificará el ánimo i el cuerpo, i se hará capáz, dándole Dios sabiduría, intelijenzia,i conozimiento, de que puedan caber en él : i así vendrá a conseguir con- fianza, fé, i amor, i será pío, justo, i santo, i por consiguiente será, verdadero cristiano. A esta re- soluzión, entiendo que convida a cada uno Jesu Cristo nuestro Señor diziendo : ' Qui vult venir e post me¡ Scc. I entiendo, que entonzes el hombre toma sobre sí su cruz, cuando tolera volunta- riamente el martirio, con que los hombres del mundo le quieren martirizar, ya sea el del cuerpo, ya sea el del ánimo. El del cuerpo toleraban los verdaderos cristianos en la Iglesia primitiva, citando los que eran enemigos manifiestos de Dios i de Cristo, les quitaban la vida porque creían en Cristo. El del ánimo le han tolerado, i de mano en mano toleran los verdaderos cristianos, que han seguido las pjisadas de los antiguos, cuando los que son enemigos ocultos de Dios i de Cristo, los desprezian, los tienen por viles, i apocados, los privan de la honra, i de la fama: i entiendo que D 50 CONSIDERAZIÓN XVIII. este es el mas cruel, i el mas terrible, i el mas in- soportable de todos los martirios : i el hombre que permaneze firme i constante en martirio semejante, puede tenerse por verdadero mártir de Cristo. Entiendo además, que a la determinazión que debe tomar el hombre con el mundo i consigo mismo, i al martirio al cual debe ofrezerse, anadió Cristo : " Et sequatur me: " i entiendo, que el hombre no adquiere la piedad, la justizia, i la santidad, por la determinazión, ni por el martirio, sino por la imitazión de Cristo, en cuanto que imitando a Cristo, va recobrando en su ánimo, la imajen i semejanza de Dios, con que fué criado el primer hombre; aspirando a recobrarla también en el cuerpo, en la resurreczión de los justos, donde granjeada la impasibilidad, i la inmortalidád, se gozarán perpetuamente los cristianos, con Jesu Cristo nuestro Señor. En qué debe ocuparse la persona, que pretende i desea entrár, i perseverar, en el Keino de Dios : i qué es lo que, para eso, pone el hombre de suyo. CONSIDERAZIÓN XVIII. Entendiendo lo que dize Jesu Cristo nuestro Señor, de que ninguno puede ir a El, si su eterno CONSIDERAZIÓN XVIII. 51 Padre no le conduze, i entendiendo lo que san Pedro dize, " Non omnium est fides," i que la fé es don de Dios ; entiendo, asimismo, que no estct en poder del hombre el creer, el amar, i el confiar : ni está en poder del hombre el conozér a Dios, ni el conozér a sí mismo, ni el aborrezér al mundo, i a sí propio : supuesto que todo esto es preziso que le venga por espeziál i particular favor de Dios. De manera, que según se colije de esto, no está en poder del hombre, el formarse en su interior pío, justo, i santo, de- biendo todo esto venirle de Dios. Entiendo, por otra parte, por muchas exhortaziones, i amones- taziones de que está llena la Escritura sarda, i por las cuales todos los hombres son, en jenerúl, exhortados e instruidos, a pjiedád, justizia, i santi- dád ; entiendo, digo, que a todo hombre compete pretender, deseár i procurar piedad, justizia, i santidad. Mas pidiéndolo a Dios, pretendiendo tenerlo todo de El, i por El, i entendiendo, que al hombre cristiano que se ocupa en deseár i pedir esto, perteneze ejerzitarse con todo estudio i diii- jenzia en aquellas cosas que le tocan, i pareze que estén en su facultad, a saber, en refrenár los afectos, i apetitos, a lo menos en aquellas cosas exteriores, en que puede refrenarse, como sería v. g. en no mirár lo que da contento a tus ojos, i en no oír lo que deleita a tus oídos, i así en todos los demás sentimientos exteriores, en que puede ven- D 2 52 C0NSIDERAZ1ÓN XVIII. zerse el hombre cristiano, apartando el cuerpo, cuando no pudiere apartar el ánimo. Mas, sobre todo i prinzipalmente, debe cuidar el hombre cristiano de no lisonjear a los hombres del mundo, ni prozedér, ni hablar a sabor de las palabras de ellos, siempre acordándose de aquél dicho de san Pablo: "Si hominibus placuero," &c, en lo que debe observár esta regla. Si fuere solizitado a com- placer a los hombres en cosas contrarias a la pie- dád, en ninguna manera los complacerá: si en cosas conformes a la piedád, siempre: i si en cosas indiferentes, los complacerá en aquellas en que el mismo no se complace, i no los complacerá en aquellas donde halla su propia satisfacción: de suerte, que entonces se reducirá a no agradár a los hombres, cuando ellos quisieren de él, cosas con- trarias a la piedád, i cuando él mismo tuviere en aquellas cosas, satisfacción propia : i de este modo, no dejará de satisfacerlos, por no satisfacerlos, sino por no ofender a la piedád, i para no dar a su ánimo pábulo de propia satisfacción. A esto se reducirá fácilmente el hombre, encomendándose a Dios, i viviendo siempre sobre sí, imajinándose, que vive entre enemigos mas que mortales, entre los que le es necesario vivir siempre alerta, paraque nada le acontezca por inadvertencia. I ejerci- támdose, i ocupándose en esto, no tratará, de adquirir 'para sí piedád, i justizia, ni santidad, mas solo CONSIDERAZIÓN XVIII. 53 tratará de tener su ánimo bien despierto, i bien morijeradas sus costumbres, con el fin, de que cuando agradare a Dios conzederle piedád, justizia, i santidád ; caigan estas cosas en su ánimo, tan feliz i prósperamente, como cae el agua en la buena tierra, cuando se halla arada, i limpia de espinos i piedras : teniendo por averiguado, que así como no obliga a Dios el labrador, que limpia la tierra de espinos i piedras, a que Él mande sobre ella su lluvia i su sol ; cosí el hombre no obliga a Dios, purificando i limpiando los apetitos de su cuerpo, i los afectos de su ánimo, a que le mande el Espíritu santo. I así como el sol i la lluvia hazen mas provecho a la tierra que hallan arada i limpia de espinos i piedras, así también el Espíritu santo, causa mas provecho en el ánimo que halla libre i limpio de afectos i de apetitos. I de este modo, entendiendo el hombre cristiano lo que a él le toca, i en ello ejerzitándose, i entendiendo lo que de Dios debe esperár, i deseándolo, en breve espazio de tiempo se hallará mui conforme a la imajen de Dios, i a la de Jesu Cristo nuestro Señor. 54 CONSIDERAZIÓN XIX. Que la vida cristiana consiste, en que el hombre se considere muerto para el inundo, i trate de vivir para Dios. CONSIDERAZIÓN XIX. El nombre de cristiano, a los ojos del mundo, era, en su principio, tan vil, tan despreciado, deshonrado i abatido ; que no lo aceptaban sino aquellos, que siendo llamados de Dios, i habiendo dado de mano a la ambición, a la gloria, i a la reputación del mundo, se consideraban ijucgaban, del todo muertos para el mundo, i tomaban este nombre de cristiano, propiamente cuando venían al bautismo : de manera, que antes era el ser lla- mado de Dios, i el considerarse i juzgarse como muerto al mundo, i después, el venir al bautismo, en el cuál se tomaba el nombre de cristiano, porque los bautizados, aunque primero eran llamados santos, luego fueron llamados cristianos, en cuanto que elejidos por Dios, aceptaban la justicia de Dios ejecutada en Cristo, i siendo bautizados, eran muertos i sepultados, en cuanto al mundo, i eran resuzitados, i vivían, en cuanto a Dios, haziendo profesión de imitar a Cristo, el cuál ignominiosa- mente murió al mundo, i gloriosamente vive a Dios. Esto entendió san Pablo cuando dize, qu e los CONSIDERAZIÓN XIX. 55 cristianos son muertos i sepultados en el bautismo con Cristo en su muerte: paraque, así como Cristo fué muerto i sepultado, i vive ; así también nosotros, siendo muertos i sepultados, vivamos. Somos, nosotros los cristianos, muertos i sepultados, así en cuanto al ser muertos en la cruz con Cristo, como en cuanto a la opinión que el mundo tiene de nosotros, i en cuanto a la que nosotros tenemos del inundo. I somos resucitados, i vivimos, así en cuanto al ser resuzitados con Cristo, como en cuanto a la opinión que Dios tiene de nosotros, dándonos su espíritu, santo, i a la que nosotros tenemos de Él, procurando hazernos mui seme- jantes a la imajen de su unijénito hijo Jesu Cristo nuestro Señor. Después que el nombre cristiano empezó a ser honroso i glorioso a los ojos del mundo, habiéndose honrado con él los Reyes i los Empera- dores, i después que el bautismo se dá i comunica, a los que no permanezen en aquella deliberazión primera, de tenerse por muertos para el mundo, aunque en el bautismo se tome el nombre cristiano, i que el hombre en el bautismo prometa, i haga pjrofesión de imitar a Cristo, en cuanto murió para el mundo, i vive a Dios, (porque a los ojos del mundo, aunque sea cosa honrosa tomar el nombre de cristiano, i hazér la profesión cristiana, es deshonra cumplir lo que se promete, i guardar la profesión) contentándose comunmente los hombres 56 CONSIDERAZIÓN XIX. con tomar de Cristo aq uella parte, que ya es honrosa, esto es, el nombre i la profesión; no se curan de tomar lo que es ignominioso, esto es, el morir para el mundo : ni lo que no vé ni entiende el mundo, esto es, el vivir para Dios: i por esto no les toca lo que dize san Pablo, porque ni son muertos con Cristo, ni son resuzitados con Cristo, supuesto que no resuzitará sino quien muere. Considero, que per- teneze cd cristiano, satisfaziendo al nombre que tiene, i observando la profesión hecha en el bautismo, redu- zirse a la determinazión, a la que, antes de que viniesen al bautismo, se reduzian los hombres, al prinzipio de la manifestazión del Evanjelio, resol- viéndose de este modo. " Yo estoi muerto, i estoi sepultado para el mundo: porque cuando me bautizaron, me mataron i sepultaron. Yo he resuzitado i vivo para Dios: porque cuando Cristo murió, fui sepultado en el bautismo con Cristo, en su muerte, i comenzé a resuzitár i a vivir con Cristo en su resurreczión, i en su vida. Matando Dios en la cruz la carne de Cristo, mató la mía : i resuzi- tando Dios a Cristo, me resuzitó. Luego, siendo esto zierto, que yo estoi muerto i sepultado ; es neze- sario que no haya en mi, mayor vivazidád de afectos i de apetitos, de la que hai en un hombre, que verdaderamente i con efecto, está muerto i sepidtado. 1 siendo, asimismo, zierto, que yo he resuzitado i vivo; es nezesario, que vivan en mi, CONSIDERAZIÓN XIX. 57 todos aquellos afectos i conzeptos, que existen en un hombre, que verdaderamente i con efecto haya re- sucitado.^ I el que viva con esta deliberazión, i resolución, vivirá sobre sí, i de tal manera vigi- lante, que cuando sienta en sí cdgun afecto, o algún apetito, que sea de hombre vivo para el mundo ; luego al punto tratará de mortificarlo diziendo: " Esto no toca ni perteneze a mi, que estoi muerto parce el mundo? I cuando se sintiere solicitado "por alguna cosa que sea de honra, o de estima mundanal; o cuando se resintiere, porque le sea quitada, la una o la otra ; remediará luego al mal diziendo : " Sé que yo no vivo parce el mundo, ¿ porqué, pues, he de pretender o estimár lo que el mundo estima ? I si yo vivo parce Dios, no debo pretender ni estimár, sino lo que Dios pretende i estima, esto es, que yo me estime por muerto i sepultado en cuanto al mundo, i me estime por resuzitado i vivo en cuanto a Dios: de manera, que estando yo muerto i sepultado para el mundo, no debo pretendér cosas del mundo, ni debo resen- tirme cuando se me priva de ellas: i habiendo resuzitado para Dios, i viviendo para Dios, debo pretendér las cosas de Dios, i dolerme, i resentirme, cuando fuere privado de ellas. I las cosas de Dios que debe pretendér el cristiano, son el Espíritu santo, que le rija i gobierne, i que le mantenga en la posesión del Reino de Dios, en la video presente, como 58 CONSIDERAZIÓN XX. se puede, i en la vida eterna como se debe : i esto con Jesu Cristo nuestro Señor. Que en la enfermedad, convalezenzia, i sanidád del alma, deben gobernarse los hombres, como en las del cuerpo. CONSIDERAZIÓN XX. En la enfermedad, convalezenzia, i sanidád del ánimo, entiendo, que deban gobernarse los hombreé que están en el Reino de Dios, como se gobiernan los hombres discretos en la enfermedad, convale- zenzia, i sanidád del cuerpo. Quiero dezír, que así como el discreto, enfermo del cuerpo, busca médicos discretos i experimentados, los cuales le sanan, aplicándole las meclizinas convenientes, i sujetándole a un buen rejimen ; — así, el que se halla enfermo del ánimo, debe buscar médico, o médicos espirituales i experimentados, que le encaminen al conozimiento de Cristo : paraque hecho miembro de Cristo, quede sano de la enfermedád del alma: de la cuál entiendo que sanan, todos cuantos siendo llamados por Dios, crean en Cristo, quedando en la enfermedád todos los demás. Demás de esto, quiero dezír, que así como el discreto, convaleziente de enfermedád corporal, vive siempre mui atento, i mui sobre sí, en todas las cusas, guardándose de no comer algo que le cause CONSIDERAZIÓN XX. 59 recaída, o de cometer algún exzeso que pueda hazerle caer en el mismo inconveniente, — así, el que se halla con alguna sanidad de ánimo, mien- tras está en la convalezenzia, ha de vivir mui cuidadoso de sí propio, i mui sobre aviso en todas las cosas, atendiendo a no embarazarse ni ocuparse en ninguna de aquellas cosas que puedan hazerle recaer, o perder alguna parte de la sanidád que tiene adquirida, estando en las conversaziones, i otras cosas del mundo, tan bien atento i vijilante a no tomar de ellas cosa alguna que le dañe, como está el convaleziente en los banquetes, i en las otras partes, a donde teme errár en cosa que pueda estragar su sanidád corporal, aparentando que come, i no comiendo, entreteniéndose de modo, que no estrague su sanidad, ni ofenda a los que le miran. Demás de esto, quiero dezír, que así como el que habiendo estado enfermo, i habiendo estado convaleziente, aunque se encuentre sano, no se deja arrastrar, si es discreto, a comer cosas nozivas al cuerpo, ni haze ejerzizios dañosos (aunque ya no viva con aquella atenzión, ni con tanto cuidado como en la convalezenzia vivía) temiendo de volver a la enfermedád de que curó, — así igualmente, aquél que se halla sano de la enfermedád del ánimo, sintiéndose mui mortificado, i mui vivificado, no debe vivir inadver- tidamente, ni descaminarse en las prácticas i 60 CONSIDERAZIÓN XXI. conversazionts de los hombres, i en el tratar las cosas exteriores del mundo, temiendo de volver a la enfermedad -pasada por la depravazión del ánimo. Considerando que así son peores las recaídas en las enfermedades del ánimo, como las recaídas en las enfermedades del cuerpo. Bien que de este recaer, guarda siempre Dios, por sí mismo, a los que han adquirido la sanidad por la rejenerazión, i renovazión que haze el Espíritu santo en los que son incorporados en Jesu Cristo nuestro Señor. Diferenzia de pecados i de pecadores : obligazión de piedad : señales de piedad i de impiedad. CONSIDERAZIÓN XXI. Todos los hombres que pecan, o pecan respecto a sí mismos, o contra sus prójimos, o contra Cristo, o contra Dios. Pecan contra sí mismos, ensuziando sus cuerpos con vizios carnales, i con embriaguez : depravando sus ánimos con ambizión, con envidia, i con ira: porque mientras se ejerzitan en estas cosas, a la depravazión naturál con que nazen, añaden, además, la corrupzión en sus costumbres. Pecan contra sus prójimos, haziéndoles mal i daño en las personas, en la hazienda, en la honra, i en la fama, i dándoles mal ejemplo, i mala doctrina. CONSIDERAZIÓN XXI. 61 Pecan contra Cristo, justificándose con las propias obras, porque en esto muestran, que no dan crédito a Cristo, en el pacto cíe la justificazión, el cual pacto, derramando su sangre, establezió entre Dios i los hombres: muestran, digo, que no le tienen por firme, i que no se fían de él. Pecan contra Dios, cuando se quejan i se entristezen de lo que Dios haze : porque en el dolerse, quejarse, i entriste- zerse, muestran que no les agrada esto : i el no agradarles, prozede, de no juzgarlo por bueno, i el no juzgarlo por bueno, prozede, del no tener buena, opinión de Dios : i por el mismo caso tienen en odio al propio Dios. Los que pecan contra sí mismos, pecan contra la dignidad del hombre : los que contra sus prójimos, contra la caridóÁ : los que contra Cristo, contra la fé : los que contra Dios, contra la piedad natural. Los que pecan contra sí mismos, pecan también contra sus pró- jimos, puesto que con sus pecados les dan mal ejem- plo : i contra Cristo, puesto que con sus pecados dan un mal nombre a lev piedad cristiana : pecan contra Dios, puesto que se persuaden, o por la lei, o por su propia opinión, que en lo que hazen, ofenden 1 a Dios. Los que pecan contra sus prójimos, pecan contra sí mismos, aumentando su propia depravazión i corrupzión : pecan contra 1 Así el texto italiano. Tal vez debiera dezír, " no ofenden a Dios." Si aquí hai errata, habrá la misma, un poco mas adelante. 62 CONSIDERAZIÓN XXI. Cristo, privándose de la caridad, que es la con- traseña de la piedad- cristiana: i pecan contra Dios, persuadiéndose o por la lei, o por su propia opinión, que en lo que hazen ofenden a Dios. Los que pecan contra Cristo, pecan contra sí mismos, privándose de la justificazión, i por consiguiente del Reino de Dios: pecan contra sus prójimos, dándoles ejemplo de incredulidad : i pecan con- tra Dios, porque ofendiendo al hijo, ofenden al Padre, i ofendiendo al mandado ofenden al que le mandó. Los que pecan contra Dios, pecan contra si mismos, privándose de la piedad: contra los prójimos, dando mal ejemplo : contra Cristo, por la misma razón, que lo hazen, los que pecan contra Cristo: pecan contra Dios, por la unión que hai entre Cristo i Dios. Colijo de aquí : que el hombre debe a sí propio pureza i limpieza, que se adquieren con la mortificazión de los afectos i apetitos, que hai en él, según el viejo Adám : debe a sus prójimos amor i caridad, con buen ejemplo, i buena doctrina : a Cristo fé, i a Dios piedád. I entiendo, que así como a la fé va también aneja la zierta esperanza de la resur- reczión, i vida eterna ; así a la piedád, va aneja la adorazión en espíritu i verdad. Colijo, además de esto, que el vivir lizenzioso i vizioso, es indizio de depravazión i corrupzión. El vivir nozivo al pró- jimo, es indizio de malignidad, i de iniquidad. C0NSIDERAZ1ÚN XXI. 63 El vivir superstizioso i zeremonioso, es indizio de incredulidad i desconfianza. I el vivir descon- tento por lo que Dios haze, es indizio de impiedad : asi como, por el contrario, el vivir casto, puro, i modesto, es indizio de mortificación. El vivir sin perjuizio de otro, es indizio de bondad i de cari- dad. El vivir con paz de conzienzia, es indizio de fidelidad i confianza. El vivir contento de cuanto Dios haze, es indizio de piedad i santidad. Donde entiendo, que asi como solo por don de Dios se adquiere mortificazión, i se adquiere caridad; entiendo también, que la fe i la confianza, la piedad i la santidad, la mortificazión i la caridad, son conservadas i aumentadas en el hombre pjor el espiritu de Dios, el cual se granjea por Jesu Cristo nuestro Señor. Esto añadiré : que en lo que los hombres pecan contra sí mismos, i contra el prójimo, si pecan por flaqueza i enfermedad, a luego de habér pecado, se duelen i arrepienten, considerando la ofensa de Dios, el daño del prójimo, i el suyo propio : i que en lo que los hombres pecan contra Cristo i contra Dios, si pecan por flaqueza i enfermedad, hazen lo mismo, considerando la ofensa de Cristo i de Dios, el mal ejemplo del prójimo, i su propio daño. I además: que asi como los que pecan en vizios carnales, hallan satisfaczión en sus pecados, cuan do pecan por bellaquería, así también los que pecan 64 CONSIDERAZION XXII. contra Cristo en la justificación exterior, i contra Dios, doliéndose de lo que Dios haze, hallan satis- facción en sus obras, i en sus sentimientos, cuando pecan por incredulidad i por impiedad. I con estas contraseñas, podrá saber una persona, cuándo peca por flaqueza, i enfermedád, i cuándo por bel- laquería e incredulidad, preponiéndose, empero, delante de los ojos, la luz del espíritu, que se adquiere por Jesu Cristo nuestro Señor. Por qué causa Dios dá un hijo a una persona piadosa, i luego se lo quita. CONSIDERAZION XXII. Examinando dentro de mí propio, qué cosa pre- tende Dios, cuando dá un hijo a una persona pía, i de allí a pocos días se lo quita; pienso, que Él pretenda lo que pretendemos nosotros, cuando damos a un niño un juguete, i viéndole con él mui contento, i queriendo hazér experienzia de su ánimo i de su inclinazión, se lo quitamos. I entiendo, que así como formamos un buén conzepto de aquél niño, viendo, que con la misma alegría deja el juguete, cuando se lo quitamos, que lo tomó cuando se lo dimos, i formamos un mal conzepto, cuando se contrista, se lamenta i llora, i le castigamos por ello, — así Dios queriendo hazér pjrueba de la CONSIDERAZION XXII. 65 persona pía, i de su mortificazión, le dá un hijo, i cuando la vé alegre, se lo quita. I si dicha persona suelta el hijo, cuando Dios se lo quita, con la misma alegría que le rezibió cuando se lo dio, da buen indizio de su piedad i santidad : i si se con- trista, se lamenta, i llora, dd ruin indizio de su piedad, i peor de su mortificazión : i a vezes acon- teze, que por esto Dios le castiga mas agriamente en lo que mas le duele. Hai una diferenzia, i es, que nosotros, dando el juguete al niño, i quitán- doselo, tratamos de probarle i conozerle, i Dios, dando el hijo a la persona pía, i quitándoselo, trata de que dicha persona se conozca a sí propia, que entienda cómo está en punto a piedád, cómo está en cuanto a mortificazión, i trata de ejerzitarla en la mortificazión : i es todavía mucho mas fazil cosa para Dios dar un hijo a uno, i quitárselo, que al hombre, dar un juguete i quitarlo. Con esto entiendo, que toca i perteneze a una persona pía, conduzirse con Dios cuando la priva de una cosa que le tiene dada, por cara que le sea, como se conduze con su padre un niño bien inclinado, cuando le quita el juguete que le ha dado. Pero a esta piedád no llegan jamás, sino los que entran en ella por la puerta : i esta es Jesu Cristo ^nuestro Señor, E 66 CONSIDERAZIÓN XXIII. Que al que Dios desenamora del mundo, i enamora de sí, acaezen casi todas las mismas cosas, que al que se desenamora de una mujer, i se enamora de otra. CONSIDERAZION XXIII. Hallando a mi ánimo todo estéril i seco, i como ajeno de Dios, i entendiendo, que esto prozedía del haberme Dios encubierto su "presenzia, pensé reme- diar a mi nezesidád, reduziendo mi memoria, a no pensar en otras cosas, que en Dios. Apenas hube hecho esta deliberazión, apenas hube prinzipiado a ponerla por obra, entendí, que aun cuando esté en mi podér el ocupar mi memoria con Dios, como con alguna otra cosa ; no por eso está en mi podér, el hazér que mi ánimo sienta la 'presenzia de Dios, i así librárlo de la esterilidád, i sequedád, i enajenamiento de Dios. Además entendí, que hai una diferenzia grandísima del estado en que se encuentra el alma cuando se afana por tenér a Dios presente, al estado en que se encuentra, cuando Dios la haze sentir su presenzia. I que- riendo conozér en qué consiste esta diferenzia, entendí, que consiste en esto, que en el un estado obra el espíritu humano, i en el otro, obra el Espíritu santo : i así me resolví, en que entre los dos estados hai la misma diferenzia, que entre la carne CONSIDERAZIÓN XXIII. 67 i el espíritu. Pasando mas adelante, entendí, que los hombres, que por sus designios, i 'por sus intereses, quieren i procuran desenamorarse del mundo, i enamorarse de Dios, no siendo inspi- rados ni movidos a ello, por el Espíritu santo ; son mui semejantes a los hombres, que obran por sus designios i por sus intereses, i procuran desena- morarse de tina mujer baja i plebeya, i enamo- rarse de otra mucho mas calificada, no siendo a esto inzitados, ni del ímpetu propio de la afición, ni de la voluntad de la mujer a la cual se quieren afizionár. Quiero dezír, que son casi semejantes las dificultades, los fastidios, i los trabajos que experimentan aquellos, a los que experimentan estos, i que ni estos, ni aquellos, consiguen jamás lo que pretenden. Además entendí, que los hombres, a los cuales Dios quiere desenamorár del mundo, i enamorar de sí mismo, son mui semejantes a los hombres, a los cuales, una persona calificada, quiere apartar de otra baja i plebeya, i enamo- rarlos de sí propia. Quiero dezír, que casi las mismas cosas acontezen al uno i al otro : que con la misma faziliclád se desenamora i enamora el uno, que el otro : que por el uno i el otro, pasan casi las mismas cosas : i que en el tino i el otro, hai casi los mismos sentimientos. Porque así como el uno es ayudado, a desamár i amar, con favores i carizias, i con demostraziones exteriores ; E 2 68 CONSIDERAZIÓN XXIII. así el otro es ayudado, o por dezír mejor, constre- ñido a desamar i amar, con favores, con carizias, i demostraziones interiores, espirituales i divinas. Una diferenzia notable encuentro en esto: que el uno, porque ama cosas mudables, está siempre con temor: i el otro, porque ama cosas estables, ha desechado todo temor. Además hallo, que el uno tiene en su poder la satisfaczión, con la memoria, en cuanto a la cosa que ama: i el otro, está siem- pre a merzéd de Dios, no teniendo en su mano, el poder tomár ni sentir mas satisfaczión, de la que Dios quiera darle, haziéndole sentir i gustar su presenzia. I entiendo, que cuando aquella per- sona, que Dios quiere desenamorár del mundo, i enamorar de sí, con su industria i con sus ejerzi- zios se aplica a enamorarse de Dios, ella expe- rimenta en sí, lo que prueba aquél, que por sus designios, i por sus intereses quiere desenamorarse del mundo, i enamorarse de Dios: de manera, que los que Dios desenamora i enamora, pueden dar testimonio del estado de aquellos, que se afana,n por desenamorarse, i por enamorarse : pero estos, no pueden dar testimonio del estado de los otros. De adonde entiendo, que se af concón en vano los hombres, que por sus designios quieren desena- morarse del mundo, i enamorarse de Dios. Ade- más entiendo, que pueden juzgarse por felizísimos, los que conozen no haberse movido ellos, de por sí, CONSIDERAZIÓN XXIII. 69 a desenamorarse del mundo, i a enamorarse de Dios, sino de haber sido movidos 'por el espíritu de Dios. Demás de esto entiendo, que los que se van desenamorando del mundo, i enamorando de Dios, pierden el trabajo, cuando sin ser movidos a amar, o cuando escondiéndoles Dios su presenzia, ellos con su industria, i con sus ejerzizios, la quieren descubrir: cuando alejándose Dios, ellos para su satisfaczión, le quieren tener presente, I sobre todo, entiendo, que el propio ejerzizio de los que Dios quiere desenamorár del mundo, i enamorar de sí, es, el de aplicar sus ánimos a desenamorarse del mundo, no queriendo sus favores, sus carizias, ni sus regalos, echándolos de sí, huyéndolos, i abomi- nándolos: no pretendiendo ya, que Dios movido por este su ejerzizio, los deba enamorar mas de si, sino que, hallándoles los favores de Dios, desnu- dados i privados de los favores del mundo, serán mas eficazes en ellos, los penetrarán mas, i los transformarán mas en Dios, i así mas presto con- seguirán, i adquirirán enteramente el amor de Dios. Que esto sea zierto, lo entenderá fazilmente el que considerare, cuanto mas presto vendrá a enamorarse de la persona mui calificada, el que hubiere echado i mudado del todo la costumbre i conversazión de la persona baja i plebeya. Ha- biendo yo pasado por estas consideraz iones, i habiendo yo entendido estos secretos, i otros que les 70 CONSIDERAZIÓN XXIII. son anexos, i que dependen de ellos, mirando a la Santa Escritura, he conozido que son mui con- formes a lo que en ella he leído: supuesto que Salomón en sus Cantares, zelebra este enamora- miento entre Dios i el alma,iquees llamado adulterio el apartamiento, cuando el alma deja a Dios, i se apega al mundo : i me pareze, que dejando Jesu Cristo nuestro Senór a uno que quería seguir, i llamando otro que ponía impedimento o intervalo, no fué otra cosa, que rehusar el amor del uno, i querer enamorar al otro. Esto mismo entiendo que quiso dar a entender a los Apóstoles, cuando les dijo : " Non vos me elegistis, sed ego elegi vos," como si hubiese dicho : No sois vosotros, los que os habéis enamorado de mí, sino yo soi el que os he enamorado. Esto mismo entiendo, que quiso dezír san Juan, diziendo, que el ser hijos de Dios, es menester que venga no por voluntad de hombres, no por espíritu humano, sino por voluntad de Dios, i por Espíritu santo : de manera, que perteneze al hombre en la vida presente aplicarse a desena- morarse del mundo, i ocuparse en rogar a Dios, que le enamore de Sí, dándole para este efecto el Espíritu santo, el cual se adquiere creyendo en Jesu Cristo nuestro Senór. CONSIDERAZIÓN XXIV. 71 Que las personas que son gobernadas por el Espíritu santo, sirviendo a Dios, aspiran a crezér en el amor de Dios. CONSlDERxYZION XXIV. -Dios ama generalmente a todos los hombres, i ama con particular amor a todos aquellos, por los cuales ha ejecutado el rigor de su justizia, en su unijénito hijo Jesu Cristo nuestro Señor. Los hom- bres jeneralmente aborrezen a Dios, i le aborrezen con particular aborrezimiento aquellos, que a mas de su depravazión natural, conozen haber allegado otras depravaziones. El amor que Dios lleva al hombre, dimana de las grandes cosas que ha hecho por él : de manera, que con razón, mees comee a aque- llos a quienes toca la justificazión que es por Cristo. I el aborrezimiento del hombre ázia Dios, dimana de la depravazión con que le ofende, pues, como suelen clezír, el que ofende, no perdona : de manera, que, con razón, aborrezen mas a Dios, aquellos que han ofendido mees a Dios. Pareze, según la razón, que siendo Dios mas perfecto, sumamente debería ser amado por el hombre : i que siendo el hombre suma- mente imperfecto, sumamente debería ser aborrezido por Dios. Pareze igualmente, que teniendo el hombre rezibidos de la liberalidad de Dios muchos bienes, debía amar mucho a Dios: i que no rezi- 72 CONSIDERAZIÓN XXIV. hiendo Dios del hombre, mas que ofensas e injurias, debería el hombre ser aborrezido por Dios. Mas hai, por otra parte, tanta fuerza en la obligazión que Dios tiene de amar al hombre por las grandes cosas que ha hecho i haze por él, que aunque co- nozca en él imperfeczión suma, i que de él esté ofendido, no deja de amarlo. Aconteziendo a Dios, en este caso, con los hombres, lo que aconteze a un buén padre, con un hijo desobediente i vizioso, el cuál es mas arrastrado por la fuerza de lo que ha hecho por el hijo, a amarlo, que por la desobedienzia i depravazión del hijo a aborrezerlo. E igualmente, de la otra parte, arrastra tanto el aborrezimiento i enemistad que el hombre tiene con Dios, por la depravazión natural, i por las ofensas añadidas a la depravazión, que aunque conozca en Él suma perfeczión, i aunque se halle i sienta lleno de benefizios de Dios, no solo no puede reduzirse a amar a Dios, sino que ni aun a dejar de aborrezerlo. Aconteziendo al hombre en este caso con Dios, lo que aconteze a un hijo vizioso i maligno, con su buen padre, en el que tiene mas fuerza su bella- quería i malignidad, para aborrezér al padre, que el conozimiento de la bondad del padre, i la obliga- zión grande que tiene de amar al padre. Por lo que entiendo, que queriendo ser Dios amado del hombre, como el buen padre quiere ser amado de su hijo, ( conoziendo que el impedimento de este amor CONSIDERAZIÓN XXIV. 73 es aquél sabido, que " quien ofende no perdona"), ejecutó el rigor de su justizia en su propio hijo, — como si el buen padre dijese al desobediente hijo : Ves que yo he castigado a tu hermano por tus desobedienzias i ofensas: pues que yo he quitado el impedimento, ámame tu, como yo te amo. De aquí entiendo, que no fué menos el intento que Dios tuvo, ejecutando el rigor de su justizia en Cristo, el de asegurarme, que el de satisfazér a sí. Además entiendo, que el hombre que dá crédito a esta justizia de Dios ejecutada en Cristo, azeptándola i haziéndola suya, pierde del todo el aborrezimiento que trece a Dios, i comienza a amár a Dios: así como el hijo que cree, que su padre castigó a su hermano por lo que el había desobedezido, deja de aborrezér al padre, i comienza a amarlo. Entonzes entiendo, que así como el hijo deseando, no que su padre le ame, porque ya conoze que le ama, ni menos que le ame mayormente, porque conoze que le ama bastante, sino deseando él de amár grande- mente a su padre, se aplica con todas sus fuerzas a servirle en toda cosa que piensa que le sea agradable, i se mete por él en peligros grandes, i se priva de todos sus gustos, i de todos sus contentos por él, considerando, que siendo amado de su "padre, i que asimismo haziendo él grandes cosas por su padre, amará grandemente a su padre; — OjSÍ, ni mas ni menos, el hombre ya justificado, 74 CONSIDERAZIÓN XXIV. deseando, no que Dios le ame, porque conoze ya que le ama, ni que le ame mas, porque conoze qv e le ama bastante, sino deseando él de amar mucho a Dios, se aplica con todas sus fuerzas a servir a Dios, conoziendo, que siendo él amado por Dios, por las grandes cosas que Dios ha hecho i haze por él, que haziendo también él, grandes cosas por Dios, vendrá a amar grandemente a Dios. Además entiendo, que la considerazión de los grandes pecados que Dios nos ha perdonado, nos haze crezér en el amor, así como la considerazión de las grandes ofensas que le tenemos hechas, cuando no sentimos el perdón, nos haze crezér en el aborrezimiento. Además entiendo, que los servizios, que aquellas per- sonas que songobernadas por él Espíritu santo, hazen a Dios, no son hechos para satisfazér a la obligazión con la cuál nazieron : ni son hechos, como enseña la prudenzia humana, o como enseña la filosofía humana, pretendiendo piedád, para obligar a Dios, o paraque El les perdone las ofensas, o paraque las ame, sino propiamente para obligarse a sí mismas, a mas amar a Dios, i a crezér, cada día mas, en el amor de Dios. Además entiendo, que los servizios, a que el Espirita santo aplica estas personas, son para desenamorarlas de sí mismas, i del mundo, i para enamorarlas de Dios, i de las personas que aman a Dios : i entiendo, que entonzes el hombre se desenamora de sí mismo, cuando se CONSIDERAZIÓN XXIV. 75 priva de todas las cosas, que le pueden dár i causar satisfaczión exterior, de cualquier suerte que se quiera. I entiendo, que entonzes se desenamora del mundo, cuando quita i aparta de su ánimo, todo pensamiento de satisfazér i agradar al mundo, en cosas del mundo, i ofreziéndose alguna ocasión, pone en efecto esa su deliberazión. I entonzes entiendo que el hombre se afiziona a Dios, i a las personas que aman a Dios, cuando se aplica con el ánimo a ellas, cuando con servizios i benefizios se obliga a amarlas, haziendo con ellas, lo que haría con el mismo Dios, si le viese nezesitár de su ser- vizio, según lo que dize David que él hazla, Salmo 1 6o. I además, que el padezér por Cristo, esto es, por la confesión, i por la manifestazión del Evan- gelio de Jesu Cristo, enamora, sobre todo, de Dios i de Cristo, a los que padezen: i entiendo, que en el propio padezér, el amor los priva de gran parte del sentimiento de lo que padezen : i con todo esto entiendo, que sin comparazión es mayor el amor que Dios tiene, a un pío i justo, por malo, i por imperfecto que sea; que el amor que tiene a Dios un pió i justo, por mui perfecto que sea. Así como un buen padre, ama a un hijo mas, por malo que sea ; que un hijo, por bueno que sea, ama a su padre. 1 porque esto es zierto, no es maravilla si los que son tales, viven con mucha segur idád, de que ni en esta vida presente les puede acontezér 76 CONSIDERAZIÓN XXV. cosa que sea mala para ellos, ni en la vida eterna les puede faltar la felizidád prometida a los que son píos i justos, conoziendo la particular provi- denzia de Dios : i son justos azeptando la justizia de Dios, ejecutada en Jesu Cristo nuestro Señor. De qué manera son impulsadas las personas pías, a ponér en ejecuzión la justizia de Dios. CONSIDERAZIÓN XXV. Muí gran parte de la piedad cristiana entiendo que consiste en esto : en que el hombre no disponga jamás de sí, ni con el efecto, poniendo en ejecuzión su voluntad, ni con el pensamiento diziendo, esto me estaria bien, si no tiene algún evidente indizio de la voluntad de Dios : de manera, que cuando viniéndole a fastidiar el estado en que se halla, el lugar i manera del vivir, le viniere en pensa- miento dezír: La tal, o la cual cosa me estaría bien : diga luego : ¿ Pero qué sé yo si estaría bien esto? Dios es quien sabe lo que es bueno: i pues que Él lo sabe a Él me remito, paraque me ponga en ello i entre tanto quiero creér, que lo que mejor me está, es el estarme cuál me estoi. Con esta resolución condena el hombre el juizio de la CONSIDERAZION XXV. 77 prudenzia, i de la razón humana, i renunzia a su luz natural, i entra en el Reino de Dios, remitiéndose al rej ¡miento i gobierno de Dios. Además de esto entiendo, que aun cuando a algunos de los santos antiguos, i a otros de los nuevos, manifestó Dios su voluntad, como si dijéramos con palabras ; el lenguaje común con el cuál habla Dios a los píos, es el ponerles en la Voluntad aquello que hagan, i después prezisarles a hazerlo, o fazilitarles la eje- cuzión de ello, de suerte, que cuando una persona pía se sintiere movida a muclár estado, lugár o modo de vivir, o cualesquiér otra cosa, en la que dudáre, si el movimiento es de espíritu, o de carne; si por otra parte se viere prezisada a ponerla en ejecuzión, o hallare mucha fazilidád en ejecutarla, entenderá que Dios le muestra su voluntád por aquella vía. i teniendo aquella demostrazión por indizio bastante de la voluntád de Dios, no dudará de ponerla en ejecuzión. Si tuviere la voluntád, mas no la nezesidád, ni la fazilidád, se estará queda : i si tuviere la nezesidád, o la fazilidád, i no la voluntád,se estará igualmente queda, diziendo: Si esta es la voluntád de Dios, Él me pondrá en vo- luntád, que yo la ejecute. En esto se zertificará tanto mas, cuanto que según yo entiendo, i tengo por zierto i firme, Dios es tan zeloso de aquellos que atienden a esta piedád, que aun cuando son solici- tados de apetito sensuál, i afecto humano tánto, que 78 CONSIDERAZIÓN XXV. llegan á desear la ejecuzión, Dios mismo se la im- pide, porque no vengan a depravarse: exzepto cuando quiere castigarlos, dejándoles caer en lo que ellos desean, por tenerlo por cosa buena parce ellos, como castigó a David en el caso de Bersabé. I este castigo es mui terrible. El cuál entiendo que con- siste, no en la ejecuzión de aquella cosa que el hombre desea, sino en el conozimiento del incon- veniente en el que después de la ejecuzión se vé caido. Todavía en semejantes casos conozen las personas piadosas la voluntád de Dios, mas aquella que es con ira, i con furor : i así se confirman mas, en no determinarse a pensár que esté bién, sino aquello en que se encuentran, i a estar atentas a oír este lenguaje de Dios, cuando El mueve la voluntád, i fazilita i prezisa la ejecuzión de ella : con el cuál lenguaje entiendo, que también habla Dios a los impíos, como habló a Nabucodonosór, i como habló a Darío i a Ciro, i como habló a Tito i Vespasiano. Mas hai en ello una grandísima diferenzia: que en lo que estos hizieron, i en lo que hazen los que son impíos como ellos, ni conozieron, ni conozen la voluntád de Dios, i por eso, aunque lo hizieron, con todo, no sirvieron, ni sirven en ello a Dios: — i los píos, porque conozen la voluntád de Dios, i cono- ziéndola, la ponen en ejecuzión, sirven a Dios en esto : i porque los que son tales, en todas sus obras se mueven con este conozimiento, entiendo que en CONSIDERAZIÓN XXVI. 79 todas sus cosas sirven a Dios : i estos son los que creen, i hazen suya lajustizia de Dios ejecutada, m Jesu Cristo nuestro Señor. Que la carne es enemiga de Dios, mientras es carne no reje- nerada : i que la rejenerazión es propiamente obra del Espíritu santo. CONSIDERAZION XXVI. El Apóstol san Pablo, hablando con experienzia de Espíritu santo, condena la carne por enemiga de Dios. Entiendo por carne, a todos los hombres, en cuanto no están regenerados por el Espíritu santo. La prudenzia humana, que siempre se opone contra el Espíritu santo, teniendo por dura i por terrible esta condenazión, i no queriéndola padezér, quiere, que por carne entienda san Pablo, lo que hubiera entendido Sócrates o Platón, esto es, el juizio de la carne. En esta sentenzia convienen todos los que siguen la prudenzia humana, teniendo por cosa absurda i mala, el condenar por pecados todas las obras de la carne no regenerada. Porque, según su parezér, hai algunas deltas, con las que, no solo no ofenden a Dios los hombres no regenerados, sino que en realidad le sirven : como son aquellas en las cuales convienen con los animales, siendo movidos 80 CONSIDERAZ1ÚN XXVI. a ellas, unos i otros, par instinto natural, como es, criar el padre al hijo, i sustentar el hijo al padre : las cuales cosas dize la prudenzia humana, que no siendo vizios, mas ardes siendo virtudes en los ani- males brutos, no es justo se diga, que las mismas cosas, en los hombres no rejenerados, sean pecados : porque en tal caso vendría a ser peor la condizión del hombre, que la del animal bruto. Aquí entiendo, que se engaña la prudenzia humana, en cuanto no considera, que el animal bruto, no teniendo ni pru- denzia ni razón, no altera el orden de Dios, ni la instituzión de la naturaleza : i el hombre no reje- nerado por el Espíritu santo, con su prudenzia i razón, de continuo le pervierte i altera, antes bien, no puede dejar de pervertirlo i alterarlo, por cuanto ensoberbezido, con su prudenzia i con su razón, va enmendando las obras de Dios, i por cuanto amán- dose a sí propio, en toda cosa que haze pretende el interés suyo, i la propia gloria suya: i así no sigue el orden natural, ni pretende la gloria de Dios : de suerte, que criando el padre al hijo, i sustentando el hijo al padre, cada uno de ellos pretende su gloria, i su interés, i su satisfaczión: siendo esto en los hombres propiamente por el vizio de la carne corrompida, que deja de amar i de estimar a Dios, i se estima i ama a sí misma, pretendiendo en toda cosa el propio interés suyo, i con su propia gloria. Por donde contemplo en la vida presente, lo que en OONSIDERAZIÓN XXVI. 81 la casa de un Señor que tiene treinta1 esclavos, a todos los que mantiene, proveyéndoles bien de las cosas nezesarias: i ordenándoles las cosas en las cuales quiere ser por ellos servido. De estos treinta esclavos, me imajino, que los diez sean estólidos, sin entendimiento i sin discurso alguno, propiamente como bestias: estos, entiendo, que sin pervertir, i sin alterar la orden que les tiene dada el Señor, hazen aquellas cosas que se les mandó, no preten- diendo mas que obedezér al Señor. Los otros diez, me imajino que sean expertos, i que tengan juizio i discrezión: los cuales, pretendiendo saber i entender cuanto el Señor, i algunas vezes mas; pervierten la orden que les tiene dada, pensando ocurrir mejor al punto, i teniendo la vista en sus intereses, siempre ponen la mira en conseguir la libertad, i en ser mejor tratados, i mas acariziados del Señor: no contentándose con la servidumbre, ni contentándose con el tratamiento ordinario que reziben del Señor. Los otroz diez me imajino que sean igualmente ex- pertos e intelijentes, que tengan juizio, injenio, i discrezión: pero que persuadiéndose, de que el Señor sepa mas que ellos, i no sirviéndose de lo que son, para entender el intento del Señor en lo que les es mandado, sin pervertir ni alterar la orden que les tiene dada, obedezen al Señor, i contentán- 1 En el orijinal — tanti = tantos : pero es errata clara. 82 CONSIDERAZIÓN XXVI. dose con su servizio, i con su tratamiento, obede- ziendo al Señor, pretenden solo hazér lo que les está ordenado, para utilidad, para satisfaczión, i para gloria del Señor. Los diez primeros sirven, pero como bestias, con los cuerpos: i estos son en el mundo los animales brutos. Los diez segundos, sirviendo, pretenden servir, i ofenden, i entornes ofenden más, cuando ellos sirven mas i mejor, porque entornes alteran i pervierten más, la volun- tád i el orden del Señor: i estos son todos los hombres, en cuanto no son regenerados por el Espíritu santo. Los diez terzeros sirven como hijos obedientes, no pervirtiendo, ni alterando el orden i la voluntad del Señor, i sirven con los cuerpos i los ánimos : i estos son los hombres rejenerados por el Espíritu santo, sin cuya rejenerazión es imposible que los hombres puedan ser traídos a este grado. I por tanto, dize bien san Pablo, que la carne es enemiga de Dios, i no se entrega a la lei, i a la voluntád de Dios, i no puede, aun cuando quiera, por cuanto el hombre prendándose de su prudenzia, i de su razón, pretende enmendar las obras de Dios, i por cuanto enamorado de sí mismo, en toda cosa que haze, tiene la vista en sí propio. Paraque esto sea mejor entendido, digo, que por rejenerazión entiendo aquella mudanza i renovazión exterior e interior, que haze el Espíritu santo a aquellas personas, que creyendo en Cristo, i azeptando por suya lajustizia CONSIDERAZlOX XXVI. 83 de Dios ejecutada en Cristo, son mudadas i reno- vadas en todos sus afectos, de tal suerte, que no pretenden en la ejecuzión de sus apetitos, ni en el ímpetu de sus afectos, lo que pretendían antes de la rejenerazión, habiendo perdido el intento de querer enmendar las obras de Dios, i habiendo perdido el amor propio con que se amaban a sí mismos : como si uno de los diez esclavos del orden segundo, pasase al número de los diez del orden terzero. Los hombres que con injenio i con artifizio humano pretenden mudarse i renovarse, no entiendo que consigan esta rejenerazión cristiana, sino la que es humana, que es de carne, i de prudenzia, i es rejenerazión humana, como fué aquella de algunos filósofos j entiles: por que en la rejenerazión cristiana solo tiene parte el Espíritu santo: antes bien, en tanto es rejenerazión i renovazión, en cuanto es hecha con Espíritu santo, esto es, en cuanto el propio Espíritu santo la haze en el hombre, cuando él sintiendo su eleczión, i su vocazión, i dejando que el Espíritu santo obre en sí, sin pretender obrar él, ni seguir el propio juizio, ni el propio parezér en cosa- alguna; cuando piensa estar mas apartado de su rejenerazión i renovazión, se halla mas zercano, i mas entero i mas perfecto en ella. I esta es la rejenerazión, i la renovazión, que dize san Pablo, que haze el Espíritu santo en los que son verdaderos cristianos: i esta es aquella misma, de la cuál hablaba a F 2 84 CONSIDERAZIÓN XXVII. Nicodemo el mismo hijo de Dios Jesu Cristo nuestro Señor. Que con la mortificazión se mantiene el hombre cristiano en la resoluzión : i que con la reduczión del alma a Dios, se man- tiene en la zerteza de la providenzia de Dios. CONSIDERAZIÓN XXVII. El hombre, el cuál siendo llamado por Dios, sin- tiendo su vocazión, i respondiendo a ella, se aplica a la piedad con el ánimo, entiendo, que primera- mente es movido a resolverse respecto al mundo, no queriendo de él mas parte, que la que plaziere a Dios que tenga, en sus dignidades i en sus estima- ziones: i es movido a resolverse respecto a sí mismo, no queriendo para su cuerpo, ni mas comodidades, ni estár mas bien, exteriormente, de lo que plaziere a Dios que él esté. Además entiendo, que el hombre no puede mantenerse en su resoluzión respecto al mundo, si no mortifica los afectos, que en él viven, de la ambizión, i de la avarizia, i propia reputazión. Ni puede sostenerse en la resoluzión respecto a sí mismo, si no mortifica los apetitos sensuales, que viven en su cuerpo: i esto, después que el sentimiento de su vocazión le ha movido a las dos resoluziones. El sentimiento de la fé al cuál es llamado, junto CONSIDERAZIÓN XXVII. 85 con el Espíritu santo, el cuál por la fé le es comuni- cado, mortifica en él los afectos que le podrían impedir i perturbar, la resoluzión con el mundo, i los apetitos, que le podrían impedir i "perturbar la resoluzión respecto a sí mismo. De suerte, que la fé i el Espíritu santo, mortifican los afectos i los apetitos del hombre, para conservarle i mantenerle en las resoluciones que por la vocazión ha tomado con el mundo, i con sigo mismo. Adonde entiendo, que el sentirse la persona pía solizitada a la am- bizión, i a la estima de sí propia, no es señal de no estar resuelta respecto al mundo, sino de no haber mortificado sus afectos. Asimismo entiendo, que el sentirse la persona pía solizitada a los plazeres del cuerpo, no es serial de no estar resuelto respecto a sí mismo, sino de no habér mortificado sus apetitos. I así, en esto me determino, en que la persona pía, que respondiendo a su vocazión, se ha resuelto respecto al mundo, i respecto a sí misma, deseando mantenerse en la resoluzión, debe solizitár la morti- ficazión, la cuál, como se ha dicho, mantiene las personas en la resoluzión. Asimismo entiendo, que la misma vocazión de Dios, mueve al hombre lla- mado, a azeptár la particular providenzia de Dios en todas las cosas, teniendo por zierto, que todas son obras suyas, en las cuales particularmente concurre su voluntad, I entiendo, que la fé, a la cuál es el hombre llamado, i el Espíritu santo, el 86 CONSIDERAZIÓN XXVII. cuál por la fe le es comunicado, recluzen al hombre a contentarse de todo aquello que le aconteze de mal i de bien, teniéndolo todo por bueno, con el fin de que se mantenga i se sustente en la zertidumbre, en que no podría mantenerse, sino con aquella reduczión. I mas entiendo todavía, que el quejarse la persona pía, por las cosas que le acontezen de mal, para el cuerpo, no es señal de no tener la zertidumbre de la providenzia de Dios, sino de no haber reduzido el ánimo a contentarse con lo que Dios haze. I así, en esto me determino, en que junto con atender el hombre a la morti- ficazión de sus afectos, i de sus apetitos, debe atender a recluzír su ánimo a esta conformidád con la voluntád de Dios, porque de este modo, manteniendo en sí sus resoluciones, mantendrá también la zertidumbre de la providenzia de Dios, é igualmente se mantendrá en la piedád, justizia, i santidád, que se adquiere creyendo en Jesu Cristo nuestro Señor. CONSIDERAZIÓN XXVIII. 87 Para zertificarse el hombre de su vocazión. CONSIDERAZION XXVIII. Porque entiendo, que importa grandemente, que el hombre esté zierto de ser llamado por Dios, a la grazia del Evanjelio de Cristo, esto es, paraque creyendo en Cristo adquiera inmortalidad i vida eterna (porque esta zertidumbre obra en él la resoluzión para con el mundo, i para consigo mismo, i la mortificazión con que es mantenida la resoluzión), vengo a dezír, que la persona que no habrá tenido una vocazión tan evidente, tan clara i manifiesta, como fué la de san Pablo, después de la venida del Espíritu santo, o como fué la de los Apóstoles, mientras Cristo conversó con los hombres, ni tan eficaz i poderosa, como en algunas personas, en las que, apesár de que ella sea interior, son tan evidentes los efectos, que es como si fuera exterior ; — habrá tenido, sinembargo, una vocazión apazible i quieta, como la de aquellas personas en las que siendo ella interior, i no pudiéndose demostrar por señales exteriores, por ser las propias personas exteriormente moderadas en sus afectos i apetitos, digo, que esta tal persona, se podrá zertificár de su vocazión, por el sentimiento de su justificazión por la fé. Quiero dezír, que cuando una persona, 88 CONSIDERAZIÓN XXIX. siendo movida a la piedád cristiana, o habiendo conozido el movimiento, dudare si fué movida, por ser llamada de Dios, o por solizitúd del amor propio, hallando en sí algún sentimiento de la j ustificazión por la fé, esto es, de la paz de conzienzia que alcanzan, los que, creyendo, hazen suya la justizia de Dios, podrá bién zertificarse, de que su movimiento a la piedád fué vocazión de Dios, i no designio de prudenzia humana : siendo esto zierto, que solamente los que son llamados de Dios, sienten en sí el benefizio de la justizia de Dios, ejecutada en Jesu Cristo nuestro Señor. De cómo es señál de vocazión, el creer con dificultád. CONSIDERAZIÓN XXIX. La fazilidácl con la cuál creen las cosas de la fé cristiana, los que las creen por opjinión, por re- lazión, i por persuasión, i la dificultád con la cuál las creen, los que las creen por inspirazión i revelazión, me ha traido a esta considerazión : que los que creen por relazión, entre algunas cosas verdaderas, creen muchas falsas, i aun, son mas fáziles a creer las falsas, que las verdaderas: i que los que creen por revelazión, creen solamente las verdaderas, sin admitir ninguna de las cosas CONSIDERAZIÓN XXX. 89 falsas : de suerte que es mas bien señal de vocazián la dificultad en el creer, que la fazilidád. El que cree por revelazión, tanto cree cuanto siente: i porque en aquello que no siente halla contra- dicziones, cree aquello que le es inspirado i revelado, i esto no siempre, sino cuando es viva i entera la revelazión, la inspirazión, i el sentimiento interior. A los que adquieren esta fé, llama Cristo biena- venturados, i estos mismos son hijos de Dios : i esta es la fé que trae siempre en su compañía a la caridad i a la esperanza, i es aquella sin la cuál es imposible agradar a Dios: i aquella que purifica los corazones, los mundifica, i los vivifica. De ella nos enriquezca el Dios nuestro Omnipotente, por Cristo nuestro Señor. Que al comunicarnos las cosas espirituales, Dios prozede con nosotros, como al darnos los frutos de la tierra. CONSIDERAZIÓN XXX. Poniéndome alguna vez a cuentas con Dios le digo de este modo : " ¿ Porqué causa, Señor, cuando llamáis a una persona a vuestro Reino, no la hazeis sentir cd instante la justificazión? ¿no la dais al instante el Espíritu santo, que la dirija i la gobierne ? ¿i no la mostráis cd instante vuestra presenzia ? " A esto, me pareze, que El me responda 90 CONSIDERAZIÓN XXX. diziendo : " Por la misma causa, que cuando una siembra grano, no hago que nazca al instante: i esto paraque se pueda recojér. — Esto (digo yo ) es maldizión del pecado : — i esto otro (dize Él), tam- bién es por la maldizión del pecado. — Pues que con san Pablo (digo yo), i con algunos otros lo habéis hecho, ¿porqué no lo hazeis generalmente con todos ? — Por la misma causa, que a vezes (dize Él), he dado a comér pan a los hombres, sin que nazca por via ordinaria, queriendo en lo uno i lo otro, demostrar omnipotenzia. — Así como (digo yo) aquellas personas a las cuales, Señor, habéis dado pan, por vía extraordinaria, reconozen mas de vuestra liberalidad aquél pan, que los que le tienen por vía ordinaria, así tamb ién, reconozerían mas de vuestra liberalidad los dones interiores todos vuestros escojidos, si hiziéseis con ellos, lo que hizísteis con san Pablo : que no, guiándolos, como los guiáis, por una vía ordinaria. — Lo uno i lo otro (dize El), quiero que reconozcan de mí: lo que adquieren por vía ordinaria, i tanto mas, cuanto les pareze que lo adquieren por industria i trabajo: porque en esto quiero que mortifiquen el juizio de su prudenzia humana, cuya mor- tificazión no sería nezesaria, si tuviesen de mí estas cosas, por vía extraordinaria. Quiero yo que el labrador labre la tierra, i siembre el grano, i quiero que me atribuya el fruto de sus fatigas. CONSIDERAZIÓN XXX. 91 Quiero asimismo, que las personas espirituales afanándose i apenándose, se sometan a creer i a amár, i que así consigan la justiftcazión, i el Espíritu santo. I quiero, que todo me lo atribuyan a mi. I tú ten por zierto, que así como sería temerario el labrador, que pensase recojér mucho grano, teniendo a su mandár el agua, cuando la quisiese, i el sol, cuando le quisiese; así sería igualmente temeraria la persona espiritual que pensase adelantár mucho en la piedád, teniendo en su poder las inspiraziones cuando las quisiese. Por lo que, ten por zierto, que aquél azierta mejor, que libremente, en todo i por todo, deja que Yo haga, sin oponerse en cosa alguna, i sin pensár de gobernár por sí aquello que debe gobernarse por mi." — Con estas consideraziones pongo en paz el ánimo mió, cuando le encuentro impaziente, i poco tolerante en esperár de Dios, remitiéndome en todo i por todo a mi Dios, seguro de que me gobierna, i me gobernará en este negozio cristiano, según mi menester, por su unijénito hijo Jesu Cristo nuestro Senór. 92 CONSIDERAZIÓN XXXI. Que es mas dañosa la vivazidád de los afectos, que la de los apetitos : i que es menester que mueran esta i aquella. CONSIDERAZIÓN XXXI. Examinando en qué cosa 'propiamente consiste la vivazidád de los afectos, i de los apetitos, i cuándo ofende esta vivazidád, i cuándo no ofende: i averiguando, que la vivazidád de los afectos consiste en la satisfaczión interior, que es según la carne, esto es, en estar el hombre vivo i entero para gustar con los sentidos del ánimo las cosas que son del mundo, como son sus honras, i sus jactanzias, i prinzipcdmente sus reputaziones, i sus famas, i entendiendo, que la vivazidád de los apetitos con- siste en la satisfaczión exterior, esto es, en estár el hombre vivo i entero para gustár con los zinco sentidos del cuerpo las cosas que deleitan, i con- tentan a la sensualidad : i resolviéndome, en que esta vivazidád de afectos i de apetitos, entornes daña, cuando el que la tiene, no la conoze, ni la entiende, o no la tiene por vizio, ni por defecto, i que entonzes no daña, cuando el que la tiene, la conoze i la entiende, i teniéndola por defecto i por vizio, poco a poco la va refrenando, i mor- tificando, vengo a considerár, cual fué mas dañosa, i mas contraria al Espíritu santo, o la vivazidád' CONSIDERAZION XXXI. 93 de los afectos, o la de los apetitos. En esta resoluzión vengo 'primero considerando que la vivazidád de los afectos tiene vivo al hombre interior para las cosas del mundo, i que la vivazidád de los apetitos tiene vivo al hombre exterior para las cosas de la carne : i entiendo, que cuanto es mas digna el alma, que el cuerpo, tanto es mas dañosa i mas contraria cd espíritu, la vivazidád, de los afectos, que la de los apetitos. Luego considero de este modo: irá una persona a una fiesta por su satis- faczión, quiero dezír, para satisfazér a sus apetitos en ver, oír, oler, gustár, i tocár ; i otra persona irá por cumplir con el mundo, para satisfaczión de aquél que haze la fiesta : i parezerá, que en aquella que va por su propia satisfaczión, haya mayor vivazidád, que en la que va para satisfaczión de otro: i no es verdad: porque si en aquella que va para satisfaczión ajena, no estuviesen vivos los afectos de la propia estimazión, i de la honra del mundo, no iría : de manera, que si bien no va arrastrada de sus apetitos, va arrastrada de sus afectos, i de los de aquellas personas, a quienes desea agradar : siendo zierto, que aquella persona que va para su satisfaczión, satisfaze a sus apetitos, i la que va para satisfaczión ajena, satisfaze a sus afectos i a los ajenos, es claro, que es mas dañosa, i mas contraria al espíritu, la satisfaczión de los afectos que la de los apetitos. Demás de esto 94 CONSIDERAZION XXXI. considero, que a los ojos de la prudenzia humana, es reprendido i vituperado, aquél que es desen- frenadamente vivo en sus apetitos : i es alabado i honrado, aquél que es moderado i templado en ellos : I es tenido por santo, aquél que los ha mortificado del todo, I por el contrario, es apre- ziado i estimado, aquél que tiene vivos sus afectos de honra, i de propia estima : i es tenido por vil i apocado, aquél que en todo esto es mortificado. Ahora, siendo zierto, que a los ojos de la prudenzia humana siempre pareze grande, aquello que a los ojos del Espíritu santo pareze pequeño, i que siempre pareze pequeño, a la prudenzia humana, aquello que al Espíritu santo pareze grande, bién se seguirá, que teniendo la prudenzia humana por mas dañosos los apetitos, que los afectos, el Espíritu, santo tendrá por mas dañosos los afectos, que los apetitos. Se podrían considerar muchas otras cosas para confirmar esto, mas a mí me bastan, con mucho, estas, para venir a mi propósito, el cuál es este: que la persona, que atiende a ser semejante a Cristo, i semejante a Dios, i a com- prendér la perfeczión cristiana en la cuál está, comprendida, por la incorporazión con que está incorporada en Cristo ; atienda a la mortificazión dje sus afectos i apetitos, teniendo siempre estrecha cuenta con ellos, para matarlos, en aquello que los viere vivos : mas prinzipalmente que atienda a CONSIDERAZIÓN XXXI. 95 la mortificazión de sus afectos, tanto por lo que hemos dicho, cuanto también porque en la muerte de los afectos, mueren los apetitos : mas no mueren así los afectos en la muerte de los apetitos, antes aconteze, que en la muerte de los apetitos, reviven los afectos : porque, como se ha dicho, a los ojos de la prudenzia humana, es grandemente estimada la mortificazión de los apetitos. Aquí entiendo esto, que cuando %ma persona, con prudenzia e industria humana, mata sus afectos, despreziando la honra, i la reputazión del mundo, se haze viziosa i lizenziosa, porque viven los apetitos, i vuélvense desenfrenados : i que cuando otra persona, con el Espíritu santo, mata sus afectos, juntamente mata sus apetitos: con la cuál prueba, pueden juzgarse muchos designios i movimientos pertenezientes al desprezio del mundo, si son de espíritu humano, o de Espíritu santo. Querría que en mí, fuesen del todo muertos los afectos, i muertos los apetitos, de manera, que ni mi ánimo se deleitase de cosa que no fuese espiritual i divina; ni mi cuerpo tomase de las cosas del mundo, mas de aquello que le basta para sustentarse i mantenerse en el mundo, el tiempo que Dios tiene ordenado que viva en él. Pero cuando me haya de alargár en alguna cosa, cuando haya de tener en mí alguna vivazidád, menos me desagradaría la de los apetitos, que la de los afectos. Quiero dezír, que tendré por incon- 96 CONSIDERAZIÓN XXXI. veniente menor, el ver en mí alguna vivazidád de apetitos, i el satisfazerme en ellos, que el ver en mí alguna vivazidád de afectos, i satisfazér, a mí i a los otros, en ellos: antes bien, si no me retuviese la vergüenza del mundo, i el mal ejemplo a perso- nas espirituales, apenas podría contenerme, sin que alguna vez no me dejase arrastrar a satisfazér mis apetitos, teniendo por zierto, que por aquél camino mortificaría mas pronto los afectos, i que muriendo los afectos, morirían juntamente los apetitos. Añadiré a esto, que los afectos se mortifican, mientras el hombre, pudiendo crezér en honra i reputazión, i en mucho crédito con los hombres, no quiere, i lo renunzia todo : i que los apetitos se mortifican, cuando el hombre propriamente los puede satisfazér, i no los satisfaze. El que mortifica sus apetitos, mata su carne: i él que mortifica sus afectos, se cruzifica todo entero, con Jesu Cristo nuestro Señor, diziendo: Sa- tisfaziendo a mis apetitos alguna vez pensaré en mortificar mis afectos. Entiendo, que la ver- güenza i la confusión que merezería por habér satisfecho a mis apetitos, sería causa de que yo no pensase en ejecutar mis afectos : i de que me guardase de mas satisfazerme en mis apetitos, como tengo por zierto, que lo experimentan en sí, muchas de aquellas personas que atienden al espíritu, de las cuales solas hablo aquí. CONSIDERAZIÓN XXXII. 97 En qué consiste el abuso, i en qué consiste el uso de las imájenes i de las Escrituras. CONSIDERAZIÓN XXXII. El mismo engaño entiendo que padezcan los hombres doctos, sin espíritu, en las santas Escri- turas, que los hombres indoctos, sin espíritu, en las imájenes, de aquesta manera. Un hombre indocto, tiene un cruziftjo en su cuarto, por cuyo medio, siempre que entra, en el cuarto, se recuerda de lo que Cristo padezió: i hallando piedad i relijión en este recuerdo, pone en todas las otras partes de la casa, otras imájenes semejantes a aquella: i sabiendo de zierto, que siempre que anduviere por casa, que siempre que anduviere por las iglesias, i aun por muchas partes de la ziudád, encontrará semejantes imájenes, que le traerán a la memoria, lo que Cristo padezió, no se cuida de imprimir en su ánimo a Cristo cruzificado, contentándose con verle pintado : i mientras no le tiene en su ánimo, no siente ni gusta el benefizio de la pasión de Cristo. I aconteze, que cuando este indocto se mueve a pedir alguna cosa a Cristo, pareziéndole que le baste el mirarle pintado con los ojos corporales, no se cuida de levantár su ánimo para mirarlo con los ojos espirituales, de G 98 CONSIDERAZIÓN XXXII. suerte, que 'podría dezirse, que no ruega a Cristo, sino a aquella pintura. Asimismo, un hombre docto, sin espíritu, tiene escrito en la santa Escritura las cosas pertenezientes al cristiano, aquello que ha de creer, i aquello que ha de obrar : de suerte, que siempre que abre su libro, entiende lo uno i lo otro : i pareziéndole que esto le baste, emplea todo su estudio, i toda su dilijenzia, en tener muchos libros que le declaren la santa Escritura, no cuidándose de imprimir en su ánimo aquello que lee, i aquello que estudia en la santa Escritura, ni de formár sus opiniones, ni sus conzeptos, en las cosas pertenezientes a la piedád cristiana, según lo que allí lee i estudia: i aconteze, que viniéndole deseo de entender algún secreto de D ios, i de las cosas espirituales, atendiendo a buscarlo en la Escritura santa, no levanta su ánimo a rogár a Dios, que se le muestre, i que se le enserie, de manera, que no tiene por mira el espíritu de Dios, sino lo que por propio injenio, i por propia naturaleza, aprende, por lo que escribieron los que tuvieron el espíritu de Dios : i si este engaño padezen los que manejan las Escrituras, las cuales están escritas por el Espíritu santo ; podemos pensár cuál será el engaño de los que manejan las escrituras que están escritas con el espíritu humano. El hombre indocto que tiene Espíritu, se sirve de las imájenes, como de un Alfabeto de la piedád cristiana: supuesto que en CONSIDERAZIÓN XXXII. 99 tanto se sirve de la pintura de un Cristo cruzificado, en cuánto le basta a imprimir en su ánimo lo que Cristo padezió, i a gustár i sentir el benefizio de Cristo : i cuando lo ha impreso, i lo gusta, i lo siente, no se cuida mas de la pintura, dejándola que sirva de Alfabeto a otros prinzipiantes: i cuando tiene a Cristo en sil alma, cuando es inspi- rado a pedir alguna cosa a Cristo, no se cuida de poner los ojos corporales en la pintura, mas pone los espirituales en la impresión que tiene en su áni- mo. Asimismo el hombre docto que tiene Espíritu, se sirve de las santas Escrituras, como de un Alfabeto de la piedád cristiana, donde lee, lo que perteneze a la piedád, hasta que penetra en el ánimo, que lo gusta, i lo siente, no con el juizio, ni con el injenio humano, sino, con su propio ánimo, en el cuál imprime aquellos conzeptos i aquellas opiniones de Dios, que alli están escritas : de manera, que cuando le viene deseo de entender algún secreto de Dios, ante todo, va al libro de su ánimo, i primero consulta con el espíritu de Dios, i después va a comprobár lo que ha entendido, con lo que está escrito en aquellos santos libros: de manera, que habiéndose al prinzipio servido de las santas Escrituras, como de Alfabeto, deja después, que ellas sirvan de lo mismo a otros prinzipiantes, atendiendo él a las inspiraziones interiores, teniendo por maestro al propio espíritu de Dios, i sirvién- G 2 100 CONSIDERAZIÓN XXXIII. dose de las Escrituras santas, como de una conversazión santa, i que le causa recreo, apartando totalmente de sí, todas las escrituras que están escritas en espíritu humano. I así, en el indocto con espíritu, como en el docto con espíritu, entiendo que de este modo se cumple lo que estaba profetizado desde el tiempo del Evanjelio, donde dize : " Erunt omnes clocti a Deo," según lo experimentan en sí los que consiguen el espíritu que es comunicado por Jesu Cristo Señor nuestro. De cómo con la pazienzia i con la consolazión de las Escrituras, nos mantenemos en la esperanza. CONSIDERAZIÓN XXXIII. Según san Pablo, nosotros, los que en esta vida estamos en el Reino de Dios, nos mantenemos en la esperanza de la vida eterna, con la pazienzia, i con la consolazión de las Escrituras. La pazienzia consiste en esto, que aun cuando parezca que tarde el cumplimiento de aquello que deseamos, fortificamos mas nuestros ánimos, por esperár mas i mas, no apartándonos de la confianza. I la consolazión de las Escrituras consiste en esto, que leyendo en ellas las promesas de Dios, de nuevo nos confirmamos i fortificamos en la esperanza, CONSIDERAZIÓN XXXIV. 101 aconteziéndonos, lo que aconteze a uno, al cuál un Señor, por una carta suya, promete mil ducados de renta: el cuál se mantiene en la esperanza de tener aquella renta, con la pazienzia, fortificando su corazón, por esperanza, mas i mas, cuando le pareze que tarda el cumplimiento de la promesa, no apartándose de la esperanza, i consolándose con la carta del Señor, en la que leyendo la promesa, de nuevo se consuela, en su esperár, i de nuevo se confirma en la confianza que tiene de conseguir la renta que le está prometida. Quiero dezir, que así como este, soportando la tardanza, i leyendo su carta, se mantiene, hasta que se le cumple la promesa, así nosotros, sufriendo la tardanza de la segunda venida de Cristo, i leyendo la santa Escritura nos confirmamos en esto, hasta tanto que lleguemos a la vida eterna, que nos está prometida por Jesu Cristo nuestro Señor. En qué consiste el benefizio que los hombres han conseguido de Dios por Cristo. CONSIDERAZION XXXIV. Un hombre rico, tiene una esclava viziosa i mal inclinada, Ice cuál tiene hijos tan viziosos i tan mal inclinados, como ella és. El, por ser tales, no los 102 CONSIDERAZIÓN XXXIV. quiere tener en su casa por algún tiempo, mas, en otro tiempo, por alguna otra ocasión, se contenta de tener i mantener en su casa ce algunos de ellos, i aun también por conservarlos, se complaze en tratarlos como ¡cijos. I porque conoze su mala inclinazión, i vee, que si prozede por via de rigor con ellos, será imposible "que se mantengan en su casa, les perdona no solamente el ser nazidos de la esclava viziosa i mal inclinada, pues en cuanto a esto, se conformó ya en su ánimo, cuando los rezibió en casa, sino todo aquello que hizieren viziosa i ruinmente, llevados i venzidos de aquella mala inclinazión con que nazieron : i ellos, con el buen trato del Señor, que se les ha hecho padre, i con las buenas costumbres que aprenden estando en casa de él, van dejando aquello que heredaron de la vieja i mala madre, i van adquiriendo aquello que veen en el nuevo i buen padre : i de este modo vienen a ser herederos de los bienes del Señor, que se les hizo padre. Con esta semejanza entiendo, en qué consiste el benefizio de Cristo en los hombres. El hombre rico es Dios. La esclava mala, es la naturaleza humana, depravada por la transgresión primera. Los hijos son todos los hombres. La casa de Dios, es el Reino de Dios. El tiempo en el cuál Dios admite a los hombres en su Reino, es el tiempo del Evanjelio. La ocasión es la justizia de Dios, ejecutada en Jesv Cristo nuestro Señor: CONSIDERAZION XXXIV. 103 por esta se contenta Dios de admitir en su Reino, los que a él vienen, i de tenerlos por hijos, i de tratarlos como hijos : i porque conoze la mala in- clinazión de ellos, i vee, que si usa de rigor con ellos, será imposible que puedan mantenerse en el Reino ; les perdona no tan solamente el vizio de la naturaleza depravada con que nazemos, que es el pecado orijinál (pues en cuanto al pecado orijinál les perdona cuando les admite al Reino), sino todas aquellas cosas que hizieren viziosa i ruinmente, llevados i venzidos de aquella mala inclinazión con que nazieron, la cuál les es propia i naturál, mientras que ellos van combatiendo i contrastando con ella : i asi ellos con la ayuda de Dios, el cuál, de Señor, les ha venido a ser padre, de esclavos haziéndolos hijos, i con las buenas costumbres que aprenden estando en el Reino de Dios ; poco a poco van dejando aquello que tienen de la vieja, mala, i viziosa madre, i van adquiriendo aquello que ven en el nuevo, bueno, i divino Padre, dejando de parezerse i asemejarse a la madre: i así como antes que viniesen al Reino de Dios, tenían en sí, i representaban la semejanza de la naturaleza depravada, así igualmente entrados en el Reino de Dios, tienen en sí, i representan la imcejen i semejanza de Dios, recobrando lo que perdió el primer hombre. Con esto entiendo, de qué manera fué criado el hombre a la imajen i semejanza de 104 CONSIDERAZION XXXV. Dios, i en qué consiste el benefizio que han rezibido los hombres, por Jesu Cristo nuestro Señor. De donde dimana la dificultád, para las personas piadosas, de perseverár en lo que toca a la piedád i a la justificazión. CONSIDERAZION XXXV. Considerando, que es ofizio de la piedád, el contentarse el hombre de todo lo que Dios haze, persuadiéndose, i teniendo por zierto, que todo ello, es bueno, i santo, i justo, i weyendo, que todo lo que aconteze en la vida presente, aconteze por providenzia divina, sin que, cosa alguna acontezca al acaso : — I considerando, que es ofizio de la fé cristiana, el azeptár con el ánimo, i confesár con la boca, el Evanjelio de Jesu Cristo nuestro Señor: i viendo, por una parte, en muchos hombres, que no tienen Espíritu, mucha conformidád con la vo- luntád de Dios, de tal manera, que no se duelen, ni se quejan desmoderadamente, ni por la muerte de las personas que aman mucho, ni por la pérdida de la hazienda, ni por la pérdida de la honra ; i que ellos propios se contentan con morir : i viendo también en otros muchos hombres que no tienen Espíritu, mucha azeptazión i mucha confesión del Evanjelio, sin ponerlo de ningún modo en duda: CONSIDERAZIÓN XXXV. 105 i viendo, por otra parte, que algunas personas espi- rituales, se duelen, se quejan, i se contristan, por la muerte de las personas que aman, i por otros danos que les suzeden, i que no pueden reduzirse a querer morir, i que sienten la pérdida de la hazienda, i la pérdida de la honra : i viendo también en otras per- sonas que tienen Espíritu, mucha perplejidad, en la azeptazión i confesión del Evanjelio, que no se pueden zertificár, ni confirmar del todo en él : — muchas vezes me he puesto a considerar las causas de donde prozeden estos tan contraíaos efectos, supuesto que pareze, que en el que no tiene Espíritu, no debería existir conformidad con la voluntad de Dios, ni el tal debería prestar fe al Evanjelio : i que en el que tiene Espíritu deberían existir una i otra cosa. I después de haberlo considerado entiendo, que la carne, aunque a vezes ella por sí contradiga un poco a la carne, al fin se deja venzér i subyugar de ella: por lo que, siendo en el hombre que no tiene Espíritu, afecto de carne, tanto el quererse conformar con Dios, como el dolerse, i el contristarse, i el quejarse, por los daños que se le orijinan en la vida presente, suzede, que venziendo un afecto al otro, pareze que un hombre tal se conforme con la voluntad de Dios, i no es verdad, pues no se conforma sino con su propia voluntad, con la cual, para su satisfaczión, i para sus intentos, determina contentarse de toda cosa, i 106 CONSIDERAZIÓN XXXV. conformarse en toda cosa, con la voluntad de Dios. Que esto sea zierto, lo leemos en muchos libros de J r entiles, i lo oímos, i vemos en muchas otras jentes, unas del todo sin fe, i otras que aparentan fé. Asimismo entiendo, que en el hombre que no tiene Espíritu, siendo afecto de carne tanto el azeptár i confesar el Evanjelio, como el no quererlo azeptár ni confesar, suzede, que venziendo el un afecto al otro, pareze que un hombre tal, crea en el Evanjelio, i no es verdad, pues no cree sino a su opinión e imajinazión, como el Judío que está pertináz en su Lei, i como el Moro que cree en su Alcorán. Entiendo, por otra parte, que la carne siempre resiste al espíritu, siempre le contradize, i con- trasta siempre con él, por la enemistád grandísima que hai entre ambos a dos. De donde proviene, que en el hombre que tiene Espíritu, siendo afecto de espíritu el quererse conformár con la voluntád de Dios, contentándose con todo lo que Dios, haze, i resistiendo i contrastando a la carne, sin dejarse venzér sino después de largo tiempo, acaeze, digo, que el hombre que tiene Espíritu, se duele, se queja, i se contrista, por los daños cor- porales, i por todas las demás cosas en que la carne padeze, i sobre todo por la muerte, según vemos que se contristaban los santos de la Lei, i según se hubiera resentido san Pablo, santo del Evanjelio, como él lo dize, si aquél amigo suyo hubiese muerto, CONSIDERAZIÓN XXXV. 107 i según se resintió el propio hijo de Dios Jesu Cristo nuestro Señor. Entiendo, asimismo, que en el hombre que tiene Espíritu, siendo afecto de espíritu el querer azeptár i confesar el Evanjelio i resistiendo i contradiziendo la carne, porque no partizipa de aquél deseo, ni de aquél querér ; aconteze, que el hombre que tiene Espíritu, siente flaqueza en la fé, i anda vazilando i dudando en ella, según leemos de algunos santos, i según nosotros mismos vemos en otros : de manera, que así como de la poca contradiczión que tienen entre sí los afectos de la carne, prozede, en los que no tienen Espíritu, la aparienzia de piedad, i la aparienzia de fé, así de Ice mucha contradiczión que hai entre la carne i el espíritu, prozede, en los que tienen Espíritu Ice flaqueza en la fé : — aconteziendo en el hombre lo que, en el mundo aconteze, en una provinzia, i en una república. Quiero dezír, que así como cuando una persona, dize o publica alguna cosa con afecto de espíritu, al punto halla contraste, contradiczión, i perse- cuzión externa, aunque sea cosa, que de ordinario se diga, i se practique, mas sin espíritu i con afecto humano; así igualmente, cuando una persona con movimiento de Espíritu quiere persuadirse de, i confirmarse en una cosa perteneziente a la piedad, o a la justificazión, al punto halla contraste i contradiczión interna, porque se levantan en contra, 108 CONSIDERAZIÓN XXXV. sus afectos i sus apetitos, que son enemigos mortales del Espíritu. Iesto suzede también, cuando aquella tal cosa, ha sido de antemano azeptada i creida por él con propio afecto i con opinión propia. Por lo que, adopto esta resoluzión : que es serial, que el Espíritu santo es el que obra en el hombre, el que le pone el querer, i el desear tener mucha piedad i mucha fé ; cuando en todo esto, halla el hombre dentro de sí, mucho contraste i mucha contracliczión, i cuando también aconteze lo mismo en lo exterior, en los hombres. I me resuelvo, en que en este contraste, i en esta pugna, es menestér afanarse i fatigarse mucho, mas sin aflijirse, ni contristarse, paraqué si bien la carne con todos sus afectos quede viva, el Espíritu santo obtenga la victoria, i sea venzedór : — porque no conviene que el hijo de la esclava, que es la carne, con el hijo de la libre, que es el espíritu, sea heredero de los bienes, que propiamente son del espíritu, esto es, del conozimiento de Dios en la vida pre- sente, i de la visión de Dios en la vida eterna. I diziendo la carne, entiendo el afecto de la carne, aquél que los hombres reziben de Adám, el cuál todo, es menestér que muera en nosotros, paraque viva todo aquello que podamos rezibír de Jesu Cristo nuestro Señor. CONSIDERAZIÓN XXXVI. 109 En qué consiste la libertcád cristiana: cómo se conoze, i cómo se ejerzita. CONSIDEKAZIÓN XXXVI. Para bién entender, en qué consiste la libertad cr istiana, cómo se ha de conozér, i se ha de ejerzitár, importa mucho entender primero, en qué consistió la servidumbre Hebrea, cómo se entendía, i como se ejerzitaba. La servidumbre hebrea entiendo que prozedía del imperio de la Lei, la cuál amena- zando i prometiendo, tenia a los hombres en servidumbre, i como siervos los trataba. Entre los que eran del Pueblo hebreo, unos por inspirazión se aplicaban a la Lei, i otros por opinión. I habia también otros, que no se curaban de la Lei, viviendo lizenziosamente, no conozían la ser- vidumbre hebrea, ni se ejerzitaban en ella. Aquellos que por opinión se aplicaban a la Lei, deseando i procurando que en ellos no fuesen ejecutadas las amenazas con que la IjCÍ amenazaba a los tvansgr esores, i que en ellos fuesen cumplidas las promesas que la Lei hazla a los que la observasen, conozían la servidumbre hebrea, pero no la ejer- zitaban como convenia : porque estando gobernados por su propio espíritu, eran superstiziosísimos en algunas cosas, i lizenziosísimos en cdgunas otras. 110 CONSIDERAZIÚN XXXVI. Aquellos que por inspirazión se aplicaban a la Lei, i se ejerzitaban en ella como convenía, deseando las promesas de ella, i temiendo las amenazas, conozían la servidumbre hebrea, viendo que les era menester estar siempre ligados a la Lei, i se ejerzitaban en ella como convenía, teniéndose por siervos i dependientes de la voluntad de Dios, porque siendo gobernados por el Espíritu santo, que les inspiraba al cumplimiento de la Lei, eran píos, santos, i justos, de manera, que la servidumbre hebrea consistía en la Lei, i era conozida cuando los hombres se aplicaban a la observánzia de la Lei, i era ejerzitada cuando Ice aplicazión prozedía del Espíritu santo. Por el contrario, la libertad cristiana consiste en la abrogazión de la Lei, la cual fué del todo abrogada en la venida del Espíritu santo, el cuál suzedió en el gobierno del Pueblo de Dios, en lugar de la Lei. Entre los que tienen el nombre de Cristianos, hai algunos que sienten esta libertad, por Espíritu santo : otros hai, que la adivinan, por espíritu humano : i hai otros, que ni la sienten ni la adivinan. Los que ni la sienten ni la adivinan, son, en todo i por todo, semejantes a aquellos, que en el Pueblo hebreo adivinaban la servidumbre de la Lei, siendo en todo i por todo superstiziosísimos, obligándose i ligándose, no solamente a lo que piensan ser lei de Dios, mas aun todavía a lo que CONSIDERAZION XXXVI. 111 saben ser leí humana: i además de esto ellos propios se obligan, i se ligan a otras leyes, de manera, que no saben, ni en qué consista la libertad cristiana, ni la conozen, ni la ejerzitan, viviendo los cuitados en servidumbre dura i miserable. Los que por espíritu humano adivinan la libertad cristiana, son mui semejantes a los que en el Pueblo hebreo no tenían cuenta con la Leí : estos, echando fuera de sí todo yugo, viven lizenziosamente, no conoziendo ni ejerzitando como conviene la libertad cristiana: i estos son, por lo común, impíos i viziosísimos, i entiendo que adivinan la libertad cristiana con espíritu humano. Los que por su propio injenio i juizio, i por lo que leen, i oyen, entienden que el cristiano es libre (no considerando los tales si de tal suerte son cristianos, que per- tenezca a ellos la libertad cristiana,) vienen a convertir en lizenzia de carne la libertad cristiana. Los que por Espíritu santo sienten la libertad cristiana, son casi semejantes a aquellos que en el Pueblo hebreo por Espíritu santo se aplicaban a la Lei : estos conozen que la libertad cristiana consiste en esto : que el cristiano no será castigado por su mal vivir, ni será premiado por su bien vivir, conoziendo, que el castigo es para los incrédulos, i el premio para los fieles: puesto que Dios castigará a los que no creyeren en Cristo, i no creyendo en Él, no azeptaren el pacto que Él 112 CONSIDERAZIÓN XXXVI. puso entre Dios i los hombres; i que premiará a los que creyeren en Cristo, i azeptaren el pacto de Cristo. Los que de este modo conozen la li- bertad cristiana, no teniendo respecto ni al castigo ni al premio, i teniendo respecto a guardar el decoro de las personas que representan en la vida presente, esto es, el ser miembros de Cristo, cabeza perfectisima, i vivir en esta vida, una vida seme- jante a la que han de vivir en la vida eterna; ejerzitan bien la libertad cristiana, porque go- bernados por el Espíritu santo, por un lado se hallan i se conozen libres i exentos de la Lei, tanto que les pareze poder dezir con san Pablo, " Omnia mihi licent" no temiendo el ser castigados por transgresión, ni esperando el deber ser premiados por observanzia, en lo cuál sienten i conozen la libertad cristiana : i por otro lado, se hallan i se conozen obligados a ser semejantes a Cristo en su vida i costumbres, i por eso dizen con san Pablo, " Non omnia expediunt : " i estando en esto se ejer- zitan en la libertad cristiana. De manera, que la libertad cristiana, consiste en la abrogazión de la Lei, i es conozida, cuando los hombres no temen el castigo de la transgresión de la Lei, ni pretenden el premio de la observanzia de ella : i está bien ejerzida, cuando los hombres observan el decoro que perteneze al cristiano, que es miembro de Cristo, i debe, en toda cosa suya, estár mui conforme CONSIDERAZION XXXVI. 113 con Cristo. De todo esto colijo, que puesto que los hombres, adivinando la libertad cristiana con espíritu humano, con ingenio, i con juizio, se hazen viziosos e impíos, i no la entendiendo, se hazen superstiziosos i miserables, i entendiéndola, cono- ziéndola, sintiéndola, i ejerzitándola por Espíritu santo, se hazen santos, píos i justos, haziéndose mui semejantes a Cristo nuestro Señor ; — está bién que el hombre se aplique a entendér la libertad cristiana, pidiendo a Dios su Espíritu santo, que se la haga conozér i sentir, i que asimismo se la haga ejerzitár : i de este modo, ni el no conozerla, le hará vivir con superstizión i en miseria : ni el conozerla con espíritu humano, le hará vivir lizenzioso en las costumbres, e impío en el ánimo : i entenderla, conozerla i ejerzitarla, le hará vivir sin temor delante de Dios con santidád i justizia todo el tiempo de su vida, i después le pondrá glorioso en la vida eterna, con Jesu Cristo nuestro Señór. H 114 C0NSIDERAZ1ÓN XXXVII. Que los que conozen a Dios por relazión de hombres, tienen opinión falsa de El : i que los que le conozen por Espíritu santo, la tienen buena. CONSIDEKAZIÓN XXXVII. Esto siempre es verdad, que los hombres forman sus opiniones i sus conzeptos azerca de las cosas que no conozen, según la relazión e informazión que los hombres les dan de ellas. I aconteze, que entendiendo que un hombre se afiziona a todo lo que vée, le tenemos por vano : entendiendo que se deleita en tomar dineros i regalos, le tenemos por avariento : entendiendo, que cuando es ofendido no perdona, le tenemos por cruel, inhumano, i ven- gativo. Asimismo, esto siempre es verdad, que si aconteze que tengamos nezesidád del tal hombre, procuramos ganar su voluntad, con aquellas cosas que son según la opinión i el conzepto que, por relato, tenemos de él ; en lo que estamos i persevera- mos, hasta que teniendo intima familiaridad con el tal hombre, poco a poco vamos formando otras opiniones i otros conzeptos, según lo que nosotros mismos conozemos de él. De donde dimana, que ya no "procuramos ganar su voluntad, con aquellas cosas que antes solíamos, siguiendo al relato, sino CONSIDERAZIÓN XXXVII. 115 con aquellas que a nosotros nos parezen al pro- pósito, siguiendo al conozimiento. Esto mismo nos aconteze con Dios. Engañados los hombres por la filosofía humana, i por su prudenzia i razón, la cuál no llega al conozimiento de Dios, i engañados prinzipalmente por la superstizión, i falsa religión ; nos hazen relazión, de que Dios es tan delicado i sensitivo, que se ofende por cualquier cosa : que es tan vengativo, que castiga todas las ofensas: que es tan cruel, que las castiga con pena eterna: que es tan inhumano, que se complaze de que maltratemos nuestras personas, hasta verter nuestra, propia sangre la cuál Él nos dio, i que nos privemos de nuestras facultades, las cuales El nos ha dado, paraque con ellas nos manten- gamos en la vida presente : que se complaze de que condemos desnudos i descalzos, padeziendo continuamente: que es vano, i le agradan los presentes, i que se goza en tener oro i hermosos paramentos: i en suma, que se deleita de todas aquellas cosas de que un Tirano se deleita, i huelga tener, de los que le están sujetos. Según esta relazión que los hombres nos hazen de Dios, formamos nosotros nuestras opiniones, i nuestros conzeptos de Dios, i tanto mas, cuanto que lo que los hombres nos dizen de palabra, lo hallamos escrito en las escrituras de los hombres: i porque, tanto no- sotros, cuanto ellos, cuando prinzipiamos a leer la H 2 116 CONSIDERAZION XXXVII. Escritura santa, tenemos ya conzebida aquella opinión de Dios, i formados estos conzeptos de Él, aconteze, que no sacando el verdadero fruto de la santa Escritura, el cuál consiste en conozér a Dios, antes bien, estirándola, i entendiéndola según aquella opinión i según aquellos conzeptos que traemos con nosotros por la relazión de los hombres, aconteze, repito, que siendo la Escritura santa, relazión del Espíritu santo, mediante la cuál podríamos conzebír verdadera opinión i rectos con- zeptos de Dios, hazemos que sea ella relazión de hombres, i que diga, no aquello que el Espíritu santo pretende, sino aquello que la Ignoranzia humana se imajina. De donde prozede, que los hombres conozienclo que han menester de Dios, porque le tienen por sensitivo, por vengativo, por cruel ; viven en continuos escrúpulos, en continuo temor, i terror, que son cosas que por lo jenerál enjenclran odio. Porque le tenemos por inhumano, mal tratamos nuestras personas con ayunos, con vijilias, con disziplinas, i con todas las otras cosas que la carne aborreze : i con esto pensamos agradár mucho a Dios. Porque le tenemos por avariento, le ofrezemos nuestras riquezas, i le adornamos con ornamentos de oro, de plata i de joyas : i en suma, porque le tenemos por tirano, nos conduzimos con El, en todo i por todo, como nos conduzimos con aquellos que son tiranos. En esto estamos, i CONSIDERAZIÓN XXXVII. 117 en esto perseveramos, para con Dios, todo el tiempo que formamos las opiniones nuestras, i los conzeptos nuestros de Dios, por la relazión que tenemos de los hombres. De adonde entiendo, que mientras un hombre procura ganar la voluntad de Dios con estas cosas, muestra bien que la opinión i el conzepto que tiene él de Dios, es por relazión de hombres. I si uno me dijere : " Yo hago estas cosas por conformarme con los otros, pero no confío en ellas, ni las estimo en nada : " le responderé, que es cosa dificultosísima entender, si confía en ellas, 0 no. I le diré : Hermano, ¿ quieres tu entender, si tu confías en ellas, o no? examínate bien, si- en kazerlas, tu hallas satisfaczión, o no : si de los que las hazen, tu tienes buena opinión, o no: 1 si de los que no las hazen, tu tienes mala opinión, 0 no : i así entenderás, si tu confíeos en ellas o no: i hallando que confías, ten por zierto, que la opinión i el conzepto que tu tienes de Dios, es por relazión de los hombres. Los que azeptando el Evanjelio, i con el pacto de la justificazión, que es por Jesu Cristo nuestro Señor, hechos hijos ch Dios, 1 teniendo familiaridad con Dios, conozen a Dios, i adquieren nueva opinión de Dios, i forman nuevos conzeptos de Dios, no ya por relazión, sino por conozimiento i por experienzia, i acudiendo a la santa Escritura con la nueva opinión suya, i con los nuevos conzeptos suyos, hallan escrito 118 CONSIDERAZIÓN XXX Vil. en ella, lo mismo que ellos conozen i experimentan ; estos entienden que Dios es paziente, misericordioso, tardo a la ira, i ajeno de la venganza, salvo en los que son vasos de ira, los cuales todavía por algún tiempo tolera i comporta Dios. Entendiendo esto, echan fuera de sus ánimos los escrúpulos, los temores, i los terrores, i entienden que Dios es tan humano, que para dar vida eterna a los hombres, envió al mundo a su propio hijo hecho hombre, en el cuál ejecutó el rigor de su justizia: por donde conozen, que El no se deleita en que los hombres maltraten sus personas, sino que de tal manera estén desnudos del amor propio, que si ellas son mal tratadas por cualesquiér aczidente, no se duelan ni se quejen : i que no quiere, que se priven de sus haziendas, sino que las posean, de tal manera, que siendo, por cualesquiér aczidente, privados de ellas, no lo tengan por mal, ni se entristezcan, i que siendo nezesario dejarlas, llamándoles Dios a la predicazión i manifestazión del Evanjelio, súbitamente las dejen, i se priven de ellas. Finalmente, teniendo estas personas esta nueva opinión, i estos nuevos conzeptos de Dios, reconoziendo primero a Dios en Cristo, son justos i santos : i conoziendo, que Dios se agrada de la justizia i de la santidad, le sirven en justizia i santidad. Reconoziendo también a Dios en estas cosas naturales, se contentan con todas las cosas, CONSIDERAZIÚN XXXVII. 119 de cualquier modo que ellas suzedan, siguen voluntariamente este orden que Dios ha establezido, sin dolerse, ni quejarse, por ninguna de aquellas cosas que les sobrevienen, teniéndolas todas por buenas, por justas, i por santas, aunque, a vezes, según el juizio de la prudenzia humana, sean juzgadas al contrario. I porque entienden que Dios se agrada de esta obedienzia, i de esta mor- tificazión de la prudenzia humana, sirviendo con obedienzia i con mortificazión, sirven con piedad : están en esto, mientras duran en la opinión i en el conzepto que se tiene de Dios, por la familiaridad, por el conozimiento, i por la experienzia que tienen de Dios, los que azeptan el pacto de la justificazión, que es por Jesu Cristo nuestro Señor. Entiendo que estos, no solamente no encuentran satisfaczión en las cosas que hazen los que están en la opinión de Dios, i en los conzeptos de Dios, que se tienen por relazión de hombres; sino que si se hallan prezisados a hazerlas, sienten disgusto i descontento : i este disgusto i descontento en estas cosas, juzgo que sea buena contraseña para conozér, que ya el hombre ha perdido la opinión i los conzeptos de Dios, que son por relazión de hombres, i ha ad- quirido la opinión i los conzeptos de Dios, que son por familiaridad, i por conozimiento de Dios, i por experienzia de las cosas que son por espíritu de Dios. 120 CONSIDERAZ1ÓN XXXVII. Con esta considerazión entiendo la cansa porqué una persona comenzando a tener familiaridad con Dios, i a tener experienzia de las cosas del espíritu de Dios, cada día le pareze que se renueve en ella el conozimiento de Dios, esto es, que venga de nuevo a conozér a Dios. I porqué, teniendo por luengo tiempo impresa en el alma la opinión de Dios, e impresos los conzeptos de Dios que son por relazión de hombres, i no pudiendo, así de una vez, despojarse de ellos, yendo dejándolos poco a poco, va poco a 'poco rezibiendo la opinión i los conzeptos de Dios, que son por el espíritu de Dios. De donde prozede, que le pareze kazér tantas mudanzas en el conozimiento de Dios, cuantas son las que haze al dejar la vieja opinión, i los viejos conzeptos de Dios, i al vestirse de nueva opinión, i de nuevos conzeptos de Dios : i porque es todavía mas proporzionado a la naturaleza depravada del hombre el estar en lo primero, que en lo segundo, en lo viejo, que en lo nuevo, en lo de Adám, que en lo de Cristo, en lo de la Leí, que en lo del Evanjelio ; entiendo, que con dificultad, el hombre se desnuda del viejo, i se viste del nuevo. I entiendo, que al hombre rejenerado i renovado por el Espíritu santo, le toca tenér el ánimo atento, por todo el tiempo de su vida, a desnudarse de la opinión i de los conzeptos de Dios, que son por relazión de hombres, i a vestirse de la opinión^ i de los CONSIDERAZlüN XXXVIII. 121 conzeptos de Dios, que son por relazióii del espíritu de Dios, lo cuál se adquiere por Jesu Cristo nuestro Señor. Muéstrase, por medio de una comparazión, en qué consiste el error de los falsos cristianos, i qué es lo que hazen los cristianos verdaderos. CONSIDERAZIÓN XXXVIII. Esto es zierto : que todos nosotros juzgaríamos i tendríamos por mui estólidos, i por mui locos, a los que hallándose desterrados de un Remo, por sus desmerezimientos, i siéndoles presentada, de parte de su Reí, una patente firmada con su nombre, i sellada con su sello, por la cuál les perdona, i los habilita para volver al reino, i tomando ellos la patente, i reconoziendo en ella, la mano del Rei, i el sello del Reí, no se cuidasen de venir al reino, poniéndose a examinár, si el sello con que fué sellada aquella patente, era de oro, o de cobre, i ocupándose en adorarla, i adornarla, estándose siempre en el destierro, privados del reino, i privados de la grazia del Reí, procurando, por otros medios i por otras vías tener aquello mismo, que el Rei, graziosa i libremente les ha dado por aquella su patente que ellos tienen rezibida, leída, 122 CONSIDERAZIÓN XXXVIII. i recoTWzidoir, i que ellos adoran i miran con rever enzia, haziendo en ella i con ella, lo que no les importa, según aquél intento, con el cuál el Reí, se la mandó : supuesto, que lo que ce ellos, si fuesen avisados, tocaría hazér, rezibiendo i conoziendo la Patente, seria, venirse al reino, i azeptár la grazia del Rei, i después conservar i guardar mui bien su Pedente en testimonio de su perdón, i allí conozerían, azerca de kc firma i sello del Rei, todo lo que les importase conozér. Con esta comparazión, o semejanza, entiendo, qué cosa debe hazér el hombre luego que viene en conozimiento de Ico predicazión Evangélica, la cuál es como una Patente, por la cuál Dios gratuita i libremente nos perdona todos los desmerezimientos, por los que estamos en el destierro, i fuera de su Reino, i nos habilita parce volvér ce entrár en él, i para recuperár su grazia, i con ella su imajen i semejanza. I entiendo también en qué consisten, i cuan grandes sean el error, la estolidéz i locura de los hombres, los cuales leyendo el Evanjelio, aprobándole, i teniéndole por verdadero, i no confiando en lo que él promete, no entrando en el Reino de Dios, no haziendo paz con Dios, se ocupan en examinar i verificar, azerca de Dios i de Cristo, cosas curiosas que a ellos no pertenezen, i que no les son útiles: i se ocupan en servir a Dios i a Cristo, en aquellas cosas que no les son CONSIDERAZIÓN XXXIX. 123 pedidas, que no les son gratas, i con las cuales, por ventura, procuran mas contra sí la ira de Dios. En este error entiendo que paran todos los hombres, que se gobiernan con prudenzia humana, en las cosas de Dios, no conoziendo a Dios, ni conozienclo a Jesu Cristo nuestro Señor. Que a la mortificazión corresponde la vivificazión, i a la vivificazión corresponde la gloria de la resurreczión. CONSIDERAZIÓN XXXIX. Esto es zierto : que luego que el hombre inspirado por Dios azepta el pacto de Ice justificazión por Jesu Cristo nuestro Señor, comienza a morir al mundo, i a vivir a Dios : a morir para Adám, i ce vivir para Cristo : a salir del reino del mundo, i a entrar en el Reino de Dios : i que al tiempo que el hombre muere, separándose el alma del cuerpo, acaba de morir para el mundo, i de morir para Adám, i de salir del reino del mundo: i que cuando resuzitará, tornando a unirse el alma con el cuerpo, perfecta i enteramente vivirá para Dios, vivirá para Cristo, i estará en el Reino de Dios. Por donde considerando la diferenzia que hai del estado de un hombre ( por mui mortificado que él esté a Adám i al mundo ) mientras que tiene 124 CONSIDERAZIÓN XXXIX. el alma con el cuerpo, al estado de otro hombre ya muerto, partida el alma del cuerpo, entiendo la diferenzia que habrá del estado de un hombre (por mui vivificado que esté para Dios i para Cristo), mientras que él está en la vida presente, al estado en que estará, resuzitado para Dios i para Cristo en la vida eterna. Entendiendo que será mayor, sin comparazión alguna, la diferenzia del estado de la resurreczión, al estado de la vivificazión, que no es la del estado de la muerte, al estado de la mortificazión, aun cuando esta sea grandisima: quiero dezír, que hai mucha mayor diferenzia del hombre resuzitado al vivificado, que la que hai del hombre muerto al mortificado: entendiendo, que el mortificado está casi muerto, estando cruzificado para el mundo, i para si mismo, i mas en la otra vida, que en esta : i que el vivificado no está casi resuzitado, estando sujeto a pasiones, i ala muerte, de todas las cuales cosas se libra en la resurreczión. I entendiendo todo esto asi, acostumbro yo a llamár " muerte imperfecta " a la mortificazión, i a la vivificazión " resurreczión imperfecta : " i entiendo, que tal será en la vida eterna la resurreczión, cual es la vivificazión en la vida presente. Quiero dezír, que la gloria de la resurrezión, responderá a la perfeczión de la vivificazión. De donde colijo, que pues que a la mortificazión responde la vivi- ficazión en la vida presente, i a la vivificazión CONSIDERAZIÓN XL. 125 responderá la gloria de la resurreczión en la vida eterna, al pió cristiano que desea vivir vida eterna, le toca atender a mortificarse mucho, a ser mui semejante a Cristo en la muerte, para ser, asimismo, mui semejante a Cristo en la resuweczión, en la cuál se mantendrá perpetuamente en el Reino de Dios, junto con el propio hijo de Dios Jesu Cristo nuestro Señor. Dos voluntades en Dios, una mediata, i otra inmediata. CONSIDERAZIÓN XL. Considero en Dios dos voluntades : una mediata i jenerál, i otra inmediata i particular. Entiendo, que con la una, gobierna al universo, i entiendo que, con la otra, gobierna a los redimidos por Cristo. De la una, entiendo 'que son ejecutoras las criaturas, cada cuál en su grado i en su ofizio : i de la otra entiendo que es ejecutor el Espíritu santo, i las personas que son partizipantes del mismo espíritu. Entiendo, además, que con los efectos que resultan de la voluntad mediata, se contristan a menudo los hombres, porque, alparezér de ellos, redundan en su daño. I entiendo, que de los efectos que residían de la voluntad inmediata, se gozan siempre aquellas personas, a Ices cuales 126 CONSIDERAZIÓN XL. tocan, 'porque siempre redundan en bien de ellos. Los efectos de la voluntad mediata entiendo, que son aquellos que residían de las influenzias zelestes, i de las otras cosas naturales, las cuales siguiendo el orden que Dios les ha puesto, tal vez dañan, i tal vez aprovechan. Este orden, i este curso, entiendo, que es algunas vezes, alterado por tena voluntad de Dios inmediata, i por Ico misma, entiendo, que es otras vezes refrenado : i en esta alterazión i refrenamiento, entiendo que consiste una parte de la voluntad de Dios, que llamo yo inmediata : por que no se sigue el orden común i jenerál. La otra parte de la voluntad de Dios inmediata, entiendo que consiste en aquellas cosas, que El haze por sí mismo, con su Verbo, i con su Espíritu santo : como son la creazión del mundo, i particularmente Ico del hombre, la reparazión de la jenerazión humana por Cristo, el llamamiento a la partizipazión de este bien, Ico justificazión, con todos los démeos conozimientos i sentimientos espirituales. A esta inmediata voluntad de Dios, entiendo, que el hombre fué sujeto, en su creazión primera: i entiendo, que pecando, se hizo sujeto a la mediata voluntad de Dios : en la cuál sujezión, entiendo que consisten todos los males i todos los trabajos, co que está sujetco nuestra naturaleza, humana, entre los cuales es mui prinzipál la muerte. CONSIDERAZIÓN XL. 127 En este dicho discurso, entiendo dos cosas. La una, que Adám desobedezienclo a Dios, nos hizo sujetos a la voluntad de Dios, que es mediata : i por esto, a males i a muerte: i que Cristo, obedeciendo a Dios, retorna los suyos a la sujezión, i a la voluntad de Dios, que es inmediata, i por esto los libra de males, i de muerte. 1 entiendo, que de la misma manera los libra de los males, que de la muerte. Los libra de la muerte, habi- litándolos para la resurrección, en la cual vivirán vida eterna : i los libra cdgunas vezes de los males, haziendo, que no les toquen aquellos, que según curso ordinario les tocarían: otras vezes, pri- vándoles del sentimiento de ellos, i otras vezes, mortificándoles con ellos, de tal manera que el mal se les convierte en bien : de suerte, que así como no les libra de la muerte de manera tal, que no mueran, mas los habilita a una felizísima vida eterna; así tampoco les libra de los males de tcd mañereo, que no les toquen, mas los habilita a sacár de estos males el bien. La otra cosa que entiendo, es, que el continuo jemido del hombre que siente, o comienza a sentir en sí, el benefizio de Cristo, debe ser, deseando i demandando el estár libre de la sujezión de la voluntád de Dios mediata, i ser retornado a la voluntád de Dios inmediata : porque siendo Dios sumamente bueno, o mas bien, la bondad misma, en aquella su voluntád inmediata 128 CONSIDERAZION XL. no hai cosa alguna que no sea tal, cual es El propio. I pienso, zierto, que aconsejando Cristo a los suyos, que digan, "fiat voluntas tua? les aconseja, que tengan este deseo que lie dicho, i que jiman siempre de esta manera, como si dijese : pedid a Dios, que os haga exentos de este réjimen, i de este gobierno ordinario, i que os haga estar sujetos al gobierno, i al réjimen particular : que os liberte del gobierno de su voluntad mediata, i que os ponga bajo el de su voluntad inmediata, de tal manera, que asi como los ejérzitos zelestiales son gobernados in- mediatamente por Dios ; así vosotros acá en la tierra seáis gobernados inmediatamente por Dios. De donde colijo, que cuando una persona pía se sintiere trabajada i molestada en el cuerpo, o en el ánimo, será bien, que atribuyendo aquél trabajo, i aquella molestia, a la sujezión de la voluntád de Dios, que es mediata, sienta en sí el mal de Adám: i que deseando, i jimiendo, por sentir el bien de Cristo, diga a Dios : " Fiat voluntas tua : " líbrame, Señor, de esta tu voluntád mediata i jenerál, i ponme bajo tu voluntád inmediata i particular; prívame del sentimiento del mal, de la desobedienzia de Adám, i ponme bajo el sentimiento del bién, de la obedienzia de Cristo. Los que dizen estas palabras, " Fiat voluntas tua," i no las entienden de esta manera, si quisieren examinar bien sus ánimos, estoi zierto de que CONSIDERAZIÓN XL. 12!) hallarán, que las dizen a mas no poder: puesto, que si pudiesen hazér, que Dios hiziese lo que ellos quisieran, no se remitirían fazilmente a la voluntad de Dios: mas cuando no pueden poner en ejecuzión sus voluntades, dizen a Dios, " Fiat voluntas tua," haziendo denezesidád, virtud. Los que dizen a Dios, " Fiat voluntas tua," pre- tendiendo, como se ha dicho, estar sujetos a la voluntad de Dios, que es inmediata, lo dizen con todo el ánimo, lo dizen con Espíritu, santo, i lo dizen en el sentido, que pretendía se dijese, Jesu Cristo nuestro Señor. No entiendo, que en la voluntad de Dios que llamo yo mediata, no haya particular providenzia de Dios, mas entiendo, que aquella providenzia es jenerál a muchas personas : como es el llover, i el hazér sol, &c. de cuyas cosas gozan muchos. I la voluntad inmediata, entiendo, que es una providenzia de Dios, mas particular i favorable con los que son elejidos : como fué el darnos a Cristo, i como son otros favores que haze mas a uno que a otro, de los cuales, a vezes, gozan algunos impíos, no siendo ése el intento prinzipál de Dios : como, cuando por los ruegos de Josué paró Dios al sol, del cual favor gozaban muchos impíos, como si dijéramos, al acaso, gozándole muí de otra manera el pueblo de Dios, porque penetraba el favor. De este modo puede discurrirse por todos i 130 CONSIDERAZIÓN XLI. los favores externos, que haze Dios a los suyos, de los cuales, siempre gozan otros que no son suyos, mas estos no conozen aquella mas espeziál i favorable providenzia i voluntad de Dios : i así, en cuanto a ellos, son cosas venidas acaso. Asíque, me resuelvo en esto, que diziendo, voluntad de Dios mediata, entiendo la particular providenzia de Dios, que está con el orden natural, en el que concurre siempre Dios. I que diziendo, voluntad de Dios inmediata, entiendo, la mas particular i favorable providenzia de Dios, por la cuál es alterado el orden natural : i a esta atribuyo todo lo que Dios obra en los suyos, i por los suyos : i llamo suyos, a los que son incorporados con Jesu Cristo nuestro Señor. Que Dios quiere, que las personas piadosas conozcan, que provienen de Él todas las cosas, i que deben aspirar a tenerlas todas de Él. CONSIDERAZION XLI. Considerando que Jesu Cristo nuestro Señor asegura a toda persona pía, que impetrará de su eterno Padre todo aquello que pedirá confiando en la orazión : i experimentando en mí, i hallando la misma experienzia en las otras personas aplicadas a la piedad, que, a vezes, impetro menos lo que CONSIDERAZIÓN XLI. 131 pido, cuando, a mi parezér, tengo mas confianza en la orazión; i que, a vezes, impetro lo que pido, cuando, a mi parezér, confío menos en la orazión; pienso que Dios, así pide al hombre confianza en la orazión, como le pide todo su amor. Bien sabe Dios, que el hombre no le puede amar con todo su corazón: i bien sabe, que no puede confiar en la orazión, porque lo uno i lo otro es contra su inclinazión natural, i lo uno i lo otro es menester que le venga de El: mas demándaselo, paraque se conozca, i conoziéndose, se humille, i se remita a la merzéd de Dios, i no pretenda poder, por si, alguna cosa. I porque conoze que el ánimo humano es arrogantísimo, está,, a vezes, mas sordo a la petizión del hombre, cuando al hombre le pareze confiar mas en su orazión. Esto haze Dios, para- que el hombre no atribuya a su confianza, lo que impetra orando : i paraque entienda la dife- renzia que hai9 entre la confianza, que es propia, i la que viene de Dios: i paraque conozca que tiene cuenta de él, i que le ama, dale alguna vez aquello que pide, cuando, a su parezér, confía menos : otras vezes le da sin pedir, solamente con desear i i otras vezes le dá, aquello que podría desear, aun sin desearlo. De adonde entiendo, que Dios quiere del hombre, que aplique su ánimo a darle todo el amor suyo, a confiár en El solamente, a esperar de El todo aquello que perteneze a le 132 CONSIDERAZIÓN XLII. vida 'presente, i a la futura. Con esta aplicazión, i con esta propensión, entiendo que el hombre adquiere dos cosas principales. La una, que Dios disimula con él, la frialdad en el amor, la flaqueza en la confianza, i la impazienzia en la, esperanza. I la otra, que el mismo Dios, poco a poco le va inflamando en el amor, fortificando en la confianza, i animando en la esperanza: i así viene ce cumplirse con lo que prometió Jesu Cristo nuestro Seiíór. Cómo debe conduzirse, en el estado de la prosperidad, una persona piadosa : i cómo en las adversidades interiores. CONSIDERAZIÓN XLII. Aconteze, que hallándose una persona pía, en un estado, seca i descontenta, se halla juntamente sin confianza, i casi infiel. 1 aconteze, que hal- lándose la misma, en otro estado, con satisfaezión, con alegría, i contento, se halla juntamente mui confiada i mui fiel. Por lo qué, el enemigo del jéne- ro humano, queriendo perturbar su felizidád, la viene a persuadir, que confía i cree, por el bien que halla dentro de sí, de manera, que confía en sí, i no en Dios: i es todo al contrario. I por esto, hallándose la persona pía en aquél primer estado, CONSIDERAZIÓN XLII. 133 conozerá i entenderá aquello que es, de por si, cuál es su ser, i el ser que tiene de Adám; i pensará, que por haber sentido otras vezes el favor de Dios, siente, en aquél estado, el disfavor, su- puesto que no siente jamás el disfavor, sino aquél que ha sentido el favor. I pensando asi, se zertificará de su eleczión, de su vocazión, i pre- destinazión, i dirá,: El mismo Dios, que si/n merezimiento mió, me ha favor ezido otras vezes, me quitará fuera de este disfavor, i me tornará al favor. Cuando la persona pía se hallará en el estado de la prosperidad, conozerá, i entenderá, lo que es por Dios, i el ser que tiene de Dios, i el ser que tiene por Cristo, i conozerá en sí, la presenzia de Dios, a la cuál atribuirá el amar, el confiár, el creér, i el esperár, conoziendo que todos son dones de Dios, habiendo ya conozido lo que de por sí es, lo que sin Dios es. De esta manera, conoziéndose a sí propia en el primer estado privada de la presenzia de Dios, i conoziendo a Dios en el segundo estado, rica con Ico presenzia de Dios, se aumentará mucho en el conozimiento de sí, i en el conozimiento de Dios : i esto, como dize Salomón, (í est omnis homo : " quiere dezír que en esto consiste todo el ser, i toda la perfeczión del hombre, en que él conozca, que su ser, i su perfeczión le vierte de Dios, por Jesu Cristo nuestro Señor. 134 CONSIDERAZIÓN XL1I. Adizion. No entiendo dezír, que a la fé responda la justificazión, sino que los que creen, gozan de la justificazión de la justizia de Dios ejecutada ya en Cristo. I entiendo, que de ser un hombre justo por esta justizia, se prézia tanto, o se estima, o se vanagloria tanto, cuanto el ladrón que es librado de la horca por semana santa, se prézia, se estima, i se vanagloria de su liberazión. Jamás se pre- zian los hombres, sino de aquello en que hallen i conozcan propia virtud: hablo de aquellos que tienen sano juizw. I si alguien me dijere, ¿porqué san Pablo se preziaba i se gloriaba tanto de ser Cristiano f le responderé, que san Pablo no se preziaba de sí por gloria propia, mas preziábase de Cristo, por gloria de Dios : como el ladrón, preziándose de su liberazión, no se gloria, ni se prézia de si por propia gloria, mas se prézia, como si dijéramos, de la semana santa, por gloria de Cristo. CONSIDERAZIÓN XLIII. 135 Cómo podi'á asegurarse una persona piadosa de haber alcanzado piedad i justifícazión, por espíritu, i no por prudeuzia humana. CONSIDEIUZIO^ XLIII. Porque entiendo, que entre las otras cosas con las cuales los espíritus malos inquietan i molestan los 'pensamientos de las personas aplicadas a la piedad, es el persuadirlas, que el conozimiento que tienen de Dios, i de Cristo, i la intelijenzia de las cosas espirituales del Espíritu santo, no se adqu iere, por ellas, por revelazión, o por inspirazión interna, como le adquieren los que son elejidos por Dios, i como es nezesario, paraque les toque a ellas aquella bienaventuranza, por la que Cristo nuestro Señor declaró bienaventurado a san Pedro, — sino por injenio, por juizio, i por industria humana, como le adquieren los hombres que no son elejidos por Dios, i por eso no son tenidos, ni llamados bienaventurados. I porque entendiendo esto, deseo que los que conozen a Dios i a Cristo, por Espíritu santo, entiendan su bien, i su, felizidád, digo, que toda persona pía i justa, por la justizia de Dios ejecutada en Cristo, siendo solizitada con tales imajinaziones, i con tales persuasiones, en cuanto a lo primero, tenga por 136 CONSIDERAZIÓN XLIII. zierto, que si su piedad, i su justificazión, no fuesen obra de Espíritu santo, no sería ella solizitada con tales imajinaziones, ni con tales persuasiones : — porque la carne no es contraria jamás a la carne, i siempre es contraria al espíritu: i por esto, los malos espíritus, los cuales, como dize David, buscan mal pensamiento, sirviéndose de la enemistad que hai entre la carne i el Espíritu santo, perturban al espíritu con tales persuasiones, i con tales imajinaziones. Si con esto no pudieren desechar de sí, esas semejantes imajinaziones, i persuasiones, comparen aquello que conozcan de Dios i de Cristo, i lo que entienden de las cosas espirituales, por obra del propio Espíritu santo, con lo que comunmente conozen i entienden los hombres que en el mundo son apreziados i estimados por sus injenios, i juizios, i por sus industrias, los cuales han leido lo que ellos, i han oido lo que ellos, i pretenden lo que ellos : i hallando, como en efecto hallarán, que aquello es mui diferente, muí diverso, i de otra calidad, de lo que ellos conozen de Dios i de Cristo, i que entienden de las cosas espirituales por obra del propio Espíritu santo, digo, de aquello que comunmente conozen i en- tienden los hombres; bien se podrán zertificár, de que ni con injenio, ni con juizio, ni con industria humana, han conseguido el bien de la piedad, i el bien de la justificazión, mas propiamente por CONSIDERAZION XLIV. 137 revelazión divina, por inspirazión divina, i por Espíritu santo: a no ser, que fueren tan pre- suntuosos, i tan arrogantes, que piensen, tener mas lújenlo, i mas industria, i mas juizio que los demás hombres. Pero este pensamiento está siempre lejano de las personas que son elejidas por Dios, para la partizipazión de la grazia i favor de Dios, que es predicado entre los hombres, en el Evanjello de Jesu Cristo nuestro Señor. Como conozerá uno el fruto que ha logrado en la mor- tificazión : i cuál es la causa, de que los dados a la piedad, se vean solizitados de afíziones i apetitos, de los cuales nunca antes habían sido solizitados. CONSIDERAZION XLIV. Yo entiendo, que cuando una persona quiera entender el fruto que ha hecho en la mortlficazión, quiero dezír, que afectos i apetitos ha mortificado, lo podrá conozér examinándose mui bien, qué afectos i apetitos ha sentido en sí, vivos i enteros, siendo sollzitada de ellos. I considerando, cuáles de ellos estén ya muertos o mortificados, entenderá cuánto provecho hizo en la mortlficazión: porque entiendo, que aquél que no ha sentido jamás la vergüenza de hablar de la justizia de Cristo, no 138 CONSIDERAZIÓN XLIV, ha mortificado el afecto de la vergüenza, que es propio i natural en el hombre: i aquél que sintió la vergüenza, i no la siente ya mas, es aquél que la ha mortificado, como la había mortificado san Pablo, según él lo muestra diziendo, que no se avergonzaba de predicar el Evangelio, I en- tiendo, que si no se hubiese jamás avergonzado, no se habría jamás gloriado de no avergonzarse. Asimismo entiendo, que no ha mortificado el afecto de la honra del mundo, i de la propia estima, sino aquél, que habiendo sido a esto solizitado, i habiéndolo contrastado, no es ya solizitado. Esto mismo entiendo de los afectos de la ira, de la envidia, de los odios, i de la venganza: como entiendo también de los apetitos sensuales, en- tendiendo, que no ha mortificado el apetito carnál, sino aquél, que habiendo sido por él solizitado, i habiendo con él contrastado, no es mas solizitado. Esto mismo entiendo, del apetito de ver cosas que deleitan a los ojos, i de comér cosas que deleitan al gusto, i de oír cosas vanas, i del mundo, i de olér cosas delicadas : entendiendo, que puede solo dezír que está mortificado en estos apetitos, aquél, que habiendo sido solizitado i molestado por ellos, i habiendo contrastado con ellos, se halla ya re- duzido a términos, que o no los siente, o es tan dueño de ellos, que, cuando le molestan, los venze con fazilidád : i porque no muere sino aquél que CONSIDERAZIÓN XLV. 139 ha vivido, siendo nezesario, que en los que tienen que ser vivificados muera todo lo que es según la carne, así de afectos como de apetitos; entiendo, que habiendo de morir todo aquello en el regenerado, es obra de Dios, que luego que uno llega a la piedad, sea molestado i solizitado, no solo de aque- llos afectos i apetitos, de los que anteriormente era solizitado, sino también de otros, que no había ja- más sentido, diversos i aun mui extraños, paraque sintiéndolos vivos los mate, i matándolos se obre en él la rejenerazión tán perfecta como perteneze a los que son miembros del hijo de Dios Jesu Cristo nuestro Señor. De qué prozede el temor de la muerte en las personas piadosas : i que el contentarse el hombre de que haya otra vida, señal es de predestinazión> CONSIDERAZIÓN XLV. Queriendo entender de dónde prozede, que muchos, ajenos de piedád, se han ofrezido voluntariamente a la muerte, i la lian querido i deseado, i ellos mismos se han matado, i que muchos píos se contristan, i se lamentan, con la memoria de la muerte, no pudiendo reduzirse a contentarse con 140 CONSIDERAZIÓN XLV. morir, lo que según la razón humana debería ser al contrario, en cuanto los ajenos de piedad, o no creen en otra vida, o están dudosos de ella, o no piensan deber estar bien en ella, i en cuanto que los píos creen en otra vida, i están seguros de ella, i son zertificados de que estarán bien en ella ; — vengo a pensar de este modo: que entre los que son ajenos de piedád, algunos no teman la muerte, por alguna opinión de la cuál están persuadidos, i otros, porque tengan por cosa valerosa el no temerla : i otros aman la muerte, creyendo adquirir fama muriendo : i otros, porque les es molesto i penoso el vivir en nezesidád, o en deshonra: los cuales hazen, como el enfermo impaziente, que se pone a peligro de caer en una enfermedád mayor, ansiando salir de aquella menor que experimenta. En todos estos considero su propia temeridad, su propia locura, i su propia impazienzia. Luego pienso, que entre los píos que temen la muerte, al- gunos temen, porque no están del todo confirmados en la piedád, ni están del todo zertificados, de la justizia con la cuál se adquiere la vida eterna. Otros la temen por instinto natural, siendo obra de Dios, que los hombres teman la muerte, i amen la vida, paraque se conserven en el vivir. I otros la temen, por cuanto es dada a los hombres en pena del pecado, siendo obra de Dios, q ue el hombre sienta por castigo, lo que le es dado por castigo, CONSIDERAZIÓN XLV. 141 por sentenzia jenerál que toca a todos, así como toca a tocios el mal del pecado orijinál. En todos aquestos reconozco piedad, justizia, i santidad, si bien en los primeros presumo flaqueza i enfermedad, como la presumo también en aquellos píos, que sin sentir inspirazión interior, de que Dios quiere que mueran, desean i aman la muerte : porque este deseo no careze de algún jénero de impazienzia, semejante a la de aquellos que están ajenos de piedad. Por lo que me resuelvo, en que supuesto que en los ajenos de piedad, el no temer la muerte, i el amarla, proviene de temeridad, de locura, de impazienzia, i el temer la muerte, en los píos, proviene de piedad, de justizia, i santidad ; — que ni el ajeno de piedad tiene motivo del engreírse cuando no temiere la muerte, ni el pío tiene motivo de contristarse cuando se hallare temeroso en la muerte, conoziendo, que el temor le viene por flaqueza i enfermedad, por su poca zertidumbre i firmeza en la confianza, o le viene por la incli- nazión natural, o le viene por el sentimiento del castigo por el pecado, el cuál es eficaz en todos los que pertenezen col pueblo de Dios, aun cuando ellos no lo piensen así. Adonde, si uno dijere, que habiendo Cristo satisfecho por el pecado orijinál, no deberían los que son miembros suyos sentir Ice pena o el castigo en la muerte, le diré, que Cristo 142 CONSIDERAZIÓN XLV. no revocó la sentenzia dada contra todos nosotros, que nos obliga a la muerte, sino que la remedió con la resurreczión, de manera, que morimos por Adám, i resuzitaremos por Cristo, Tomo también otra resoluzión, esto es, que el pío, entonzes se contenta de la muerte, como pió, cuando con su muerte es ilustrada la gloria de Dios, como se contentaron los mártires cristianos : i cuando es la voluntad de Dios, que él muera: porque entiendo, que entonzes Dios le da el contento, de manera, que cuando una persona pía sintiere en sí un firme temor de la muerte, no pudiéndose reduzír a contentarse con morir, puede tenér por zierto, que Dios no la quiere remover, por entonzes, de esta vida: i debe pensar, que mientras teme, hazen en ella su efecto, la inclinazión natural, i el castigo del pecado : i así no se dolerá, ni se creerá menos piadosa por esto. Los ajenos de piedád, cuando menos temen la muerte, i cuando están mas reduzidos a contentarse con ella, si quieren dezír la verdád, confesarán, que si estuviese en su podér, no querrían que hubiese otra vida, porque no están ziertos de habér de estár bien en ella. I los que son píos, cuando mas temen la muerte, diziendo la verdád confesarán, que no se alegrarían de que no hubiese otra vida, sintiendo dentro de sí, que Dios no los ha criado para esta, sino paro, la otra. I este no contentarse el hombre CONSIDERAZIÓN XLV. 143 de sola esta vida, entiendo que es gran contrasena para poderse zertificár de su piedad, i de su predestinazión : porque tengo por zierto, que Dios, a aquellos a quienes está para dar vida eterna, les da también grandísimo amor, i grandísima afizión de ella : de manera, que aquél que sintiere en su ánimo un deseo, de que no hubiese otra vida, téngase por impío, aunque ame el morir : i no se desespere : porque si bién está fuera de la piedad, debe pensár, que Dios es poderoso para llevarlo a ella, como ha llevado, i lleva, a todos aquellos que han estado, i están en ella : i el que sintiere en su ánimo un amor a la vida eterna, no contentándose con la vida presente, téngase por pío, i por predestinado a la vida eterna, aunque tema la muerte: considerando todo lo que se ha dicho, i sobre todo, que también temió la muerte el unijénito hijo de Dios Jesu Cristo nuestro Señor. 144 CONSIDERAZIÓN XLVI. Que los que caminan por la senda cristiana, sin la luz interior del Espíritu santo, se asemejan a los que caminan de noche, sin la luz del sol. CONSIDERAZIÓN XLVI. Todos aquellos, que guiados solamente de su luz natural, i de su prudenzia humana, presumen de entender las cosas que son del espíritu de Dios, i caminar por el camino cristiano, esto es, vivir cristianamente, los comparo a un hombre, que con la luz sola de sus ojos, va de noche por un camino que está lleno de peligros, i de inconvenientes : i me pareze, que así como a este hombre, a vezes un tronco le parezerá un ladrón, i huirá, i un peñasco, un hombre armado, i temerá, i otras vezes, el agua le parezerá, piedra, i se mojará, i la sombra se le antojará un árbol, i queriéndose apoyár en ella, caerá por tierra ; — así ni mas ni menos, aquél que guiado de su luz naturál camina por el camino de Dios, algunas vezes queda espan- tado de cosas que no le deberían espantár, i otras vezes se asegura i descansa, en cosas en que no debería asegurarse, ni descansár, i así, caminando a tientas, va como atónito, i sin saber dónde. El que camina con la luz de la Escritura santa, i con los ejemplos de los santos, pero sin espíritu, le CONSIDERAZION XLVL 145 comparo al que camina de noche, llevando una candela en la mano, i no vá del todo a oscuras : mas, con todo, no va sin temor, ni en su ánimo va seguro, ni está zierto, de no haber de caer en muchos inconvenientes. Por donde entiendo, que así como al caminante, que he dicho que camina de noche con la luz sola de sus ojos, el mejor i mas sano consejo que se le pueda dar, es, que mientras dura la noche se pare en el camino, hasta que, salido que sea el sol, le muestre el camino, i las cosas que hai en él, i ayudado por la luz de sus ojos pueda el tal caminar ; — así, a aquél, que solamente con su luz naturál, con el testimonio de las Escrituras, i con el ejemplo de las vidas de los santos, camina por el camino de Dios, el mejor, el mas sano consejo que se le pueda dar, es, que se pare en el camino, mientras dura la noche de su propia zeguedád, hasta tanto que Dios le mande su espíritu, mediante el cuál pueda él con su luz naturál, i con su prudenzia humana, entendér bién el camino, i ver todo lo que hai en él. I si una per- sona me preguntare, diziendo, ¿ cómo haré yo para pararme en este camino f Le responderé : " No te ejerzites en cosa alguna, pretendiendo justificazión, ni relijión de ninguna suerte, ni de ninguna calidád : i ruega afectuosamente a Dios, que te envié su espíritu, que te sea como un sol en este camino, por el cuál tú con sola tu prudenzia no K 146 CONSIDERAZIÓN XLVI. sabes ni puedes caminar : i está atento, todo el tiempo que tardare Dios en mandarte su espíritu, aplicándote a todas las cosas que se te ofrezieren, en las cuales tu reconozcas verdadera piedád, sin mezcla alguna de superstizión : i conténtate con todo lo que Dios haze, i desconténtate de todo lo que tu hazes." Esto es lo que yo le diré : i entiendo, que así como si todo el sol saliese con todo su esplendor, ofuscaría de tal manera los ojos del caminante, que he dicho, que no podría servirse de ellos mas, que cuando era de noche ; así igual- mente, si el espíritu de Dios, diese de una vez, a una persona, todo el conozimiento que ha de darle en mucho tiempo, la ofuscaría, i la pondría en mayor confusión que antes. I porque esto es verdad, entiendo, que nuestro Dios, rico en liberalidád i en misericordia, nos dá su espíritu, i nos le dá de manera, que nos pueda aprovechár, i no danár : no según nuestros apetitos, sino según su eterna sabiduría, con la cuál, como buén padre, gobierna a los que le son hijos, estando incorporados en su unijénito hijo Jesu Cristo nuestro Señor. CONSIDERAZIÚN XI, VIL 147 Cuatro contraseñas para conozér a los que pretenden tener piedad i espíritu, no teniendo ni la una, ni el otro. CONSIDERAZIüN XLVII. Entendiendo, que los falsos profetas, délos cuales Jesu Cristo nuestro Señor nos aconseja que nos guardemos, porque se muestran ovejas, i son lobos, son propiamente aquellos, que habiéndose entro- metido en la piedad cristiana, pretendiendo por sus ejerzizios i por sus industrias adquirir el espíritu de Dios, i ser espirituales, i no habiendo podido salir con su intento, quedan siempre con sus ánimos impíos, aunque lo disimulan i finjan piedad, cuanto puede esta finjirse con extrañas superstiziones, i con otras zeremonias, que tienen aparienzia de piedad : i entendiendo, que la causa porqué nos dize Jesu Cristo nuestro Señor, que nos guardemos de estos, es, porque son la peste mas perniziosa que haya, para los que atienden a la piedád, en cuanto a que habiendo perdido la vergüenza al mundo, i habiendo renunziado a la honra i a la reputazión exterior, i habiendo per- dido el respeto a Dios, i a toda relijión, solamente atienden a hazér cuanto daño pueden a la piedád, i a las personas que atienden a ella, encontrando K 2 148 CONSIDERAZIÓN XLVII. la puerta abierta a esto, por la conversazión i comunicazión que tienen con las tales personas : i deseando que los hombres píos i espirituales conozcan a estos tales lobos, que se les muestran ovejas, i conoziénclolos, se guarden de conversar i platicar con ellos, con la senzilléz columbina, que han adquirido con el espíritu, usando la prudenzia serpentina que les es natural ; he con- siderado cuatro contrasenas, con las cuales podarán descubrir las personas espirituales, si el que viene a ellas, viene, llamado de Dios, o viene, por designio propio, llamado de su amor propio. Quiero dezír, si aquél, que despreziando la falsa relijión, que siguen los hombres del mundo, se quiere aplicar a la verdadera relijión, que siguen los hijos de Dios, viene, desengañado por su prudenzia, i por su razón humana, o puramente por la par- tizipazión del Espíritu santo. Porque entiendo, que los desengañados por prudenzia humana, siempre son impíos, i son perniziosos a las personas espirituales. La primer contraseña es, la mucha afizión a las cosas espirituales, deleitándose en ellas, i con ansia corriendo tras ellas. I llamo cosas espirituales, todas aquellas cosas que son propiamente del Espíritu santo, i son internas t i divinales, como la leczión de la santa escritura, los razonamientos de las cosas santas, la continua orazión, i la continua adorazión en espíritu, esto es, CONSIDERAZIÓN XLVII. 149 el contentarse siempre el hombre con todo lo que Dios haze, teniéndolo todo por santo, i por justo, i por bueno, en cuanto lo su fre la flaqueza de la carne. La segunda contrasena es, el total aborrezimiento de todas las conversaziones de hombres, i de todas las lecziones de libros, en los cuales no se vé alguna parte de Espíritu santo: porque entiendo, que el hombre que ha gustado verdaderamente la conversazión, i Ico leczión, de las personas, i de los libros, en los cuales hai Espíritu santo, no puede gustar de otros hombres, ni de otros libros : i si gusta de estos, es senál de que no gustó de los otros. La terzér contrasena es, aprobar las cosas del Espíritu sai do, los conseptos, i los conozimientos, i los sentimientos, que se adquieren por el Espíritu santo, i esto con el ánimo, i no con el injenio. La prudenzia humana aprueba, a vezes, las cosas espirituales, no con el ánimo, sino con el injenio, i por opinión, i no con sentimiento interno : i entiendo, que el hombre que con sentimiento interno las aprueba; conoze fazilmente cuando uno las aprueba con el ánimo, o con el injenio. La cuarta contraseña es, la mortificazión del ánimo i del cuerpo: del ánimo, en todos los afectos que son según el mundo, entre los cuales pongo prin- zipalmente la curios idád, de cualesquiér modo que ella esté pcdiada o aderezada: i del cuerpo, en todos los apetitos que son según la carne. La 150 CONSIDERAZIÓN XLVII. prudenzia humaría aprueba i enseña la mor- tificazión, mas por mucho que ella la apruebe i enseñe, no ha existido jamás, ni jamás existirá hombre, que sin espíritu cristiano, quiero dezír, que sin estar incorporado en Cristo, la adquiera, de tal suerte, que no pueda ser fazilmente conozida del hombre, que en parte la habrá adquirido por Jesu Cristo nuestro Señor. I por tanto, me resuelvo en esto, que las personas pías i cristianas podrán seguramente admitir a su conversazión i trato, a los hombres que vieren apegados a las cosas espirituales, i despegados i desenamorados de las cosas en las cuales no tiene parte el Espíritu santo, i a aquellos, por los cuales vieren ser aprobadas las cosas que son de Espíritu santo, i en los cuales verán verdadera mortificazión : teniendo por zierto, que no basta la prudenzia, ni la astuzia humana, a finjír, ni a disimulár en todas estas cosas, aunque baste en algunas de ellas, i en esto todavía, no en todo, sino en parte: i esta parte, es fazilmente descubierta por las personas pías i cristianas, a quienes perteneze usár la prudenzia serpentina, de manera, que sirviéndose de estas cuatro contraseñas, conozcan a los que vienen a ellos, mostrándose ovejuelas, siendo en realidad lobos: i obrando así, se servirán de la ayuda que nos dá Jesu Cristo nuestro Señór, CONSIDERAZIÓN XLVIII. 151 Que aquél que ora, obra, i entiende, entonzes ora, obra, i entiende como conviene ; cuando es inspirado a orar, obrar, i entender. CONSIDERAZIÓN XLVIII. Entiende san Pablo (Rom. viij.), que entre las otras cosas en las cuales, en nuestras flaquezas i enfermedades, somos favorezidos i ayudados por el espíritu de Dios, una es la orazión : i así dize, que no sabiendo nosotros cómo conviene orar; el espíritu de Dios ora por nosotros. De adonde entiendo, que entonzes el Espíritu santo ora por nosotros, cuando nos mueve : i nos mueve a orar, porque entonzes El ora en nosotros. I entiendo, que quien ora con espíritu de Dios, pide aquello que es la voluntad de Dios, i así alcanza lo que quiere : i quien ora con espíritu suyo propio, pide lo que es su propia voluntad, en lo cuál consiste el no saber qué ni cómo, conviene orar. Es el ánimo humano presuntuoso i arrogante, i no queriendo conzedér que no sabe qué, ni cómo, conviene orár, dize: Pediré a Dios que haga su voluntád, i así no podré errár : i no considera, que el rogár esto, dimana de mas no podér, i que 152 CONSIDERAZIÓN XLVIII. acaso no le está bien, ni le conviene, que Dios haga su voluntad, como no convenia a Ezequías, cuando le fué intimada la muerte : ya que no sabe cómo se contentará, i se conformará con la voluntád de Dios. No queriendo, ni aun con esto, darse el hombre por venzido, dize : Pediré a Dios, que haga, que yo me contente de lo que fuere su voluntád, i así azertaré : i no considera, que con frecuenzia le está mejor al hombre, no contentarse, ni con- formarse con la voluntád de Dios, como le estuvo mejor a Ezequías, i como está mejor a aquellas per- sonas, que doliéndose i quejándose de lo que Dios haze, vienen a reconozerse ellas mismas, i a conozér a Dios, i a humillarse ellas mismas, i a ensalzár a Dios: de suerte, que quiera, o no quiera el ánimo humano, esforzado a confesár lo que dize san Pablo, que no sabemos qué, ni cómo debamos orár : i quien esto confiesa, entendiendo por el mismo san Pablo, que el espíritu de Dios ora por nosotros, i en nosotros, se aplicará a rogár a Dios que le dé su espíritu, que ore por él, i en él. Cuando el que ora con espíritu humano, dize aquellas palabras del Pater noster, " Fiat voluntas tua? si bién son las palabras dichas con el espíritu de Dios, no ora con el espíritu de Dios, porque no ora inspirado, sino ensenado. I san Pablo no dize, que el Espíritu santo nos ensene a orár, sino que ora por nosotros, i que ora en nosotros. CONSIDERAZIÓN XLVIII. 153 Añadiré a esto, que los que oran con el propio espíritu, cuando alcanzan lo que piden en la orazión, sienten en sus ánimos, una alegría mezclada con soberbia i con propia estimazión : i los que oran con Espirita santo, alcanzando lo que piden en sus oraziones, sienten grandísima alegría, mezclada con humildad, i con morti- ficazión : i tengo peora mi, que estos sentimientos son bastantes, a dar entero conozimiento a una persona, de si ora con espíritu propio, o con Espíritu santo. Bien es verdad, que si uno, no ha orado jamás con Espíritu santo, no puede hazér esta diferenzia. Oraba Cometió con Espíritu santo, antes de que san Pedro fuese a su casa, mas no entendía que oraba con Espíritu santo : i entendiólo, después que mediante san Pedro alcanzó de Dios todavía mas de lo que pretendía, no ya el espíritu de Dios, que oraba por él, i en él, sino el propio Cometió en su ánimo : de manera, que muchas vezes ora el espíritu de Dios en no- sotros, i por nosotros, sin que nosotros sepamos que sea Espíritu santo aquello que ora, i qué cosa sea lo que orando pide. Lo mismo entiendo en el obrár, que en el orár : pues que san Pablo pone también entre los dones del Espíritu santo el de ministrár, esto es, servir al prójimo, i el ejerzizio de la caridád: i entiendo, que por cuanto nosotros no sabemos qué, ni cómo, ni cuándo debamos obrár, 154 C0NSIDEKAZ1ÓN XLVIII. nos dá Dios su espíritu, que obre en nosotros. La prudenzia humana, que siempre se opone al espíritu de Dios, pretende saber obrar, i cuando obra, obra por utilidád suya propia, obra por su propia gloria, i para su propia satisfaczión, no puramente por utilidád de su prójimo, no por gloria de Dios, no para satisfaczión de los que aman a Dios: i por eso no sabe cómo, ni cuándo haya de obrar. Por el contrario, el Es- píritu santo obra por utilidád del prójimo, para satisfaczión de los que aman a Dios, i obra por gloria de Dios. Cuando el que obra por espíritu humano, imita las obras de los santos, sigue la doctrina de los santos, no entiendo que obra con Espíritu santo, sino con espíritu propio : supuesto que no obra inspirado, sino enseñado. I san Pablo dize, que es don del Espíritu santo, el obrar por Espíritu santo. Los que obran con prudenzia humana, hallan alegría en sus obras, pero mezclada con arroganzia, i con presunzión. I los que obran con Espíritu santo, hallan también ellos alegría en sus obras, pero diferentísima, i mezclada con humildad, i mortificazión, de manera, que exa- minando una persona su ánimo después que ha obrado, podrá con esta considerazión entender, si ha obrado en ella la prudenzia humana, o el espíritu de Dios. Bién es verdad, que el que no ha obrado nunca con el espíritu de Dios, no puede CONSIDERAZIÓN XLVIII. 155 hazér esta diferenzia. En Cometió considero, en el obrar, lo mismo que he considerado en el orar : obraba con Espirita santo, mas no entendía que era Espíritu santo, i entendiólo, cuando vio, i sintió en si, lo que resultó de su obrar, I entre lo que obraba i oraba Cornelio con Espíritu santo, i antes que conoziese a Cristo, i rezibiese el Espirita santo, i lo que oró i obró con Espíritu, santo, después que hubo conozido a Cristo, i rezibido el Espíritu santo ; hago yo esta diferenzia, que antes orando i obrando, no entendía que oraba i obraba por Espíritu santo. Lo que entiendo en el orar, i en el obrar, entiendo igualmente en los cono- zimientos de Dios, i en la intelijenzia de la santa Escritura, considerando, que san Pablo pone también por don de Espíritu santo estas inteli- jenzias : entendiendo, que no sabiendo laprudenzia humana entendér las cosas del espíritu de Dios, clá Dios su espíritu, a los que son suyos, paraque se las enseñe. Es el ánimo humano soberbio i altivo, en esta parte, como en todas las otras : por lo que, preponiéndose al Espíritu santo, vase ayu- dando cuanto puede, para llegar con la propia intelijenzia i juizio, a conozér a Dios, i entender la sagrada Escritura. I es cosa marabillosa, que cuanto mas él se afana en esto, tanto mas se inhabilita, tomando, i entendiendo las cosas de Dios, i del espíritu de Dios, en el sentido contrario. 156 CONSIDERAZIÓN XLVIII. / por el contrario, los que entienden i conozen el Espíritu santo, cuanto mas se aplican a entender i conozér, tanto mas entienden i conozen. Cuando el que conoze, i entiende las cosas de Dios, va con propio injenio, i con propio juizio, si bien en- tiende lo que han entendido los santos, no alcanzo yo que conozca i entienda con Espíritu, santo, sino con prudenzia humana, entendiendo i co- noziendo, enseñado i no inspirado: i san Pablo quiere, que sea don de Espíritu santo, el conozér con Espíritu santo. El que conoze i entiende las cosas de Dios con su propio injenio i juizio, halla la satisfaczión, que halla en los otros conozimientos, i en las otras intelijenzias de las cosas humanas, i de las escrituras de los hombres, i con la satis- faczión de mirar en esto, siente en el ánimo soberbia i estimazión propia: i el que entiende i conoze con Espíritu santo, halla en aquello que conoze i entiende, satisfaczión diferentísima de la que halla en las otras cosas que conoze i entiende ; i siente en el ánimo humildad i mortificazión : de manera, que por el sentimiento que halle una persona en su ánimo, cuando adquiriere un co- nozimiento de Dios, i cuando entendiere un lugár de la santa Escritura ; podrá juzgár, si ha conseguido aquél conozimiento, i aquella inteli- jenzia, con injenio i juizio propios, o con espíritu de Dios. Si el sentimiento fuere de soberbia, i CONSIDERAZIÓN XLVIII. 157 estimazión propia, juzgando que lo que ha co- nozido i entendido, es con su injenio i juizio ; no se afirmará en ello: i si el sentimiento fuere de humildad i mortificazión, juzgando que lo que ha conozido i entendido, es con Espíritu santo; se afirmará, i se fortificará en ello. Bien es verdád, que quien jamás conozió, ni entendió con Espíritu santo, no puede hazér esta diferenzia. De estas tres consideraziones, vengo a tomár esta resoluzión : que así para orár según conviene, como para obrár, i como para conozér i entender, i como también para todas las otras cosas, en las cuales nos ejerzitamos con el ánimo i con el cuerpo en la vida presente ; tenemos nezesidád del gobierno del espíritu de Dios, sin el cuál, aunque nos sea enojoso, debemos confesár, que no sabemos orár como conviene, i que no sabemos conozér ni entendér como conviene. Con esta confesión pediremos si- empre a Dios su Espíritu santo, i El nos le dará por Jesu Cristo nuestro Señor. 158 CONSIDERAZIÚN XLIX. De qué proviene que la prudenzia humana no quiere atribuir a Dios todas las cosas : i de qué modo se le deben atribuir. CONSIDERAZIÓN XLIX. Por tres causas entiendo que los hombres, en- ganados por el juizio de la prudenzia humana, no quieran confesar, que toda cosa viene de Dios. La primera, por no privarse de sus méritos por sus buenas obras, entendiendo, que se privarían de ellos, cuando se atribuyese a Dios toda cosa : puesto que en sus buenas obras se consideraría la bondad de Dios, i no la de los hombres. La segunda causa entiendo que es, porque juzgando los hombres las obras de Dios con el mismo juizio, con el cuál juzgan sus obras propias, tienen por malo en Dios, aquello que tienen por malo en los hombres malos : i pareziéndoles cosa mala i absurda, el atribuir cosa mala a Dios, que es sumamente bueno, i la propia bondad ; se resuelven en no querer atribuir a Dios toda cosa. La terzera causa entiendo que es, porque piensan, que si creyesen los hombres que Dios hiziese toda cosa, se harían disolutos en su vivir, lizenziosos, viziosos, e insolentes, i dejados en el socorrer, ayudar, i favor ezér a sus prójimos, diziendo cada uno de CONSIDERAZIÓN XLIX. 159 ellos entre sí : " Sí yo vivo mal, es porque agrada a Dios que viva así: i El mismo, cuando le pa- reziere que yo viva bien, me hará vivir bién." I de su prójimo diziendo : "Si el tal, está menesteroso, atribulado, i aflijiclo, es porque así agrada a Dios, i cuando le agradare de que así no esté, le sacará de la nezesidácl, i de las tribulaziones, i de la afliczión : por lo cuál no es nezesario que yo me ocupe en esto." A estas tres causas, o razones de la prudenzia humana, entiendo que llanamente puede responderse, de este modo. A la primera, que si los hombres se conoziesen a sí mismos, en sí mismos reconozerían, rebeldía, iniquidád, i pecado, i en sus obras amor propio, i propio interés: i así no pretenderían granjeár mérito por sus obras : i no pretendiéndolo, sería quitada la primera causa de la impiedád en que caen fazilmente aquellos, que a los ojos del mundo son justos i santos: porque estos propiamente son los que buscan méritos en sus obras: i de este inconveniente están libres, aquellos que conoziendo el ser i la naturaleza del hombre, renunzian a sus méritos, adhiriéndose únicamente ce la justizia de Dios ejecutada en Cristo. A la segunda causa i razón, se puede respondér, que si a los hombres pareze cosa mala i absurda, que Dios endureziese el corazón de Faraón, haziéndole pecar en no permitir pasár al pueblo de Dios : i que Dios 160 CONSIDERAZIÓN XLIX. mandase a Semei que pecase, maldiziendo a David : i que Dios hiziese pecar a aquellos, a quienes dize la sagrada Escritura que dió espiritu de error : i que ordenase, que pecase Judas vendiendo a Cristo : i que Dios obzecase a aquellos de quienes habla san Pablo en Rom. i., paraque cayesen en suzios i abominables pecados : i que si igualmente pareze a los hombres absurda i mala cosa, que Dios haga de este modo con otros muchos hombres, no es porque las cosas sean en si malas i absurdas, sino porque son obras del Espiritu santo, i juz- gándolas los hombres con prudenzia humana, con la que no pueden entender el divino secreto que hai en ellas, vienen a juzgar falsamente de ellas, habiéndose con Dios en esto, como se han con los Prinzipes los hombres temerarios, juzgando mal de ellos, cuando por el buen gobierno, i por la común utilidad hazen alguna cosa, que redunda en daño de algunos particulares, no considerando ni penetrando el intento que el Prinzipe tiene, en que aquellas cosas sean asi hechas, pues si lo considerasen i entendiesen, juzgarian bien de las cosas, i de los Prinzipes que las hazen. Quiero dezir, que de esta misma suerte los hombres teme- rarios, porque no entienden el intento que tiene Dios en sus obras, las juzgan mal, los cuales, pretendiendo piedad, no las quieren atribuir a Dios : i si conoziesen i entendiesen el intento que CONSIDERAZIÓN XLIX. 161 tiene Dios en las cosas que ellos juzgan malas, las tendrían i juzgarían por buenas: i así no ven- drían a privar a Dios, de su particular providenzia en toda cosa. I ziertamente, si estos hombres considerasen, que endureziendo Dios el corazón de Faraón, paraque pecase, no dejando salir al pueblo de Dios, pretendió ilustrar su gloria, i mostrar su potenzia en favorezér a su pueblo; contarían la dureza del corazón de Faraón, entre las obras de la misericordia de Dios, pues que de ella resultó la libertad del pueblo de Dios. Este mismo juizio harían de las maldiziones de Semei, i del vender Judas a Cristo, i de los pecados de aquellos de quienes habla san Pablo, en el primer Cap. de la Epístola a los Romanos : i el mismo juizio hadan, en todas las obras de los hombres, no dudando atribuirlas todas a Dios, investigando el secreto juizio que hai en ellas, como le investigan las personas piadosas, a las que muchas vezes aconteze, que tienen por error una cosa suya, o ajena, por no saber el intento que Dios tiene en ella: i después, con el tiempo, conoziendo el intento que Dios tiene en ella, la tienen por cosa mui zierta. I a las mismas acaeze f recuentes vezes, que tienen por bien hecha una cosa, que luego, con el tiempo, conozen que era mal hecha. Acaézeles esto, tal vez, porque no están bien atentas a considerar los juizios de Dios, i tal vez, porque no siempre aplaze a Dios L 162 CONSIDERAZIÓN XLIX. que entiendan ellas, lo que Él 'pretende en sus obras: como quizá no le agradó, que Moisés i Aarón entendiesen lo que pretendía con la dureza de Faraón, a fin de que no dejasen de instarle, paraque dejase salir al pueblo de Dios. Por donde pareze, que la piedad del hombre consista, en aplicar su ánimo a entender aquello que Dios pretende en sus obras, mayormente en las que parezen absurdas i malas, i en venerár i aprobar las que no entiende, teniéndolas a todas por santas, justas, i buenas. A la terzera causa i razón que los hombres hallan, para no confesár que Dios haze toda cosa, se puede con eficazia respondér, i con la propia experienzia, que los hombres que creen, i tienen por zierto, que Dios haze toda cosa, por la misma causa, que están en esta zerteza, son píos i justos : i siendo píos i justos, son en sí mismos templadísimos i modestísimos, i son con sus prójimos misericordiosísimos, dilijentísimos, i líber alísimos, en cuanto que la piedád i la justizia, mortifican en ellos, tanto los apetitos de la sensualidad, que los podrían hazér viziosos e insolentes, cuanto los afectos del ánimo, que los podrían hazér interesados, i amadores de sí mismos, i por consiguiente dejados para con sus prójimos : prozediendo en ellos esta mortificazión, en parte por la unión que tienen en sus corazones con Dios, no olvidándose nunca de Dios, i prinzipalmente, CONSIDERAZION XLTX. 163 por la incorporazión, con la cuál están incorporados en la muerte de Cristo, el cuál matando en la cruz su carne, mató juntamente la de todos aquellos, que creyendo en El, se hazen miembros suyos. I los que están en esto, no llegan jamás a disculpár su vida lizenziosa, con la vivazidád de sus ánimos, diziendo, que plugo que así fuesen hechos : antes bien, hallando en sí algún vizio, i hallando en sus ánimos alguna vivazidád, conozen las reliquias de su propia iniquidad, rebeldía i pecado, i piden a Dios que se las mortifique, como ha mortificada lo demás : ni se vuelven jamás dejados, en ayudár i favorezér a sus prójimos : sino en cuanto, que muriendo en ellos los afectos que son según la carne, i la prudenzia humana, i reviviendo los que son según el espíritu, no se mueven con afecto ansioso de carne, mas muévense con afecto moderado de espíritu: i en cuanto no sienten en sí propios, movimiento alguno, a ayudár i socorrer a sus prójimos, conozen que Dios lo quiere así. Digo esto, porque las personas que están en esta piedád, teniendo estrecha cuenta con sus movimientos interiores, tienen por voluntád de carne aquellos, que no son según lo que conozen ser la voluntád de Dios : i tienen por voluntád de espíritu aquellos, que conozen ser conformes a la voluntád de Dios: haziendo este juizio por el deber de la piedád, i por el deber de la justifi- L 2 164 GONSIDERAZION XLIX. cazión, i por lo que ensenan las santas Escrituras, antiguas i nuevas : i estando atentos a esto, venzen los movimientos que son según la carne, i ejecutan aquellos que son según el espíritu : i si bien tienen su imperfeczión por voluntad de Dios, su deseo es, de hazerse perfectos : i si bien tienen por voluntad de Dios, el padezér de sus prójimos, tienen también por voluntad de Dios, sus impulsos, a ayudarlos i favorezerlos : i conoziendo en la propia im- perfeczión, i en el padezér de sus prójimos, la voluntad de Dios, que es con ira, i conoziendo en sus propios deseos de perfeczión, i en sus propios impulsos de socorrér a sus prójimos, la voluntad de Dios, que es con misericordia, amando la voluntad que es con misericordia, i huyendo de la que es con ira, atienden a la perfeczión, i atienden a socorrér a sus prójimos, estándose quedos, cuando no entienden movimiento, o impulso ninguno en- tendiendo que Dios quiere, que se estén quedos. Habiendo dicho lo que mueve a los hombres, a no atribuir a Dios todas las cosas, i lo que se les puede respondér ; diré ahora lo que siento en torno a esto, remitiéndome a mas perfecto i espiritual juizio. Considero en Dios dos voluntades, como ya, otras vezes he considerado: una mediata, por cuanto obra por estas que llamamos causas se- gundas, i la otra inmediata, en cuanto obra por si mismo. A la inmediata, entiendo que están CONSIDERAZIÓN XLIX. 165 sujetos los hombres por el pecado original : i de la mediata, entiendo que están libres i exentos los hombres, por la rejenerazión, mas de un zierto modo. Yo pienso, que en el huir el hombre de aquellas cosas, las cuales, por esta voluntad me- diata, le podrían hazér mal, i en aplicarse a aquellas cosas, las cuales, por la misma, le podrían hazér bien; consiste el libre arbitrio del hombre, perteneziendo todas aquellas cosas al bien estar, 0 al mal estar exterior i corporal, al vivir vizioso, o virtuoso, en lo exterior. De la voluntad inmediata, entiendo que están sujetos generalmente todos los hombres, obrando Dios en ellos, en unos con amor, 1 en otros con aborrezimiento : en unos con ira, i en otros con misericordia: en unos con favor, i en otros con disfavor. I esta voluntád de Dios entiendo que es aquella, a la cuál, dize san Pablo, que los hombres no pueden hazér resistenzia: i entiendo que esta usa Dios, ilustrando su gloria, i mostrando su omnipotenzia en aquellos que son suyos, de manera, que en esta voluntád de Dios, haya dos partes, o dos voluntades, una de abor- rezimiento, de ira, i disfavor : la otra de amor, de misericordia, i de favor. La primera, entiendo que cayó sobre Faraón, sobre Semei, i sobre aquellos, a quienes Dios dió espíritu de error, i sobre Judas, i sobre aquellos " quos tradidit Deus in reprobum sen&um:" i esta misma entiendo que cayese sobre 166 CONSIDERAZIÓN XLIX. todos aquellos que son vasos de ira, como fué Nerón, i como fueron, i son, i serán todos aquellos, que con malignidad persiguen el espíritu cristiano, en los que son miembros de Cristo. Entiendo, que todos estos hazen la voluntad de Dios, sin ellos entender, que esta es la voluntad de Dios : parque si la entendiesen, dejarían de ser impíos, i serían píos. La voluntad de Dios de amor, de miseri- cordia, de favor, entiendo en Moisés, en Aarón, i en David, i en los santos de la Lei : i la entiendo en san Juan Bautista, i en los Apóstoles, i en los mártires, e igualmente en todos aquellos, que son llamados por Dios á la partizipazión del Evanjelio, todos los cuales entiendo, que cumplen la voluntad de Dios, porque en esto consiste la piedad: i entiendo, que ni Faraón, ni Judas, ni los que son vasos de ira, podrían dejár de serlo : ni Moisés, ni Aarón, ni san Pablo, ni los que son vasos de misericordia : de suerte, que Judas no pudo dejár de vendér a Cristo, ni san Pablo pudo dejár de predicar a Cristo. Entiendo, finalmente, que en las cosas que se hazen en el mundo, por la mediata voluntad de Dios, los que son vasos de ira, conozen el orden natural, i conozen la bondád, o la ma- lignidád de los hombres. I entiendo, que en las mismas cosas, los que son vasos de misericordia, conozen, en el orden natural, la voluntad de Dios, que puso este orden: i en lo que es, o pareze, CONSIDERAZIÓN XLIX. 167 bondad o malignidad de los hombres, conozen, con la voluntad de Dios, la bondad, i la malignidad de los hombres. Entiendo, asimismo, que en las cosas que se hazen por inmediata voluntad de Dios, los que son impíos, no conozen mas que sus propias voluntades, i las de aquellos que las hazen : i entiendo, que en las mismas, los que son píos, conozen la voluntad de Dios : atribuyéndolas todas a Dios, considerando en aquellos que son vasos de ira, como Faraón, Semei, Judas, i Nerón, la voluntad de Dios con ira, con odio, i con disfavor : i conoziendo en aquellos que son vasos de miser i- cordia, como en los del pueblo hebreo, i los del pueblo cristiano, la voluntad de Dios con amor, con misericordia, i con favor : i de este modo, sin hazér injuria a Dios, sin depravazión de ellos mismos, i sin perder la caridad, antes bien ilus- trando la gloria de Dios, mortificándose, i creziendo en caridad, vienen a creer que Dios haze todas las cosas, de ellas, con su voluntad mediata, i de ellas, con su voluntad inmediata: unas como en vasos de odio, de ira, i disfavor, i otras como en vasos ele amor, de misericordia, i de favor: i estos son los que, entre todos los hombres, son píos, conoziendo a Dios : i son justos, conoziendo al hijo de Dios Jesu Cristo nuestro Señor. 168 CONSIDERAZIÓN L. En qué consiste la depravazión del hombre, i en qué con- siste su reparazión. En qué consiste la perfeczión cristiana. CONSIDERAZIÓN L. Considerando lo que entiendo i conozco del ser de Dios, en cnanto es impasible e inmortal, i en cuanto es sabio, justo, i misericordioso, fiel i veraz: i considerando lo que entiendo i conozco del ser del hombre, en cuanto es pasible i mortal, i en cuanto es ignorante, impío, vengativo, falso i embustero: i entendiendo por el testimonio de la santa Escritura, que el hombre en su creazión primera fué criado a imajen i semejanza de Dios ; vengo a entender, que hai tanta diferenzia del ser en que Dios crió al hombre, al ser en que ahora se encuentra, cuanta hai, del ser que conozco de Dios, al ser que conozco del hombre. I sabiendo, por el testimonio de la santa Escritura, que por el pecado del primer hombre, de aquél ser perfecto, i semejante al ser de Dios, ha venido el hombre a este ser imperfecto, i semejante al ser de los otros animales, en cuanto al cuerpo, i al ser de los malos espíritus, en cuanto al ánimo; vengo a entender, que el mal que ha venido al jénero humano por el pecado del primér hombre, consiste en esto : que de impasible, se ha vuelto pasible, sujeto al frío i al CONSIDEEAZIÓN L. 169 calor, al hambre i a la sed, i a todas las demás incomodidades corporales; i de inmortal, se ha vuelto mortal, sujeto a la muerte; i de sabio, se ha vuelto ignorante ; de justo, implo ; de miseri- cordioso, vengativo; de fiel, falso; i de veraz, mentiroso. Adonde entiendo, que porque el mal en que cayó el humano linaje por el pecado, toca a los hombres en los cuerpos i en los ánimos ; la grazia, que Dios ha querido hazér al humano linaje, por medio de Jesu Cristo nuestro Señor, toca igualmente a los cuerpos i a los ánimos : i así es, que luego que el hombre es llamado por Dios, i azepta por suya la justizia de Dios ejecutada en Cristo, haziéndose miembro de Cristo, comienza a gozár de la primer reparazión, que es la del ánimo, i es por la muerte de Cristo : i es también zierto, que el hombre que partirá de esta vida, miembro ya de Cristo, gozará de la postrera reparazión, que será la del cuerpo, i será por la resurreczión de Cristo, i será en la resurreczión jenerál de todos los hombres : de manera, que los que son miembros de Cristo por la muerte de Cristo, reparan el mal de sus ánimos, en la vida presente, sino en todo, a lo menos en parte ; i repararán, por la resurreczión de Cristo, el mal de sus cuerpos en la vida eterna: i entonzes, habrán recuperado enteramente aquella imajen i semejanza de Dios, con la cuál fueron criados, 170 CONSIDERAZIÓN L. siendo en los cuerpos impasibles e inmortales, i siendo en los ánimos, justos, sabios, misericordiosos, fieles, i verazes, en lo que entiendo que consiste toda la felizidád nuestra. Después de haber entendido todo esto, me resuelvo, en que el propio ejerzizio del cristiano en la vida presente, es el atender a la reparazión de su ánimo, i a recobrár la imajen i semejanza de Dios, con la cuál fué criado : i aunque, como he dicho, tanto se recobre de esta, cuánto hai (por dezirlo asi) en el hombre, de incorporazión en la muerte de Cristo ; todavía, entiendo, que perteneze al cristiano ejerzitarse en recobrarla de este modo. Cuando, por la depra- vazión de su ánimo, fuere solizitado a impiedad, recordándose de que Dios es justo, dirá, no, que a mí perteneze ser justo, i no impío. Cuando fuere solizitado a venganza, recordándose de que Dios es misericordioso, dirá, no, que a mí perteneze ser misericordioso, i no, vengativo. Cuando fuere so- lizitado a ira, recordándose de que Dios es pa- ziente, dirá, no, que a mí perteneze ser paziente i no iracundo. Cuando fuere solizitado a false- dád i mentiras, recordándose de que Dios es fiel i veráz, dirá, no, que a mí perteneze ser fiel i veráz. Cuando fuere solizitado a querér ser estimado i apreziado por los hombres del mundo, recordándose de que Dios es [cual] peregrino i forastero en la presente vida, dirá, no, que a mí perteneze ser CONSIDERAZIÓN L. 171 peregrino i forastero con Dios, para ser del todo semejante a Dios. I, finalmente, cuando fuere solizitado a cosa, que pueda redundar en darlo del prójimo, de cualquier modo que se quiera, recor- dándose de que Dios ama tanto a los hombres, que por reparar el mal i el daño en que se habían prezipitado, entregó a la muerte a su propio Hijo, dirá, no, que a mí perteneze, tener amor i ca- ridád. I discurriendo así por todas las cosas, con las que uno puede ser solizitado por sus propios afectos, por la depravazión del ánimo, hallará en Dios perfecziones con las cuales podrá reprimirlas, i así poco a poco, irá aumentando en sí, la reparazión del ánimo, que es la pri- mera, i se irá habilitando cada vez mas, para la reparazión del cuerpo, que será la última. I en este ejerzizio entiendo que consiste la perfeczión cristiana. Quiero dezír, que tánto es uno cristiano, mas o menos perfecto, en la vida presente, cuánto, ocu- pándose mas o menos en este ejerzizio, gana mas o menos de la parte, que se adquiere en la presente vida, de la imajen i semejanza de Dios, con que fué criado. I entiendo, que por esto Jesu Cristo nuestro Señor concluye sus razonamientos sobre la perfeczión cristiana, diziendo : " Estote perfecti, sicut pater vester coelestis perfectus est : " como si hubiese dicho : Finalmente os digo, que atendáis 172 CONSIDERAZIÓN LL a ser semejantes a Dios en la perfeczión : El es perfecto, vosotros cuidad de ser perfectos como El es. I esta es propiamente amonestazión cristiana, porqué es de Jesu Cristo nuestro Señor. De qué modo se haze Dios sentir, i de qué modo se deja Dios ver. CONSIDERAZIÓN LI. Habiendo muchas vezes dicho, que a las personas que han entrado en el Reino de Dios, azeptando la grazia del Evanjelio, haze Dios sentir su pre- senzia, i que a las mismas, deja ver su presenzia ((per speculum in cenigmate" como dize san Pablo : paso a dezir ahora, que sin comparazión alguna, es mayor el favor que Dios haze a aquellos, a quienes Dios deja ver su presenzia, que el que haze a aquellos a quienes haze sentir su presenzia: en cuanto, que él que la vee, es nezesario que la sienta, mas él que la siente, no es preziso que la vea : quiero dezir, en cuanto que el ver, no puede estar sin el sentir, mas el sentir puede estar sin el ver. Para ser bién entendido, digo esto: que entónzes entiendo, que sienta el hombre la presenzia de Dios, cuando amando, i creyendo, confiando i es- padando, i cuando orando, obrando, i entendiendo, CONSIDERAZIÓN LI. 173 siente realmente i con efecto, que a amár i creer, i a confiar i esperar, i también a orar, obrar i entender, es instituido i movido por el Espíritu santo, sintiendo que el Espíritu santo es él que le inspira a amar i creer, i a confiar i esperar, i es El propio, el que en él ora, obra, i entiende: porque así es como en todos estos ejerzizios, sintiendo el favor del Espíritu santo, siente la presenzia de Dios. Luego digo, que entónzes el hombre vée la presenzia de Dios, cuando por grazioso favor de Dios le es mostrado, de qué manera sustenta Dios todas las cosas que ha criado, en el ser propio en que las crió: i de qué manera, fcdtándolas Dios, o apartándose un poco de ellas, dejarían ellas de existir. Para bién penetrar en esta conside- ración, voi figurándome, lo que se vee ordina- riamente en la casa de un Papa, donde todos los que están en la casa, dependen de él, i son mantenidos por él, en el grado, i en la dignidád, en que los tiene puestos: i muriendo el Papa, se deshaze toda la casa, i deja de existir, de manera, que él que era secretario, ya no lo es, i lo mismo digo de todos los demás ofiziales de la casa, todos los cuales, a la muerte del Papa, pierden aquél ser que les daba la vida del Papa. Pasando mas adelante considero lo que por experienzia se entiende de un hombre, el cuál, en tánto es hombre, en cuánto su alma está en su cuerpo, siendo todo 174 CONSIDERAZIÓN LI. él sustentado por benefizio de ella: quiero dezír, que los miembros del cuerpo, en tanto ejerzen sus funziones, en cuánto el alma está dentro del cuerpo : partida el alma, desházese el cuerpo, i tórnase tierra, de manera, que los que antes eran ojos, ya no lo son; i lo mismo digo de todos los demás miembros del cuerpo, todos los cuales, partida el alma del cuerpo, pierden aquel ser que tenian por la presenzia del alma en el cuerpo. En la casa del Papa, porque basto yo con mi injenio, i con mi juizio, para considerár i ver lo que he dicho, me basta bien ver i considerár la presenzia del Papa, su providenzia, su bondád, liberalidád, i justizia, en cuanto mantiene su casa en buen orden, i con buen gobierno. I por cuanto basto yo, con mi injenio i discurso, para entender por experienzia, que partida el alma del cuerpo, deja el hombre de ser lo que era, zesando cada uno de sus miembros de ejerzér la funzión que ejerzía ; también basto para entender por experienzia, cómo el ser que tiene el cuerpo, le viene del alma, i que ella es la que gobierna, cual conviene, cada uno de los miembros del cuerpo, haziendo que sirvan para lo que fueron criados. I así entiendo, que hai en el alma, providenzia, i discrezión, i todas las otras cualidades buenas, anejas a esto. Mas respecto a Dios, por cuanto no basto yo, ni con mi injenio, ni por experienzia, para entendér en qué CONSIDERAZIÓN LI. 175 manera dependen de El todas las cosas, de modo, que faltándolas Él, faltarían ellas; no puedo ver, por mí propio, lo que en la casa del Papa, ni entender lo que en el hombre entiendo, aun cuando por lo que o ir/o dezír, i por lo que leo, puedo imajinarlo : mas faltándome el ver, i faltándome el entender por experienzia, no me puedo zertificár en ello, hasta que el mismo Dios no me deja ver i entender, cómo es esto, mostrándome su presenzia, la cuál entiendo que consiste en esta demostrazión, i en esta unión. Entiendo, además de esto, que sería grande satisfaczión, para el criado favorito del Papa, cuando el Papa fuese inmutable, e inmortál, ver, que su ser, i su mantenimiento en aquél grado, le vienen del Papa, i cuelgan de la vida, del Papa: i entiendo también, que seHa grandísima satisfaczión, ver tino realmente, i de hecho, de qué manera, el ser, i el sostenimiento de su cuerpo, dependen de su alma. I entiendo, que sin comparazión alguna, es mas alta i mas ex- zelente, que ninguna de esas, la satisfaczión, la gloria, i el contento, que sienten en si, las personas, que ven, de cualesquiér modo, de qué suerte Dios sustenta i mantiene todas las cosas, dándolas ser, i dándolas vida, de tal manera, que sin El, dejarían de ser, i de vivir : porque con esta visión, se conozen, i se sienten favorezidas por Dios, i con la misma, se aquietan i aseguran en sus ánimos, entendiendo, 176 CONSIDERAZIÓN LII. que están sustentadas i gobernadas, por el que tiene en su poder toda cosa : i con la misma visión, por nueva manera, conozen en Dios omnipotenzia, prudenzia, justizia, misericordia, verdad, i fide- lidad: i conoziendo esto, crezen en el amor de Dios, en la fé i confianza en Dios, i en la pazienzia con que esperan la vida eterna. I viene así a suzedér lo que dije al prinzipio: que viendo el hombre la presenzia de Dios, comienza en la vida presente, a gustar en parte, aquello que en la vida eterna gustará enteramente, con Jesu Cristo nuestro Señor. Que el cristiano debe acabar con el afecto de ambizión, que consiste en acrezér: i también con el que consiste en conservar. CONSIDERAZIÓN LII. Entendiendo que Jesu Cristo nuestro Señor dize a todos nosotros los que somos cristianos, que aprendamos de él la humildád de corazón. I entendiendo también, que san Pablo nos amonesta, a que reduzcamos nuestros ánimos, a lo que conozemos de Jesu Cristo nuestro Señor, el cuál siendo hijo de Dios, se humilló hasta tomár forma de hombre, haziéndose hombre; vengo a conozér, que así como la humildád del ánimo, es la cosa CONSIDERAZIÓN LII. 177 mas provechosa al cristiano, así también, el afecto de la ambizión, que es su contrario, es la cosa mas perniziosa, i la que mas le priva de Cristo, i la que mas le haze miembro de Satanás, I llamo afecto de ambizión, todo deseo, todo pensamiento, i toda dilijenzia, que usa el hombre, con el intento de acrezér su estado, su honra, i su reputazión, i con el de conservarse en lo que ya tiene adquirido : de manera, que son dos las partes del afecto ambi- zioso: la primera, crezér, la segunda, sustentar. Laprudenzia humana juzga por libres del afecto de la ambizión, a los que ponen término al acrezér, i en verdad, que están libres de una buena parte de él. Quédales, con todo, la otra, la cuál es tanto mas dificultosa de dejarse, cuanto que la prudenzia humana no la conoze ; i reputa, mas bién, por viles, i apocados, a quienes no la tienen : pero el Espíritu santo que la conoze, juzga ambiziosos a los que la tienen, i quiere, que los que él gobierna, la dejen del todo, la rechazen, i se libren de ella, de modo, que no pongan la mira en crezér, a los ojos del mundo, ni sea su intento el conservarse : bién que no les demande, que de propósito, i por mera imajinazión suya, hagan cosas, por las que vengan a bajár i disminuir del estado de honra i repu- tazión, en que se hallan, contentándose con que se reduzcan a crezér, i a descrezér, según fuere la voluntád de Dios : i quiere también, que junta- M 178 CONSIDERAZIÓN LII. mente se ocupen, en todo i por todo, en aumentarse a los ojos de Dios, i en conservarse en aquello en que se hubieren aumentado. I por esto, al pío cristiano (el cuál debe aprender de Cristo la hu- mildad, i reduzirse a ser semejante a Cristo en la humildad), perteneze poner término a la ambizión, desnudándose de toda afizión a pensár en au- mentarse en las cosas del mundo, i a procurár conservarse en ellas, pensando solamente en au- mentarse en las cosas de Dios, confiando, esperando, i amando, i procurando conservarse en lo que hubiere adquirido de confianza, de esperanza, i de amor, resolviéndose, en que, lo que a él le atañe, es agradár a Dios, i a los que son partízipes del espíritu de Dios, i no al mundo, ni a los que siguen los parezeres i consejos de la prudenzia humana: i obrando así, vendrá a asemejarse a Jesu Cristo nuestro Señor. CONSIDERAZIÓN LUI. 179 De cómo los hombrea del mundo son menos viziosos, por respetos a la honra; que por respeto a la conzienzia. CONSIDERAZIÓN LUI. Todos los hombres son jeneralmente malignos i 'perversos, tanto, que andar entre ellos, es lo mismo que andar entre tigres i leones, i entre víboras i serpientes, solo que, sus furias, i sus iras, están atadas con algunas cadenas, entre las cuales, las prinzipales i mas fuertes son, la honra, en cuanto a la vida presente, i la conzienzia, para la vida futura. Quiero dezír, que el intento de la honra del mundo, refrena a algunos hombres, paraque no sean tan viziosos, ni tan lizenziosos en su vivir, cuanto lo serían siguiendo su in- clinazión natural. I a otros hombres les refrena el temor de la pena eterna : porque piensan : 1 si yo hago esto, ofenderé a Dios, i me castigará con pena eterna : i esta es la conzienzia : de manera, que se puede dezír, que todos los hombres, que no son gobernados por el Espíritu santo, son como muchos leones que están encadenados, paraque no hagan daño : pero de tal suerte, que rompiendo las cadenas, ellos hazen daño con su furia, según 1 Debo suplirse aqui : "¿ dizen entre si" o frase parezida. — Ed. M 2 180 CONSIDERAZIÓN LUI. la inclinazión suya natural. Puesto que los hombres, mientras están atados con estas cadenas, no hazen daño, ni son lizenziosos : pero rotas las cadenas, con su furia i rabia hazen daño, según su inclinazión natural. Por lo que, considerando, que de estas cadenas, con las cuales están atados los hombres, la mas fuerte es, la honra del mundo (supuesto que mas fazilmente pospone el hombre la conzienzia, que la honra) ; vengo a entender, que los hombres que atienden a la honra del mundo, porque se atan con la mas fuerte cadena, son entre los otros hombres del mundo, los menos viziosos, i menos lizenziosos: en parte, por su propia in- clinazión, porque estando sujetos al gobierno de la prudenzia humana, estiman mucho la honra; i, en parte, por respeto a aquellas personas de quienes se aconsejan, porque siendo ellas de por sí apegadas a la honra, i entendiéndola ; aconsejan siempre rectamente según deber de honra. Lo que no acaeze así en la conzienzia, por cuanto el hombre, de suyo, no se inclina a ella, o porque no cree mas de lo que vee, o porque duda, o porque se pone a peligro zierto. I pjor cuanto queriendo aconsejarse en las cosas que duda, se aconseja con los otros hombres, que ni están apegados a la conzienzia, ni la entienden; i así no pueden aconsejar rectamente según deber de conzienzia. Que esto sea zierto, lo conozerá claramente cualquiera que quisiere CONSIDERAZIÓN LUI. 181 examinarse a sí mismo, hallando jpor verdad que [los hombres"] estiman la honra, mas que la conzienzia, i que se hallan mas resueltos, i vir- tuosamente aconsejados en un negozio, cuando le ponen por caso de honra, que cuando le ponen por caso de conzienzia, I podría ser, que la causa porqué, según se dize, se vive menos viziosa, i lizenziosamente, entre los infieles, que entre los que se apellidan cristianos; es, porque aquellos, en las mas de las cosas, atienden a la honra, i estos, en muchas, atienden a la conzienzia. De esta generalidad saco a los hombres regenerados, rellamados por el Espíritu santo, los cuales, sin estar atados con cadenas, viven modesta i templa- damente, i en esto son gobernados por el Espíritu santo, que es comunicado a aquellos que creen : en los cuales es tan poderoso este gobierno, que sin estar atados con cadena alguna, porque no temen la deshonra, ni son escrupulosos de conzienzia, venzen a todos los hombres del mundo, en no ser viziosos i lizenziosos, habiendo matado en la cruz todos sus afectos Jesu Cristo nuestro Señor, 182 CONSIDERAZIÓN LIV. Que la orazión i la considerazión, son dos libros, o intérpretes, segurísimos para entendér la santa Escritura, i cómo debe servirse de ellos el hombre. CONSIDERAZIÓN LIV. Tengo por cosa mui zierta i mui verdadera, que para, la intelijenzia de la sagrada Escritura, los mejores, los mas ziertos, i los mas altos intérpretes, de cuantos el hombre pueda hallar, son estos dos : la Orazión, i la Considerazión. La orazión, entiendo, que descubre el camino, i le abre, i ma- nifiesta. I la considerazión, entiendo, que pone al hombre en él, i le haze caminar por él. Entiendo además, que es menestér que estos dos intérpretes, 0 libros, sean ayudados por parte de Dios, inspi- rando El, a aquél que ora, a orar. Porque entiendo, que aquél que ora, no siendo inspirado a orar; ora por su propia fantasía, por su propia afizión, 1 por su propia voluntad: i no sabiendo orar como conviene ; no es oido en la orazión. I aquél que ora, inspirado a orar; ora para gloria de Dios, i ora por voluntad de Dios : i sabiendo orar como conviene, es oido en la orazión, siéndole conzedido lo que pide. Entiendo, que la con- siderazión ha menestér ser ayudada por parte del hombre, que considera, con la propia experienzia CONSIDERAZIÓN LIV. 183 de las cosas espirituales. Quiero dezír, que aquél que considera, haya probado en sí, aquellas cosas de que habla la santa Escritura, de manera, que por lo que de ello se halla i conoze dentro de sí, venga a entender lo que está escrito en la santa Escritura. Los que consideran sin esta expe- rienzia, van a oscuras, i van a tientas : i aunque, a vezes, casi adivinan, i otras vezes azierten ; no teniendo dentro de sí la prueba de esto, ni saben si aziertan, ni toman gusto en aquello que aziertan. I los que en la orazión son ayudados del Espíritu santo, i en la considerazión son ayudados de su propia experienzia, azertando a menudo, antes bien casi siempre; saben que aziertan, i toman gusto en aquello que aziertan. Para ser mejor entendido, me declararé con dos autoridades, una de san Pablo, i otra de David, osando ponér en mí el ejemplo. Digo, que leyendo aquello de san Pablo: " Sicut testimonium Jesu Christi confir- matum est in vobis," i queriendo entenderlo bién, emplearé antes el libro de la orazión, rogando a Dios que me abra el camino para intelijenzia de estas palabras, i persevero en la orazión, cuanto puedo tenér filóme mi ánimo en ella. Luego, abriendo el libro de la considerazión, comienzo a considerar, entre mí, de cuáles cosas cristianas tengo alguna experienzia: i comienzo también a examinar, cuál es el testimonio que Jesu Cristo 184 C0NS1DERAZIÓN LIV. nuestro Señor trajo al mundo : i hallando en mí, el gobierno del Espíritu santo, i sintiéndome jus- tificado con la justizia de Dios ejecutada en Cristo, cuyas dos cosas están conjuntas tan intimamente, que apenas puede entender el hombre, cuál de ellas sienta mas, o el gobierno del Espíritu santo, o la justificazión por la fé, — / entendiendo, que prin- zipalmente se resuelve en dos partes, el testimonio que Cristo publicó en el mundo, esto es, en aquello : " Appropinquat regnum ccelorum, o regnum Dei," que todo es uno : i en aquello que hablando El de su sangre dize : "Pro vobis, etpro multis, effundetur in remissionem peccatorum : " de cuyas dos partes, la una alude al Reino de Dios que se empieza a sentir i gustar en la vida presente, i continúase, i perpetúase, en la vida eterna, la otra, a la justificazión, que es por Cristo ; — vengo a resol- verme, en que san Pablo, entendió que los Corintios, por experienzia propia, podían testificár, que Cristo dijo la verdád en el testimonio que dió en el mundo: así de la venida del Reino de Dios, como de la justificazión, por la justizia de Dios ejecutada en su preziosísima carne: i entiendo, que en tanto se puede uno llamar, ijuzgár cristiano, en cuanto tenga confirmado dentro de sí, este testimonio de Cristo nuestro Senór. Asimismo, queriendo entender aquello de David, " Quoniam peregrinus sum ego tecum," del salmo 38°, i CONSIDERAZIÓN LIV. 185 habiendo abierto el libro de la orazión, abro él de la considerazión, i voime examinando, en qué manera soi peregrino i extranjero en la vida presente : i hallando que soi tal, en cuanto no soi conozido, no soi apreziado, ni estimado del mundo* i en cuanto no aprezio, ni estimo al mundo, — i hallando, asimismo, que Dios, de este propio modo, es peregrino en el mundo, porque no es conozido, ni apreziado, ni estimado del mundo, i porque Él ni prezia, ni estima el mundo, teni- éndole por lo que él es ; — entiendo que David quiere dezír: " Porque el mundo haze, Señor, conmigo, lo que haze contigo : i yo hago con el mundo, lo que hazes ¿u." I entiendo, que de este modo fueron peregrinos con Dios los santos de la Lei: i lo son de este modo los santos del Evanjelio, i entre ellos, como cabeza, el hijo de Dios nuestro Señor. De este modo entiendo, que se ha de servir el hombre de estos dos divinísimos libros: i entiendo, que el uno ayuda al otro admirablemente: i también entiendo, que el que puede considerar, con propia experienzia, yerra siempre que se pone a considerar, sin habér abierto antes el libro de la orazión : i "pienso, que casi siempre, que este mismo es movido a orar, el movimiento es por instigazión de Dios. De todo esto colijo, que siendo mui zierto, que Ico verdadera intelijenzia de la santa Escritura se 186 CONSIDERAZIÓN LV. debe buscar, por medio de estos dos intérpretes, o libros, que son, Orazión i Considerazión, i que la orazión, es menester que sea ayudada con la inspirazión de Dios, i la considerazión, con la experienzia del hombre que considera ; es también zierto, que al pío cristiano, que se da a [leér\ la santa Escritura, le perteneze vivir con deseo continuo, de que Dios le dé su Espíritu santo, i atendér a la mortificazión de todo lo que en él es carne i prudenzia humana, con el fin, de que a la mortificazión, suzeda la vivificazión : porque solo aquellos que se han prinzipiado a mortificar i a vivificar, pueden considerar con experienzia propia: porque esos únicamente sienten en sí los dones espirituales de Dios, que adquieren aquellos que creen en Jesu Cristo nuestro Senór. Contra la curiosidád: i de cómo debe leerse la santa Escritura sin curiosidád. Considerazión LV. Desea el ánimo humano, mantenerse vivo, i conservarse en su viveza, con manjares diversos: entre los cuales, entiendo que la curiosidád es aquél que mas le agrada, i que mas le satisfaze, ya por sí misma, ya porque siempre va mezclada la CONSIDERAZIÓN LV. 187 ambizión con ella, i la vanidad. I entiendo, que es tan sabrosa al ánimo del hombre esta curiosidad, que de ella se apazienta, de cualquier manera que este manjar esté adobado i preparado, con tal que sea curiosidad. Ahora : siendo nezesario que muera este ánimo humano, paraque en las per- sonas que atienden a la piedád cristiana, sea conservada i mantenida la resoluzión, la cuál (conoziéndose muertas en la cruz con Cristo) han hecho i hazen con el mundo, i consigo mismas ; es también nezesario, que les sea quitado el manjár de la curiosidád, no dándosele en ninguna manera, ni por via alguna, quitándoselo prinzipalmente en aquellas cosas, en que puede pretender\_se~\ piedád, religión, i santidád, porque aquellas son las mas preziosas. I, entre ellas, tengo por peligrosísimo, el estudio de la santa Escritura, cuando es con curiosidád : porque aunque por lo común, es medio bueno para matár al ánimo humano; es, por otra parte, el ánimo tán vivo, que le convierte en curiosidád, gustando de mantenerse con ella sola, mientras no puede con otras cosas. I por esto, entiendo, que al pío cristiano le perteneze ser mui vijilante, i cauto, en muchas cosas en las cuales puede haber curiosidád, paraque no la tenga: i prinzipalmente, en el estudio de la santa Escritura, paraqué la pureza del espíritu que hai en ella, no se convierta en curiosidád de carne, como aconteze 188 C0NSIDERAZ1ÓN LV. a los curiosos, los cuales leen la santa Escritura solamente por saber, i por entender; en la cuál entiendo, que el pío cristiano debe solamente pretender los conozimientos, i los sentimientos interiores, que Dios, por medio de su Espíritu santo, le dará en el alma : i aquellos que, mediante esos, irá él experimentando de las cosas del Espíritu santo, de manera, que tomando en mano un libro de la santa Escritura, pretenda entender lo que por él ha pasado. I así, piense que no entiende lo que no ha experimentado: i esto pensando, si deseare entenderlo, atenderá a experimentarlo, i no a buscár con curiosidád lo que en esto han entendido los otros : i atendiendo a la experienzia, atenderá juntamente a la total mortificazión del ánimo, privándolo de toda curiosidád, i junto con la experienzia, i con la mortificazión, adquirirá la verdadera intelijenzia de la santa Escritura, i entenderá, cómo no consiste el negozio cristiano en zienzia, sino en experienzia; i conozerá el engaño que padezen aquellos, que piensan que no entienden la santa Escritura, porque no están instituidos, ni provistos de zienzia, i de doctrina humana; entendiendo, cómo a los que están in- stituidos i ricos de ellas, les es menestér renunziár a ellas i dejarlas, para adquirir la verdadera intelijenzia de la santa Escritura, la cuál, como he dicho, no se adquiere con zienzia, ni se debe CONSIDERAZTÓN LVI. 189 procurar con curiosidad ; sino que se adquiere con experienzia, i se debe procurar con senzilléz, su- puesto que a los que están instruidos i adornados de esta senzilléz, revela Dios sus secretos, como lo afirma el propio hijo de Dios Jesu Cristo nuestro Señor. Cuál es la vía mas zierta i mas segura, para alcanzar una mortificazión perfecta. CONSIDERAZIÓN LVI. Habiendo muchas vezes dicho, que es mui neze- saria al cristiano, la mortificazión de todo lo que tiene de Adám ; no ha gran tiempo, que he entendido la causa, pwqué es ella nezesaria, i la vía mas zierta i mas segura, para llegar a conseguirla. I hela aprendido del Apóstol san Pablo, adonde él, habiendo dicho que procuraba hazerse semejante a la muerte de Cristo, con la intenzión de llegar a partizipár de sil resurreczión, trabajando por comprender la perfeczión cristiana, así como se sentía comprendido en ella por Cristo ; — dize, que hazía esto, olvidándose totalmente de sus cosas pasadas, tanto de las que podían causarle satisfaczión, cuanto de las que podían causarle molestia: i ocupando su memoria, en 190 CONSIDERAZIÓN LVI. recordar que era llamado de Dios por Cristo, i que la vocazión era soberana, esto es, que era llamado, paraque, creyendo, adquiriese vida eterna: antes bien, entiendo que esta es la vida, por la cuál el Espíritu santo mortifica, a los que responden siendo llamados de Dios. I asi es, que el hombre teniendo en su memoria este pensamiento, viene a huir, i aborrezér todas las cosas que le pueden impedir esta vocazión, i viene a buscar i amar todas las cosas que la pueden conservar i aumen- tar : i viniendo así a odiar sus afectos i apetitos, conoziendo, que ellos son los que pueden impedirle su vocazión, viene a mortificarlos, de tal manera, que muriendo en el todo aquello que tiene de Adám, i viviendo lo que es de Cristo, viene a ser mui semejante ce Cristo : aconteziéndole, lo que aconteze a una persona, que llamada por un gran Prínzipe, a una gran fiesta, i temiendo ser impedida, i perturbada, en su camino, por algunas cosas deleitables, que podrían ofrezérsele, toma el ex- pediente, para librarse de todas aquellas cosas, i pasar libremente por ellas, de tener siempre en su memoria, que está llamada por aquél gran Prínzipe, i que está llamada para aquella gran fiesta, en cuya comparazión, todas aquellas fiestas que en el camino se le podrían ofrezér, no son fiestas, sino juegos de niños. Quiero dezír, que así como esta persona, llevando vivo en su memoria CONSIDERAZIÓN LVI. 191 este pensamiento, mortifica en sí todos los apetitos, que la pueden venir, de ver las fiestas que se le deparen en el camino, mucho mejor que si hiziese propósito de no verlas, porqué podría ser, que, por acaso, viniendo a verlas, fuese impedida i perturbada por ellas, de tal manera, que cuando llegase a ver la fiesta prinzipál, estuviese ya concluida; así, ni mas ni menos, antes mucho mejor, la persona llamada por Dios, teniendo vivo en su memoria el pensamiento de su vocazión, mortifica i aun mata en sí todos los afectos i apetitos, que siendo según el hombre viejo, le pueden impedir i perturbar su vocazión, mucho mejor, que si se propusiese contrastar siempre con ellos: porque podría ser, que descaminándose en su vocazión, se descaminase también de su propósito. Antes diré mejor, porque haziendo esto de este modo, el Espíritu santo es el que la mortifica, i si lo hiziese de otra manera, siendo la prudenzia humana, lo que obraría, no llegaría jamás a conseguir su intento: siendo ordenazión de Dios que el Espíritu santo sea el maestro, i la guía de todos los que son llamados a la grázia del Evanjelio por su unijénito hijo Jesu Cristo nuestro Señor. 192 CONSIDERAZIÓN LVII. De qué prozede que la carne se mortifica, con el conozimiento i sentimiento de las cosas de Dios. CONSIDERAZIÓN LVIL Cada día me voi zertifieando mas, de que el negozio cristiano no es zienzia, sino experienzia : quiero dezír, que no se adquiere por zienzia, sino por experienzia. Primero entendí, que el ejerzizio propio del cristiano, es el atender a la mortificazión : atendiendo a ella, siente, que la utilidad de ella consiste en esto, que mortificando el hombre sus afectos i apetitos, poco a poco, va comprendiendo aquella divina perfeczión cristiana, en la cuál está comprendido por la incorporazión, con que, creyendo, es incorporado en Cristo. Pasando mas adelante, conozí, que la vía mas zierta, i mas segura, por la cuál, el que es de Dios llamado, viene a la verdadera mortificazión ;. es, tener siempre firme en la memoria, un firme pensamiento de que es llamado por Dios, i que la vocazión está hecha para darle vida eterna. Ahora entiendo, que este marabilloso efecto de mortificazión, por la memoria de la vocazión, prozede en parte, de la vileza de la carne, i en parte, de la eficazia de las cosas de Dios: quiero dezír, que siendo CONSIDERAZIÓN LVIL 193 la carne vil i miserable, i siendo sujeto flaco i enfermo, para poder tener en sí los conozi- mientos, i sentimientos de las cosas divinas, acon- teze, que por la eficazia de ellas, aquella se espanta, i vuélvese vil, de suerte, que fazilmente es venzida, i sobrepujada por el espíritu: i así queda mortificada, junto con todas las cosas que en el hombre están corrompidas por la depravazión de la carne. I porque es mui eficaz la memoria de la vocazión de Dios en los hombres, con el conozimiento i sentimiento de las cosas divinas, i ellos son sujetos flacos i enfermos ; entiendo que dize Dios, que el hombre que le verá, no podrá sostenerse con el ánimo, ni con el cuerpo, i por esto, está reservada la visión perfecta de Dios a los justos, en la vida eterna, cuando resuzitada la carne, será sujeto capáz de comportár la visión de Dios. Entretanto, por una parte, por benefizio de Dios, es mortificada la carne en los justos, no solo con la memoria de su vocazión, sino también con cualesquiér vocazión i sentimiento, que per- tenezca a las cosas de Dios : i por otra parte, Dios va templando en ellos esta memoria, estos conozimiento s, i estos sentimientos, paraque no vengan a menos, acomodándose a la flaqueza de la carne : como se templa el calor del líquido, que queremos conservár en un vaso de vidrio, de modo, que sin romper el vidrio, se conserve el N 194 CONSIDERAZIÓN LVII. licor en el vaso. I entiendo, que los ejerzizios corporales i exteriores, juntamente con otras cosas que son de industria humana, sirven a las per- sonas llamadas por Dios, para entretenerse en el estado en que las dejó un conozimiento, o un sentimiento, de alguna cosa de Dios, que ha pasado por ellos; hasta que les sea dado i comunicado otro, que les haga adelantar en la mortificazión. De manera, que tengo razón para dezír, que el negozio cristiano, no es zienzia, sino experienzia. Si fuese zienzia, haría el efecto que hazen las otras zienzias, que es hinchar i ensoberbezér a los que las tienen : mas, porque es experienzia, haze el efecto que hazen las otras experienzias, que es humillar, i echar por tierra, todo lo que es prudenzia humana, i ensalzar, i subir al zielo, todo aquello que es de espíritu. Yo entiendo, que este efecto se obra en aquellos, que siendo llamados por Dios, son miembros de Jesu Cristo nuestro Señor. CONSIDERAZIÓN LVIII. 195 De ocho diferenzias que hai, entre los que pretenden i procuran mortificarse por su propia industria, i los que son mortificados por Espíritu santo. CONSIDERAZIÓN LVIII. Esta es cosa verdadera siempre: que todos los hombres, en aplicándose a la relijión, tanto a la falsa, que consiste en superstiziosas observánzias, cuanto a la verdadera, que consiste en azeptár la grazia del Evanjelio de Cristo; se aplican también a la mortificazión : mas entre aquellos que procuran mortificarse con el Espíritu santo, he considerado ocho diferenzias notables, por las cuales podrá una persona conozér, si se mortifica por industria propia, o si es mortificado por Espíritu santo. La primera diferenzia es, que los que se mortifican con industria propia, son presuntuosos i ambiziosos, conoziendo la propia virtud suya, en sus mortificaziones : i los que son mortificados por Espíritu santo, son humildes i modestos, no conoziendo virtud alguna propia en sus mortificaziones, pues que el Espíritu santo haze en ellos, lo que haze en un hombre una agudísima fiebre. Quiero dezír, que así como por la presenzia de la gran calentura, está el hombre como privado de todo carnal deseo, teniendo sola- N 2 196 CONSIDERAZIÓN LVIII. mente vivo el deseo de sanidad, así por la presenzia del Espíritu santo está el hombre como privado de todo aquello que es carnal, teniendo solamente vivos los deseos espirituales. La segunda diferenzia es, que los que pretenden mortificarse, andan siempre buscando nuevas maneras, i nuevas in- venziones, para conseguir la mortificazión ; i los que son mortificados por Espíritu santo, abrazan las ocasiones de las mortificaziones que se les ofrezen, por cualquier vía que vengan, persua- diéndose, de que con ellas, i en ellas, Dios les quiere mortificar. La terzér diferenzia es, que los que se mortifican, siempre viven tristes i mal contentos, porque se privan de sus plazeres i contentos corporales, i no son regalados con los espirituales : i los que son mortificados, casi siempre viven alegres i contentos, porque aborrezen, o comienzan a aborrezér, los plazeres corporales, i comienzan a gustar los plazeres espirituales. La cuarta diferenzia es, que los que se mortifican, son semejantes a un hombre al cuál se le cortase la cabeza con una sierra áspera i rujinosa, en cuanto que todas las cosas le son insuaves i ásperas: i los que son mortificados, son semejantes a un hombre, al cuál se le cortase la cabeza con una espada bien afilada, por un brazo diestro en cortár, en cuanto, .sin que sienta él la mortificazión, el Espíritu santo le mortifica. Que sea esto verdad, CONSIDERAZIÓN LVIII. 197 lo saben por experienzia las personas que son mortificadas por la presenzia del Espíritu santo. La quinta diferenzia es, que los que se mortifican, viviendo siempre en continuo trabajo, i continua fatiga, son semejantes al hombre, que con grande fatiga aprende una zienzia difizilísima e in- gratísima, el cual, hallando en aquellos prinzipios mucha insuaviclád, i mucha molestia, solamente se consuela con la opinión que tiene de salir con aquella zienzia. I los que son mortificados, no trabajando, ni fatigándose en la mortificazión, son semejantes al hombre que se va recreando i delei- tando en el estudio de la zienzia que ya tiene apren- dida, el cuál, hallando pocas cosas que no entienda, halla pocas cosas que le causen molestia. La sexta diferenzia es, que en los que se mortifican por sí propios, jamás hai verdadera mortificazión : antes se asemejan a la cal viva, en cuanto, que así como la cal viva no humea, mientras no se le echa agua enzima, la que no bien le es echada enzima, que ella muestra el fuego que tiene dentro ; así ellos, mientras no tienen ocasión de errar, no yerran, i viniendo la ocasión, luego muestran la viveza que tienen dentro, errando, o siendo estrechamente solizitados a errar. I los que son mortificados por el Espíritu santo, tienen verdadera mortificazión, i son semejantes a la cal muerta, en cuanto, que así como la cal muerta no humea, por mucha agua 198 CONSIDERAZIÓN LVIII. que se la eche enzima ; así ellos no yerran, ni son mui solizitados a errar, por muchas ocasiones que se les of rezcan. I así será esta la séptima clife- renzia : que los que se mortifican, en las ocasiones de errar, miserablemente se pierden, porque en- gañados por la prudenzia humana, andan siempre huyendo las ocasiones que les inzitan a errar : i los que son mortificados, en las ocasiones de errar que se les ofrezen, se azendran como el oro en el fuego : porque ayudados del Espíritu santo, en las ocasiones propias se mortifican no huyendo ninguna de ellas : i por eso son los mismos en las ocasiones que fuera de las ocasiones. Lee octava diferenzia es, que los que se mortifican con industria propia, atienden prinzipalmente a la mortificazión de la carne, no teniendo casi, intento edguno de mortificar el ánimo, no cono- zienclo que de él naze todo el mal : i los que son mortificados por el Espíritu santo, atienden prin- zipalmente a la mortificazión del ánimo, cono- ziendo, que de él prozede todo el mal, i conoziendo, que mortificado el ánimo queda mortificada la carne. Con el examen de estas diferenzias, podrá una persona conozér, si se mortifica ella, o si es mortificada por el Espíritu santo, advirtiendo en esto, que hai tres estados, en las personas que son mortificadas del Espíritu santo. El uno es, cuando CONSIDERAZIÓN LVIII. 199 el Espíritu santo las mortifica, sin que ellas sientan ni conozcan en sí la virtud del Espíritu santo, i en este estado las perteneze lo que se ha dicho en la cuarta diferenzia. I el otro es, cuando el Espíritu santo las mortifica, i ellas sienten i conozen en sí la virtud del Espíritu santo, i en este estado las perteneze lo que se ha dicho en la primer diferenzia. El terzero es, cuando por la ausenzia del Espíritu santo, o por no sentir i no conozér ellas su presenzia, se andan mortificando con industria propia, i en este estado sienten buena parte de lo que se ha dicho en la diferenzia primera, terzera, cuarta, i quinta, que sienten, los que se mortifican con industria propia, Bién es verdad, que a los que son mortificados por Espíritu santo, sus industrias, en la mortificazión, les son útiles, siendo con efecto verdad lo que dize san Pablo, que " diligentibus Deum omnia cooperantur in bonum," a gloria de Dios, i del hijo de Dios Jesu Cristo nuestro Señor. 200 CONSIDERAZIÓN LIX, Que, al ser movido a orar, el Espíritu le asegrura al hombre, de que impetrará lo que pide. CONSIDERAZIÓN LIX. Leyendo en Isaías, que siendo intimada la muerte, de 'parte de Dios, a Ezequías, piadoso rei, él se quejó, se aflijió, i se lamentó, rogando a Dios con lágrimas, que no le quitase la vida: i leyendo poco mas adelante, que siendo intimada al mismo rei, de parte de Dios, la destruczión de Jerusalém, con la cautividad Babilónica, sin quejarse, ni aflijirse, ni lamentarse, i sin rogar a Dios que revocase la sentenzia, se contentó con que la voluntad de Dios fuese ejecutada, azeptando por benefizio de Dios, que aquellos males, no hubiesen de acontezér en su tiempo : — i conside- rando, que Dios prolongó el tiempo de la vida a Ezequías, i que ejecutó su sentenzia sobre Jerusalém, vengo a asegurarme, que siendo las personas pías gobernadas por el espíritu de Dios, sobretodo en las oraziones (pues que como dize san Pablo, "el espíritu de Dios ora por ellas, i en ellas"), no ruegan casi nunca a Dios, sino por lo que es voluntad de Dios el conzederles, de la cuál consta al espír itu de Dios, que las inspira a orár. Según CONSIDERAZIÓN LIX. 201 el juizio de la razón humana, hubiera sido mas justo, i mas conveniente, que Ezequías se quejase, i se lamentase, i se moviese a rogar a Dios, por la revocazión de la sentenzia dada contra Jerusalém ; que por la revocazión de la sentenzia dada contra su propia vida : i Ezequías, rei pío, movido por el Espíritu santo, rogó por la propia vida, i en lo que tocaba a Jerusalém, se conformó con la voluntad de Dios. Por donde entiendo, que a las personas pías toca el tener mucha cuenta con sus movimientos: quiero dezír, que deben advertir mucho, siendo movidas a rogar a Dios por alguna cosa, si aquél movimiento es de espíritu humano, o de Espíritu santo. I entiendo también, que la contraseña propia, con la cuál podrán juzgár entre estos movimientos, es, la zertidumbre, o inzertidumbre interior, con que se encontraren en la orazión. Hallándose inziertas de debér alcanzár de Dios lo que piden, juzgarán, que el movimiento es de espíritu humano : i hallándose ziertas de al- canzarlo, juzgarán que el movimiento es de Espíritu santo : supuesto que el movimiento de Espíritu santo, trae siempre consigo la zerteza, juzgando el hombre de este modo : 66 Si el espíritu de Dios, que me ha movido a orár, no supiese que la voluntád de Dios, es conzederme lo que le pido, no me habría movido." Esta zerteza, tengo por seguro, que hubo en Ezequías, al tiempo que pidió le fuese 202 CONSIDERAZIÓN LX. prolongada la vida; i por no sentir en sí esta zerteza, tengo por seguro, que el mismo Ezequías, no pidió que fuese revocada la sentenzia dada contra Jerusalém. Con esta zerteza, veo que oró Cristo resuzitando a Lázaro >,i rogando por la conservazión de sus diszípulos : i con la duda, veo que oraba en el huerto : i porque sentía de dónde prozedía aquel movimiento, orando se remitía a la voluntad de Dios. I si el mismo hijo de Dios sintió estos dos movimientos, i en el uno se halló zierto, i en el otro dudoso ; puede pensar cada uno, si le es preziso estar en ellos sobre sí : aunque solamente los conozerán aquellos que fueren miembros del mismo hijo de Dios Jesu Cristo nuestro Señor. De qué prozede que son severos los superstiziosos, i los cristianos verdaderos, son misericordiosos i piadosos. CONSIDERAZIÓN LX. La severidad, i riguridad, que por lo común, veo i conozco, en las personas que tiene el vulgo por devotas i espirituales, siendo ellas en realidad superstiziosas i zeremonioso^s, en cuanto a castigar o desear castigar, los vizios i los defectos de los hombres ; entiendo que prozede de dos causees. La C0NS1DERAZIÓN LX. 203 una es, la naturaleza propia del hombre, que se inclina a estimar i apreciar sus cosas, i a condenar, i desprez ¿ár las del otro ; i la otra es, la naturaleza propia de las superstiziones, i de las zeremonias, a Ices que va aneja la severidad i la riguridad. I así es, que queriendo estas tales personas super- sticiosas i zeremoniosas, que su vivir superstizioso i ceremonioso, sea estimado i apreziado ; son for- zadas a ser severas i rigurosas, con obras i con palabras, contra los que no siendo como son ellas, tienen vizios i defectos exteriores, para que así sea mas apreziado i estimado su vivir, que tienen por virtuoso. I es también verdad, que teniendo las superstiziones i zeremonias su orijen i principio, de alguna manera de lei, que los hombres se imajinan, i siendo ceneja a la naturaleza de la lei, la severidad i la riguridad, porque con estas, ella se mantiene i se sustenta ; aconteze, que tanto los que miran a la observanzia de la lei, o de las zeremonias i superstiziones que nazen de ella, cuanto los que atienden a hazér que los otros las observen, son severos i rigurosos contra los que no las observan. De aquí entiendo la causa, de dónde prozedía en los Hebreos la severidad i riguridad : i por esto no me maravillo, si los que en ser superstiziosos i zeremoniosos, son semejantes a los Hebreos, son también severos contra los vizios i defectos de los hombres. I lo que mas yo estimo 204 CONSIDERAZIÓN LX. es, que con esto entiendo, porqué Dios era, en tiempo de la Leí, severo i riguroso, mostrando a los hombres mas severidad i riguridad, que piedad i mise- ricordia, aunque les mostrase lo uno, i lo otro. I mucho mas estimo, entender con esto, que porque después que Dios mandó al mundo a su unijénito hijo Jesu Cristo nuestro Señor, no están los hombres bajo la Lei, sino bajo el Evanjelio, el cuál es ajeno de severidad i de riguridad; dimana, que los que pertenezen al Evanjelio, siendo pueblo de Dios, no son severos ni rigurosos, contra los vizios i defectos de los hombres, sino antes bién piadosos, i misericordiosos : i también de aquí dimana, que Dios muestra mas piedad i mi- sericordia, que severidad i riguridad. De manera, que el afecto de severidad i riguridad en el hombre, es indizio de amor propio, i de ánimo sujeto a la Lei, a supersticiones, i a zeremonias, como eran los ánimos de los Hebreos : i el afecto piadoso, i misericordioso, es indizio de mortificazión, i de ánimo libertado de la Lei por el Evanjelio, como son los de los verdaderos cristianos, miembros de Jesu Cristo nuestro Señor. CONSIDERAZIÓN LXI. 205 De qué modo se conduze una persona piadosa, en las cosas que le acontezen. CONSIDERAZION LXI. Toda 'persona pía, en las cosas que le acontezen en la vida presente, entiendo que se gobierna de esta manera. Siendo los aczidentes de calidad, que en ellos no concurra su voluntad, si son adversos, i contrarios, como la pérdida de la honra, 0 de la hazienda, o la muerte de alguna persona, que le sea querida, consuélase diziendo, 66 así ha plazido a Dios : " i si son prósperos, i favorables, como el aumento de los bienes exteriores e interiores, no se ensoberbeze, considerando, " esta ha sido obra de Dios, i no mia" Siendo las cosas de cali- dád, que en ellas concurre la propia voluntad, si son de mal, como son los propios defectos i pecados, se abraza con Cristo, diziendo, " si en mí hai defectos i pecados, en Cristo hai satisfaczión 1 justificazión : " i si son de bien i de favor, en obras exteriores, o en sentimientos interiores, no se ensoberbeze, porque vee en tales cosas la bondad de Dios, i no la suya propia. I entiendo, que el contento que tal persona halla en las cosas que haze bien, es mui parezido al contento que una persona puede sentir, cuando haze unce buena letra. 206 CONSIDERAZIÓN LXI. porque otro que escribe bien, le lleva la mano con la suya. Quiero dezír, que así como esta persona se contenta, viendo la letra formada con su mano, aunque no con su industria, atribuyendo la industria al que le llevó la mano, i atribuyendo a sí mismo los defectos que hai en la letra, conoziendo que el otro la habría hecho mejor con su propia mano ; así la persona espiritual se contenta, en Ico considerazión de las obras que haze Dios en ella, i por ella, atribuyéndolas a Dios, i atribuyendo a sí misma los yerros que hai en las obras, conoziendo, que serían mucho mejores, si Dios las hubiese hecho sin ella. Que esto sea zierto, lo entenderán por propia experienzia, aquellos, que tienen sabor de las cosas del Espíritu santo, que se adquieren por Jesu Cristo nuestro Señor. CONSIDERAZIÓN LXII. 207 Qué en el juizio de las obras de aquellos que son hijos de Dios, no tiene mas jurisdiczión la prudenzia humana, que en el juizio de las propias obras de Dios. CONSIDERAZIÓN LXII. En la misma manera, i por la misma causa que entendió san Pablo, que los que son gobernados por el espíritu de Dios, son hijos de Dios ; entiendo yo, que los que son hijos de Dios, son gobernados por el espíritu de Dios : i entiendo, que así como la prudenzia humana es incapáz del conozimiento de Dios, así es igualmente incapaz del conozimiento de los que son hijos de Dios : i que así como la prudenzia humana no penetra, hasta entender el consejo admirable que hai en las obras de Dios; tampoco penetra, hasta entender el divino consejo que hai en las obras de los que son hijos de Dios, siendo estas i aquellas, hechas por el espíritu de Dios. Demás de esto entiendo, que cuando la prudenzia humana se pone a juzgar las obras de los que son hijos de Dios, condenándolas, i mote- jándolas ; pareze que usa de la misma temeridad, que apareze, cuando se pone ce juzgar las obras de Dios, condenándolas, i calumniándolas. Quiero dezír, que no es menor temeridád, la de los hombres que siguen el juizio de la prudenzia humana, 208 CONSIDERAZIÓN LXII. cuando se meten a juzgar mal de Moisés, por los Hebreos que mató, cuando adoraban los bezerros : i cuando se meten a juzgar mal de Abrahám, porque mandó a Sara su mujer, que mintiese diziendo, que ella era hermana, i no mujer: i porque san Pablo maldijo a Ananías, estando a juizio en su presenzia: i porque disculpó la maldizión, diziendo, que no le conozía : i cuando igualmente se meten a juzgar algunas cosas parezidas a estas, las cuales hazen los hijos de Dios, gobernados por el espíritu de Dios, las que, según el juizio de la pruclenzia humana, son absurdas i reprehensibles, i según el juizio de Dios, son santas i buenas : — digo, que ésta, no es menor temeridad, que aquella, con la que se meten a juzgar mal de Dios, porque favor eze con bienes temporales a muchos malvados, privando de ellos a muchos buenos, i porque haze otras cosas, que la prudenzia humana calumnia i condena, i por las cuales, las humanas leyes castigan riguro- samente a los hombres que las hazen : supuesto que no tiene mas jurisdiczión la prudenzia humana en el juizio de las obras de los píos, que en el juizio de las obras de Dios, siendo éstas, hechas por el mismo Dios, i las otras, por aquellos, que siendo hijos de Dios, son gobernados por el espíritu de Dios : i por esto se hallan libres i exentos de toda lei humana, así como está libre i exento el mismo Dios. Quiero dezír, que no habrían tenido mas CONSIDERAZIÓN LXIII. 209 razón los hombres, de castigar a Abrahám, si hubiese matado a su hijo Isaac; que de condenar a Dios, porque mata con muerte repentina a muchos hombres. Pero este gobierno del espíritu de Dios, no es conozido ni entendido, sino de los que son partízipes de ese espíritu de Dios, según se conoze por experienzia, i según lo que dize san Pablo, gran predicador del Evangelio de Dios, i de Jesu Cristo nuestro Señor. Que la santa Escritura es como una candela en lugar oscuro, i que el Espíritu santo es como el sol. Lo cuál se muestra por siete semejanzas. CONSIDERAZIÓN LXIII. San Pedro, en la segunda Epístola, entiende, que el hombre que atiende a la piedad, no teniendo otra luz en ella, que la de la santa Escritura, es semejante al hombre que está en un lugar oscuro, no teniendo otra luz en él, que la de una candela. I entiende, que el hombre que atiende a la piedad, habiendo conseguido el espíritu de Dios, que le guía, i le encamina en ella ; es semejante al hombre que está en un lugar donde entran los rayos del sol, que le hazen claro i resplandeciente. Donde yo considero siete cosas. La primera, que así como o 210 CONSIDERAZIÓN LXIII. el hombre que está en el lugar oscuro, está mejor con la candela, que sin ella; así el hombre que atiende a la piedád, la cuál, para él es lugár oscuro, en cuanto a que su razón i prudenzia humana, mas bien le causan daño que utilidád en ella, está mejor con la santa Escritura, que sin ella. La segunda cosa que considero es, que así como el hombre en el lugár oscuro, no vee las cosas que están en él, tán clara i manifiestamente con la candela, como las podría ver con el sol; así el hombre que atiende a la piedád, no entiende ni conoze las cosas de Dios, ni a Dios, tan clara i manifiestamente con la santa Escritura, como po- dría ver i conozér con el espíritu de Dios. La terzér cosa que considero es, que así como el hombre que está en lugár oscuro, con la luz sola de la candela, está a peligro de quedár a oscuras, ocurriendo el caso de que la candela se apague; así el hombre que atendiendo a la piedád no tiene otra luz que la de la santa Escritura, está a peligro de quedarse sin luz, ocurriendo algún caso, que le prive de la santa Escritura, o de la verdadera intelijenzia de ella. La cuarta cosa que considero es, que así como el hombre que está en el lugár oscuro, donde está la luz de la candela, suzede, a vezes, que queriendo que alumbre mas, o él propio la des- pabila, o busca quien la espabile, i al despabilarla, se suele apagár, i queda el hombre sin luz; así el CONSIDERAZIÓN LXIII. 211 hombre que atiende a la piedad, solo con aquello que conoze i entiende por la Escritura santa, suzede a vezes, que queriendo entender mas i mejor en ella, i por ella, o la interpreta él mismo, o busca quien se la interprete, i al interpretarla suzede, que haziéndola de Escritura santa, escritura hu- mana, el hombre queda a oscuras, aun cuando él se persuada de que no lo está. La quinta cosa que considero es, que así como entrando los rayos del sol en un lugar oscuro, donde el hombre se sirve de la luz de una candela, suzede que el hombre vee mas claramente que antes, todas las cosas que hai en aquél sitio, quedando la candela como sin luz, i como sin resplandor, de suerte, que ya el hombre, queriendo ver las cosas que están en aquél lugár, lo que menos mira es la candela; así entrando el Espíritu santo en el ánimo del hombre que atiende a la piedad, sirviéndose para ello de la santa Escritura, suzede, que el hombre entiende i conoze las cosas de Dios, i a Dios, mas claramente, de lo que antes hazía, quedando la santa Escritura, en cuanto a él, como sin luz, i sin resplandor, de suerte, que ya él, queriendo entender las cosas de la piedad, i queriendo conozér a Dios, lo que mira menos, es a la santa Escritura, atendiendo a considerar con el Espíritu santo que está en su ánimo, i no con lo que está escrito en ella. I, por eso, san Pedro loa bien el estudio de o 2 212 CONSIDERAZIÓN LXIII. la sania Escritura ; mas mientras el hombre está en el lugar oscuro de laprudenziairazón humana: i quiere, que dure este estudio, hasta tanto que la luz del Espíritu santo resplandezca en el ánimo del hombre: entendiendo, que venida esta luz, no tiene ya nezesidád el hombre de buscar, la de la santa Escritura, la cuál por si misma desapareze, como desapareze la luz de la candela, entrando los rayos del sol : i así como desaparezió Moisés, por la presenzia de Cristo, i la Leí, por la pre- se uz la del Evanjelio. La sexta cosa que considero es, que asi como el hombre que goza de la luz del sol, cuando supiese de zierto que ella no podía faltarle, aunque no tiraría la candela, por el benefizio rezibido, sino que la dejaría, para que sirviese a otros, de lo que a él le había servido, pero no se valdría de ella en las cosas que antes se servía ; así el hombre que goza de la luz del Espíritu santo, sabiendo fijamente que no puede faltarle, aunque no tira la santa Escritura, sino que la deja, par oque sirva a otros de lo que a él ha servido, pero no por eso se vale de ella, en lo que antes se servía, según lo he considerado ya otras vezes. La séptima cosa que considero es, que asi como no es de esenzia del sol, cuando entra en el lugár donde está la candela, mostrar i descubrir todo aquello que en sí contiene la candela; así Igualmente no es de esenzia del Espíritu santo, C0NSIDERAZ10N LXIV. 213 cuando entra en el ánimo de aquél, que, aplicado ce la piedad, se sirve de la sarda Escritura ; mostrar i descubrir todos los secretos que están enzerrados en ella, sí bien muestre i descubra aquella parte de ellos, que Dios quiere sean descubiertos, al hombre a quien es dado el Espíritu santo. Los dones del Espíritu- santo son diversas: i estando la somta Escritura escrita por diversas personas, las cuales tuvieron diferentes dones de Espíritu santo, i así escribieron diferentemente; es, por consecuenzia, entendida por las pajonas que tienen el Espíritu santo, por uncí \jpersona~], en una parte, i por otra [personaren otra, según que son diversos los clones, que les son comunicados por Dios con el Espíritu santo, por Jesu Cristo nuestro Señor. De qué manera quiere Jesu Cristo nuestro Señor, ser seguido e imitado. CONSIDEKAZIÓN LXIV. Habiendo ya otras vezes tocado en estas Con- sideraziones, como entónzes yo entendía, lo que dize Jesu Cristo nuestro Señor, " Qui vult venir e post me, abneget semetipsum, et tollat crucem suam, et sequatur me ; 99 vengo a dezír ahora, con mejor considerazión, que entiendo, que en aquellas 214 CONSIDERAZIÓN LXIV. palabras dize Cristo : " Todo hombre, que quisiere seguirme, ganoso de ser Cristiano, renunzie a lo que ensena la prudenzia humana, diziendo, que el hombre no debe faltar a sí mismo, ni a los suyos, i a su honra, con el intento de no faltar a Dios, ni a los que son de Dios, ni a la honra de Dios : i tome sobre sí su cruz, que es su martirio, la vergüenza, i la ignominia que sufrirá a los ojos de los hombres del mundo, faltando a sí mismo, a los suyos, i a su honra, i obrando así, me seguirá, pues yo he faltado a mí mismo, haziéndome de hijo, siervo, por no faltár a Dios, i he faltado a los míos, no teniendo por míos, sino a los que Dios ha llamado i hecho míos, haziéndolos santos i justos, i he faltado a la honra mia, contentándome con morir como un malhechor: i haziéndose así, me seguirá, i será verdaderamente Cristiano : " de manera, que propiamente la injuria i la vergüenza, que le resulta al Cristiano, por la abnegazión de sí mismo, faltando a sí, i a los suyos, i a su honra, sea la cruz del cristiano, i sea el mismo andár en pos de Cristo. Quiero dezír, que valen tanto estas palabras de Cristo, cuanto si yo dijese: Quien quisiere ser Cristiano, estímese muerto al mundo, en cuanto a no buscár la gloria ni la reputazión del mundo, i procure, lo que Cristo procuró, i busque, lo que Cristo buscó, i de este modo será verdadero Cristiano, como lo son aquellos, que CONSIDERAZIÓN LXV. 215 conociéndose, i sintiéndose comprados por Cristo, le tienen, i le conozen por Señor i por superior, i adoran en espíritu i verdad al verdadero Dios, que es padre de Jesu Cristo nuestro Señor. Cómo se entienda lo que dize san Pablo, que Cristo reina i reinará hasta que hecha la resurreczión de los justos, entregue el Eeino a su eterno Padre. CONSIDERAZIÓN LXV. Los hombres que reinan 1 en el reino del mundo, viven bajo cuatro cruelísimos tiranos : demonio, carne, honra, i muerte. El demonio los tiraniza, haziéndolos impíos i enemigos de Dios, i condu- ziéndolos, a menudo, a hazér, que ellos propios se matan por diversas vías. La carne los tiraniza, haziéndolos viziosos, i lizenziosos. La honra los tiraniza, haziéndolos lijeros, vanos i presuntuosos, de suerte, que viviendo mueran. La muerte los tiraniza, no dejándoles gozar de sus prosperidades i felizidades, cortándoles en ellas los pasos. No entienden esta tiranía, sino los que la sienten: i solamente la sienten, los que anhelando entrár en el Reino de Dios, procuran reduzirse a la piedád, trabajan en mortificár la carne, i quieren resol- 1 están (?), i. e. están sujetos al reino, &c. 216 CONSIDERAZIÓN LXV. verse con el mundo, poniendo fin a la gloria, i a su honra, i piensan en disponerse a morir, i contentarse dello: porque luego que esto quieren, encuentran en ello dificultades, sienten i expe- rimentan la tiranía, i se conozen tiranizados. Estos mismos, si su querer entrar en el Reino de Dios, es vocazión del mismo Dios, i no propia fantasía, azeptando por suya la justizia de Dios ejecutada en Cristo, salen en la vida presente de la tiranía de los tres tiranos, saliendo del reino del mundo, i entrando en el Reino de Dios, en el cuál reina Dios por Cristo : quiero dezír, que reina Cristo como hijo de Dios, siendo El, en los que están en su reino, i con ellos propios, lo que es la cabeza en los miembros del cuerpo : porque así como de la cabeza, desziende virtud i eficazia en los miembros del cuerpo, los cuales son por ella gober- nados; así de Cristo desziende virtud i eficazia, a los que están en el Reino de Cristo, con las cuales combaten con los tíranos que tienen tiranizados a los otros hombres : i así son gobernados por Cristo en la vida presente, i mediante el mismo, alcanzarán la resurreczión, i la vida eterna : i saldrán así de la tiranía del cuarto tirano, que es la muerte, i entrarán en el Reino de Dios, cuando reinará Dios por sí mismo. Entre tanto estos, salidos del reino del mundo, habiendo sentido la tiranía de los cuatro tiranos, sienten la dulzura, i suavidád CONSIDERAZIÓN LXV. 217 del Reino de Cristo, sintiendo en si la virtud i eficazia de Cristo, i el gobierno del Espíritu santo, i sintiéndose dueños i señores de sus apetitos sois uales, i de sus afectos de honra, i ambizión del mundo, habiéndose desasido de sí mismos, i del mundo, en cuanto, incorporados en Cristo, encuentran muerta su carne, i encuentran muerto, en sí, el respeto del mundo, i están zertificados de su resurreczión, inmortalidad, i vida eterna: cuya zerteza obra en ellos este efecto, que si bien sienten la muerte en cuanto al cuerpo, no la sienten en cuanto al alma, por la zierta esperanza de la resurreczión. Entiendo, que en esto consiste el Reino de Cristo. I porque, hecha la resurreczión de los justos, no tendremos que combatir con el demonio, ni será menester mortificár la carne, ni contrastár con el mundo, ni habrá muerte que venzér ; entiendo que dize san Pablo, que entonzes Cristo consignará el reino a su eterno Padre, i que Dios será el todo, en toda cosa, rijiendo i gobernando toda cosa por sí mismo. De manera, que el Reino de Cristo, según san Pablo, durará hasta la resurreczión universal, i el Reino de Dios en los hombres, comenzará entonzes, i será continuo, perpetuamente conoziendo los hombres el benefizio rezibido por Jesu Cristo nuestro Señor. Como aconteze a un sediento caminante, a quien se le dá un vaso de agua fria, que mientras bebe, siente 218 CONSIDERAZIÓN LXVI. el benefizio del vaso que le dá el agua, i habiendo bebido, aunque poniendo el vaso a un lado, dá grazias al que le dio de beber, conoze no obstante, que por medio del vaso rezibió aquél benefizio. De manera, que así como el agradezido caminante, que se refrijera con el vaso de agua fría, mientras bebe, siente el benefizio del vaso, i después que ha bebido, sintiendo i conoziendo el benefizio del que le dio el vaso, conoze también el benefizio del vaso ; así los hombres, mientras están en la vida presente, sienten el Reino de Cristo, sintiendo el benefizio de Cristo ; i en la vida eterna sentirán i conozerán el benefizio de Dios, el cuál les dio Cristo, i cono- zerán el benefizio de Jesu Cristo nuestro Señor. En qué manera el espíritu maligno, es mas impetuoso que el Espíritu santo. CONSIDERAZIÓN LXVI. Queriendo entendér cuál espíritu es mas im- petuoso en el hombre, el santo, o el maligno; me resuelvo, en qué es mucho mas impetuoso el espíritu maligno en el impío, que el espíritu bueno en el pío : moviéndome a esta resoluzión, por dos con- sideraziones, de las cuales, la una está fundada en la propia naturaleza de los espíritus, porque CONSIDERAZIÓN LXVI. 219 el maligno es impetuoso por naturaleza, i el santo, es por naturaleza manso i quieto, i tanto, que si alguna vez pareze, que en él haya ímpetu, o alte- razión ; no es ella una cosa suya, sino de la viveza de la carne del hombre, en el cuál, i por el cuál, obra el Espíritu santo. I la otra está fundada en la propia naturaleza de los hombres, porque siendo ellos mas inclinados a los movimientos del espíritu maligno, que a los del Espíritu santo ; suzede, que a los del maligno, son inzitados con propio afecto, i con propia inclinazión, i a los otros del Espíritu santo, son retardados por la misma causa : de suerte, que siendo el espíritu maligno impetuoso por su propia naturaleza, i siendo inzitado el espí- ritu maligno en el impío, con la propia naturaleza del impío ; i siendo el Espíritu santo retardado en el pío, con la propia naturaleza del pío, en cuanto es hombre ; aconteze, que es mas impetuoso el espíritu maligno en el impío, que el Espíritu santo en el pío. I en el impío, entiendo, que ordinariamente, no es nada impetuoso el Espíritu santo : i en el pío, entiendo, que es mas o menos impetuoso el espíritu maligno, según la mayor o menor viveza de afectos que encuentra en él: i entiendo, que en el mismo, es mas o menos eficáz el movimiento del Espíritu santo, según es mayor o menor la mor- tificazión que hai en él; supuesto que con la viveza de los afectos i apetitos del pío, se acrezientan 220 CONS1DERAZIÓN LXVII. las fuerzas e ímpetus del espíritu maligno, i con la mortificazión, se reprimen, i retardan : i porque también es zierto, que con la viveza de los afectos i apetitos del pío, se retardan i reprimen los ím- petus del Espíritu santo, i con la mortificazión, se acrezientan i ayudan. Entendiendo que todo esto es zierto, entiendo también, que el pío, que quisiere, que los movimientos del espíritu maligno no tengan fuerza, ni sean eficazes en él, i que los movimientos del Espíritu santo tengan fuerza i cficazia en él, debe atendér a la mortificazión de sus afectos i apetitos, cuidando de matar en sí mismo lo que tiene de Adám, i de vivificar lo que tiene de Jesu Cristo nuestro Señor. Que en los solos rej enerados por el Espíritu santo, hallándose experienzia de las cosas de Dios, se halla también zertinidád de ellas. CONSIDERAZIÓN LXVII. Todo lo que en esta vida se haze, se conoze, i se entiende; o es por instinto natural, o es por experienzia, o por zienzia, o por divina inspirazión i revelazión. En las bestias, es instinto natural i experienzia, según cada cuál, por sí lo puede considerar. En los ¡hombres, es generalmente instinto natural, i experienzia, como en las bestias, aunque CONSIDERAZTÓN LXVII. 221 con mayor exzelenzia : i es también zienzia: la cuál entiendo que consiste, en aquello que un hombre aprende de otro hombre, no teniendo de ello mayor zerteza, que larelazión que le fué hecha : i es, tanto en las cosas divinas, cuanto en las humanas. En los hombres regenerados por el Espíritu santo, es instinto natural, i experienzia, i zienzia, i además divina inspirazión i revelazión. Quiero dezír, que los hombres regenerados saben, conozen, i entienden algunas cosas por instinto naturál, otras por experienzia, i otras por zienzia, i otras por divina inspirazión, estando en ellos el instinto naturál mas casto i mas puro, que en los otros hombres : i teniendo experienzia, no solamente de las cosas naturales i humanas, como los otros hombres, sino también de las cosas espñrituales i divinas, i teniendo zienzia, no solamente aprendida de otros hombres, sino también inspirada i revelada por Dios. Todos los hombres, estando sin Espíritu santo, están sin experienzia de las cosas espi- rituales i divinas, teniendo solamente la zienzia, que, por la Escritura, se adquiere de ellas: por lo que suzede, que así como en aquellas cosas humanas i naturales, de que no tienen experienzia, estando con sola zienzia, están con opinión, sin ninguna zerteza ; así en las cosas divinas, estando sin experienzia, están con opinión, sin zerteza alguna: en cuanto, que donde no hai experienzia, 222 CONSIDERAZIÓN LXVIL no puede haber zerteza, i la experienzia en las cosas de Dios, está reservada a los que tienen espíritu de Dios, los cuales, teniendo experienzia de las cosas espirituales, saben que conozen, i que entienden las cosas naturales i humanas. Quiero dezír, que hai tanta diferenzia de aquello que los hombres regenerados saben, conozen i entienden, en las cosas divinas, a lo que, en las mismas, saben, conozen i entienden, los otros hombres, por sabios que sean ; cuanta hai, entre lo que saben, i conozen, i entienden en medizina, los médicos que saben solamente la teórica de ella, i lo que saben i conozen, los médicos, que junto con la teórica, tienen la práctica. De donde vengo a colejír, que no teniendo, los hombres no regenerados, experienzia en las cosas divinas, no pueden tener confianza, ni desconfianza, que sea sólida i firme, sino solo por opinión, al modo que la tienen en las cosas humanas. I por esto sale zierto, lo que tengo escrito en otra Con- siderazión: que, a menudo, Dios dá a las personas pías algunas cosas, que no confian alcanzár, negándoles algunas otras, que confían alcanzár: entendiendo, que esto suzede, cuando aquél su confiar i desconfiár consiste en zienzia i opinión, i no en experienzia i zerteza. Después vengo a colejír, que teniendo, los hombres rejenerados, ex- perienzia de las cosas espirituales ; tienen zerteza CONSIDERAZIÓN LXVIL 223 de ellas: i que teniendo zerteza, tienen también confianza i desconfianza sólida i firme. I por esto, sale zierto lo que he escrito en otra Consi- derazión, que por la zerteza, o inzertidumbre, con que se hallan en la orazión las personas pías, pueden entender, cuándo son inspiradas a orar por Espíritu santo, i cuándo son movidas a orar por espíritu humano: i por consiguiente, cuándo han de confiár, i cuándo han de desconfiar. Ezequías rei de Judea, tenía experienzia en las cosas espirituales : i por eso, siendo inspirado a orar en su enfermedád, oró, i le fué prolongada la vida, según su confianza, leste mismo Rei, desconfiando de poder con su orazión alcanzár de Dios, que revocase la sentenzia dada contra J erusalém ; no se curó de orár. Si no hubiese tenido experienzia en las cosas divinas, solamente gobernándose por la zienzia, habría orado con tanta mas confianza, pidiendo la revocazión de la sentenzia dada contra Jerusalém, cuanto que orando, había alcanzado la revocazión de la sentenzia dada contra su propia vida: pero teniendo la experienzia, dejó de go- bernarse con la zienzia, i estuvo así, firme en la confianza, i firme en la desconfianza. I si la experienzia de las cosas divinas ensena esto, a uno de aquellos que tenían el espíritu de Moisés, ¿cuánto mejor lo enseriará a aquellos, que tienen el espíritu de Jesu Cristo nuestro Señor ? 224 CONSIDERAZION LXVIII. Que el deseo de saber, es imperfeczión en el hombre, contra el juizio de la prudenzia humana. CONSIDERAZION LXVIII. La prudenzia humana juzga, que el deseo del saber, sea gran perfeczión en el hombre: i el Espíritu santo juzga, que esto sea grande imper- feczión en el hombre. La prudenzia humana confirma su opinión, diziendo: que se ha visto por experienzia, que en el mundo, aquellos hombres han vivido mas virtuosamente, que teniendo deseo mayor de saber, se han dado mas a querer saber, i han sabido más : i aquí alega una turba de filósofos. I el Espíritu santo, por el contrario, confirma su sentenzia, diziendo: que por el deseo del saber, vino el pecado en el mundo, i por el pecado la muerte, i con ella todas las miserias, i todos los trabajos, a que estamos sujetos en la vida presente. Que esto sea verdad, lo prueba por la persuasión del demonio, el cuál dijo a Eva : " Eritis sicut Dii, scientes bonum et malum." Pasando mas adelante, d/ize el Espíritu santo : que el deseo del saber destruyó a los Hebreos, en cuanto que de- seando ellos entender las profezías que hablan del Mesías, i procurando entenderlas por vía de CONSIDERAZIÓN LXVIII. 225 injenio, i de discurso humano, se imajinaron i figuraron un Mesías, tan contrario del que Dios les envió, que cuando le tuvieron, no le conozieron : i no conoziéndole, no le rezibieron : i del no rezibirle, resultó que no solamente no gozaron en él, sino que les causó ruina i perdizión. Pasando mas adelante dize el Espíritu santo : que deseando los J entiles saber el orijen, i el prinzipio de las cosas naturales, procuraron de saberlo con sus injenios i discursos. Por donde acontezió lo que san Pablo dize, que " evanuerunt in cogitationibus suis," i adoraron a las criaturas, i se prezipitaron en otros absurdos i feos inconvenientes. Asi mismo dize el Espíritu santo, que muchos hombres, de- seando saber las cosas que pertenezen a la relijión cristiana, i procurándolo con la luz natural, han formado conzeptos tan extraños de Dios, i de Cristo, del estado cristiano, i del vivir cristiano, que se puede con verdad dezír, que de Cristo, no tienen otro, que el nombre, por un lado partizi- pando del inconveniente de los Hebreos, en cuanto, que leen la santa Escritura, i deseando entenderla, i procurando esto, no con la luz espiritual, con la que ella fué escrita, sino con la luz natural, no la entienden: i por otro lado partizipando del inconveniente de los J entiles, en cuanto, que deseando sabér lo que los J entiles supieron, leen aquello que escribieron los J entiles, i sienten como p 226 CONSIDERAZIÓN LXVIIL sintieron los Jentiles, i fórmanse ánimos jentiles. Habiendo probado su sentenzia el Espíritu santo contra el deseo del saber que tienen los hombres, dize además : que la virtud que se adquiere deseando saber, i sabiendo lo que se puede saber con la luz naturál, es mas bien vizio que virtud, supuesto que haze a los hombres presuntuosos e insolentes, i por consiguiente impíos e incrédulos. Que esto sea verdád, consta por aquello, de que los hombres que siguen la propia luz naturál, cuanto son mas viziosos, según el mundo, tánto menos confían en Dios, i tanto menos creen en Cristo, i por esto, son tanto mas impíos, i mas incrédulos : de manera, que está bién dicho, el que el deseo del saber es gran imperfeczión en el hombre. Dos cosas aprendo en este discurso: la una, que la prudenzia humana, no tiene jurisdiczión alguna, en juzgár de la perfeczión e imperfeczión del hombre : la otra, que a todo hombre, que siendo por Dios llamado a la grazia del Evanjelio, responde ; le toca mortificár, i matár en sí, el deseo del saber, de cualesquiér clase que sea, para no caer en el inconveniente de los falsos Cristianos, i de los Jentiles, i de los Hebreos, ni en el que cayeron nuestros primeros Padres : i para llegár a la perfeczión a que llegó san Pablo : no deseando, ni procurando de sabér otra cosa, que Cristo, i este cruzificado: cuya sabiduría debemos desear i CONSIDERAZIÓN LXIX. 227 procurár, mas con ovazión a Dios, nosotros, que habiendo azeptado la grazia del Evanjelio, somos cristianos verdaderos, incorporados en Jesu Cristo nuestro Señor. Que el hombre debe siempre reconozerse incrédulo i defectuoso en la fé : i que hai en el hombre otro tanto de fé, cuanto hai de conozimiento de Dios i de Cristo. CONSIDERAZIÓN LXIX. Guando considero la grandísima eficazia que Jesu Cristo nuestro Señor atribuye a lev fé, di- ciendo, que con ella, por pequeña que sea, podemos trasladar los montes de un lugar a otro, — volviendo sobre mí, i no hallándome con ésta fé tan eficaz, conozco cuan débil i flaca es mi fé, i entonzes, vuelvo mi ánimo a Dios, diziendo con los Após- toles, " Domine, auge mihi fidem : " i diziendo con el padre del lunático, 66 Domine, adiuva in- credulitatem meam? I entendiendo, que la fé me ha de venir por don de Dios, i teniendo por zierto, que tendré tánto de fé, cuanto tuviere de conozi- miento de Dios i de Cristo (pues que los hombres, por mui buena informazión que tengan de otros hombres, en tánto se fían de ellos, en cuanto los conozen) ; me vuelvo a rogar a Dios, que se me P 2 228 CONSIDERAZTÓN LXIX. deje conozér, i se me deje ver, i que me deje conozér i ver a Cristo, como se puede en la vida presente : paraque yo confíe, i de este modo mi fé sea fuerte i eficaz. Adonde considero la astuzia del enemigo del jénero humano, i enemiguísimo de Cristo, en cuanto que entendiendo él, que el intento con el cual Cristo ponderó tanto la eficazia de la fé, causó que los hombres, por mucho que creyesen, i por mucho que confiasen, siempre se juzgasen incré- dulos i defectivos en la fé; ha hecho, que entre los hombres, que aprueban el Evanjelio de Cristo, sea cosa de honra el creér, i cosa de vituperio el no creér o dudar : paraqué persuadiéndose ellos, por honor suyo, que creen, no vengan a conozerse incrédulos i defectivos en la fé: i así no lleguen nunca a adquirir, lo que Cristo pretende que adquieran, esto es, el conozimiento de Dios, i de Cristo, i por el conozimiento, la fé, i por la fé, la justificazión, i por la justificazión, la glorificazión, i vida eterna. I es verdaderamente grande, en toda cosa, la zeguedád i la ignoranzia. de los hombres, que veen solamente con los ojos de la prudenzia humana : i grandísima en esto, que no admitiendo en las cosas humanas un testimonio que testifique solo de oídas, si no habla de zierta zienzia, o de propia experienzia ; se persuade por sí, i por los otros, que en las cosas divinas le basta testificar de oídas, no teniendo zierta zienzia, ni CONSIDERAZIÓN LXIX. 229 propia experienzia, antes bien, no pretendiendo lo uno, ni procurando lo otro ; i lo que peor es, reprendiendo a los que pretenden la zierta zienzia, i procuran la experienzia, no contentándose con testificar de oídas por relazión de otros. I en las cosas divinas entiendo, que tienen zierta zienzia, los que conozen a Dios i a Cristo por revelazión e inspirazión, de cuyas cosas pueden solamente dar testimonio los que las tienen, i su testimonio es verdadero. Los otros, si bien dan testimonio de ellas, de oídas, su testimonio no es verdadero, porque no sienten como hablan. I en las mismas cosas de Dios, entiendo que tienen experienzia, los que encuentran i sienten en sí mismos los efectos que en ellos hazen, el conozimiento de Cristo, que los haze justos, i por consiguiente, los efectos de la piedad, i los efectos de la justificazión. Todos los demás hombres, cuando dan testimonio de estas cosas, no teniendo la experienzia de ellas, su testimonio no es verdadero, porque no sienten como hablan. De todo esto vengo a colejír, que el hombre debe juzgarse incrédulo i defectivo en la fé, mientras no tenga tánta fé, que baste a trasladar con ella los montes, de un sitio a otro sitio: i que juzgándose tál, debe pedir a Dios, que le dé fé, no contentándose con testificár en las cosas divinas de oídas, i por relazión, sino de zierta zienzia, i por 230 CONSIDERAZIÓN LXIX. propia experienzia. Además vengo a colejír, que habiendo realmente tanto de fe en el hombre, cuanto hai de conozimiento de Dios, i de Cristo, i que por la fé adquiere el hombre la justificazión, i por la justificazión adquiere la glorificazión i la vida eterna, i que pudiendo dar Dios en un instante al hombre, tanto conozimiento de sí i de Cristo, dejándose conozér, i mostrándole Cristo, cuanto basta para creer ; — no debemos desconfiar de la salvazión del hombre, mientras está el alma en el cuerpo, esperando siempre, que Dios haga con él lo que puede, i lo que suele, dejándose conozér, i mostrándole a Cristo, paraqué conoziendo crea i ame, i creyendo, goze de la justificazión cristiana, i gozando de la justificazión cristiana, vaya a vivir i reinár con Jesu Cristo nuestro Señor. CONSIDERAZIÓN LXX. 231 En qué consisten aquellos tres dones de Dios, fé, esperanza, i caridád : i en qué consiste su superioridad entre los otros dones, i de la caridád entre los tres dones. CONSIDERAZION LXX, Considerando, que el Apóstol, pone por los mas altos i exzelentes, entre los dones de Dios, la fé, la esperanza, i caridad ; me he puesto muchas vezes a examinar, en qué consiste esta superioridad: i no habiendo podido entender bien en qué consistan ellos, no me pareze haber podido entender en qué consista la superioridad suya sobre los otros. Comenzando ahora, me pareze, a entendér en qué consisten, comienzo también a sentir en qué consiste su superioridad. La fé entiendo que consiste en esto : que el hombre crea, i tenga por zierto, todo lo que se contiene en la santa Escritura, confiando en las promesas divinas que en ella se contienen, como si a él propia i prinzipalmente estuviesen hechas. De aquellas dos partes de la fé, que son, el creer i el confiar, entiendo, que de la una es capaz, en zierto modo, el ánimo humano: quiero dezir, que el hombre es bastante para reduzirse a creér, o para persuadirse de que cree : i de la otra, entiendo, que es incapáz : quiero dezír, que no 232 CONSIDERAZIÓN LXX. basta, por sí solo, para reduzirse a confiar, ni para persuadirse de que confía. De manera, que el que cree, i no confía, muestra que su creer, es industria e injenio humano, i no inspirazión divina : i el que creyendo confía, muestra que su creer es inspirazión, i revelazión. La esperanza, entiendo que consiste en la pazienzia, i en el sufrimiento, con que el hombre que cree i confía, aguarda el cumplimiento de las promesas de Dios, sin someterse a la servidumbre del demonio con la impiedad, ni a la del mundo con la vanidad, ni a la de su propia carne, con el vizio. Gomo un capitán, que teniendo promesa del Emperador, de que, llegado él a Italia, se servirá de él, aunque tarde el Emperador, i aunque sea solizitado por vários Prínzipes, que quisieran servirse de él, no quiere azeptár partido alguno, esperando la venida del Emperador, temeroso de que, si, viniendo, le hallase sirviendo a otro, no querría tomarle a su servizio. Esta esperanza presupone la fé: quiero dezír, que para esperár, es neze- sario que haya fé en aquél que espera, con la cuál dé crédito a lo que le es dicho, i confíe en lo que se le tiene prometido: pues de otro modo no podría mantenerse en el esperár. I que propiamente en esto consiste la esperanza, lo vengo a entender por algunas parábolas que leemos en los Evangelios, como aquella de las diez Vírjenes CONSÍDERAZIÓN LXX. 233 que esperaban al Esposo, i la de los hombres que esperan a cuando torne su Señor. La caridad, entiendo que consiste en el amor i afizión, que el hombre que cree, confia, i espera ; muestra a Dios i a Cristo, e igualmente a las cosas de Dios i de Cristo, estando en realidad afizionado, i enamorado del creer, confiar i esperar : de suerte, que porque el que tiene estos tres dones de Dios, está unido con Dios, creyendo, esperando i amando ; con mucha razón estos tres dones son los mas altos, i los mas exzelentes, entre todos los otros. Habiendo entendido en qué consisten estos tres dones de Dios, i en qué consiste su preeminenzia, i deseando entendér la causa por qué el mismo Apóstol pone la caridad por mas superior, entre la fé i la esperanza, pienso, i tengo por zierto, que la superioridad consiste en esto: que el que cree i confia, no estará jamás firme en la fé, si no halla gusto i sabor en el creer i confiár : ni el que espera estará firme en el esperar, si no halla gusto i sabor en esperár. Siendo, pues, la caridád, la que dá el gusto i sabor con que se sustentan la fé i la esperanza ; sigúese bién, que la caridád, es la mas superior entre la fé i la esperanza, en cuanto que ella, mantiene i sustenta a Ices otras, i ella, por sí sola, se mantiene, i se sustenta : i en cuanto que faltará la fé, cuando no habrá que creér, ni en qué confiár : i la esperanza faltará, cuando habiendo 234 CONSIDERAZIÓN LXXL vuelto Cristo, i siendo hecha la resurreczión de los justos, no habrá ya mas qué esperar; pero la caridad no faltará jamás, porque habrá siempre qué amár, i habrá siempre qué gustar: porque en la vida eterna amaremos a Dios i a Cristo, i halla- remos gusto i sabor en la contemplazión de Dios i ele Cristo, nosotros los que en la vida presente, háyamos vivido con fé, esperanza i caridad, incorporados en Jesu Cristo nuestro Señor. Sobre la Orazión santísima del Padrenuestro. CONSIDERAZIÓN LXXI. En la Orazión santísima del Padrenuestro, considero primeramente todo esto : que llamando a Dios Padre, me conviene limitarme a esperar de Dios, todo lo que un hijo obediente puede esperár de un padre mui bueno i amoroso. I si bien soi hijo desobediente, no importa : porque Dios no me considera por lo que soi por mi, sino por lo que soi por Cristo, cuyo miembro yo soi, i el cuál fué obedientisimo hijo, por cuya filiazión yo llamo a Dios, Padre. Si yo le llamase padre, por lajene- razión común, importaría mi ser : pero llamándole asi, por la particular, rejenerazión, no importa mi ser, para hazerme obediente o desobediente, mas, CONSIDERAZIÓN LXXI. 235 como he dicho, el ser de Cristo, que fué obedientí- simo. I además de esto entiendo, que es menester que me reduzca a ser, para con Dios, tal, cual es para con su padre, un hijo bueno i obediente. Con- sidero secundariamente, que diziendo " nuestro," presupongo que tengo por hermanos a todos aquellos, que por la rejenerazión tienen a Dios por padre, i que debo yo conducirme con ellos, como con hermanos. Considero en terzér lugar, que porque Dios está donde es conozido, se usa en la santa Escritura dezír, que Dios está en el zielo, porqué allí es conozido: Dios está en todas sus criaturas: pero no se dize que está, sino en las que le conozen, i donde Él se deja conozér. Considero, lo cuarto: que el deseo propio del pío Cris- tiano es, que sea el nombre de Dios santificado : quiero dezír, que sea Dios estimado i juzgado de todos, por santo i justo, en todas sus obras, como lo es realmente. La humana pmidenzia no hal- lando santidád, ni justizia, en muchas de aquellas cosas que acontezen a los hombres en esta vida ; huyendo del inconveniente de atribuir a Dios injusticia, cae en otro inconveniente, privando a Dios de su particulár providenzia en todas las cosas : i el Espíritu santo, conoziendo en todas las cosas santidád i justizia, por parte de Dios, no duda atribuírselas todas a Dios, deseando que los hombres, cautivando el juicio de su prudencia 236 CONSIDERAZIÓN LXXL humana, santifiquen el nombre de Dios, confesando i sintiendo, que Dios kaze todas las cosas, i que en todas hai santidad i justizia. Algunos hombres hai, que santifican a Dios, en las cosas que ellos juzgan buenas, retrayéndose de hazerlo, en las cosas que juzgan ser malas. I otros hombres hai, que santifican a Dios, jeneralmente en todas las cosas, mas con la boca, i no con el corazón. I el deseo del pío Cristiano es, que sea Dios san- tificado en todas las cosas, i que la santificazión salga del corazón, pues de este modo quiere Dios ser sant ificado. Lo quinto considero : qu e el propio i continuo jemido del pío Cristiano consiste en el desear que presto presto venga el reino de Dios, cuando hecha la resurreczión de los justos, entre- gará Cristo el reino a su eterno Padre: porque aquél propiamente será el Reino de Dios, en cuanto que los justos serán gobernados inmediatamente por Dios, viendo cara a cara al mismo Dios. En la vida presente reina Dios en los justos, pero por Cristo, así como dá luz, pero por el sol : i en la vida eterna reinará Dios, por sí mismo, así como dará luz, por sí mismo. Lo sexto considero : que los Cristianos píos, huyendo de la voluntád de Dios, que es con ira, i de la que es mediata, por estas que llaman causas segundas, piden que sea ejecutada aquí en la tierra, aquella voluntád de Dios que se ejecuta en el zielo, entendiendo aquella CONSIDERAZIÓN LXXI. 237 que es con misericordia i con amor, i que es inme- diata,por el mismo Dios. Lo séptimo considero : que sintiendo los Cristianos píos, que de la maldizión por el pecado del primer hombre resulta, que comen su pan con dolor, i con afán ; piden a Dios, que librándolos del afán, i del dolor, les provea de la ordinaria ayuda, de suerte, que sin dolor i afán, sean provistos i sustentados según su nezesidád, reconoziendo su sustento, solo de la liberalidád de Dios, i en esto comenzando a sentir el remedio del pecado del primer hombre, sintiendo juntamente el benefizio de Cristo, Lo octavo considero : que los Cristianos píos, no porque duden del perdón jenerál, que han tenido por la justizia de Dios ejecutada en Cristo porque de esto están seguidí- simos, sino porque se complazen, en recordár, que son deudores, cuya memoria, causa en ellos kumildád a presenzia de Dios, piden siempre a Dios que les perdone aquellas cosas, por las que con justizia podría castigarlos. I entiendo, que le alegan el perdón que ellos han hecho, a los que les eran deudores, mas bien para obligarse a perdonár, que por obligár a Dios, a que por tal cosa les perdone. Esto lo entiendo así, por lo que el mismo Jesu Cristo añade en el Evanjelio diziendo : " si perdonáreis, os será perdonado." Lo noveno considero : que conoziendo los Cristianos píos su flaqueza, temen la tentazión en cuanto que ella puede 238 CONSIDERAZIÚN LXXI. apartarlos del decoro cristiano, i conoziendo jun- tamente la nezesidád que tienen de ser mortificados con las tentaziones, piden a Dios, no, que no los tiente, sino que las tentaziones sean de tal calidad, que no les hagan perder el decoro cristiano. Lo dézimo considero : que habiendo entendido los Cristianos pios, que son muchos los males que combaten al justo, temen de ser oprimidos por ellos : i conoziendo la debilidad de sus fuerzas para poder hazerles resistenzia, recurren a Dios pidiéndole, que les libre de todos ellos. En estos deseos, i en estas petiziones, entiendo que están i perseveran las personas pías, no solamente por la doctrina externa de Jesu Cristo nuestro Señor, que hallan escrita en su historia ; sino también por la doctrina interna del Espíritu santo, el cuál pone en sus ánimos estos deseos, i les mueve a pedir estas cosas: i los que con la doctrina externa de Cristo, no tienen la interna del Espíritu santo, orando enseñados, i no inspirados ; no oran como verdaderos i vivos miembros de Jesu Cristo nuestro Señor. CONSIDERAZIÓN LXXII. 239 Que pretendiendo el hombre adquirir la parte de la imajen de Dios que no le pertenezía, perdió la parte que le pertenezía. CONSIDEEAZION LXXII. En la creazión del hombre, leo, que fué criado a imajen i semejanza de Dios. I poco mas adelante leo, que pretendiendo adquirir la imajen de Dios, fué desobediente a Dios, i fué echado del pavaiso terrenal. Por lo que entendiendo, que fué diferente la imajen i semejanza de Dios con que fué criado el hombre, de aquella que en su depravazión pretendió el hombre ; he venido a considerar, que la imajen de Dios con que fué criado el hombre, es la que le pertenezía como a hombre, la que en él podía estar i cabér : i que la imajen de Dios que pretendió el hombre, es la que no le pertenezía siendo hombre, la que siendo propia de Dios, no es comunicable a la criatura. I aunque de las palabras que contienen la cveazión del hombre, solamente se colije, que la imajen de Dios con que él fué criado, consistía en la superioridad que tenía sobre todas las demás criaturas ; — todavía, por lo que me pareze que sintió san Pablo, i por lo que veo cumplido en Cristo, i siento, i veo prinzipiado en los que son miembros de Cristo, entiendo, que a 240 CONSIDERAZIÓN LXXIL mas de la superioridad que nota la Escritura, era el hombre semejante a Dios, en cuanto al ánimo, en la piedad, justizia, i santidad: i en cuanto al cuerpo, en la impasibilidad e inmortalidad. En esto me confirmo, recordándome de que por Cristo recobramos lo que por Adám perdimos. La piedad, la justizia, i santidad, perdimos por Adám : i perdimos la impasibilidád i la inmortalidád de los cuerpos : — i por Cristo recobramos en esta vida la piedád, la justizia, i la santidád en los ánimos, i recobraremos en la vida eterna la impasibilidád, i la inmortalidád de los cuerpos. I porque veo a Cristo, resuzitado ya, impasible e inmortál ; he dicho que veo en Él, cumplida i perfecta la imajen de Dios, que perdió el hombre: i porque siento, que los que son miembros de Cristo, rejenerados por el Espíritu santo, tienen piedád, justizia i santidád ; he dicho que veo en ellos comenzada a recobrarse la imajen de Dios, que perdió el primer hombre. De la imajen de Dios que pretendió el hombre, aunque, de la santa Escritura, no puedo colejír que ella consistiese, sino en la zienzia del bien i del mal, todavía, por lo que considero en cada uno de los hombres que no han conseguido la rejenerazión cristiana, i propiamente, por lo que también los que la han conseguido, sienten en sí mismos, i conozen de sí mismos ; — entiendo, que además de la zienzia del bien i del mal, que nota CONSIDERAZIÓN LXXII. 241 la santa Escritura, pretendió el hombre la imajen de Dios, que consiste en el ser propio de Dios, el cuál, de por sí es, i dá ser i vida a toda cosa que es i vive, i por esto, ama a sí mismo, i ama por sí todas las cosas j i quiere ser amado por sí mismo, i sobre todas las cosas, i tiene majestad, gloria, i omnipotenzia. Esto lo pienso así, por entender, que viviendo todavía en el hombre aquella maldita persuasión del enemigo del jénero humano, vive aun también la pretensión temeraria de adquirir la imajen de Dios, que solamente perteneze a Dios, no siendo comunicable con las criaturas. De adonde entiendo, que prozede, el que el hombre no quiere depender de otros, mas que de sí mismo, a la cuál cosa atiende cuanto le es posible : i que ama a sí mismo, i ama, por sí, todas las cosas, i 'pretende en toda cosa suya, su propia gloria, i quiere poner en ejecuzión todo lo que le viene en deseo. I de la misma fuente entiendo que prozeden en el hombre las otras cosas a éstas anejas, como son, la propia estima, la ambizión, la vanagloria, la ira, la envidia. I entiendo, que en los hombres, que por Cristo han conseguido la rejenerazión cristiana, va en tanto faltando el pretender la imajen de Dios, que no les perteneze, en cuanto van ellos recuperando la que les perteneze: de suerte, que como va en ellos creziendo la piedád, la justizia, i la santidad, así va descreziendo el amor propio, Q 242 CONSIDERAZIÓN LXXIL la ambizión, la 'propia estima, la arroganzia, i la propia temeridad : haziendo en ellos este efecto singularísimo, la incorporazión con que están incorporados en Cristo, de la cuál les viene el ser hijos humildes i obedientes, i no presuntuosos, ni desobedientes como fué el primer hombre. Para mejor entender esto, me pongo a considerar entre Dios, el hombre, el demonio, i Cristo, lo mismo que entre un 'padre, i un hijo presuntuoso, un mal siervo, i un hijo obediente. I entiendo, que hizo Dios con el hombre, dándole su imajen i seme- janza, lo que haze un padre con su hijo, dándole en su casa tanta autoridad, cuanta conviene a hijo. I que el hombre hizo con Dios, pretendiendo la imajen de Dios, lo que haze un hijo presuntuoso con su padre, que no se contenta con el grado que tiene en la casa del padre, como hijo, mas pretende i quiere el grado que tiene el padre. I que hizo el demonio con el hombre, persuadiéndole que fuese desobediente a Dios, lo que haze un mal siervo con su señor, procurando apartar de su obedienzia a los hijos, para apesadumbrarle a él, i arruinar a ellos. I entiendo, que hizo Cristo con Dios, con- tentándose ole que en El fuese ejecutada la justizia de Dios, lo que haze un hijo obediente con su 'padre, contentándose de que su padre le castigue, por lo que debía castigár al otro hijo desobediente, para reduzirlo a su obedienzia, i restituirle, en su casa, CONSIDERAZIÓN LXXIL 243 el grado i la dignidad que le convienen, como a hijo. De todo lo dicho, tomo dos resoluziones. La primera, que al pío cristiano le toca desistir de pretender aquella imajen i semejanza de Dios, que no le perteneze, renunziando a todo deseo de saber, a todo amor propio, a toda ambizión, a toda propia estima, a toda arroganzia, i a toda presunzión ; i atender a recobrar enteramente aquella imajen i semejanza de Dios que le perteneze, pidiendo a Dios mayor piedad, mayor justizia, i mayor santidad, i pidiéndole impasibilidad, e inmorta- lidad. La segunda, que al pío cristiano le toca conozér, de la obedienzia de Cristo, su reparazión, i conozér, de la desobedienzia de Adám, su depra- vazión ; i así, dejar de imitar a Adám, i atender a imitar a Cristo, " qui cum in forma Dei esset, non rapinam arbitratus est esse se wqualem Deo, sed semetipsum exinanivit formam servi acci- piens:" por cuya causa Dios lo exaltó, i le dio absoluta potestad, i superioridad en zielo i tierra. Tanto valió delante de Dios la obedienzia, i la humildad de Jesu Cristo nuestro Senór. q 2 244 C0NSIDERAZ1ÓN LXXIII. Que la unión entre Dios i el hombre se haze por amor : que el amor naze del conozimiento : qué cosa es conozimiento, amor i unión. CONSIDERAZIÓN LXXIII. Entiendo, que el hombre, en tanto está unido con Dios, en cuanto el hombre ama a Dios : que si el amor es grande, la unión es grande: i si el amor es pequeño, la unión es pequeña. Hai \v. 215. 9. (( Para mí es indudable, que esta Considerazión debe comenzar: "Los hombres que están en el reino del mundo," &c. I, quizá, mejor así : " Los hombres que entran [a vivir'] en el reino del mundo," &c. El italiano dize : " Gli huomini che regnano nel regno del mondo" ¿ce., regnano, es errata, por entraño, 0 por stanno. Se verá clara la errata, leyendo con cuidado la pájina 216, renglones 6-21., i toda la Considerazión. .... 216. 19. " con las cuales combaten," &c. Quiere dezír, que con la virtud, 1 eficazia, combaten con los ti- ranos.— El it. "con quale combat- teno" (" con le quali combattono "). 25. " cuando reinará," " o ver regnerá," (" ove regnerá "). No sé cómo, leyendo ove, he puesto en mí traduczión cuando. Debí poner: " donde reinará Dios," &c. lxviii. 225. 10. "Por dónde acontezió," "Onde auiene," ("Onde avenne"). VARIANTES. 443 lxviii. 225. 16. " i procurándolo" " et procu- rando co'¿," (u et procurandol cóP .... 226. 11. "cuanto son mas viziosos según el mundo" " quanto sonó piu vitiosi secondo il mondo." Asi traduje literalmente, sin ver la manifiesta errata de vitiosi, por v" vírtuosi. Debí traduzir : 66 cuanto son mas virtuosos según el mundo," &c. Benjamin B. Wiffen me in- dicó la errata. lxix. 229. 10-11. "testimonio de ellas," "testi- monio di se" ("testimonio di esse"). lxx. 232. penúltimo, "por algunas parábo- las" "per alcune parole" ("per alcune par abóle"). lxxii. 240. 9. " recobramos," "ricuperemo," ("ri- cuperamo "). 11. " recobraremos" " ricuperemo" (" ricuperaremo 19." recobrarse" " repararsi," (" ricu- perarsi"). Puede que aquí, el contiguo impreso italiano, haya conservado la voz misma del 3IS. castellano, que dijese : " comenzada a repararse la imajen de Dios." Pero el término recobrarse, no altera el sentido : i me pareze, 444 VARIANTES. que es el que hoi hubiera usado Váleles. lxxii. 241. 10. "vive aun también la 'preten- sión" "viue tuttauia temeraria" (" vive tuttauia la temeraria lxxiii. 244. 6-7. " que si el amor" " che V amore" (u che se V amore "). Errata clara. .... 246. 1. " ininteligible:" " intelligibile" (" inintelligibile"). 8. " Paraque Él sea" " Che egli sia" (i( Per che egli sia "). .... 247. 20. " en cuanto pretende" " in questo pretende" ("in quanto pretende"). lxxiv. 253. 1. " porque aquello" " per quello che" ("per che quello "). El che, antes de quello. lxxv. 254. 5. " capazes de esto" " habili, accib" (" habili a cid"). lxxvi. 257. 17-18. " en cuanto a que chocando en" &c.9 " in quanto alia sua humilita e bassezza, percotendo" (" in quanto che olla \jpor nella] sua humilita e bassezza perco- tendo "), &c. 258. 21. " su modo. A los que" " suo modo, coloro che" (" suo modo. A coloro che "). 259. 26. " hazen mal ," " fauno male." Tra- VARIANTES. 445 (luzco literalmente: pero, pienso, que en italiano, debería dezír fanno bene, aquí, porque los im- perfectos, por mera imitazión, querían obrar como los perfectos, sin estar seguros de obrar bien, i por consiguiente, sin espíritu, ni persuasión. lxxvi. 260. 23. " que se ha dicho. Entiendo, que por los," " che si é detto, che dalli," (" che si é detto. Intendo, che dalli"). .... 261. 5. "aunque cubran" " benche com- prano," (" benche coprano "). Errata. lxxvii. 266. 16. "descuidados." En el italiano dize aquí discordati: i luego, cuando debiera haber traduzido con esa voz, la castellana, que ocurre otras cuatro vezes en esta Considera- zión, pone desciude, en una, (que nada significa), i en las tres restantes, descuidado. .... 268. 1. " de estos afectos tan contrarios," " di questi cosí contrarii," (i( di questi affetti cosí contrarii"). lxxviii. 269. 17 . " entiendo " (( intendendo," ("in- tendo "). 446 VARIANTES. lxxviii. 271. 16. "porque no son inmortales,'' " per che non sonó mortali" (" per che non sonó inmortali " ). Entiendo, que dize: que son tole- rables flaquezas, o debilidades, aporque no son flaquezas inmor- tales, o eternas, sino que, al fin, se han de amortiguar, o morir, o acabar. Puede también corre- girse, de otro modo, este paso, refiriendo la voz mortali a las personas cristianas. Entornes, hai que quitar el non, i dezir : "per che sonó mortali," "porque son mortales" Pero ésta, me pareze correczión mas forzada. lxxix. 275. 15. " I la terzera, que entónzes." " Et la terza, alV hora" (" Et la terza, che aW hora "). lxxx. 276. 21. "i reconozerían," " et conosce- uano," (" et conosceriano "). .... 279. 7-10. " Tan diferente es el juizio," &c, " tanto e diferente il giuditio che fie nel giuditio di Dio lo spirito santo, da quello che sa nelle me- desime la prudentia humana. Et qui intendo, che per le medesime cause, che Dio dimanda." (" Tan to VARIANTES. 447 é diferente il giudizio che fa, nei gwidizii di Dio, lo Spirito santo, da quello, che fa nelli me- desimi la prudentia humana. Et qui intendo, che per le medesime cause, per che Dio dimanda "), lxxxi. 281. 14. " que fué escarnezido, ultrajado, i perseguido" " che fu inamorato, oltraggiato, et perseguitato? En la voz inamorato, hai errata : pero no atino cual sea. He puesto escarnezido, a la ventura. El Dr. Boehmer, en su reimpresión del texto italiano, corrije asi : " che fu mormorato oltraggiato eperse- guitato," (pajina 282). No sé si Valdés diría murmurado, ha- blando aqui de Cristo : pero como la voz mormorato, se asemeja a la de inamorato, i ésta vuelve a parezér en el italiano, adonde en la pajina 284. r. 14., he traduzido, " i es mas escarnezido ; " tal vez conjetura i corrije bién el Dr. Boehmer. i. xxxn. 287. 23. " puede haber sentido," " piu hauere sentito," (" pub hauere sentito "). 448 VARIANTES. lxxxiii. 291. 5. " con todo lo que es de mundo" " con tutto quello che é mondo" (" con tutto quello che e del mondo "). " Aborrezér el mundo, con todo lo que es mundo" me pareze repetizión inútil: no así, con la enmienda que amplifica. " Aborrezér el mundo, con todo lo que es mundano, o perteneze al mundo, o se haze por respeto del mundo, aunque sea cosa espi- ritual, o lo parezca" I. Epístola de san Juan, ii. 15. 19. lxxxv. 296. 13-14. " al conozimiento de Dios, por revelazión de Cristo" (e che alia cognitione di Christo, Dio per revelatione di Christo" (" che alia cognitione di Dio, per revelatione di Christo "). .... 297. 4-6. " todo su ánimo, i todas sus co- sas internas, hubiera podido con zerteza dezír, que conozia" &c, " V animo suo, tutte le sue cose inte- riore, haría potuto con veritá diré, che conoscería," &c, (" V ánimo suo, et tutte le sue cose interiori, hauria potuto con verita diré, che conosceua "), &c. VARIANTES. 449 lxxxv. 298. 27. " bondad, si antes así" " et cosí prima" ("se cosí prima "), &c. Por no apartarme demasiado del im- preso antiguo italiano, he correjido así: pero, me pareze preferible la enmienda del Dr. Boehmer, " bontá, &c, se prima," por cor- responder mejor al &c, que viene luego, en el renglón primero de la pajina 299. lxxxvi. 301. 21-22. " Después habiendo conside- rado, como todo esto es verda- dero, pues que no hai alguno" " Hauendo poi considerato, come tutto questo é vero, di che non é alcuno" &c. (" Hauendo poi con- siderato, come tutto questo é vero, poi che non é alcuno"). Corrijo poi che, en vez, di che, para señalar, que ahí comienza el paréntesis, que acaba en la voz testimonio. Podría leerse también así : " Después, habiendo consi- derado, como todo esto es verdadero (de que no hai alguno)," &c. Mas prefiero, pues que. LXxxYii. 305. 13. "mi espíritu," "un spirito," (" mió spirito "). F F 450 VARIANTES. lxxxviii. 309. 23. " I entiendo," i( Etintendendo," (" Et intendo "). 310. En los renglones 27. i 28. cayó, i avisó, i en la siguiente pajina 311. cayó, pegó, &c, van traduzidos, en pretérito, por conformarse con el renglón 8. donde traduzco " Dios le castigó" porque el impreso italiano dize claramente, " Dio il castigó." Igualmente, en los renglones 10. i 12. traduzco fué, i perdió, por la misma razón de conformidad, pues cliziéndose en el último perdette, que es pretérito, debió ponerse antes, " l'uno fu," &c. xc. 32 1 . G. " liombres son," <(gli homini," (" gli huomini sonó "). xci. 327. 5. " de este modo," 6i in questo mondo " (" in questo modo Esta en- mienda me pareze nezesá,ria, i mui atinada. Yo, sinembargo, no eché de ver lo nezesario i atinado de ella, i traduje la errata del impreso antiguo italiano, en la pajina 427. r. 1. de la edizión prrimera; hasta que vi hecha la enmienda por el Dr. Boehmer, en su edizión, pajina 327. ¿.471. VARIANTES. 451 xcn. 330. 16. " asegurar mas en esto. Digo"éc., " a dichiarire. fn questo dico" &c, ("adichiarire in questo. Dico")9&c. 331. 20. "que la azeptó," "che V ha ac- cettate," ("che V ha accettata"). Después que rezibió, o azeptó la grázia del Evangelio. I, luego, en el r. 27., donde dize : " Lo que digo de las honras" " Quello che io dico delli huomini," (" Quello che io dAco delli honori"). Es errata, que se repite varias vezes, en el antiguo impreso italiano la de huomini, por honori. .... 333. 3. 6. " aborrezen," " muchas mas cosas de las," i " comienza a ser : " son enmiendas, odiano en vez de odirano: molte, i quelle, en vez de molto, i quello, i comincia a essere, en vez de comincia essendo. xciv. 341. 20. "lo que requieren del hombre," " quello che dimandano dal lui," (" quello che dimandano dalV uomo xcv. 345. 18. " de comprender la jenerazión humana," " della generatione hu- mana"), ("di comprender quello della generatione humana "). FF 2 452 VARIANTES. xcv. 348. 18. " aquellos secretos" " quelli sa- crarii," ((( quelli secreti"). O, bien, sacrarii, tiene la misma azepzión. xcvi. 350. último. " i en." Añado la conjunzión. .... 352. 3. 4. " Dios quiere, que los que Él ama" " volendo Dio che coloro che gli ama" f" volé Dio che coloro chü Egli ama "). .... 353. 7. i( que no han llegado aun, a esto" " che non sonó a questo" (" che non sonó arrivati a questo"). I en los renglones 13, 14., donde el antiguo impreso italiano dize: (í et come sonó stati tali, et sonó trattati," traduzco corrigiendo asi : " et come tali, sonó stati, et sonó trattati." xcviii. 3G1. 1. " la incredulidad ha condenado " " la infideltá ha salvato," (" la infidelta ha condannato "). xcix. 363. 21. te a tenerse por justos," "a tenere per giusti," ("atener si per giusti"). .... 364. 8. "i no zesando." Añado la con- junzión i. I en el r. 26. de esta pajina : " Mas cuando," &c, " et quando" leo, (u Ma quando "). c. 368. 14-16. Dize el impreso antiguo italiano, " non harria li gusti, VARIANTES. 453 oue li sentimenti," &c. He tra- duzido cowijiendo así : (" non hauria li gusti, over li sentimenti, ne gli impeti, ne li desiderij"), &c. c. 369. 19. " i estas resplandezen," " et questa risplende," (" et queste risplen- dono "). ci. 370. 21. 66 no lo crean," "no '¿ credono," (" no '¿ credano "). .... 371. 5. " fazilidád," "felicita," ("faci- lita "). cu. 375. 11. " esta es una." La voz una, falta en el italiano, o por descuido, o por sobreentenderse. 378. 1. 2. " es confirmada la fé cristiana. I al que desease de saber" &c. " é mortificata la fede Christiana, et a colui che cosiderasse di saper" &c, (" é confirmata la fede Chris- tiana. Et a colui che desiderasse di saper "), ¿ce. Clir. 381. 15. "hallaría" " trouara," (" troua- ría "). cv. 389. 23." mataron,' amazzando >," ("amaz- zarono "). Mejor, tal vez, sería haber correjido aquí " matan " (" amazzano") : pero, como luego 454 VARIANTES. (páj. 390.V. 18), el texto italiano, pone amazzorno, mataron: puse aquí la mismo. cv. 391. 5. "nazía" "nasca" (" nasceua Nasceua dize luego el italiano, en el r. 9., donde va traduzido nazía. 392. 5. " i de la inconsiderazión." Aliado la conjunzión i. cvi. 393. 13-15. " Entiendo . . . así igualmente" &c, " intendendo . . . cosí primiera- mente" &c. (" Intendo, . . . cosí pavimente"), &c. 17."/ por lo que yo" " Et quello clC io," (" Et per quello cK io "). .... 394. 8. "cautivar su entendimiento," "cat- tiuar intelletto," (" cattiuar il suo intelletto "). 395. 14. et como [no] le es" " come gli é" (" come non gli é "). ... . 396. 25. " ni habían tenido" " ne hauendo hauuto" ("ne haueuano hauuto "). 397. 12. (( en sus escritos" " delle loro scritture" (" nelle loro scritture "). cviii. 405. 20. 21. " obedezimos," 6íresuzitamos:" el antiguo impreso dize : " ub- bidissemo" " resuscitassimo : "pero traduzco, como si dijese: " ub- bidi/mmo " "resuscitammo:" que es VARIANTES. 455 lo recto, conforme luego dize : " dis- ubbedimo tutti," "morimo tutti" cviii. 407. 3. 4. "el bien de Cristo," "i queda para ellos." En el italiano, por errata, omitieron el artículo, po- niendo solo " bene di Ghristo : " i luego añadieron, u et e in loro ; " donde solo debe dezír, " et e loro." Enelr. 17., "después que res u- zitaren," el ital. dize, "perche re- susciteranno," es dezír, "porque resuzitarán : " pero, pienso, que debe dezír, "poi che resusciteran- no" i traduzco según eso. cix. 411. 24. "i aquél," " et con quello," (" et quel- lo "). . ... 413. 13. 14. "comprendamos" "para eso," " comprendano" " in esso," (" com- prendiamo 99 "per esso "). 414. 16. "i le conozco," " et il conoscono," (" et il conosco "). 415. 26. " conozco," " conoscono ," ("conosco"). .... 418. 17. "gobernado," " gobernatore," (" go- bernato "). 27. "ni aun" "non pare,'9 ("non puré" igual a neppurej. ex. 422. 1. "llegan" " vengano," (" vengono"), i al r. 9., " se contristen," " si con- 456 VARIANTES. tristano" (" si contristino "). I añado " los dones" en el ren- glón 11. ex. 424. 10. "llegue a perder" "a perder" (" venga a perder "). 25. " que si se descuida" " che se des- cuida" (" che si se descuida "). Véase un poco mas abajo " si él se descuida : " donde el italiano puso : " s' egli si descuida" En ambos lugares, dejó, el traductor italiano intactas, las dos vozes castellanas, " se descuida." Solo van aquí rejistradas las alteraziones, o correcciones principales, hechas en esta traducción, al texto italiano de estas CX. Consideraciones, que el año de 1550, publicó en Basilea Celio Segundo Curio. Temo, que la vida penosa i atareada de Curio, fué causa, de que saliesen plagados de erratas, cuantos libros antiguos i modernos publicó. El docto Juan Alberto Fabricio, en su Noticia Lite- raria, acerca de las ediciones del Cordobés Séneca, VARIANTES. 457 al zitár la del año de 1557, que hizo en Basilea Celio Secundo Curio, entre otras cosas dize : " Sed H. Stephano iudice, Coelius Secundus Curio, casti- gare professus, multis foedissimis mendis Senecam conspurcavit." Verdad es, que el zelebrado impresor Etienne, o Stephano, no tenía motivo alguno, para disimular, ni a Curio, ni al otro impresor fa- moso, Etienne Dolet, ningún Descuido. Véase, sobre esto, las columnas 1925-26. en " Joh. Frid. Noltenii, Lexicón Antibarbarum. Lipsiae : 1744." PORTADAS DE LAS EDIZIONES DE LAS CX. CONSIDERACIONES. 1 Portada de la Italiana del año 1550 2 de la Italiana del año 1860 3 DE LA FrANZESA DEL ANO 1563 4 de la franzesa del ano 1565 5 de la Inglesa del año 1638 6 de la Inglesa del año 1646 7 de la Española del año ] 855 8 de la Española del MS. Hamburgués del ano 1862 9 de la Española del año 1863 10 del Manuscrito en la librería de la ziudÁd de Hamburgo, el año 1558 flgf impreso el año de 1862. N° 8. 11 DE LA FüANZESA DEL AÑO 1601 Ig^T Portada espúrea en algunos ejemplares de la edizión de Lyon del año 1563. 460 [i] Le cento & dieci di uine Coníiderationi del S. Giouani Valdefíb: nelle qua- li íi ragiona delle cofe piu uti li, piu necefíariej^fpiu perfet te, della Chriftiana profefsione. L Cor. II. Noi vi ragtonamo della perfet ta fa- pientia, non della fapientia di que/lo mondo, &c. In Bajilea, M. D. L. 461 [2] LE CENTO E DIECI DIVINE CONSIDERAZIONI DI GIOVAMI VALDESSO. HALLE IN SASSONIA. MDCCCLX. 462 [3] C E N T ET DIX CON- SYD E RATIONS DIVINES DE I A N DE VAL D'ESSO, Traduites premier ementad' Espai- nol en langue Italienne^ denou- ueau mijes enFranqois,par C. K. P. Q A L Y O N, ParClaude Senneton, M. D. LXIII. 4G3 [4] CENT ET DIX CON SYDERATIONS DIVINES DE IAN DE VAL D'ESSO. Traduites premierement,d'Ef- paignol en langue Italienne, & de nouueau mifes en Francois, par C. K. P. A PARIS, 464 THE HUNDRED AND TEN CONSIDERATIONS OF SIGNIOR IOHN VALDESSO: TREATING OF THOSE things whicharemoíl profitable,moft neceflary,and moft perfeélinour Chriftian Profeffion. WRITTEN IN SPANISH Brought out of Italy by Vergerius, and firft fet forth inItalianat.Btf/57by Cxlhis Secundus Curio , Anno i 550. Afterward tranflated intoFrench,andPrinted ?XLions\ 563. and againat París 1565. And now tranflated out of the Italian Copy intoEngliíh^with notes. Whereunto is addedan Epiftle of the Authors, or a Preface to his Divine Commentary upon the Romans. 1. Cor. 2,. Howbeitwefpeak wijdome amongft themthat are per- fe 51 ¡yet not the wijdome of this world. OXFORD, Printed by Leonard Lichfield, Printer to the Vniverfity . Ann. Dom. 1638. 465 L6J c$o o$o c$o ojo * DIVINE * * CONSIDERATIONS * ojo C$0 C$0 C$0 % Treating % ^ Of i bofe things wbicb are moft prqfi- ^ *¡ table, moji neceffary, and moji * * perfeffi in our Chrijlian <^p c$o Profejfíon. o$o c$o c$o c^c c$o C$0 C$0 Pv C$0 c$o c$o C$0 -w- -r J C$0 cío JOHN VALDESSO. o$o C$0 C$0 0$C C$3 c$o c$o o5c I. C OR. 2. 6. o$o c$o c$o c$o Howbeit we fpeak wifdome amongft them c$o * //to ¿zn? perfe£f;yet not the wi fdome o f ofi3 c$o ,y y y C$0 C$0 C$0 c$c c$o c$o ojo % CAMBRIDGE: % C$3 C$3 o$o Printed for ií . D. by i^^r Daniel^ Printer q£> c$o to the Univerfity. 1646. c$o o$o 1 * o£o c$o c$o ^#####§##§##§##§§##§§#§#^ 466 [7] ZIENTO I DIEZ CONSIDEKAZIONES DE JUAN DE VALDES. Ahora publicadas por primera vez en castellano, Valdessio Hispanus Scriptore superbiat Orbis. (Dan. Koger. Epigr. in tum. Juelli. Humphr. Vita Juel. 4to. 1573.) ANO DE MDCCCLV. 467 [8] ZIENTO I DIEZ COMDERAZIONES LEIDAS I EXPLICADAS HÁZIA EL AÑO DE 1538 I 1.539. ♦ POR JUAN DE VALDÉS. CONFORME A UN MS. CASTELLANO ESCRITO EL A. 1558 EXISTENTE EN LA BIBLIOTECA DE HAMBURGO , I ahora publicado por vez primera con un facsímile. Valdesto Hispanus scriptore superbtat Orbis. ESPAÑA. ANO MDCCCLXII. 468 [9] ZIENTO I DIEZ CONSIDERAZMES DE JUAN DE VALDES. PRIMERA VEZ PUBLICADAS EN CASTELLANO, EL A. 1855 POR LUIS DE USÓZ I RIO I AHORA CORREJIDAS NUEVAMENTE CON MAYOR CUIDADO. Valdesio Hispanus sceiptobe supebbiat oebis." Dan. Rogcr. Epigr. in tum. Juelli JIumphr. Vita Juel. ito. 1573. AÑO DE MDCCCLXIII. 469 [10] Portada i Colofón del Manuscrito en la Librería de la ziuddd de Hamburgo, escrito el ano de 1558, e impreso el ano de 1862. Véase n° 8. % las ciento e diez consideraciones del Valdes, Traduzidas del ytaliano en Romance. Fin de las ciento y diez Considera qiones que se acabaron de trasladar en xxiiij de noujembre Año de MDLVIIj. A gloria de Dios y del hijo de Dios jfesu Jipo. n. sr. 470 [ii] Portada espúrea en algunos ejemplares de la edizión de Lyon del año 1563. LES DIVINES CONSIDERATIONS, ETSAINCTES MEDITATIONS DE IEAN DE VAL D'ESSO Gentil homme Efpaignol Touchant tout ce qui eft neceíTaire, pour la per- fección de la vie Chreftienne. Traduites par C. K. P. Reueues de nouueau, & rapportees jidele?ncnt íi /' ' Exemplaire Efpaignol, £sf a?nplijiees de la Table des prin- cipales m atieres traiclees par F Aufteur. A LYON, Par Pierre Picard. APÉNDIZE. CAUTAS DE PEDRO MARTIR DE ANGLERÍA, DE ALFONSO DE VALDÉS, DE ERASMO, PEDRO JUAN OLIVÉR, JÜÁN JINÉS SEP ÚL VED A, etc.? ETC. 1. Carta 689. [páj. 380 déla Edizión Elzevir. 1670] de Pedro Mártir de Anglería, a sus Diszípulos los Marqueses [de Velez, i Mondejar]. No se os ocultan las cosas, que en estos Reinos acontezen. De las que, de los de fuera, sabemos, leed el acaezimiento espantoso, que con no menos fidelidad, que eleganzia, me describe Alfonso Valdés, joven de grandes esperanzas, i cuyo padre (Fernando de Valdés, Rejidór de Cuenca) ya conozísteis. Su carta dize así: Alfonso Valdés, saluda a su amigo Pedro Mártir. § Lo que deseas saber de mí, azerca de cuál haya sido el orijen i progreso, de la secta de los Lutheranos, levantada poco haze entre los Alemanes, si no con eleganzia, voi a escribírtelo, a lo menos, con 474 APÉKDIZE exactitud : refiriendo las cosas, de buena fé, como las entendí de personas fidedignas. Pienso, que ya oiste dezír, que el Sumo Pontífize Julio II., había empezado a edificar en la ziudád de Roma, con gasto increíble, i grandeza hasta ahora no vista, un Templo dedicado al Prínzipe de los Apóstoles : pensando (a la cuenta) indecoroso, que el Prínzipe de los Apóstoles habitase en un templo humilde, en particular, cuando hombres de todas las partes del mundo acuden allá, por causa de relijión. I el Varón máximo i magnánimo, hubiera concluido la obra insigne, a no haberle arrebatado la muerte, durante el prozeso de su construczión. Suzedióle León X., quién no teniendo dineros sufizientes para tamaño gasto, enviadas, por todo el orbe Cristiano, condonaziones amplísimas, o perdones (que llaman induljenzias), para los que contribuyeren, con una limosna, a la edificazión de ese templo ; pensaba, que con tal medio, arramblaría con grandísima can- tidád de dineros, particularmente de los Alemanes, que con zierta singulár relijión veneraban a la Iglesia Romana. Pero, como en las cosas humanas, nada sea tan firme, i estable, que no lo destruya la injuria de los tiempos, o la malizia de los hombres ; es el caso, que las tales condonaziones, han hecho, que Alemania, que aventajaba en relijión a toda nazión Cristiana, se vea, en la actualidád, aventajada por todas ellas. Pues, como un zierto DominicaDo, APÉNDIZE. 475 predicase en Wittemberga (la ziudád de Sajonia), empeñándose, en hazér rezibír al pueblo, por fuerza, estas Condón aziones del Pontífize, de lo que atrapaba el mismo fraile ganánzia no despreziable ; saltó ade- lante, un fraile Agustino Sajón, de nombre Martin Luthero, i autor de esta Trajedia : el cuál, movido quizá de envidia del Dominicano, publicó, impresas, algunas Proposiziones, en las cuales afirmaba, que el Dominicano, atribuía a sus Condonaziones, cosas mucho mayores, de las que el Pontífize Romano conzedía, o podía conzedér. Leídas las Proposiziones por el Dominicano, enzendióse contra el Agustino : i de tal suerte se encrudezió la disputa, entre los frailes, ya con improperios, ya con argumentos, el uno defendiendo su Sermón, i el otro sus Propo- siziones; que el Agustiniano (audázia propia de malos), empezó casi a mofarse de las Condonaziones del Pontífize, i a dezír, que se habían imajinado, no para la salud del Pueblo Cristiano, sino para satisfazér la codizia de los sazerdotes : i de aquí, se comenzó a disputar, entre los frailes, azerca de la potestad del Pontífize Romano. Ahí tienes la eszena primera, de esta Trajedia, que debemos a las inquinas de los Frailes. Pues mientras el Agustino envidie al Dominicano, i el Dominicano, a su vez, al Agustino, i uno i otro, a los Franziscanos, ¿ qué otra cosa podremos esperár, que estas disensiones gravísimas ? Vengamos, ahora, a la eszena segunda. 476 APÉNDIZE. El Duque de Sajonia, Federico, había oído, que a su Colega en designar Emperadores Eomanos, el Cardenal i Arzobispo Maguntino Alberto (con quien no estaba mui conforme), le venía utilidad grande, de semejantes condonaziones, porque así se había acordado, entre el prelado mismo, i el Pontífize Komano. Mientras el Duque busca la ocasión, para privar de su gananzia al Maguntino, no desperdizió la oportunidad de que un fráile no menos atrevido que descarado, i dispuesto a cualquier fechoría, se hubiese adelantado a declarar la guerra a las Condonaziones del Pontífize, i todo el dinero recojido en todo su Ducado, para las tales condonaziones, le arrebató de las manos de los llamados Comisarios, diziendo : " Qué él quería destinar un hombre dependiente suyo, en Roma, paraqué presentase aquél dinero, a la Fábrica de S. Pedro, i viese, de paso, cómo se gastaban en Roma, las restantes sumas, que de las otras partes de Alemania, se llevasen para tal uso." Mas el Pontífize, al cuál incumbe mirar por la libertad eclesiástica, i no permitir, que los Prínzipes profanos se entrometan en las cosas, que solo atañen al Pontífize Komano ; advirtió al Duque, una i otra vez, tanto por cartas mui afectuosamente escritas, como por Nunzios enviados ad hoc, a Alemania, no causase tamaña injuria a la Sede Apostólica, sinó que restituyese el dinero confiscado. A lo cuál, negándose APÉNDIZE. 477 él obstinadamente, i persistiendo en su parezér, el Pontífize, vuelto a otro extremo, declaró al hombre, separado de la comunión de los fieles. Entonzes el Agustiniano, captándose el favor del Duque, aseguró con gran atrevimiento, que una sentenzia de esta naturaleza, por inicua, no obligaba : pues el Pontífize Eomano a nadie podía excomulgar (como dizen) injustamente : — i comenzó a publicar, contra el Pontífize Eomano, i los Eomanistas, por medio de la imprenta, muchas i graves cosas, que se extendieron con fazilidád i presteza por toda Alemania. Exhortaba Luthero, además, al Duque de Sajonia, a no dejarse apartar, por terrores de semejante naturaleza, de la determinazión, que una vez había fijado en su ánimo. Tiempo hazía que andaban exazerbados los ánimos de los Alemanes, al ver las costumbres, mas que profanas, de los Eomanistas, i habían comenzado a tratár ocultamente de minár, i sacudir el yugo del Pontífize Eomano. Lo que hizo, que cuando, por vez primera, se divulgaron los escritos de Luthero, se rezibiesen por todos, con admirazión i aplauso. Entonzes, chanzeándose, de paso, de los Eomanistas, mostraron los Alemanes grandísimo deseo, i así lo pidieron, de que se convocase una Junta jenerál de todos los Cristianos, en la cuál, desechadas aquellas cosas, contra las que Luthero escribía, se estableziese otro orden mejor en la Iglesia. ¡ Lo cuál, ojalá se hubiera 478 APÉNDTZE. hecho ! Mas, sinembargo, mientras el Pontífize guarda obstinadamente su derecho ; mientras teme la reunión de los Cristianos, i (por hablar libremente) mientras su interés particulár, que acaso podría correr peligro en un Conzilio Jenerál, vale mas para con él, que la salúd del Pueblo Cristiano, mientras ansia quitár de en medio, los escritos Lutheranos, todavía no discutidos ; — envió al Emperador Maxi- miliano un Legado a látere, paraque procurase, en- tre otras cosas, que por la autoridad del Cesar, i de todo el Imperio Romano, se impusiese a Luthero silenzio. Teníanse entonzes los Comizios Imperiales [la Dieta Jenerál] en Augsburgo, zélebre ziudád de Alemania, adonde comparezió Luthero, mandado venir por Decreto Imperiál, i donde, con gran fuerza, defendió sus escritos : por lo cuál, tuvo que salir a la palestra Cayetano (que este era el nombre del Legado). Cayetano alegaba : 6e que no debía oírse a un Fraile, que había escrito tantas blasfemias contra el Pontífize Romano" I los Estados del Imperio, a su vez, oponían : " que era cosa inicua, condenar a un hombre sin oírle ; o, sin haberle antes convenzido, forzarle a retractarse, de aquellos mis- mos escritos, que él afirmaba estar pronto a defen- derá Que si el mismo Cayetano (hombre, como sabes, eruditísimo en Letras sagradas), pudiese convenzér a Luthero ; estaban dispuestos a sentenziár contra él, así el Cesar, como los Estados del Imperio. APÉNDIZE. 479 Viendo, pues, Cayetano, que nada adelantaría, si no pugnase, cara a cara, con Luthero, i habiéndolo intentado así, una vez, i no saliendo airoso del lanze ; se marchó, dejando el negozio sin concluir. Despedido Luthero con gloria mayor de aquella con que fué rezibido, alegre cual venzedór (ya que las condiziones humanas propenden al mal), confiado en la protec- zión del Duque de Sajonia, escribió, i dió a luz, con vigor nuevo, dogmas nuevos, contrapuestos a las instituziones Apostólicas. Viendo entonzes el Pontífize, que ni por medio de halagos, ni de advertenzias, podía conseguir, que se le impusiese al Fraile blasfemo la pena merezida ; paraque no cun- diese mas, el veneno que impunemente esparzía por todas partes, i para atraér a su partido a los hombres ortodoxos, i paraque todos huyesen del sujeto, como de hereje, i zismático declarado; lanzó una seve- rísima Bula (según la llaman), contra Luthero, i los fautores de Luthero. Con cuyo hecho, irritado, mas bién que perturbado, Luthero declaró (; O, desvergüenza !) hereje, i zismático, al mismo Pon- tífize Máximo, i dió a luz un librillo suyo, que intituló : De Gaptivitate Babylonica Ecclesice, en el cuál (j O, Dios Inmortál !), con qué artifizios no combate los Decretos i Estatutos de los Conzilios, i sumos Pontífizes ! I afirma en él, que en el Conzilio Constanziense, fué condenado inicuamente Juan Hus, i que todas sus Proposiziones condenadas, las 480 APÉNDIZE. defendería él (Luthero), como ortodoxas. I no contento con esto, quemó públicamente cuantos Libros del Derecho Pontifizio pudo hallar en Wittemberga, diziendo : que ellos pervertían, i contaminaban la Relijión Cristiana, i que por eso, debían ser quitados de enmedio. La fama de estos suzesos, esparzida por toda Alemania, de tal manera inzita los ánimos de los Alemanes, contra la Sede Apostólica que si, contra estos males, no acuden, la prudenzia i relijiosidád del Pontífize, o la buena estrella de nuestro Cesar, junto con el Conzilio Jenerál ; me temo, i mucho me temo, no cunda este mal, mas anchamente de lo que podamos después aplicárle remedio. Me ha parezido, que desde luego debía escribirte estas cosas : i con hazerlo espero agradarte. Pásalo bién. De Bruselas, a 31. de Agosto de 1520. [Valdés.] Basta del Capilludo desleál : en cuya confutazión hai muchos escritos de hombres doctos i graves, que fazilmente llegarán a vuestras manos. Pasadlo bién. De Valladolíd, a 18. de Septiembre de 1520. [Anglería.] APÉNDIZE. 481 2. Carta 699. [pajina 389. de la Edizión Elzeviriana] de Pedro Mártir de Anglería, a los Marqueses [de Velez, i Mondejar]. Escuchad una bella narrazión. Os envío copia de una carta de Valdés, el cuál describe todo el orden de la Coronazión Cesárea. Escuchád, pues, a Valdés narrador. Alfonso Valdés, saluda a su amigo Pedro Mártir. § Lo que sea para bien i prosperidád : tenemos a nuestro Cesar, ya coronado por Rei de Romanos, con tanta pompa, i con tanto aplauso de todos, que, este solo (créeme), ha superado con mucho, a todos los triunfos de los Romanos. Que si yo intentase describirte, por menor, las lejiones de soldados, i caballeros, con que el Cesar hizo su entrada en Aquisgrán, la magnifizenzia aparatosa de todos los Ordenes de Cortesanos, las huestes armadas de los Alemanes, el sonido de los clarines, el estruendo de los tambores, i de los instrumentos bélicos, los adornos de oro, plata, i pedrería, i la misma persona del entrante Cesar ; — no solo me sería cosa difizil, sino quizá a tí enojosa. Por cuya razón, te comunicaré en esta carta, únicamente las cosas que he juzgado dignas de saberse. Rujióse, en un prinzipio, que la peste aflijía a H H 482 APÉNDIZE. Aquisgrán, donde solemnidades semejantes acos- tumbran a zelebrárse, i por esto, se trataba de seríalár, para ellas, otro lugár. Pero el Cesar (como de ánimo intrépido), despreziada la sospecha de la peste, no quiso coronarse en otra parte que en Aquisgrán, paraque no pareziese, que hazía injuria a la Antiquísima Ziudád, i despidiéndose en Lovaina del Infante Fernando, se fué a Aquisgrán en derechura. Mas los Electores, que aguardaban, en Colonia, la llegada del Cesar, cuando su venida oyeron, ellos mismos vinieron a Aquisgrán, a tratar de las zeremónias, i otras cosas nezesárias para la Coro- nazión : que fué pregonada, para el veinte i tres de Octubre, aunque se oponían algunos diziendo, que no debía, ni podía coronarse el Cesar, sino en día de fiesta. Pero este escrúpulo se quitó de enmedio, con la autoridád del Obispo de Lieja, a cuya diózesi perteneze aquella ziudád. Pues mandó, que en aquella Provinzia, fuese, en adelante, día festivo el de S. Severino, en cuyo día había de zelebrarse la solemnidád. Por fin, dispuestas debidamente las cosas, los tres Arzobispos Electores, el Maguntino, el Coloniense, i el Treverense, presentaron (según uso) al Ayuntamiento de la ziudád, el Decreto de Eleczión, para que supiesen, que estaba elejido debidamente, el Kei que iba a venir. A medio día, pués, los Arzobispos Electores, junto con el Elector Palatino, salieron, con gran pompa, APÉNDIZE. 483 al encuentro del Cesar que venía: mas los otros Electores, a saber, el Kei de Bohemia, i el Duque de Sajonia, i también el Marqués de Brandenburgo, aunque no asistieron a la Coronazión, enviaron paraque asistiesen a ella, a Diputados suyos, con poderes amplísimos. Saludando al Cesar, con la reverenzia debida, se introdujeron por su orden : de suerte, que el Coloniense, como Consagrante, iba a la derecha del Cesar, i el Maguntino a la izquierda : i el Treverense, junto con el Palatino, i el Orador Brandenburjense, prezedían delante del Cesar. I Zodo Pápense, Vize-Mariscal del Imperio, llevaba también delante la espada desnuda. El Orador de Bohemia era el solo, que en orden, seguía detrás del Cesar : después de él iban, el Cardenal Sedunense, el Saltzburjense, i el Toledano. Pues los demás Oradores de Prínzipes, no quisieron asistir, diziendo : que ya sus puestos, estaban ocupados por los Electores. Mientras se disponía el orden de los asistentes, por el Señor de Iselstain, los Senadores de la ziudád, rezibieron el sólito juramento del Cesar. Habiéndose orijinado entonzes un altercado, entre el Juliazense, i los Sajones, se apaziguó de este modo : que el Juliazense, como Abogado de la Provinzia, entrase primero, i vía recta atravesase por la ziudád, a la otra parte : i el Sajón, como Mariscál del Imperio, se quedase dentro de la Ziudád, a la cabeza del Ejérzito. En la puerta H H 2 484 APÉNDIZE. misma de la Ziudád, el Cesar armado, adoró la Cruz, i besó la cabeza de Carlo-Magno, i apeóse del caballo, el cuál se cojieron los Guardas de la Puerta, por ser suyo de derecho. De allí, fué conduzido el Cesar, a la zelebre i antigua iglesia de Santa María. Había el Cesar montado en otro caballo, que regaló, según costumbre, al Mariscal de Colonia, no sin contraste de los clérigos, que pretendían pertenezerles dicho caballo. Del templo, fué conduzido el Cesar a su Palazio. Al día siguiente se zelebró la Coronazión, con este orden. Fué introduzido el Cesar, en el templo, por los Arzobispos Electores : yendo el Coloniense delante, cantando como Consagrante con el Coro el Te Deum Laudamus. Él comenzó también la Misa (como la llaman). Antes que el Diácono cantase el Evanjelio, todos postrados, imploró el Coro las interzesiones de los Santos. El Coloniense, se dirijió después al Cesar, de este modo: " Vis sanctam fidem Catholicis viris traditam tenere, et operibus justis servare ? " — ¿ Quieres tener, i con obras justas guardar, la Fé santa, entregada a los varones Católicos ? — A lo que el Cesar respondió : " Voló. — Si quiero." " Vis sanctis Ecclesiis, Ec- clesiarumque ministris, fidelis esse tutor atque defensor? "— ¿ Quieres ser fiel guardador, i defensor de las Iglesias santas, i ministros de las Iglesias ? — Kespondió : " Voló. — Si quiero." "Vis Regnum tibi a Deo concessum, secundum justitiam rprajdecessorurn APÉNDIZE. 485 tuorum regere, et efficaciter defenderé ? " — ¿ Quieres defender eficazmente, i gobernar conforme a la justizia de tus Predezesores, el Reino que Dios te conzede? — Respondió: " Voló. — Si quiero." " Vis jura Regni, Imperüque, ac bona ejus dispersa injusté, conservare et recuperare, ac fideliter in usus Regni, Imperiique dispensare ? " — ¿ Quieres conservar, i recobrar, los derechos del Reino, i del Imperio, igualmente, que sus bienes, injustamente desparramados, i con toda fidelidad administrarlos, para los usos del Reino, i del Imperio? — Respondió : " Voló. — Si quiero" " Vis pauperum et divitum, viduarum et orphanorum cequus esse judex, et pius defensor f" — ¿ Quieres ser juez imparziál, i defensor piadoso, de los pobres, i de los ricos, de las viudas, i de los huérfanos?" — Respondió : u Voló. — Si quiero." " Vis sanctissimo in Christo Patri Domino Romano Pontifici, et sacrm Romanoz Ecclesice subjectionem m debitam, et fidem reverenter exhibere ? " — ¿ Quieres mostrar reverentemente, la debida sujezión i fé, al santísimo, en Cristo, Padre, i Señor, Pontífize Ro- mano,i a la sagrada Iglesia Romana ? — Respondió : " Voló. — Si quiero." Dichas estas cosas, el Maguntino, i el Treverense, condujeron al Cesar, al Altar mayor en donde prometió, dicho Cesar, prestando juramento, que ejecutaría, con todas sus fuerzas, todas las cosas que había asegurado. Entonzes, vuelto el Coloniense al pueblo, dijo, primero en Latín, i luego en Alemán : 486 APÉNDIZE. " Vultis tali Principi ac Rectovi vos subjicere, ipsiusque Regnum firmare, fide stabilire, ac jus- sionibus illius obtemperare ? " — ¿ Queréis sujetaros a un tal Prínzipe i Rejidór, i afirmar el Reino del mismo, i establezerlo en fé, i obedezér sus mandatos f Todos claman : " Fiat, Fiat, Fiat ! " — / Hágase, llága- se, hágase ! Entonzes el Coloniense unjió al Cesar diziendo : " Jingo te in Regem oleo sanctificato, in nomine Patris, et Filii, et Spiritus Sancti. Amen." — Untóte por Rei, con azeite santificado, en nombre del Padre, i del Hijo, i del Espíritu Santo. Así sea. El Maguntino, i el Treverense, llevan al unjido Kei, a la Sacristía, i vestido con los ornamentos Cesáreos de Carlo-Magno, de nuevo le sacan de la Sacristía. I, sentado ya5 los tres Arzobispos juntos, le entregan la espada de Carlo-Magno, diziéndole: " Accipe gladium per manus Episcoporum, ut per eum cequitatem exerceas, iniquitatem destruas, Ecclesiam protegas, ac falsos Christianos oppugnes." — Por manos de los Obispos, rezibe la espada: paraque, por medio de ella, ejerzas la equidád, destruyas la iniquidád, protejas a la Iglesia, i combatas a los Cristianos falsos. Luego, solo el Coloniense, dio al Cesar el anillo de oro, i la vestidura Kejia, i el zetro, diziendo : " Accipe virgam virtutis atque cequitatis, qua intelligas diligere píos, et terrere reprobos." — Rezibe la vara de virtud, i equidád, con la cuál, entiendas en amar a los píos, i espantár a APÉNDIZE. 487 los reprobos. Después de estas cosas, juntos los tres Arzobispos, le pusieron sobre la cabeza la corona real, de oro (no de hierro, como el vulgo ima- jina), diziendo: "Accijpe coronam Regiam" — Toma la corona redi. I, por fin, llevan al Eei unjido i coronado, a la silla de piedra de Carlo-Magno, custodiada con gran escrupulosidad, en la cuál ya sentado, dieron al Cesar el parabién, por su Eejia Dignidád, los Arzobispos Electores. A cuantos Prín- zipes, i Nobles seglares, se hallaron por allí zerca, les confirió el Cesar las insignias de la Orden de Caballería. Mientras se hizieron estas cosas, i durante la solemnidád, retuvieron las insignias Cesáreas, de este modo. El Conde de Limburgo, Copero Mayor del Imperio, la Corona : el Conde Palatino, Gran Maestresala, el Grlobo del Orbe : Zodo Pápense, Vize-Mariscál del Imperio, la Espada: i el Conde de Zorn, Camarero del Imperio, el Zetro. Acabada la Funzión-relijiosa, llevaron al Cesar, vestido de las ropas Imperiales, a la Casa Senatoria de la Ziudád : en la cuál estabán mesas preparadas aparte, i una, para cada uno de los Electores, aun de los ausentes : i otras, para otros Prínzipes alemanes : i también otras mesas, para los Senadores Colonienses, Francfordienses, Nuremburgenses, i Aquisgranos. Cada uno de los Electores, desempeñó su ofizio en aquél banquete. El Conde de Limburgo, Copero del Imperio, escanzió al Cesar, la Copa primera. El 488 APÉNDIZE, Conde Palatino, o Gran Maestresala del Imperio, ministró el plato primero de la mesa Cesárea. 1 Zodo Pápense, Vize-Mariscál, con bastón en mano, prezedía al Gran Maestresala. I acabado el magnífico, i suntuosísimo banquete, volvió el Cesar al templo de Santa María, i, de allí, le recondujeron a su Palazio. Tienes a Cesar unjido i coronado. Tu, a tu vez, si entre vosotros aconteziere algo de bueno, no tengas por molesto el comunicárnoslo. Pásalo bien. Aquisgrán, a 25. de Octubre, año 1520. Me escribe otras muchas cosas, que omito, por no ser nezesárias para el caso. Pasádlo bien. De Valladolíd, a 20. de Noviembre de 1520. 3. Carta 722. [pajina 411. de la Edizión Elzevir.] de Pedro Mártir de Anglería, al Marqués de los Velez. [Después de notiziarle, en ella, los tumultos de Italia : los estragos, que hazía la peste en Alemánia, i en la Corte misma del Emperador, en la que ya habían muerto el Obispo de Tui, Luis Marliano ; el Cabrón (Apodo que daban a Xevres, o Chievres, en alusión a su nombre): el médico español Dr. Parra, APÉNDIZE. 489 al cuál acababa de nombrar Carlos V. Obispo de Almería; el sobrino del Duque de Alba, hijo de su hermano ; i otros muchos, le dize] : Oye otra cosa de mas entidád. El Cesar dio al hereje Luthero cartas de seguridad. Vino a la Corte, mui acompañado. Si los Prínzipes favorezen a los fautores de novedades, a éstos nunca les faltan secuazes, con tal que se vislumbre la esperanza, de ambizión, o de lucro. Las cosas, que se han hecho por el Cesar en este asunto, helas aquí, referidas por Valdés. Alfonso Valdés, saluda a su amigo Pedro Mártir. § Ya te escribí, desde Bruselas, el orijen de la parzialidád Lutherana, i su progreso hasta aquél día. He aquí, ahora, las cosas, que después se han seguido. Convocados, para esta ziudád de Worms, los Electores, i demás Ordenes del Imperio Romano, propuso el Cesar, deseándolo, que ante todas cosas, se tratase la causa de Luthero : paraque se reprimiese la locura de este hombre, con la autoridád de todo el Imperio Romano, i los demás, se apartasen de seguirle. Mas, sinembargo de haberlo procurado con empeño, nada mas pudo conseguirse, sino, que llamado Luthero, bajo el salvoconducto, i la fé del Cesar, se le oiría, antes que nada se determinase contra él. Pues dezían que era cosa inicua, condenár a un 490 APÉNDIZE. hombre, sin oirle : i que pertenezía a la dignidád, i piedad del Cesar, que, si Luthero se retractase de sus errores, se reconoziesen todas las demás cosas, que había escrito, tan docta como cristianamente ; i por la autoridád del Cesar, se aliviase a la Alemania, de los gravámenes, i tiranías, de la Sede Apostólica. Viendo el Cesar, que no podía él mandár otra cosa, ordenó : que bajo el salvoconducto de la fé pública, Luthero viniese, i que compareziese a su presenzia, i ante la de todos los Ordenes del Imperio. Preguntado allí : ¿ si eran suyos los libros, que bajo su nombre, por todas partes se divulgaban ; i si quería, o no, retractarse, de lo que hubiese escrito en ellos? Eespondió : Que eran suyos todos aquellos libidos (cuyos títulos se leyeron a petizión suya) : i que ni quería negarlo, ni jamás lo había negado. Mas, en cuanto a la parte segunda de la pregunta, que se le había hecho, a saber, si queipa retractarse, de las cosas que había escrito ; suplicó que el Cesar le conzediese tiempo, para deliberar: el cuál le fué conzedido por el Cesar, hasta el día siguiente. En ese mismo día, presentes el Cesar, i los Electores del Imperio Eomano, i los demás Ordenes, mandado comparezér Martín Luthero, para respondér a la parte segunda, de la pregunta que se le había hecho el día anterior ; después de pronunziada una larga i difusa orazión, en Latín, i en Alemán, dijo: Que él no podía retractarse de nada de lo contenido en APÉNDIZE. 491 sus libros, si no se le probaba con la doctrina Evangélica, o con el testimonio del Antiguo Tes- tamento, que él había errado, i escrito impíamente. I, como de nuevo se le apretase, paraque, omitiendo palabras, respondiese por un sí, o por un no, ¿ si quería, o no, atenerse a los Decretos, i Constituziones de los Gonzilios f Kespondió : Que él, nada quería retractar ni podía atenerse a los Decretos de los Gonzilios, cuando, a vezes, los mismos Gonzilios, se contradezían unos ce otros. Entonzes el Cesar le mandó salir, i disuelta la reunión, por aquél día, mandó venir al día siguiente, a los Prínzipes Electores, i les mostró una zédula,1 escrita de su propia mano, en la cuál declaraba, lo que a él le parezía, que debía hazerse, en aquél negozio, i les pedía, que todos fuesen de su mismo parezér : a sabér, que se publicasen Edictos durísimos, contra Luthero, i los Lutheranos, i se quemasen los libros de aquél hombre loco. Mas los Electores, i los otros Ordenes del Imperio, de los cuales, algunos, que habían bebido el veneno de Luthero, i otros, que afirmaban, que de ningún modo debía ser condenado Luthero, sin que antes se libertase a los Alemanes, de los gravámenes, i 1 Con la fecha del xtííí. de Abril de 1521. La imprimí el año de 1857, en las pajinas 55-57, pliego 24, del Apéndize, al Tomo : Dos Informaziones : una dirijida al Emperador Carlos V. i otra, a los Estados del Imperio : obra, al parezer, de Franzisco de Enzinas. Prezede una Suplicazión a D. Filipe II, obra, al parezér, del Dr. Juan Pérez. Ahora fielmente reimpresas, i seguidas de varios Apendizcs. Año de 1857. 492 APÉNDIZE. tiranías de los Eomanenses (como ellos dezían) ; — rogaron al Cesar, con grandes instánzias, que, a lo menos, se amonestase a Luthero privadamente, paraque retractase las cosas por él escritas, contra las Constituziones de la Iglesia. Lo cuál, como el Cesar se lo otorgase,, i ellos, durante tres días, en vano amonestaron al endurezido Luthero, viendo que nada aprovechaban, subscribieron al Decreto del Cesar. Hecho esto, no queriendo contravenir el Cesar, a la Fé pública, o salvoconducto, que había conzedido a Luthero ; le mandó advertir por Instrumento público : que al día siguiente saliese de esta ziudád de Worms, i que, dentro del término de veinte días, se refujiase a un lugar para él seguro. Luthero obedezió. El Cesar, entonzes, ya con su autoridád, ya con la de los Prínzipes Electores, i de todos los Ordenes del Imperio Eomano, publicado un gravísimo Edicto, contra Luthero, i los Lutheranos, i contra sus escritos, mandó quemar, con gran solemnidad, cuantos libros de Luthero aquí se hallaron : i que, a su ejemplo, se hiziese lo mismo, por las otras ziudades de Alemania. Aquí tienes, como pretenden algunos, el fin, i según yo me persuado, no el fin, sinó el prinzipio, de esta Trajedia. Porque veo ex- azerbados grandemente los ánimos de los Alemanes contra la Sede Komana, i no veo, que entre ellos, se dé gran importanzia a los Edictos del Cesar, porque, después de publicados, se venden impunemente, i a APÉNDIZE. 493 cada paso, por bárrios i plazas, los libros de Luthero. De aquí puedes conjeturar fázilmente, qué es lo que suzederá, cuando el Cesar se ausente. Podría haberse desbaratado este mal, con utilidad suma de la república Cristiana, si el Pontífize no rehuyese un Conzilio Jenerál, i si antepusiese la salud pública, a sus provechos particulares. Pero, mientras mantiene obstinadamente su derecho, mientras (quizá con afecto pío) ansia, zerrando los oídos, que se condene a Luthero, a ser tragado por las llamas ; veo irse en perdizión, a toda la República Cristiana, si Dios mismo no nos socorre. Pásalo bien. En Worms, a 13. de Mayo, de 1521. [N.B. — Las cartas, que siguen, de Erasmo a los Valdeses i vizeversa, están literalmente traduzidas de la edizión Erasmi Roterodami Opera Omnia. Lugd. Bat. 1703-6. 10 vols. fol., i a esta edizión aludo en los encabezamientos.] Carta 857. [Columna 973.] 4. Erasmo de Roterdam, a Alfonso Valdés. Aunque tarde, me llegaron, con otras, las cartas de su Majestad Zesárea, amorosisimamente escritas, i la no menos llena de benevolénzia de Mercurino de 494 APÉNDIZE. Gattinari, a cuyo consejo fiél i prudente, es cosa segura obedezér. El favor marabilloso, i amor que me dispensas, Joven dignísimo, le tengo tan experimen- tado, i con tales pruebas averiguado ; que si mi posi- bilidad fuese igual a mi voluntad, conozerías, que no pusiste tantos favores en un hombre ingrato. Al presente, no puedo escribirte mas de esto. Kuégote encarezidamente, que dés, por mí, las grázias, a todos mis Patronos. Pásalo bien. Fecha en Basilea, a 31. de Marzo, 1527. Carta 342. del Apéndize. [Col. 1721.] 5. A Erasmo de Eoterdam, saluda Alfonso Valdés. * El 28. de Agosto llegaron, por fin, tus cartas, así las que enviaste para el Zesar, i el Canzillér, i para los dos Arzobispos [Manrique, i Fonseca] ; como las que escribes a mí, i a otros amigos. El Zesar leyó tu carta Latina, pero traduzida por mí en Castellano, i contestará por el primer correo. Lo propio harán los Arzobispos, i todos los otros. Del resultado que tuvo el cuento de los Frailes, te escribí ya por duplicado, i contesté a tu carta del 17. de Septiembre, i no dudo, que todo lo hayas rezibido. Cuan gratísima le fuese al Arzobispo de Sevilla, tu carta, lo muestra él mismo en la suya mui amorosa. APÉNDIZE. 495 Disputamos largamente de tu negozio, i él dize, que desearía, que por causa de los flacos, explicases algunas cosas, que ocurren con frecuénzia en tus Obras, i que explanes tú el sentido que las dás, que él sabe ser bién ortodoxo : — a lo que yo le respondo : que eso harías tu de muí buena gana, en cuanto lo permitiesen tu honra, i estimazión, que tus amigos todos, queremos ilesas. Concluyóse, por fin, entre nosotros, que aguardásemos a Luis Coronel, a la sazón ausente, i el cuál llegó ayer aquí, i me encargó mucho te diese memorias. Cuidaremos mucho de dar zima a este asunto, sin ruido, i dejando siempre ilesa tu reputazión. Tu, entretanto, anímate, i procura, que la perversidád de los Frailes, no te incomode mas de cuanto es convenible a un hom- bre cristiano incomodarse : pues (por lo que a tí realmente importa) con ninguna cosa pueden pro- porzionarte gloria mayor, que con los dictérios desvergonzados, con que contra tí se desenfrenan. Desearía, que detuvieses tu Eespuesta a los Artículos de los Frailes, i que cuidases de que no se imprima, paraque esto fuese ziertamente, una señál de tu modestia, sobre todo, cuando en ninguna parte se han impreso los Artículos 1 : querría, además, que en ella no nombrases a ningún Fráíle, sinó que respondieses a todos, en jenerál, i que remitieses 1 Véase la carta del Arzediano de Alcor, Alfonso Fernandez de Madrid, en el No. 27- de este Apéndize. 496 APÉNDIZE, tu Kespuesta, secretamente, al Hispalense.* No quisiera, mi Erasmo, que a estos tábanos (irritados ya, mas que bastante) los volvieses rabiosos del todo : pues aunque nadie hai, que no los aborrezca ; tampoco hai nadie, que no los venere, por miedo a su audazia impudente, con la cuál, a todo se atreven en sus Sermones, despreziada la autoridád de los Prínzipes, i despreziados los decretos de sus Consejos : a lo cuál, les ayuda la capilla, i la simpleza del pueblo cristiano. No hai motivo para que dudes, de que en España tienes defensores exzelentes de tus escritos. Envíanos el librito, " De Ratione Con- cionandi" los " Biólogos " en la causa Lutherana, i todos los restantes, que en tu lista prometes. Veo, que tomarás mucho trabajo, si quieres responder a las cartas de todos tus amigos : alabo tu amabilidád, pero podrías fazilmente ahorrarte trabajo tanto, si escribieres a uno difusamente, saludando a los de- más amigos solo con tres palabras. Te doi muchas grázias, por la carta que enviaste a Virués,2 pues su benevolenzia para contigo, requiere bien, que tu la contracambies, a tu vez, con amor merezido : pues vale mucho su autoridád, entre todos: lo mismo pienso de Luis Coronel, i de Juán de Vergara, a los cuales pudieras escribir alguna vez, como a 1 Al Arzobispo de Sevilla, e Inquisidor Mayor, I). Alfonso Manrique. 2 A Alfonso Virués, probablemente, no a su hermano Jerónimo Virués. Para ambos, hai cartas de Erasmo, entre sus Epístola?, i ambos eran Monjes "Benedictinos. APÉNDIZE. 497 prinzipales amigos, dejados los otros,1 que con su afecto imprudente, nos dañan mas, que aprovechan. Ni es propio de tu dignidád escribir cartas extensas, a los que, apenas uno que otro, se digna tratár. Tú interpretarás siempre favorablemente estas cosas, que como amigo te advierto. Deseamos ver ese Libro Segundo del Hyperaspiste,2 que todavía no nos ha llegado. No hemos visto la guirnalda, que escribes haber añadido a Bábylas : ni sabemos quien sea Bábylas, si tú no nos lo explanas.3 Hai quienes desean también saber de tí, qué es lo que significan, la efijie con que sueles sellar tus cartas, i aquél mote suyo, " Cedo nulli" Trátase de la concordia de los Prínzipes, la cuál desea, de corazón, el Cesar, por la tranquilidád pública : mas veo arrojarse prezipitados, en daño de la Eepública, los ánimos de los otros. Si la bondád de Dios, no mira por nuestras cosas, todo se perdió en ambas Eepúblicas (Cristiana, i Zivíl). Pásalo bién. Burgos, 23. de Noviembre, del año 1527. Esta la escribí apresuradamente : ni pude alargar- me mas, porque el correo mete priesa. Keconoze el afecto de tu amigo Valdés. 1 Pareze aludir a Mejia, Olivér, Scpúlveda, &c, cuya sinzeridád en mostrarse amigos de Erasmo, no era cosa tan averiguada por Valdés, como la de los Vinieses, Coronel, Vergara, &c. 2 Es la 2a Parte, de la Diatriba contra Luthero, que se publicó el año de 1527. 3 Un Obispo de Antioquía. Véase la pajina 153. del tomo VIL " Erasmi Opera." I 1 498 APÉNDIZE. He ahí el sello con que Erasmo zerraba sus cartas, i al que alude la carta anterior. Consérvase en la nema de una carta orijinál de Erasmo, que se guarda en el Colejio de Corpus Christi, en Cambridge, MSS. 119., pp. 63, 64. Yo le lie tomado del que trae Jortin en la pajina 752. del tomo II. de su Vida de Erasmo [The Life of Erasmus. London : MDGGLX']: donde le designa como sello de plata, con mango de hueso. Sin duda era un duplicado, del anillo, o sortija de sardónica antigua, que le había regalado el Arzobispo de San Andrés. Véase el N° 7. de este Apéndize, donde Erasmo habla del sello, como teniendo la inscripzión, Concedo nulli, &c. Pero, azerca de esto, véanse, mas adelante, las Deducziones de este Apéndize. 6. Carta 938. [Columna 1064.] Erasmo de Roterdam, saluda a Juan de Valdés. Instruidísimo Joven, tantos favores me hizo, i haze, tu hermano Alfonso Valdés, que debo amar, todo lo APÉNDIZE. 499 que, en algún modo le perteneze. Según oigo, tú le semejas tanto, así en la configurazión del cuerpo, como en la disposizión feliz del injenio, que podéis pasar, no por dos jemelos, sino absolutamente por un hombre mismo. Por lo que pienso ser cosa justísima, el tener a ambos un amor igual. Oigo, que estás entregado a los buenos estudios, i a ataviár con todo jénero de adornos, una índole nazida para la virtud : ¿ A qué, pues, conduziría, el exhortarte a correr por estadio tan bello, cuando lo hazes voluntariamente ? Mas convenible es, felizitarte, por ello, i aplaudirte. Ten por averiguado, que de nadie soi mas amigo, que de tu hermano ; i que no lo soi menos tuyo, que de él. Pásalo bién. Basilea, Io de Marzo, año 1528. [Tomo X. Columna 1758.] 7. Carta Apolojética de Desiderio Erasmo, sobre la leyenda Concedo nulli, puesta al rededor de la figura de Término, de su sello. Des. Erasmo, desea salúd al mui exzelente varón Alfonso Valdés, Secretario de su Majestad Cesárea. Por las cartas de otros he sabido claramente, lo mismo que me indicas con tanta modestia, según tu condizión. Que hai quienes traigan a cuento, para calumniarme, el sello de mi anillo, [del Dios] Término, voziferando, ser cosa de arroganzia 1 1 2 500 APÉNDIZE. intolerable, el mote que he añadido al sello, Concedo nulli. ¿ Qué cosa es esta, si no es una comezón fatal, de calumniarlo todo ? Momo se reiría, i eso, que criticó la sandalia de Venus: pero estos, sobrepujan al mismo Momo, pues hallaron que roer en una sortija. Momos los llamaría : pero Momo, nada reprehendió, sino lo que había mirado antes atentamente. Estos fyikaiTioi (camorristas), o ca- lumniadores, mas bien, reprehenden a ojos zerrados, lo que ni ven, ni entienden. Tal es la fuerza de su comezón. I, entretanto, se les antoja, que son ellos las columnas de la Iglesia, cuando no manifiestan otra cosa, que su estolidez, conjunta con malizia igual, que mas de lo que les convenía, les haze conozidos al Orbe. Sueñan haberse dicho por Erasmo, Concedo nulli (A nadie conzedo [ventajee]). Cuando, si leyeran mis escritos, veerían en ellos, que apenas habrá uno, tan mediano, que a él me anteponga, conzediéndoles a todos [la preferenzia], no, que a ninguno. Pues ya, los que mas de zerca me conozieron por trato familiar, antes me atribuirán cualquier otro vizio, que el de la arroganzia : i convendrán conmigo, en que mas me azerco al dicho Socrático : " Solo sé, que no sé nada ; " que a este : " [ Ventaja] a nadie eonzedoT Pero, píntenme de ánimo tan insolente, que yo APÉNDIZE. 501 mismo, a todos me anteponga ; ¿ tan nézio me juzgarán, también por eso, que así lo asegurase en el sello? Si tuviesen alguna cosa de pensamiento Cristiano, interpretarían aquellas palabras, o, como no mías, o, como teniendo otro sentido. Vén allí una imajen esculpida, en la parte de abajo, una piedra, en la de arriba, un joven, con cabellos voladores. ¿ Tienen algo que ver estas cosas, con Erasmo ? I, si esto es poco, ven en la piedra misma expresado, Terminus [Término], en cuya diczión, si la mides, hallarás un verso yámbico-dímetro- acatalecto : " Gonzedo nulli Terminus : " " [Conzedo a nadie Término']." I si comienzas de ésta última voz, será dímetro- trocáico-acatalecto : " Terminus concedo nulli." " [Término a nadie conzedo].'' ¿ Qué, si hubiera figurado un león, i en el sitio del sello añadido : Fuge ni mavis discerpi [Huye, si no prefieres despedazado ser] ? ¿ Me hubieran, acaso, atribuido estas palabras, en vez de, al león ? Pues no es cordura mayor, la que muestran ahora : porque, si no me engaño, mas me asemejo a un león, que a una piedra. Dirán : — "No advertimos, que fuese verso: ni conozimos al [Dios] Término." — ¿ Será, pues, tras esto, un crimen. 502 APÉNDIZE. el haber escrito un verso, porque ellos no aprendieron el arte métrica ? En verdád, que si supieran, que algo de oscuridad, dá zierto atractivo, a esta clase de sellos, por ejerzitár las conjecturas de quienes los miran, ya que no conozieran a Término, aunque esto lo podían habér aprendido de los libros de Agustín, i de Ambrosio ; debieran habérselo preguntado a los peritos en cosas tales. Antiguamente se distinguían los confines de los campos con alguna señal. Era esta una piedra, que descollaba de la tierra, i que las leyes de los Antiguos ordenaban fuese aicívrjTov [inamovible], de cuyas piedras se halla este dicho en Platón : " Las que no pusiste, no quites." Añadióse la superstizión, con que mas se apartase a la multitúd ignorante, del atrevimiento de quitarlas, mientras creía profanar, en la piedra, a un Dios, a quien llaman Ténnino los Eomanos, i al cuál dedicaron también templo, i fiesta, [que llamaron] Terminalia. Este Témúno, como consta en los Anales Romanos, fué el solo, que no quiso conzedér a Jove [su sitio], porque, cuando las Aves confirmaron [con su augurio], las profanaziones (o dessantijieaziones) de todos los demás adoratórios, o capillas, solo en la del templo de Término, no consintieron. Refiérelo T. Livio, en el Lib. I. de la Fundazión de Roma : i, luego, refiere en el Lib. VI.1, que cuando el Capitolio 1 Para verificar estas zitas, en las ediziones modernas de T. Livio, véanse el Lib. I. cap. lv., i el Lib. V. cap. liv. APÉNDIZE. 503 se libró, con el augúrio, no permitieron ser removidos [las dos Deidades] Juventud, i Término. Este presá- jio fué acojido con regozijo jenerál de todos, porque juzgaban, que predezía la perpetuidád del Imperio. Juventud, es útil para la guerra : i Término, es cosa fijada. Aquí exclamarán, quiza : — " ¿ Qué tienes tú que hazér, con un dios fabuloso?" Salióme al encuentro : no fué traído por mí. Cuando Alejandro,1 Arzobispo con el título de S. Andrés, fué vuelto a llamár a la patria, por su padre, el Eei de Escózia Jacobo el viejo ; despidiéndose de mí en Roma, como diszípulo amigable i agradezido, me regaló 1 Este Alejandro, o Alexander, Arzobispo de S. Andrés, era hijo natural del Eei de Escózia, Jacobo IV. I. ázia el año de 1500, era diszípulo, i pupilo de Erasmo, con quien se hallaba en Roma. Volvió a Escózia, i murió al lado de su padre, i con su padre, en el campo de Flodden, en la batalla que hubo entre Escozeses e Ingleses. Erasmo sintió mucho su muerte, i encargó a Ammonio, escribir la relazión zircunstanziada de la batalla, que no creo se haya publicado. Alexander era cortísimo de vista, según Erasmo, en su Ep. 874. El mismo Erasmo, en su Ep. 1257. refiere esto : — "En Siena tuve por diszípulo al Arzobispo, [que tenía 19 años " entonzes] con el título de S. Andrés, bastardo del Eei de Escózia, " Jacobo, joven de injenio agudísimo i de índole exzelente. Este, en " las márjenes de un Códize, que yo nunca había visto, de tal suerte " había finjido mi letra, que a mí mismo me hubiera engañado, si, de " zierto, no hubiese yo sabido, que el tal Códize, nunca había sido " visto, ni leido por mí. Porfiaba él, diziendome, que me había " olvidado ; porqué (dezía), 1 ¿ de otro modo, cómo podría estar "notado de tu mano?' Eeconozco, dije, mi letra: pero nunca vi " este libro, ni otro semejante a él. Eiéndose él, finalmente, confesó " su artifizio." Véase también el tierno i elegante elojio que haze, del mismo Alexander, en los Adajios. (Chibada II. Centuria v. Adagio i.) 504 APÉNDIZE. algunos anillos, por ^vrjfxóavvov, o recuerdo, de la intimidad mútua entre nosotros. Uno de ellos, era una piedra fina, que tenía esculpido a Término : pues, aunque al prinzipio yo lo ignoraba, me lo mostró, luego, un Italiano entendido en antigüedades. Acojí el presájio con ánsia, i le interpreté, como que me advertía, de no estár lejos el término de mi vida : pues tenía, entonzes,1 zerca de cuarenta años. I, paraque este pensamiento no se borrase, empezé a sellar mis cartas con este sello. Añadí el metro, como antes ya dije. I así, de un Dios profano, me hize un símbolo, exhortatorio a la correczión de la vida : pues la muerte, es verdaderamente, un término, que no supo a nadie zedér. I también, en una figurilla fundida, está la inscripzión en Griego, opa te\o9 fia/cpov ¡3¿ov, esto es, mira el fin de larga vida, i en Latín, Mors ultima linea rerum. Ellos dirán : " Podías haber grabado una Calavera." — Quizá lo hiziera, si se me hubiese ocurrido : pero esto me gustó, en primér lugar, porque se me ofrezió casualmente ; i después, por tenér grázia doblada : una, la de la alusión a historia antigua i zélebre : i otra, la de la oscuridád, que es peculiár a los símbolos. Ahí tienes la Apolojía del Término, o, mas verdaderamente, de una fruslería.2 I, ¡ ojalá estos, pusiesen, al cabo, fin a sus calumnias ! Pués, 1 Según sus Biógrafos, tenía Erasmo, entonzes. 41 años. s En elorijinál : 11 de lana caprina." APÉNDIZE. 505 de buena gana, pactaría con ellos, de cambiar yo mi sello, si ellos cambiasen su dolénzia. Así, en verdád, velarían mas derechamente por su reputazión, la cuál, según ellos se quejan, va a ser destruida, por los estudiosos de las buenas letras. En verdád, que yo estoi tan lejos de querer dañár la estimazión, que de estos se tenga ; que siento vivamente, que ellos mismos, con embustes tan estólidos, se expongan a la mofa del Orbe, i no se avergüenzen, de haber sido tantas vezes convenzidos. El Señor te conserve, sano de cuerpo i alma, Amigo en Cristo mui amado. Fecha en Basilea, a 1. de Agosto, del año 1528. 8. Carta 1030. [Col. 1165.] Erasmo de Eoterdám, saluda a Juán Valdés. Cuanto sentí, mi querido Valdés, al conozér, que te aquejaba un trabajo tan grande, i peligro; otro tanto fué grande mi contento, al saber por tu carta, que habías escapado salvo, de este naufrájio, i ya te hallabas en puerto seguro. Siento mucho ver a vuestra España, aflijida con tantos males. ¡ Ojalá vuelva Dios, alguna vez, los ánimos de los Monarcas, al amor de la Paz ! No te apures, mi querido joven, ni me expliques las excusas de tu suczesivo silenzio. Quede sentado esto, entre nosotros : Cuenta siempre por carta para tí, la que yo escriba a tu hermano : i 506 APÉNDIZE. su Respuesta, la contaré yo también siempre, como carta tuya : pues, para mí, no solo sois jemelos, sino que os conzeptúo por una sola persona, mas bién que por dos cuerpos. Que una carteja [ejpistolium] escrita tan a la lijera cual esa mía, la tengas como una de tus prinzipales K£i/jLr¡\ia, o joyas ; lo aprezio yo de suerte, mi querido Juán, que, a mi vez, guardaré durante mi vida, en lo mas íntimo del corazón, con gran aprezio, la memoria de ánimo tan amigable i candoroso para conmigo. Pues no puede menos de serme gratísimo, el que haya en España tantos buenos, que me quieran cordialmente. I me dá pena, por otra parte, el que en un País tan privilejiado, amuchigüen tantos Hr¡Kia \nidales] de malvadísimos tábanos, que, no solo a mí, sino a los que bién quiero, acarreen molestias tan enojosas : i siento vuestros percanzes, casi mas que los míos. Congratúlome, de corazón, contigo, i con cuantos españoles se te parezen ; porque veo, que consagráis todos vuestros conatos i estudios, a que, el cultivo de las Letras, coadyuve a promovér siempre la sinzeridád de la piedád Cristiana, i se aune con ella, lo cuál, hasta ahora, no se ha hecho por muchos, entre los Italianos. ¿ Qué valen, Erudizión i Letras, si se apartan de la Piedád ? Pásalo bién. Fecha en Basilea, a 21. de Marzo, del año 1529. APÉNDIZE. 507 9. Carta 1031. [Col. 1166.] Erasmo de Roterdam, desea salud a Alfonso Valdés. Tarde me has advertido azerca de Pantálabo l, o por dezír mejor, tarde me llegó tu carta, ázia el 7. de Marzo, cuando estaba ya concluido, todo cuanto había de llevarse a la Feria de Francford. Pocos dias antes, me habían enviado los amigos, el mismo Librillo, impreso clandestinamente en París, sin el nombre del impresor. Habíanle añadido un Prólogo, dirijido al Cardenal primário de su Orden, i habían quitado algunas cosas, que sabían, que entre los Franzeses, les habían de perjudicar a ellos mismos, i a mí aprovechar, lo que descubrí, por el confronto que hize con el Librillo español. De mi carta al Rei Frranzisco, de la que te envío copia, tomaron solamente, que se calumnia de inicuo al Cesar. Esto el Franzés, no lo entendía. Si hubieran dicho, concliziones inicuas,2 aun él lo hubiera aprobado. 1 Pienso, que alude a Fr. Luis de Caravajal, o Carvajal, Franziscano, el cuál imprimió en Amberes, el año 1529, su libro contra Erasmo : Apología Monástica professionis, dedicado a D. Lorenzo Suarez de Figueroa. La Dedicatoria tiene la fecha de Salamanca 1528. I pienso, que la carta de aviso, de A. Valdés, a que se refiere ahí, Erasmo, tendría la fha. de ese año 1528. — Véase, en la Columna 1287. la carta de Erasmo, al Arzobispo Manrique, en la que asegura, que el libro, le había impreso Carvajal, clandestinamente en París, el a. 1529 (?), i luego, o antes, tn España. 2 Pareze aludir Erasmo, a la carta, que escribió al Rei Franzisco I. 508 APÉNDIZE. Lo que se seguía, tomado del Coloquio de la Rezien- parida, enteramente lo habían omitido, porque sabían, que de ningún modo, habíanlo de sufrir oídos de Franzeses. Allí, chanzeándose Eutrapelo, para mostrar, que, a,un sin servir de Comadrón a las parturientes, Dios tiene otros negózios en qué entender, dize, que (entre los demás tumultos, de los Prínzipes) Cesar imajina, formar una Monarquía nueva, de todo el Orbe.1 Toda la calumnia estriba en la voz nueva : como si jamás fuera posible, otro Monarca de todo el Orbe, que Dios : i cuando, hoi aun, no se tiene conozido todo el Orbe, ni aquella parte, que es conozida, ha estado jamás sujeta a uno solo. No disputo aquí, azerca de la Monarquía del Cesar, pero digo eso, paraque entiendas, con cuan nézios argumentos, se quiera reivindicár para el Cesar aquél derecho. Dize, que lo que es el Sol, en los zie- iOS, eso es el Cesar en la tierra: i, sinembargo, los desde Basilea, el 16. de Junio de 1526; i de la cuál remitiría copia a Valdés. En dicha carta, se lee esta frase : " Quamquam autem nonnullis pax ista severis, ne dicam miquis conditionibus videtur coisse," q. d. " mas aunque esta paz se haya juntado, con algunas severas, por no dezír inicuas condiziones" &c. 1 El texto dize : " Casar novam totius Orhis molitur Monarchiam :" i, en el Coloquio de la Rezien-parida, lo que dize Eutrapelo, es : " Carolus molitur monarckia pro/erre pomoeria : " " Carlos trata de extendér los límites, o explanadas, de la Monarquía." En el Coloquio, pues, no se lee la voz nueva. El pensamiento descabellado de Carlos V., le tuvieron, antes que él, otros, como Alejandro, i Augusto; i después que él, Napoleón Bonaparte. I en Roma, le heredaron los Papas, de los Antiguos Romanos, disfrazándole de Santo, que es locura mayor. APÉNDIZE. 509 Jurisconsultos, que trajeron esta contienda inútil, junta con otras muchas ; hazen al Pontífize Sol, i Luna al Cesar. Yo, ziertamente, aprobaría el ejemplo, si conforme el Sol, en su movimiento incansable, recorre, esclareze i alienta a todo el Globo de la tierra ; pudiese, un hombre solo, estár así a la mira, de todas las Naziones del Orbe. Dize, luego, que Aristóteles, prefiere la Monarquía, a la Aristocrazía. — Prefiérela, si se halla uno, que, entre todos, sea óptimo i sapientísimo : pero apellida Monarquía, no a la de todo el Orbe, sino a la del señorío de cada uno, como el de los Cretenses, Lazedemonios, Atenienses, &c. Ni hai quien quite, que puede haber Monarquía de una sola ziudád : pues lo que suelen alegár de Homero: Oí>k áyaQóv iroXvKoipavír], ¿Fs Kolpavos 'éarw, " Prinzipado de muchos, nunca es bueno : Uno el Prínzipe sea " — alude al Jenerál de un ejérzito, cu)7a potestád, no era absoluta, sinembargo, sino en la batalla : lo cuál indica el mismo Aristóteles. Dize, que aun Cristo, aprobó la autoridád del Cesar, diziendo : Dad al Cesar, &c. Si Cristo hubiera enseñado en Saboya, i en ocasión semejante se le hubiera presentado la moneda del Duque, hubiera dicho : Dad al Duque, las cosas que son del Duque, &c.' Ahí verás la 1 Téngase presente, que Carlos V. pretendía, que Saboya era suya. 510 APÉNDIZE. agudeza de un hombre, que se jacta de estar versado en Lójica, Física, i Metafísica. Esto, como dije, no es por la cosa, sino por la nezedád insigne del sujeto. Ni me admiro yo, de que, entre tantos miles de hom- bres, se haya hallado uno, que se atreviese a escribir tales bobadas : lo que sí me admira mas, es, que se publiquen estas cosas, en sitios diversos, por los Franziscanos, sin que ellos echen de ver, cuanto se hazen ridículos, con eso, a los buenos i doctos. Por donde pareze, o que este j enero de jente, es señalada- mente estúpido, o que tiene pésima idea de los demás mortales. ¿ Qué he de dezír, de su empeño en pintarme enemigo de todas las Relij iones piadosas, porque alguna vez note en algunas zierta impiedad, o superstizión irrelijiosa ? Para él es aborrezér, el enseñár, o advertir : i el disentir, es infamar. Luego, nunca zita mis palabras, como están : mas, o las trunca, o las añade algo. I, a mas de esto, lo que constantemente se dize, contra tres o cuatro [frailes] malos, lo retuerze él a los Ordenes enteros. Tantas vezes repite la insigne mentira, que no distingo los buenos de los malos, cuando, apenas alguna vez, dejo de hazerlo. Simpleza pura es, aquello de ensalzar su Orden, como dimanada del Paraiso. Me pareze cole- jír, por conjetura, quién sea el autor del Librillo. Buén testimonio dá, de que estuvo en Inglaterra, Fránzia, Alemania, i España; aunque se indigna, sinembargo, contra los vagamundos, o mwadívagos. APÉNDIZE. 511 Haze bastantes meses, que vino a verme, un zierto fraile Franciscano, joven de índole [al parezér] liberal, hablando sueltamente el Latín, i no del todo ignorante de la literatura Griega, i además, dotado con alguna facundia natural. Empezó a referirme, lo que los Teólogos urdían en Fránzia, i lo que los frailes urdían ; i, por fin, a exhortarme, que me previniese con tiempo : i que él, era uno de aquellos, que mas ahincadamente favorezerían mis intereses. El se había enfrascado en esta conversazión, pero yo le empeñé en otra : parte, porqué entró el Guardián de este lugár, i parte, porque las cosas que me contaba, todas las sabía yo, con mas zerteza, por las cartas de los amigos. Gustóme, sinembargo, su índole, i me comprometí, a que por algunos meses, si él quería, se hospedase en mi casa; i le convidé también a comér al día siguiente. (Al Guardián no le convidé, para que pudiésemos hablár con mayor libertad.) Vino, pero trayendo en su compañía a un jayanazo l, entrado en dias, que por no verse obligado a hablár Latín conmigo, finjió ser seglár, aunque era sazerdote (como supe después). La insolenzia desagradabilísima de éste, me enojó tanto, que aquél mí cariño al joven, se enfrió del todo. Acabada la comida, repitió lo que el día anterior había comenzado a dezír, indicando, que tenía intenzión, de ir conoziendo los hombres doctos, que 1 Thrasonem,, en la carta orijinál. El Traso, en Zelestina. 512 APÉNDIZE. se hallasen, por los países que recorría : para lo cuál traía consigo, dos cartas comendatizias, que mostró, una de Bádio, i otra de Budeo, que, de una legua, parezían haber sido arrancadas como a la fuerza. Pedíame, que le recomendase a todos mis amigos ; i quería saber, cuántos tenía, i en qué lugares ; i se manifestaba, pronto, i a punto, para ir a cualquier parte, con tal, que fuese recomendado por mí. Eesistí esto, por muchas razones, mas prinzipalmente, por no parezerme azertado el entregár, por dezirlo así, a tales amigos mios, a un hombre desconozido ; pues ya me habían suzedido lanzes desagradables, por confianzas parezidas. Alegando él las cartas de recomendazión, que ya tenía (leyéndolas) ; le mostré, que ellas mismas declaraban, era persona desconozida, para los que se las dieron. Porfiaba, en que, a lo menos, le recomendase, a dos, o tres amigos prinzipales. Me negué a hazerlo. Finalmente, me pidió alguna carteja, por corta que fuese, escrita de mi mano, como dirijida a él, que pudiese mostrar por todas partes. Ya enfadado, también le negué esto : pues con estas arterías, mas de una vez, he sido burlado por estos vagamundos. Entretanto, viene el criado, i anunzia, que estaban allí dos sujetos (dos sabios amigos), con quienes tenía que tratár azerca de mi testamento, que el componerlo bién, es aquí cosa difizil. Él les salió al encuentro, i les interpeló, paraque le diesen, a lo menos, una limosnilla [fleemosynulam\ (pués APÉND1ZE. 513 usó de esa voz). Yo, en otra cosa entendiendo, dije: que ya le había dado, i que pensaba, que debía volver a verme, en ocasión mas oportuna. Dos días después, se le vió en esta Ziudád, arrebañando, con muchas trazas, cuanto dinero pudo : pero no volvió a mi casa. Este es, si no sospecho mal, el que vengó su pesár, con aquél librillo ; pues, apenas hai, otro Fráile, en su Orden, que así pueda escribir en Latín. Ni es de la clase que llaman de Observantes, sinó de los Coletevos : 1 lo que supe después, por un Franziscano. Es, si no me engaño, Bravantino, o Geldrio, de orijen : i no dudo, que anda ahora por Italia, o Hungría, en prosecuzión del viaje que se propuso. Mira, cuanto riesgo hai en negarles una cosa. Aunque este, es el único a quien despedí, sin darle algo para el camino ; no obstante de verme asaltado, con frecuenzia, por estos codiziosísimos. Me ha hecho reír, lo de cruzificár al Libro. Con razones semejantes, se venze mas pronto, que con Apolo- jías. Así un Alemán llamado Leí, en Lováina, tomó prestado un Libro, escrito contra mí, i al reponerle en su sitio, en la Biblioteca de los Franziscanos, le untó, e incrustró, por dentro i fuera, con excrementos humanos, de suerte, que toda la Librería, estuvo hediendo por algunos días : i preguntando los que entraban, qué hedor fuese aquél ; mirados bién todos los rincones, nada se 1 Coletarum en el orijinál. K K 514 APENDIZE. halló. Uno, por fin, mas sagaz que los otros, siguiendo la pista a la fuerza del aroma, encontró la fuente. El Guardián quiso mostrar el libro al Pueblo, i quiso fulminar excomunión contra mí, por autor del hecho : aunque todo había pasado, sin yo saberlo, ni sin que conoziese al hechor, hasta luego cuando vino después. Hermann, el Conde de Aguila nueva, llevó mui a mal, ser zensurado por Jacobo Hochstrato, Dominicano, que era Rabino, i Prior del magnífico i opulento Convento, que tienen en Colonia. No pudiendo refrenar al Fraile, intimó a sus cohermanos los Dominicos : que ya no podían recolectar quesos, ni huevos, en parte alguna de los dominios del Conde, ni de sus parientes. Fiados ellos, en que saldrían hueras las amenazas, tentaron, a escondidas, exijír, según costumbre, la colecta de quesos, i huevos. Al intentarlo resultó, que arremetieron contra ellos de un modo terrible, persiguiéndolos reziamente todo aquél año : hasta, que sus mismos fráiles, obligaron al Jacobo, a admitir las condiziones de paz, que se le dictaron. Tengo su Eetractazión, o Palinodia, en la cuál enumera todas las palabras, llenas de insulto, que había escrito contra el Conde : i, sinembargo, afirma, i casi jura, que él había tenido siempre al Conde, por dignísimo i esclarezido. Palinodia bellísima, i mas digna de un truhán, que de un Teólogo. Veo, mi querido Valdés, en los APÉNDIZE. 515 suzesos porque he pasado, que de ningunos me resultó siempre mayor daño, que de los que trataron de favorezerme, con mas ahinco que cordura. Uno publicó en París un avwvvybov, o carta anónima, en mi alabanza. Esta cosa, exzitó al simple iracundo Bedda, de suerte, que volvió, de nuevo, a vomitár su cólera contra mí. Entre vosotros, suzedió lo mismo : que la carta de no se quién, irritó contra mí, a los pseudo-fráiles, que sobornaron al oradorzillo Pantálabo. Ningrnas reyertas, i ruidos, hubiera habido nunca, entre mí i los Teólogos Parisienses, si el amor vehemente, pero imprudente, de un zierto Berquin, no los hubiese provocado contra mí, tanto para mal suyo, como mió. Se dejó Uevár de parezeres fuertísimos, pero igualmente infelizes. Promovióse un juego escolástico, azerca de los Colo- quios condenados. Un tal Colineo había impreso, según dizen, hasta veinte i cuatro mil ejemplares de los Coloquios,1 a la manera del Enchiridion impreso, 1 Mas que eso, que acontezía en Fránzia, suzedía en España. En una carta [Ep. 338. Ap., Col. 1718.] de Juan Maldonaclo, a Erasmo, fecha en Burgos, a 1. de Septiembre del a. 1526, entre otras cosas, le dize : " Por lo cuál ha suzedido, que mientras maquinan los Frailes " perderte, i preparan acabar con tus escritos, a todos te hazen " conozidísimo, i tanto, que no solamente los que saben un poco el 11 Latín compran i acopian tus volúmenes exzelentes ; sino también " la confusa muchedumbre, que no sabe otra lengua, que la Castellana " rulgár, tiene deseo grandísimo de oír lo que dizes, i conozér lo que " enseñas : i no los hombres solo, a los que mueye mayormente el " sexo, sino aun las mujeres débiles i rudas, arden en deseos de " conozér, qué es lo que enseña ese Erasmo, a quien los eruditos K K 2 516 APÉNDIZE. pero con mas eleganzia. Esto lo hizo, no por afecto a mí, sino por amor a la ganánzia. ¿ A qué mas palabras ? Nada, sino los Coloquios, se veía andár entre manos. Había prezedído no sé qué runrún (quizá esparzido adrede por el Impresor), que esta Obra se prohibiría. Esto aguzó la gana de los compradores. I así Bedda, con algunos conjurados mas, obtuvo del Rector, que era de su calaña, se publicase el Edicto, que propiamente conzierne a las Lecziones solemnes de los Colejios, en la Adquisizión de Grados escolásticos : pues ya en todos los Colejios se cursa la Gramática, con detrimento grande de los estudios, pero se haze por deseo de gananzia. Con tales tretas, engañan frecuentemente. El Edicto, " recomiendan con tanto elojio. I no solo, las mujeres que andan a " la luz, i vista de todos, sinó las que se tienen enzerradas entre " paredes, i zelosías, i a quienes no se les permite hablár sinó con " escuchas, piden con gran ahinco, que se las haga partizipantes de " los escritos de Erasmo : i donde, por causa de los Frailes, no las es "dado tenerlos abiertamente, los obtienen a escondidas, engañando " a las personas que las vijilan, o trayéndolas a su opinión. Mira a " que punto han llegado tus cosas, que en grázia de todas estas " personas, que ignoran las letras Latinas, trabajan muchos hombres " eruditos, en traduzír a nuestra Lengua Opúsculos tuyos : i ya se " ha publicado el Enchiridión, hablando en Castellano, i los impresores "han impreso de él muchos miles, i con ellos no bastan a satisfazér "a la multitud de compradores. También de los Coloquios se han " hecho algunos Diálogos Españoles, que corren por manos de hombres "i mujeres. Indico lijeramente estas cosas, paraqué sepas, que mis " [paisanos los] Españoles, te son afizionados, i no mal afectos ; sise " exzeptúa uno u otro, a quien heriste con tu estilo, i la turba de " Capilludos. Mas, lo zierto es, que por obra de ellos, se ha hecho 11 en España tu nombre, mas zélebre que en Roterdam" &c. APÉNDTZE. 517 sinembargo, no baze menzión ninguna de herejía. Puede ser, que les disguste la frase poco Latina, i no quieran, con su estudio, quitar de las manos de la Juventud, Autores mas dignos de leerse. Pero los seis Obispos designados en Fránzia, para pronunziár azerca de los libros heréticos, de quienes el prinzipál era el Arzobispo de Ruán ; promovieron una batahola mas espantosa en Sajonia. Por estos se condenaron mis libros, i se quemaron en la plaza pública, valuándose el prézio de los que se quemaron en zincuenta mil coronas. El j enero estólido de los Fráiles, se promete para si la victoria, con estas tretas. I también estriban en otro ardid. En todas lasISTaziones tienen algunos Franziscanos Observantes (pues, por lo jenerál, todavía se les atribuye a estos, una espezie de santidád), que en Sermones, i Discursos de Cátedras, zahieran de cuando en cuando el nombre de Erasmo. En París tienen a Pedro Cornuto. En Saboya, a Juan Gaccho, el cuál, sinembargo, des- pués que, por carta, me quejé de él, al Duque, respon- dió : Que nunca había mentado a su Maestro Erasmo, sinó como convenía : con grandísima reverenzia. En Inglaterra, tienen a Juan Standish, ahora Obispo. En Lováina, a un tal Titelmann, mozo mui presumido, como lo indican sus P rogymnasmata \_Ensayos~], ¡ Ojalá pueda hazér tanto como se atribuye a sí propio ! Los hai también en Polonia, i en Hungría : mas por allá, no adelantan en lugár 518 APÉNDIZE. alguno, sino para peor, porque en todas partes va menguando su prepotenzia. ¡ Cuanto mas Cristianamente prozederían, si se consagrasen al estudio de la piedad verdadera, i se dejasen de la, ya demasiado conozida, hipocresía ! El mes de Febrero, rezibí treinta florines.1 Había escrito y aa Bartolomé Welzer, i avisádole, de paso, azerca de los doszientos ducados. Respondió : que aun no los había rezibido, que los procuraría con toda sinzeridád, i luego que los rezibiese, me los enviaría. Azia el 7. de Marzo, llegó el paquete de las Cartas, todas por duplicado. Encomendé otra Zédula de Cambio, a Jerónimo Froben, paraque cobre el dinero en Francford. No se me olvida, sinzerísismo Valdés, cuanto, es lo que te debo, i que tu afecto para conmigo, en todas partes se muestra el mismo. La Carta del Arzobispo, tan cariñosamente escrita, me fué poco menos grata, que el mismo dinero. Huélgome de que se me haya quitado el escrúpulo de la Dedicatoria.2 Me atreveré a dirijirle esta edizión, aunque tu no me lo 1 Pareze, que Erasmo estaba subvenzionado por España, con alguna pensión anual : i, por lo que luego sigue, que debía prinzipal- mente dicha pensión al influjo amistoso de A. Valdés. Welzer era uno de los Banqueros del Emperador. 2 Había dedicado su Apología, contra los Artículos que algunos Frailes españoles le oponían, a D. Alonso Manrique, i se había impreso por Froben, el a. 1528 anterior. Eezelaba, sin duda, Erasmo, haber desagradado al Inquisidor, i perdér su proteczión. La carta rezibída, a que ahí alude, le tranquilizó. En el Tomo " Dos I^formaziones," puse en el Apéndize, algo de esa Dedica- toria. APÉNDIZE. 519 indicas, ni él tampoco. I juzgo mas azertado el dedicár al uno, que no a los dos [Arzobispos], si tú no me avisas otra cosa. Te enviaré diez volúmenes : esto es, un juego [para el Cesar (?)],* otro para el Toledano [Arzobispo Fonseca], el terzero para el Sevillano [Arzobispo Manrique], el cuarto para Gattinara, si tú no ordenares otra cosa. La obra se concluirá en las Ferias próximas de Otoño. Tengo que partir de aquí, no sin riesgo inminente de la vida. Pero hai que conformarse con la suerte. Envié entera mi carta al Eei Franzisco, de la que Pantálabo tomó asidero, para la calumnia, de ser yo la causa, de que el Eei no cumpliese lo pactado. Antes bién, en ella consuelo al Eei, paraque lleve con moderazión la fortuna adversa, i abraze la concordia. Mas como no dudaba, de que al Eei le parezerían onerosas aquellas condiziones, por eso, pues, dije inicuas, i, para consolar su ánimo, supuse la persona de otros, cuando dije : " Mas aunque, a algunos, esta Paz \_Quamquam autem nonnullis pax ista~\, &c. I le muestro esperanza de fortuna mejor, por Christo, que suele restituir las situaziones desesperadas, a un estado tranquilo: i, a vezes, enviando también calamidades a los que ama, trata, en sus consejos arcanos, de purificarlos así. Después le exhorto a guardár concordia (diziendo) : " Si a los Monarcas Cristianos" &c. I este es el paso por 1 Parezen faltar esas palabras. 520 APÉNDIZE. el cuál prueba, que debeu haberme sido gratas, tantas mortandades como hubo en Roma, i zerca de Roma ; cuando nadie, ni aun Cesar mismo, se esperaba ese acaezimiento. Pero estos no veen, cuál haya sido el motivo del escritor [de la Carta] ; i, luego, porque no conozen la fuerza del idioma Latino, de ahí prozede con frecuenzia, armarme una calumnia. Como éste, que piensa que inicuo [iniquum], no significa otra cosa, que injusto ; cuando la equidád, es la temp]anza del derecho, que dimana de humanidád : i que lo que es mui écuo, es, mas bien, lo que se aparta de la justizia: i que, lo que es justísimo, sea poco écuo. Quizá convendría imprimir aquella Carta, para sonrojo mayor de éstos, que tienen a los Prínzipes por Calabazas, o por hongos, mas bién, que por hombres. Te había recomendado a Franzisco Dílfo, cuando, por acaso, llegase ahí : lo que todavía no he podido sabér de zierto, por tus Cartas. Había enviado a Francford, segunda Zédula, por Jerómmo Froben, con mi quitanza [carta de pago], como la llaman ; i había añadido, que si no les gustaba, Jerónimo, en nombre mió, escribiría la que quisiesen. El ájente de Welzer se excusó, diziendo, que era una clase de Zédula, con la que no podía dár el dinero, si antes, no daba yo tres Zédulas quitanziárias. De Jerónimo pudo también tomarlas : mas prefirió retener el dinero. De modo, que escribí a Bartolomé Wdzer, a Augsburgo, paraque, si le era posible, me APÉNDIZE. 521 sirviese en este negozio. Dizen, que no se había consignado el dinero a los tesoreros, sino a un negoziante cualquiera, que les había substituido, de suerte, que a ellos, les era permitido negarlo. Entre tanto, el negoziante usa del dinero, en lucro suyo. Recuerdo, que en otro tiempo, ya se me engañó en Inglaterra, con semejante clase de Zédulas. Me temo, que no he de rezibír un cuarto, en todo el año, cuando yo he repartido, mas cantidad que toda esa, entre aquellos, que investigaron, i confirieron, i anotaron, lo que juzgué nezesário ordenarles, de Libros de varias bibliotecas. Mucho agradezco, querido Valdés, que así te hayas interesado (a causa mía) por los Libreros, i te ruego también mucho, que completes el favor. Se quejan, diziendo, que tres meses, es tiempo mui corto : i por ser el camino largo, i no bastante seguro ; cor- rerían el riesgo, de que los días de plazo se acabasen, antes que sus mercadurías hubiesen llegado. Aun no hai guerra declarada, i si la hubiese, los estudios, sinembargo, son dignos de algún privilejio : ni hai nada que temér de estos. Son alemanes, de orijen, ni tratan de otra cosa, que de ajenziarse lo sufiziente para mantener sus mujeres e hijos. Sobre este mismo asunto, he escrito al Señor Canzillér Mercurino [Gattinara], al que entregarás la Carta, si te pareze convenible. Pásalo bien. Easilea, a 21. de Marzo, del año 1529.* 522 APÉNDIZE. * La Carta, que a esta sigue, en la Columna 1170., es de Erasmo, a Juán de Vergara, con fecha de 24. de Marzo, del propio año 1529 : I comienza, par- tizipándole, que había rezibido su Carta, justamente cuando empezaba a inquietarse, por no tener Cartas de los amigos de España : " no porque [te dize'] dude, " en manera alguna, de vuestro afecto ázia mí, pues " aunque yo quisiese hazerlo, no me lo permitirían " las Cartas de mi querido Valdés, testimonios " colmados, no ya, de la benevolenzia, sino de la " reverenzia continua, de vosotros a mí," &c. Juán de Vergara, es el mismo, que tuvo gran parte en los trabajos de la Poliglota de Alcalá. Cuando Erasmo le escribió esa Carta, era Vergara Secretario del Arzobispo de Toledo D. Alonso Fonseca (persona de pensamientos mui altos, según dize Mariana), el cuál se gloriaba, diziendo a todos, que tenía en su casa, quien podía mui bien responder a las cartas elegantes de los secretarios de León X., Sadoleto, i Bembo. Murió Vergara en Toledo, el año de 1557, a 20. de Febrero ; de 64 años, 5 meses, i 17 dias. Dejó toda su fortuna para fundár la Casa de locos de Toledo. Luis de la Cadena, le zelebra en un elegantísimo epigrama latino, no inferior a los de Catulo. Su hermano Franzisco de Vergara, fué también docto grezista. APÉNDIZE, 523 10. Carta 1089. [Col. 1261.] Erasmo de Roterdam, saluda a (A.) Valdés. No me ha sido posible saber aun, querido amigo, si rezibiste mi última Carta : i a muchos oigo quejarse, de Cartas interzeptadas, o, con poca buena fé, entregadas. Te escribí con bastante extensión. Envié mi paquete de Cartas al Birló. Sr. Obispo Burgense [Gurcense], cuando iba de Embajador a Inglaterra, rogándole, que cuidase de hazerlas llegár a España, i me respondió, que lo haría con mucho gusto.1 Ahora, no tengo mucho que dezirte, ya que tengo por mi ypa/jLfjLciTocfrópov, o Correo, a Franzisco Dilfo, de quien puedes saber, mejor que de mi mismo, todo lo que aquí pasa. El es facundo, de una lealtád a toda prueba, uno entre mis primeros i mas íntimos amigos, i mui conozido tuyo, pues nunca se cansa de alabar tu amabilidad i humanidád para con él. De él supe yo a fondo, todo cuanto conzierne a la salúd, fortuna, injenio, i costumbres, así tuyas, como de tus hermanos. [El orijinál : germano- Titmque tuorum."~\ Él me pintó de tal suerte cada cosa, que me sois ahora mas conozidos, que si, de zerca, os, hubiera estado tratando un año entero. — ¿ Qué mas ? El fué causa de, que si antes os 1 Véase la páj. 414. de los Dos Diálogos de Valdés, que reimprimí el a. 1850 D. Antonio de Salamanca — era el Obispo Gurccnsc. Véase la Carta 1024. (Col. 1155.), que le escribió Erasmo. 524 APÉNDIZE. quería yo mucho, ahora os quiera mucho mas : en razón también, a que cuantos favores le habéis hecho, los juzgo, i estimo, como hechos a mí. I así, aunque a su primer entrada en Esparta, no le salieron las cosas del todo bien, para mí no dejaron de resultarle prósperamente. Asvrspwv á/jusivovcov [De segunda, irá mejor'], dizen, si el proverbio no miente : i, yo digo, que no se aumentará poca parte, a mi provecho, cuando tenga, ahí en ese lugar a Dilfo, de quien seguramente puedo fiár cualquier cosa, puesto que él, de suyo, procurará solízitamente hazér cuanto le pareziere redundár en mi provecho i estimazión. Por esto, pues, como yo saqué de él, cuanto quería sabér, azerca de las cosas españolas ; así te toca, a tu vez, sacar de él, cuanto desees oír, azerca de las cosas de estos países. Pásalo bién. Friburgo de Brisgoya [de Badén], a 13. de Enero, del año 1530. 11. En la Carta 375. del Apéndize, Col. 1760., que escribe Franzisco Dilfo, a Erasmo, en el § úl- timo de la Carta, traduzido literalmente, dize lo siguiente : 64 No sé, qué te escriba de España. Allí, zierta- " mente, arden todos por favorezerte, pero sin APÉNDIZE. 525 " ninguna declarazión manifiesta. El Arzobispo de sí Toledo, prometió mucho, i me admira, cuánto " tarda su liberalidád. De buena gana le hubiera " yo arrancado, antes de mi partida, la libranza de " la suma a tí destinada, pero como no pude llegar " a tánto con mi retórica, se encargó Vergara, de " trasmitirme la libranza, esperando la cuál, he " retenido hasta ahora su Carta a tí, para enviarla "junto con la libranza. Mas, entre tanto, no se ci presentó nadie, a quien pudiese encomendár la t( Carta con seguridád. Por lo que a mí toca, hallé " ziertamente en España, amigos firmísimos, pero " todos 'XprjaTÓkóyovs [lisonjeros (?)]. Debo mucho " a la benignidád del Arzobispo [Fonseca (?)], que, u hasta ahora sinembargo, se contuvo en los límites " de un ánimo benevolente. Pásalo bien, clarísimo " Señor, i creóme tu amigo de corazón. Escrita u apresuradamente en Mechlin, a 11. de Febrero de " 1534." [1530(?>] El tenor de este §, no corresponde, me pareze, del todo, a la descripzión, que haze Erasmo de Dilfo en esa Carta a Valdés. I el mismo Erasmo, en su Carta a Dilfo, fecha en Friburgo a 9. de Julio, de 1530 [Véase la Columna 1298.], le respondió : " Del " Arzobispo de Toledo, rezibí un grande, i abundante " donativo. Ni esto, debe tenerte ya con cuidado." Dilfo, en vez de holandés, o alemán, pareze andaluz. 526 APÉNDIZE. 12. Carta 1090. [Col. 1262.] N.B. — Esta Carta, pareze escrita, no a Juan Valdés, sino al otro hermano de Alfonso, si no eran mas de tres. Erasmo de Roterdam, saluda a Valdés. Nada hai, mi mui querido Valdés, que no deba a tu hermano, el cuál, nunca zesa, ni pone fin, en esto de amarme, mirar por mí, i favorezerme. Puesto que él está ausente de ahí, será razón, que tú, para mí, hagas las vezes de tu hermano, al cuál, espero que le veremos aquí, en la primavera próxima. Que no respondas a mis Cartas, te lo condono fázilmente, con tal, que en amor mutuo me correspondas : i no dudo, que así lo hazes, si no me engañan todas las señales. No te cansaré con mas cosas, pues sabrás las restantes, por Franzisco Dilfo, que no puede dejár de volvér, a la una vez amada España. Pásalo bién. Dada en Fribuvgo de Bris- goya [en Badén], a 13. de Enero del año 1530. 13. Carta 1122. [Col. 1298.] Erasmo de Roterdam, saluda a Alfonso Valdés. No puedo menos de aflijirme con vehemenzia de APÉNDIZE. 527 tu suerte, mi mui querido Valdés, porque a un mismo tiempo, hayas perdido a tu exzelente padre l, i a Mercurino Gattinara tu protector, que, con afecto de padre, te amaba : mas el ánimo de un hombre debe mantenerse inalterable, a todas las cosas, que pueden acontezerle. El Señor se dignó también visitarme, i voi recobrándome poco a poco : pero, como en la Apostema, dura todavía, el Zirujano cubrió la llaga, con cataplasmas violentas, que la sanaron, de manera, que aun quedó zierta dureza; rezelo, que retoñe el mal. En medio de la enfermedád, el criado údíco que tenía (pues, al otro, le llamaron de su tierra), i que me asistía siempre en el cuarto, i en la mesa, cayó enfermo con el sudor pestilente.2 Pero, Dominus est, faciat quod bonum est, in oculis ipsius. Pásalo bien, mi mui querido Valdés, i tras de esta tormenta, aguarda la serenidád. Todavía, de nuevo nada te ha suzedido. Perdiste al padre ; i esto es cosa cotidiana. Tampoco Gattinara podía vivir siempre : en pared caediza te apoyabas. Ya sabes, que el que esto escribe, i en cuanto valga o sea, es todo tuyo. Pásalo bien, repito. Friburgo, 9. de Julio, del año 1530. 1 Debió morir D. Fernando de Valdés, ázia el mes de Mayo del a. 1530, porque en dicho mes i año, murió el, ya Cardenal, Gattinara, en Inspruck. 2 Llamáronle también sudor ánglico, porque a los que mas atacó, fué a los Ingleses, aun fuera de Inglaterra. 528 APÉNDIZE. 14. Carta 1199. [Col. 1417.] [Desgraziadamente, no se inserta la Carta de Valdés, a que Erasmo contesta.] Erasmo de Roterdam, saluda a Alfonso Valdés. Dize el Poeta Cómico, que " las vinas de los amantes son reintegrazión de su amor." No haya, pues, entre nosotros, unidos con una amistad tan no común, cosa alguna, por la que sobrevenga dis- gusto. Sinembargo, suzede a vezes, que algunas sospechillas, o quejas, que se orijinan entre amigos mui unidos, renueven también el vigor en su benevo- lenzia: pues apenas es dable, que dure perpetuamente, entre los hombres, el fervor del cariño, si no se exzita, de tiempo en tiempo, con algunos estímulos. Al fin, ya está demasiado averiguado, cuanto poder tiene el encanto de las lenguas de los malsines. Por lo cuál, si también hubieses aflojado algo en la vehemenzia, para conmigo, de esa benevolenzia singulár tuya, o reverenzia, como la llamas mas rectamente, separado como estás, por tanta distanzia, ocupado con tantos negozios de la Corte ; no te habría acontezido, cosa que no sea humana, i propia a cualquier hom- bre. I, realmente, si de las Grrázias 1 mismas no 1 Toda la fuerza, que tiene aquí, este modismo latino, se entenderá bien, leyendo lo que de las Grázias dize el Cordobés Séneca, Lib. I. cap. 3., De Benef. APÉNDIZE. 529 prozedieses, i con la leche de ellas no te hubieses nutrido, ¿ Cómo era posible, que mantuvieses con- stantemente puro i sinzero, ése ánimo tuyo, entre los tósigos de tantos maldizientes ? Así pues, supuesto que saberlo deseas, con el nombre de negro, designé a N.1 Mas de tí, no sospechaba otra cosa, exzelente Valdés, que dejases, por acaso, penetrar en tu ánimo (no reuniéndote en adelante con estos tábanos), que este parezér era mui de mi gusto. Mas fá- zilmente alivia a un amigo, herido por la envidia, aquél mismo, a quien ninguna envidia comprime. I, no siempre, me gusta sabér, qué es, lo que éste, o aquél, hable, o escriba de mí. Nada mas loco i locuáz, que este siglo. Mas sueles tú mismo, no solo escribirme azerca de la bulla, que arman algunos malaconsejados, sino también trasmitirme las cartas de otros, que se refieren a lo mismo. Esta novedád hizo, que echase de menos en tí, no ziertamente la benevolenzia antigua para conmigo, sinó que admirase mas tu prudenzia. He conozido la ele- vazión de tu ánimo, superior no solo al dinero, sinó también a todo afecto de gloria: i confieso, que es ziertísimo lo que escribes : que jamás diste indizio alguno, de pretendér que te dedicase ninguna de mis obras. Hasta aquí, convengo ziertamente contigo. Pero no entiendo bastante, la causa que alegas : — " No porque tema a la envidia (dizes), » a Olivér(?). L L 530 APÉNDIZE. " sino porque las tengo en mas estima, que el que " deban dirij írseme : i mas bien deseé, como a u un amigo verdadero conviene, mirár por la " inmortalidad de ellas, que mirár por mi honrilla." ¿Ojalá, que mis tareas fuesen de tal naturaleza, que pudiesen trasmitir a los venideros, el nombre de un tal amigo ! Pero mucho te equivocas, hombre sinzerísimo, si juzgas, que yo pienso, que puede añadir decoro mayor a mis Escritos, el título de algún Prínzipe, que el nombre de Valdés. Tu tienes en tí, ziert amenté, cualidades, con las que consagrarás tu nombre a la inmortalidád : que la virtúd insigne, no ha de estorbar a la alabanza de los hombres : porque utilidád es de otros, que pase a la posteridád, la memoria de los injenios peregrinos, i nazidos para la virtúd.1 Aunque toda tu Carta fué, para mí, marabillosamente agradable, fué, sinembargo, mucho mas agradabilísima, la cláusula de ella, en que me das la esperanza, de que, en breve, nos hablaremos de zerca. Cosa mas apetezida, que esa, apenas pudiera acontezerme. Mas temo, por desgrazia, que estos encadenamientos insaziables de los negózios, no han de permitirnos disfrutár de tanta felizidád. No obstante, te prepararé 1 A no demostrar, que el holandés Erasmo, era un interesado mendigo, i un adulador vil ; el elojio que haze aquí, de su amigo español, aun zerzenándole cuanto se quiera, prueba, que Valdés era hombre de virtud eminente, i de mérito raro. Véase al fin de este Apéndize, la Nota sobre Scriverio. APÉNDIZE. 531 hospedaje, Ea: si alguno te anunziase, que el semi- vivo, i casi septuajenario Erasmo, tomaba mujer, ¿ no pintarías una Cruz grande, con tu mano, i exclamarías : ¿ Oh ! qué prodijio, es el que oigo ? Mas, paraque no lo ignores, he hecho una cosa, no menos molesta, ni menos ajena de mis estudios, i condizión. Preguntarás, ¿Cuál? He comprado casa: zierto, de buena fama aquí, pero de inicua tasazión. Dirás, ¿Qué suzedió? Pero, amigo, el cuento es largo : i vale mas reservarle para cuando nos hablemos. Solo temo, que la mudanza de sitio, i los inusitados cuidados, acarreen a la salúd algún mal grande : pues ya, por omitir otras cosas, atacádole ha, al pie izquierdo, la gota, o algo, que se pareze a la gota. Estos, sin duda, son los postillones, tov Savarov iravTOKpáTopos [de la muerte omni- poderosa]. Hoi se ha añadido la disenteria. Mi Levino, el exzelente,1 desea no sé qué empleo, de la Eeina María: quisiera que me indicases, qué conzepto tienes de la condizión de este joven. De buena gana, te hablaría de muchas cosas, pero, a un mismo tiempo, tengo que escribir a otros muchos. Mantente bueno. Friburgo, a 29. de Agosto de 1531. 1 Dezír, ahí : " Mi Levino el exzelente [Levinus meus Panagathus], no está muí concorde, con escribir a Goclenio, que aun no fiaba mucho de la condizión de Levino [Levini ingenio nondum satis fido]. Levino deseaba el empleo de Camarero de la Reina María, en lugar de Secretario que era. Véase la Carta 705. de Erasmo, a Conrado Goclenio [Col. 1422J. L L 2 532 APÉNDIZE. 15. Carta 1209. [Col. 1425.] Erasmo de Roterdam, saluda a Alfonso Valdés. Oigo, que extrañas mi silenzio, porque, cuando mas te has azercado, escribo mas brevemente, i mas rara vez. A mí no me desagrada, el que se me exija por tí, en esta parte, el cumplimiento de mi deber: porque eso, es prueba de ánimo lleno de buen deseo ázia Erasmo. Pero, esto quiero que creas a mi buena fé, i es, que no hai hombre alguno, de quien yo reziba, con mas gusto, Cartas, que de tí: ni hai hombre, a quien con mas gusto, yo las escriba. Pero, como nada tenía que escribirte, azerca de mi salud, i del estado de mis asuntos, que pudiese agradarte ; dábame empacho, el abrumár, aun mas de lo que está, con quejas i con envidia, tu franquísima índole. No sé, si te advertí ya de esto, alguna vez, en mis cartas : mas sé, que me propuse advertírtelo. Asiqué, como (holgándome sobremanera) llegué a entender, por lo que escribías, que te proponías abandonár completamente estos odiosos negozios, ¿ qué me quedaba ya que escribirte, sino, que me eras extre- mamente querido, así por tu mérito, como también, por los muchos i grandes favores, a que te estaba reconozidísimo ? Lo cuál está tan patente, al uno i al otro, que no ha menestér testimonio alguno. I, pienso, que yo tendría, iguál motivo de queja, pues APÉNDIZE. 533 también me llegaban tus Cartas mucho mas rara vez, i eran mas cortas que de costumbre, i, a mi parezér, también un poco mas frías. Por lo que haze a mí, adonde la suerte me tire, o, de donde me retire, allí be de ir.1 E indigna cosa es, que ese tu ingenio, morada de las Grázias, se contamine, con molestia, o envidia alguna. Adivino fazilmente lo que oirías, en el coloquio de aquél negro,2 de quien te advertí por Carta : mas sinembargo, no pienso, que por dicho coloquio, haya disminuido en nada tu benevolenzia para conmigo. Que si dudas en algo de mi buén ánimo ázia tí, indícame, solo con una palabrilla, qué jénero de servizio mió pueda agradarte, i si no lo ejecutare yo, al punto, con presteza suma, escribe mi nombre, entre el de los hombres ingratos. Haze ya tiempo, que te hubiera dedicado algún trabajo mió, pero como este jénero de servizio, si a unos agrada, a otros ofende, por eso alguna vez no le presto, a los que de mí son mui amados, i también, por no suszitár contra ellos la envidia. ¿ Qué haré pues ? Dineros, tu no rezibes, sino es para dar el duplo, a los que te los ofrezen. ¿ Enviaré libros ? Tampoco me tomaré esta lizenzia, pues harías una fábula mas que motória, [volviéndome las tornas]. De recomenda- 1 Alude al verso 709. de Virjilio en el V. de la Eneida. 2 Véase la Carta 1199., que antezede. I la eonversazión, a que se alude aquí, puede que fuese, de resultas, de la referida por Olivér, en el fragmento de su Carta, que incluyo luego. 534 APÉNDIZE. zión mía, no nezesitas, paraque a tu mérito se le reconozca : cosa que me llena de satisfaczión. I no dudo, que tus costumbres, i el favor del Cesar, te han de elevár alguna vez a dignidad suma. En cuanto, a qué es lo que se trata en la Corte, ni es propio de los Secretarios escribirlo, ni, de mi senzilléz, quererlo sabér. Resta, pues, mi mui querido Alfonso, o, que me creas con la disposizión de ánimo ázia tí, que debe tenér ázia su grán bienhechor, un hombre agradezido ; o que me des ocasión, en la que pueda probár esa disposizión de mi ánimo ázia tí. Escribí todo esto, no seguro de que te llegue esta Carta. Por tu favor a mi Livino, te doi grázias. Reventada ya lo pos- tema, estoi un poco mejor, grázias a Cristo.1 El verano, me fué estéril : en el hibierno algo produje, además de los seis libros de los Apotegmas, i el Comentarillo al Salmo xxxiii. Este fué el preludio de ir convaleziendo, poco a poco, de la enfermedád. Ahora me preparo, para obras mas importantes, con tal, que me sea dable ver a Alemania tranquila de guerras. Pásalo bién, oh el mas fiél de los amigos. Fecha en Friburgo de Brisgoya. Año del nazimiento de Cristo 1531. 1 Sin duda recordaba entonzes Erasmo, lo que se lee en san Juán xiv. 13. — Luego llama estéril, al verano del 1531, porque escribió poco en él. ¿0* APÉNDIZE. 535 16. [En la Carta 1102. [Col. 1282.] de Erasmo a Pedro Mejía, contestándole a este, que determinaba, no volver a escribir a uno (a quien no nombra) ; le dize con tal motivo : K Conozco cuan torpe anduve " en haberme prestado a responderle. El corazón u me lo presajiaba,i mi sinzero amigo Alfonso Valdés, 6i me había advertido, por Carta, que a tal hablistán, " no le honrase, ni con sola una palabra de respuesta. " Pero la Carta [de Valdés], me llegó tarde," &c. La Carta de Erasmo a Mejía está fechada en Friburgo de Brisgoya, a 30. de Marzo de 1530. Me pareze probable, que Alfonso Valdés, tampoco aprobaría, que Erasmo se fiase de Pedro Mejía.'] 17. [La Carta numerada en el Apéndize 469. [Col. 1858.], es mas bien un Fragmento, pues le falta, como allí se expresa, todo un pliego. La escribe a Erasmo, desde Valladolíd, a 13. de Marzo [sin año] Pedro Juan Olivér, que fué, en un tiempo, Catedrático de Griego, en Alcalá. Este Olivér, fué el que tuvo una Disputa literária (que mucho llamó la atenzión entonzes), estando la Corte en Toledo, con Gaspar Contar eno, que era el Orador, o Embajador de Venezia, i con el Legado del Papa, Conde Baltasar Castiglione ; sobre el Flujo i reflujo del Mar : en la que trató de probarles, que no entendían a Aristó- 536 APÉNDIZE. teles. La Disputa, pudo ser sinzera, i casuál, simple ejerzizio académico, o alarde de talento, entre esos tres íntimos amigos : pero, pudo también ser un amaño, para descubrir pensamientos e intenziones de A. Valdés, Maldonado, Vergara, los Vinieses, i otros. Desenvolvér esto, a la larga, no es propio de este lugar. Otra obra, que presentase campo mas ade- cuado, para ello, sería nezesaria. Olivér, pues, en la Carta fragmentaria ya zitada, dize, entre otras cosas, lo siguiente : — ] " Entretanto, no zesan Valdés, i Coronel, de pre- " parar el ánimo del Toledano [Fonseca], i el del " Sevillano [Manrique]. El Toledano promete todo " favor, i encarga, que pierdas cuidado : i lo mismo " haze el Sevillano. El Canzillér Mercurino de " Gattinara, cuantas vezes te menziona, lo haze como "de cosa santa: i táuto, que cuando, ha poco, le " visité, aquejado se hallaba de la gota, i me pre- " guntó, no obstante, si alguna vez te había tratado ; " i como le respondiese, que sí, aunque poco : repuso " luego. 6 Pues en verdad, que has tratado a un " varón eruditísimo, i cristianísimo,1 i siempre " amiguísimo mió.' — Entonzes se hallaban presentes " Valdés, i Sceppero. El Canzillér mismo ya te " escribió. Coronel, Valdés, i Vergara, son de sentir, 1 Sospecho, que Olivér pudo aplicar un sentido no puro, a esta voz cristianísimo, subrayándola : i. e. amigo del Rci de Franzia. APÉNDIZE. 537 " que adelantarás nuestro asunto, si escribes al "Reverendísimo Alfonso Manrique, Arzobispo de 44 Sevilla, e Inquisidor Jenerál, descubriéndole tu 44 ánimo todo entero, i esto, sin demora, i cuan presto 44 sea posible. Me admiro, que no hayas escrito a u Coronel : porque es grandísimo Protector tuyo, i 44 goza de autoridád grande con el Sevillano. " Morillono 1 te saluda, i ya te escribió. Valdés, por 44 un Memoriál, escrito con gran eleganzia en nuestra 44 lengua castellana, ha pedido, que se le dé una copia 44 de los Artículos, que se presentan contra tí, menzion- 44 ando, en él, de paso, el ánimo tuyo cristianísimo, 44 tus obras, aprobadas en todas las Naziones, i por el 44 Sumo Pontífize, i Colejio de Cardenales. Yo voi a 44 ponér en Latín este Memoriál, i le enviaré, con los 44 Artículos, al fin, de la Acusazión " [tragcediw, en el orijinál], 4íparaque desde luego, conozcas a fondo, 44 el injenio modestísimo de Valdés, i cuanto haze 44 por tí, en todos tus negózios. Yo me atrevo a 44 dezír (súfraseme la manera de hablár), que Valdés, 44 es mas Erasmiano que Erasmo [_Valdesium 44 Erasmiciorem Erasmo~\. El te escribirá. Todos 44 cuantos te escriben, sinembargo, se remiten a mi 44 Carta, o por mas bárbara, o por mas prolija. El 44 Conde Baltasar Castilione, Legado del Pontífize, 44 hombre en todas materias erudito, Navagero 1 Debe ser Guido Morillone, que vino a España, ázia el año 1523. i partió de ella, ázia 1530. 538 APÉNDIZE. " Veneziano, eruditísimo en ambas lenguas, i " Andrea, Napolitano, cada vez hablan peor de tu "estilo.1 Esta Nazión [Italiana] no puede sufrir, " que un Alemán baya deprimido su prez i ostenta- " zión [de latinidád]. Jamás los hablo, que al punto u no saquen a reluzír el estilo de Erasmo. 6 Tú " Erasmo (me dizen), de Latino, se ha hecho bárbaro.' " — Lo de tuyo, me lo dizen por injuria : porque " saben, que de nada me prezio, i jacto más, que de " tenerte por mío," &c. Sin tratár de injuriar a Olivér, i solo por declarár lo que siento, digo: que esta Carta fué tal vez amañada, entre él, i los Italianos que zita, para hazér que Erasmo confiase a ziegas en Olivér : i tal vez, lo que falta de la Carta, contuviese cosas, para ponér en mal predicamento con Erasmo, a Valdés, Vergara, i otros ; i Erasmo,. remitiese a Valdés el Pliego que falta, como prueba de la trama, Hai dos refranes españoles, que por desgrazia, la mayor parte de las vezes, salen ziertos : — " Clérigo, fraile, o Judío ; No le tengas por amigo." " Clérigos, frailes, i monos ; Quien ha visto uno, los ha visto todos." Hai, sinembargo, muchas honrosas exzepziones, de esos cánones proverbiales. 1 Véase la páj. 178. del "Diálogo de la Lengua," en mi edizión, Madrid, año de 1860. APÉNDIZE. 539 18. Carta 477. del Apéndize. [Col. 1864.] Erasmo de Roterdam, al eruditísimo Varón Comelio Sceppero, Consejero Intimo del Cesar. Lucho con un mal porfiadísimo, no sin riesgo de la vida. Te ruego me digas, qué le ha suzedido a Alfonso Valdés. Tantos meses ha, que no me escribe palabra. O está enfermo, o despedido [de la Corte], o ya se ha hecho todo otro para conmigo. También deseo sabér de nuestro Livino. Esto, tan solo, pude escribir con trabajo, Comelio mió. Fri- burgo, un dia después de Pentecostés. En las Obras de Juan Jinés de Sepúlveda (Joannis Genesii Sepulvedae Cordubensis Opera. Matriti, 1780), en la pajina 107. del tomo III., se halla la Carta siguiente, con el No. Epistola 14. — I, luego, las que siguen. 1 9. Juan Jinés Sepúlveda, desea mucha salúd a Alfonso Valdés. Rezibí, por fin, tu Carta, Valdés eruditísimo, que me fué tanto mas grata, cuanto mas la deseaba. En cuanto a las excusas que dás, por habér retardado, 540 APÉNDIZE. mas largo tiempo del que esperaba, la obligazión de contestar ; i en cuanto a la negativa, de que acostum- bres a desatender a los amigos, en tal deber ; yo convengo fazilmente contigo ; no solo, porque de ningún modo te condenaba yo, por desatento, sino porque, así como siempre te experimenté consumado en los conozimientos humanos, así te juzgué estar dotado de zierta prudenzia señalada, i benignidad, espezialmente para con aquellos amigos, que te con- ziliaron, la mancomunidád de estudios, i una opinión de erudizión no vulgar, i no disonante de la virtud. Lo que mas bién sospechaba, es, que embarazado con multitud de negózios gravísimos, o por la magnitúd de ellos oprimido, te faltase tiempo para atendér a estas obligaziones de menor monta. Pero, cuales- quiera que haya sido la causa, te perdonaré fazil- mente la interrupzión del tiempo pasado, con tal, que en adelante, i como lo manifiestas, le resarzas en alguna manera, con Cartas mucho mas frecuentes. Deseo, ante todo, que me asegures, si la Carta para Erasmo, que te remití, llegó a sus manos. En cuanto, a que deseas ver mis fruslerías, de las que escribes ne sé qué [primores (?)], que de ellas te refirió un apasionado mió \_Karcissum nostrum, en el orijinál] ; digo, que, para remitírtele, di a tu hermano, el Librillo, que te recomendaría solícitamente, si, como dize aquél Poeta, no errase " Quien, a los suyos, piensa encomendarse." APÉNDIZE. 541 Pídesme también, que, si ése mismo hermano tuyo se me presentase, le reziba, no de otra suerte, que si fueras tu mismo. ¿ Puedo yo, acaso, rezibír de otra manera a aquél, en el cuál, cuando le veo, pienso ver a tí mismo, o esté de pié, o camine ; o calle, o hable ; o, finalmente, haga cualquier cosa, o no la haga? I lo que es digno de admirazión no menor, no en la figura solo, sino también en la doctrina, en el injenio, en las costumbres, en los estudios mismos, hasta tal punto se te pareze, que una i mil vezes, que se le mire,1 se imagina uno, que eres tú mismo, no tu hermano. Haré pués, lo que escribes. Mas ya lo hazía, antes que me lo escribieras : porque ya, con frecuenzia, habíamos conversado, primeramente azerca de tí, i después, de nuestros estudios. I, de buena voluntád, i muí cordialmente, le he prometido cuanto estuviere en mi mano : i cuantas vezes exijiere lo prometido, lo cumpliré. Pásalo bién. A 26. de Agosto. [No pone el año. Tal vez: 1530.] 1 Tal, pareze, la fuerza del etiam atque etiam, en el orijinál, que dize: "uttu ipse, nonfrater tuus esse, etiam atque etiam videatur." Por los años del 1820 al 1823, tuve por condiszípulos en la Universidad Zentrál de Madrid, a dos naturales de Cuba, hermanos jemelos, Juan i Andrés Zayas, sobrinos del Jenerál del mismo apellido, con el cuál vivían en la Carrera de S. Jerónimo. Tratábalos, i nos retirábamos juntos de la Universidád, por vivir yo en la calle del Lobo : pero nunca pude bién distinguir, ni diferenziár, al uno, del otro: tanto se parezian en habla, estatura, color, modo de andár, marca de la viruela, traje, &c. Todavía, es mas sorprendente, la semejanza que tuvo, con otros, Agustín de Rojas, según refiere, al fin de su Viaje Entretenido. 542 APÉNDIZE. [Pajina 119. Carta con el No. 5.] 20. Alfonso Valdés, desea rancha salud a Juan Jinés de Sepúlveda. Con mucho gusto leí tu Carta, varón distingui- dísimo,1 en la que, desde luego, descubrí tu voluntád i benevolenzia, para conmigo, de la que ziertamente nunca dudé. I tu, a la vez, descubrirías mi voluntád para contigo, si pudiese probártela, o de palabra, 0 de obra misma, lo cuál me sería mas agradable. Ahora, sinembargo, que nada puedo efectuár, ni de palabra, ni de obra, resta, o que me creas, por tu propia amable sinzeridád, o me proporziones ocasión, en la que pueda manifestar, cuál sea mi ánimo para contigo. No sé, si la Carta, que me diste para Erasmo, le llegaría, o no : lo que sé de fijo es, que se perdió, la que le escribí desde Augusta [Augsburgo (?)]. El motivo por el cuál no alabaré tus vijilias, que con mucha ánsia leí, es, porque me parezería, que pudiera mas bién perjudicarlas mi alabanza, 1 porque no faltará quien las alabe, como se merezen. Te recomendé a mi hermano : o sea, a un varón eruditísimo [le recomendé], un amante de las letras : pero veo, que tu benevolenzia para conmigo, se antizipó a mi recomendazión. Pásalo bién : i para 1 " Vir ornatissime" el orijinál. APENDIZE. 543 obrar rezíprocamente, persevera en amarme. En Bruselas, a 16.1 de Octubre, de 1531. 21. [Pájina 120. Carta con el No. 6.] Juan Jinés de Sepúlveda, desea mucha salud a Alfonso Valdés. Cuando esperaba ya la Respuesta de Erasmo a la Antapologia,2 por su prezipitazión en componer libros; rezibí tu Carta, realmente tardía, pero [escrita] cuando tenías delante, i reziente aun, i sin haber dádole tiempo para calmarse, al disgusto que confesabas haber rezibido de mi Librillo. De suerte, que acusas impetuosamente " de ingratos, e imperti- " nentes, a los que, con Librillos del todo inútiles, 1 XVIII. Kalend. Novemb., es seguramente errata, por XVII 2 Antapolojia, o Contra- Apolojia, es un Libro de Sepúlveda, que imprimió en Eoma el a. 1532, a favor del Conde Pío de Carpi, i en contestazión a la Apolojia, que Erasmo dirijió al dicho Conde. Lo particular es, que el propio Sepúlveda, remitió a Erasmo un ejemplar impreso de ese Libro, habiendo tachado, o borrado en él, varias cosas, disculpándose, con una Carta, de haberlas escrito, por dar gusto a la iracundia de los Italianos contra Erasmo; i porque le amenazaban, si no lo hiziese. Erasmo, notó sobre Sepúlveda, i ese Librillo, lo siguiente : " está pagado (dize) marabillosamente de su Librillo, " cuando no hai cosa mas estólida." " Mire placet sibi de suo Libello, " quum nihil sit stolidius" [Columna 1758.]. El mismo año de 1532 debió Sepúlveda restituirse a España, acompañando al Cardenál D. Iñigo de Mendoza ; ya cuando había muerto en Nápoles, el año de 1530, su amigo Diego López de Zúñiga (en latín Stunica). 544 APÉNDIZE. tc critican a Erasmo, benemérito siempre de las " buenas Letras, como de la Eelijión." Sea de esto lo que quiera, hai que disimulárselo a tu dolor, a causa del amor exzesivo con que sirves a Erasmo en tanto grado : i porque tan solízitamente procuras su gloria, que casi aparezes trabajár mas tu, por su causa, que te es ajena, que él mismo, siéndole propia. Pero, primeramente, los que escriben contra Erasmo, por obra buena, según el Evangelio, no le apedrean : i, luego, aunque a tí te parezca, que yerran, eso no obstante, ellos estiman de suerte sus Librillos, que lejos de parezerles inútiles, los tienen por mui útiles o mas bien, nezesarios en parte a las buenas letras, i en parte a la relijión, cuyo nombre, todos de buena gana tomamos, i acomodamos a nuestros designios.1 1 No me parezo, que Sepúlveda en esta Carta, acomoda blandamente su ánimo, a relijiosa templanza. Conozidamente, las palabras arriba entrecomadas, se las escribió Alfonso Valdés, i él, a mi parezér, las contesta aquí, con acritud, i con zierta jactanzia propia del pais. Sepúlveda escribía esto, tres años después de habér muerto, su amigo Diego López de Zúñiga, el cuál mandó en su Testamento, a sus herederos, que no publicasen, sinó que entregasen al mismo Erasmo, los MSS. que hallarían, contra sus publicaziónes del Nuevo Testamento i S. Jerónimo, para que advertido Erasmo, por esos MSS., enmendase sus Libros, si le pareziese. Con arreglo a esta disposizión, Franzisco Quiñones, entregó los MSS. de Zúñiga, contra Erasmo, al Cardenál D. Iñigo de Mendoza, que los consignó a Sepúlveda, avisándoselo a Erasmo. Este [en Carta a Zuichemo] afirma, que "nunca se los hubiera entregado Sepúlveda, si el Cardencd I). Iñigo, no hubiera cuidado, de que asi lo hiziese." Esta opinión de Erasmo, está mui de acuerdo, con lo que aduze D. Nicolás Antonio, en su Artículo, azerca de Zúñiga, al cuál honrra APÉNDTZE. 545 .Alas, por lo que a mí toca (de quien afirmas, tomé a mi cargo escribir aquella obra no rectamente con juizio sano, sino con ánimo ingrato), te digo, que no me disgustó tanto, ver poco aprobado mi objeto por tí, juez mas que parziál en la causa de Erasmo ; cuanto agradable me fué lo que junto escribes: que no puedes dejar de alabár el afecto de mi ánimo, ázia un varón, de mí tan benemérito. mucho, esa disposizión de su Testamento, pues, si erró, se arrepintió, i claramente, i noblemente: i, de seguro, hizo sonrojar a Erasmo, que el año de 1524, había escrito estas inconsideradas groseras palabras: " Jacobo López de Zúñiga, hombre {cual le declaran sus escritos) vano, descarado, nezio, pagado mucho de si, sarcástico, propiamente nazido para esta clase de reyertas." "Jacobus Lopis Stunica, homo (quod illius scripta declarant)gloriosus, effrons, excors, sil/i mire pulcer, sermonis amari, dicas natum hujusmodi tragadüsy Seis años después, moría el Escritor español, desmintiendo bellamente esas palabras, con el Legado de sus MSS. al que las escribió ! Con mucho mas azierto prozedió Erasmo ; aconsejado por Valdés, en la Carta, que escribió a Sepúlveda sobre su Antapolojía, cuando le dize : " Había rezibido, impreso en París, tu Libro, mucho antes que me " llegase el de la impresión de Eoma : en el cuál, cuanto mas me " prenda su doctrina, injenio, i elocuenzia, tanto con mas yehemenzia " siento, el que hayas colocado tales dotes en obra de semejante " Argumento. Conozco, que has tratado de servir a los afectos de " algunos : i era mas digno, que con ese tu ánimo, sirvieses, tan solo, ;< a Cristo, i a las buenas Letras. De reziprocarse tales Libros, no " veo, que pueda nazér otra cosa que disensión : i bastantes disensiones " hai ya en el mundo. Asiqué, pienso que lo mas azertado es no "responder." [Véase en S. Sepúlveda Opera. Matriti, 1780, el tomo iii. páj. 78. 2a.] Al elojiár esas frases, me refiero únicamente a los últimos renglones, pues, en cuanto a la estimazión en que tenía el Libro de la Antapolojía, según él dize, Erasmo no prozede con la sinzeridád i llaneza, que tuvo, al parezér, Alfonso de Valdés, al escribir a Sepúlveda, sobre el propio asunto, como se infiere de toda esta Carta de Sepúlvada. M M 546 APÉNDIZE. Por lo que dizes, de haber pedido a Erasmo, que, dejado el Librillo, responda solo a mi Carta (en lo que me sospecho trates de darle por el gusto), i que cuide de tenerme mas bien como amigo, que como enemigo ; has hecho, en eso, ziertamente, cosa amigable i benignísima, i en la que te muestras medianero de paz, i exhortador de ella a tus amigos, con todo j enero de razones, i deseoso de concordia mutua entre ellos. Pero, yo, que solamente por obligazión, abogué por Alberto Pío, i escribí como exhortador amigo, i no como detractor, enemigo de Erasmo, i que me pareze haber expuesto cuanto era favorable a su dignidád, i relijiosidád ; no creo haberle provocado a ninguna contienda. Así pues, de mui buena gana obedezeré tus advertenzias : ni prozederé adelante, como tú propio me aconzejas (si, una i otra vez, no me moviere a ello, una obligazión semejante), ya que así, mantendré ziertamente mi costumbre, de no ofendér a nadie, para repelér la injuria, sin causa nezesaria : i no porque me cure de antiziparme a la sospecha, de la que con tal empeño me disuades, de no parezér ansioso de la gloria de contender con Erasmo. Porque, el cazar uno, fama para sí, del daño ajeno, es achaque de injenio misérrimo, i en ninguna virtud suya confiado, cual se nos refiere fué, el de aquél que inzendió el templo de Diana Efesina, de quien, mira, no te hayas acordado, no mui oportunamente. Pues aquello, tan solo se APÉNDIZE. 547 acomoda, a los que sin habilidad ninguna, de sí propios, o finalmente, sin fuerza ninguna de injenio, ni de ánimo, con que puedan hazér su nombre ilustre, buscan una reputazión prepóstera, con hecho de cualquier j enero que sea. Mas yo, ni sirvo a la ambizión, ni estoi, aun cuando la sirviera, tan poseido de la bajeza, i debilidad de ánimo (i quisiera, que el dicho no fuese atribuido a jactánzia), que piense, que nezesito buscar atajos vergonzosos, para dejár a los venideros, un testimonio de haber yo vivido : o que, de tal zertamen, empeñado inconsideradamente, pudiera alcanzar gloria tamaña, como la que imajinas tú, que miras en Erasmo un numen iguál al de Minerva i Diana, i lees sus disertaziones i escritos, como si fueran Oráculos. Mas yo viví muchos años, i traté con hombres doctísimos i elocuentísimos, de quienes competir solía las alabanzas, en aquél País,1 1 Sepúlveda estuvo en Italia veintidós años. Nazió ázia el año 1490 : estudió en Alcalá, bajo Sancho de Miranda, Teólogo zélebre : entró en el Colejio de Españoles de Bolonia el 27. de Junio del año 1515. Cuando fué a Eoma, vivió allí, en casa de su amigo Alberto Pío, Conde, i Prínzipe de Carpi, a cuya casa concurrían Aldo Manutio, Pedro Pomponazio, Juan Montesdoca, filósofo Sevillano, el docto Griego Marco Musuro, i otros. Sobre este ensalzar su trato con doctos, Sepúlveda, dize Erasmo, en la Carta ya zitada a Zuiehemio [Columna 1758.], lo siguiente : " Conozió a todos los hombres zélebres " de Italia, a Pkilel/pko, Pomponio Lcto, Hermolao, ¿i a quién no ? " A todos trató familiarmente, i sinembargo, ninguno le conozió a él. "Aborreze a Lorenzo Valla, i suele apellidarle [por desprezio], el " Gramático" &c. Erasmo, sin duda, diziendo, ninguno le conozió a éL quiere significar M M 2 548 APÉNDIZE. donde los hombres doctos, mui de otra manera sienten, i hablan de Erasmo, i, zierto, no tan grandio- samente como tú, i otros muchos de nuestra Nazión. Paraque entiendas, que así como yo no desprezio a Erasmo, sino mas bien le estimo en mucho, así no le admiro en tanto grado, que tenga (como parezes apuntar) por cosa gloriosa disputar con él : cuyos escritos, en la parte que tocan a la filosofía Cristiana, i en aquella, sobre la cuál versa mi Librito, desprezian los teólogos, quizá no rectamente, sinembargo, muchos en número : i de tal suerte le desprezian, que, como tu mismo no lo ignoras, porfían, que de ningún modo son sufribles en muchos lugares. Tú, pues, atribuyes a Erasmo, lo que él mismo, quizá, reconozería : ni condenaría el parezér de todos los que escriben con- tra él, con palabras tan arrogantes,1 espezialmente, después de aquella clase de Controversia, que contra él he empleado en ese Librillo, que tanto te choca, para disminuir la sospecha semejante, que él mismo había movido contra Alberto Pío. Pásalo bién. Año de 1533. que ninguno le reconozia eomo docto. Exajerazión, que el propio Erasmo contradijo, con sus Cartas a Sepúlveda. 1 A mi parazér, contradize aquí, lo que un poco antes deja sentado. Valdés fué, en este asunto, aconsejador, i exhortador de páz : Valdés no nos ha dejado suyas, escritas, en parte alguna, palabras arrogantes. ^2Y APÉNDIZE. 549 [Pájina 105. Carta con el No. 13.] 22. Juan Jinés Sepúlveda, desea mucha salud a Alfonso Yaldés. Habiendo, al cabo, visto, por fín, un ejemplar del Ciceroniano,1 de tu amigo Erasmo, leíle ávidamente, pues no solo había enzendido mi deseo de ver esta obra suya, tu recomendazión, de que te parezía, que si Erasmo, en sus demás obras, exzedía a todos sus iguáles, en el Ciceroniano, se exzedía a sí propio ; sino también la expectativa de tan largo tiempo. Pues cuanto con mas admirazión nuestros hombres, esto es, los Españoles, miran la erudizión i facundia de Erasmo, que los Italianos ; tanto mas tarde llegan a éstos, sus Escritos, que a aquellos. Así ha suzedido, que en España se haya hecho viejo el Ciceroniano, i según veo, se haya reproduzido ya de nuevo, antes que en Italia haya claramente dado los vajidos pri- meros. Pues, como haze poco, diese yo con él, en Bolonia, en casa del viajero Alemán Adrián Brando, perito en ambas lenguas, cojí apretadamente el deseadísimo Librillo, i de buena gana leíle todo : no, 1 Un Diálogo de Erasmo, intitulado : " Ciceronianus, sive Dialogus de Optimo dicendi Genere;" publicado primero en Basilea, el a. 1528, contra los Ciceronianos de su tiempo, que desechaban todo otro lenguaje latino, que no fuese el de Cicerón, con el objeto, de que no se leyesen libros, como los Coloquios de Erasmo, en las escuelas.— Véanse las pajinas 20. i 133. en el Apéndize de las "Dos Informaciones" &c. 550 APÉNDIZE. zierto, porque en gran manera me holgase, por la gloria de su alabanza (como algunos de los nuestros,1 que juzgan cosa mas deseable, que ser enriquezidos, el ser zelebrados, de cualquier modo que sea, en los Escritos de Erasmo), ni por el testimonio honorífico, que pareze dar de mí, en el mismo Ciceroniano, cuando dize : que " Jinés, en Roma, en el Librillo publicado, haze poco, había dado de sí, esperanza preclara:" Genesium Romw nuper edito libello praiclaram spem de se prcebuisse.2 Porque un tes- timonio de esta clase, i en particular, de un hombre tan señalado, aunque del todo no es despreziable, no viene a cuento, sinembargo, tratándose de uno de mi edád, es a saber, ya entrando en la vejez ; i del cuál existen no pocas obras, compuestas por él mismo, o traduzidas de Filósofos Griegos : de las cuales, debió estimarse lo que ya fuese, no, lo que en adelante, ser pudiese: mucho mas, por el que [como Erasmo], suele hazér juizio bueno, cuando le acomoda, de quien publicó una sola Carta.3 En el Ciceroniano, pues, no me agradó tanto, la no deshonrosa menzión, 1 Quizá quiere zaherir, entre otros, al mismo a quien escribe : pero Valdés, en Erasmo, amaba las ideas, no prezisamente la persona : i buscaba otra cosa, que elojios. 2 Las palabras en el Ciceroniano, aluden, en orden, a Escritor Lusitano, o Portugués, i son : " et Genesium, qui nuper edito Boma libello, prceclaram de se spem pnebuit." Un poco las varía, pues, íáepúlveda, i quizá sin razón, las tuvo por alusivas a él, como se verá. 3 No sabemos, si será alusión, a la Carta de A. Valdés, al Castiglione [véase la N° 24.], que, tal vez, publicaría Valdés. APÉNDIZE. 551 que de mí se haze, cuanto el descubrir con gusto, el injenio de Erasmo, siempre festivo, sutil, cortesano : pues, conzediendo que nada es mas frecuente, que el que Africa produzca algo de nuevo [o monstruoso],1 todavía, me ha parezido sorprendente en este Libro, el convite, mas abundante i suntuoso, que exquisito, hecho en él, a todos los doctos de nuestro tiempo : porque sabiendo, que algunos de ellos, son de estómago delicado, i apetito desarreglado, a los que nada gusta, si no va dispuesto con Ciceronianos con- dimentos: porfía Erasmo en restablezér a estos en sanidad, con sutileza de discurso real i claramente Erásmio, paraque, ya despojados de su melindrosa afizión a lo exquisito, se paguen de lo mas suculento, i no desprezien esta su magnífica mesa, de todos manjares colmada, fuera de las viandas meramente Ciceronianas. Pásalo bien.* >m * Esta Carta no tiene fecha. La queja de Sepúlveda, por la espezie de menzión, que creyó se haze de él, en el Ciceroniano, pareze apasionada. Erasmo publicó ese Diálogo, el año 1528, cuando 1 Proverbio, tomado de Aristóteles, i cuyo orijen explica Plinio, Hist. Nat., Lib. VIII. Cap. xvii., el cuál se aplica a hombres de fé no sólida, i amigos de novedades ; i aquí dirijído, o aplicado acremente a Erasmo, por Sepúlveda. 552 APÉNDIZE. Sepúlveda no había publicado mas que tres Obras. Su Diálogo azerca del deseo de Gloria: Roma, 1523. Su Obra contra Lutero, o séanse, sus Tres Libros del Hado, i Libre alvedrío : Koma, 1526. I el Comento de Alejandro Aphrodiseo, dedicado a Clemente VII., e impreso en Roma el a. 1527. I aunque Miguel de Medina, escribió el año de 1565, azerca de los Tres Libros del Hado, que "sus lectores hallarán en ellos, la elocuenzia de Cicerón, la filosofía de Aristóteles, i la integridad de un ánimo Cristiano, que es lo prinzipál " (Et Ciceronis eloquentiam, et Aristotelis philosophiam, et, quod prius est, Chris- tiani pectoris integritatem invenias), hai que advertir, que dicho Medina era fráile Cordobés, i a mas de paisano, amigo íntimo de Sepúlveda, i por lo mismo, lleno de zierta naturál parzialidád a favor suyo. También es dudoso, si las palabras, en cuestión, del Ciceroniano, se refieren a Sepúlveda, o a un tal Jinés Mendes, portugués, a quien, al pronto, atribuyó Erasmo la Antapolojía, por habér mirado la Portada mui de lijero. Todo esto se infiere, de la Carta de Erasmo a Sepúlveda, escrita desde Friburgo el 3. de Julio de 1534, i que no se halla en la Edizión de "Erasmi Opera, 1703," pero sí, entre las de Sepúlveda, pajinas 90-93. Las palabras de Erasmo en dicha Carta, literalmente traduzidas, dizen : " Un zierto " Jinés Mendes, me escribió haze tiempo desde Roma, " una Carta en Griego. Después de conseguido tu APÉNDIZE. 553 " Librillo, no habiendo mirado con cuidado su Por- " tada, le tuve a él por Autor. Él se declaraba por " Lusitano [portugués]. Que tu eres Cordobés, lo sé " ahora por vez primera, o por vez primera, zierta- " mente, paro en ello la atenzión." — " Quídam " Genesíus Mendesius olim e Roma ad rae scripsit " epistolam Grcecam : post nactus tuum libellum^ "non diligenter inspecto titulo, putabam eundem " esse. At Ule se profitebatur Lusitanum. Te " Gordubensem esse, nune primum admoneor, aut " certe, nune primum atiendo" Después de la fecha i firma escribió Erasmo: "Si quid ofendes mendi, scito me non recognovisse" Q. d. 66 Si tropiezas con alguna falta de correczión, sábete, que no he releído \la Garta~\r Esto le picó mucho a Sepúlveda, según Juan Fernandez Franco, que acotando el paso, dize: "Mostróme el Señor Doctor Sepúlveda, 66 en Pozoblanco, esta epístola orijinál de Erasmo, " muchos años ha, i era con poca marjen arriba, i en " los lados, i papél mui grueso i moreno, i escripta " con pluma de caña, i era mala letra, sin zerrár el " papél : i ofendióse el Doctor agesta adizión, porque, " escribiéndole a él, justo era, mirár lo que escrebía." Será lo que afirma Franco : pero pudo herirle mas a Sepúlveda, la frase anterior de la Carta, arriba inclusa ; pues en ella, pareze, que dá a entendér Erasmo, que el Jinés el ojiado en su Ciceroniano, fué el Portugués Mendés. Queda ya notado, que en dicho Diálogo, 554 APÉNDIZE. viene zitado el Jinés, entre los Escritores portugueses. Erasmo, sinembargo, debió expresarse en esa Carta, mas claramente, i sin ambigüedad ninguna, haberle dicho a Sepúlveda, quién era el elojiado en el Ciceroniano, si él, o el Mendes. ■m [Pajina 123. Carta No. 7.] 23. Juan Jinés de Sepúlveda, desea mucha salúd a Juan Valdés. ¿ Que yo me acuerde, que te he prometido una Eelazionzilla de los Portentos ? Portento sería, que yo me acordase, de lo que no fué. Algunos me rogaron, que escribiese algo de los Cometas, como haze poco te lo dije, cuando comenzaste a indicarme, que deseabas oirme, azerca de ellos, i de los portentos, que se han mostrado en estos pocos dias : mas, por mis grandes ocupaziones, a nadie prometí, que escribiría. Mas, a la cuenta, interpretaste desde luego, como prometido, lo no abiertamente negado.1 Pero no me admiro, sinembargo, de que te haya conmovido la extrañeza de las cosas, i quieras sabér, 1 Siendo, como pareze, Juán Valdés, escrupulosamente veráz, i conviniendo, ahí, Sepúlveda, en que le había pedido esa notizia (i tal vez se la pidió, pensando en la Considerazión LXXL, páj. 236., ed. 1863) ; me inclino a creer, que Sepúlveda estaba trascordado, i olvidado de su promesa, i que esta Carta no llenó el objeto. APÉNDIZE. 555 azerca de ellas, las opiniones de los Filósofos. Pues aquellas cosas, que con marabilla de los hombres, suelen acontezér separadas, i con larguísimo intervalo, esas, en solo el mes de Agosto, juntas, hemos notado suzedér. Pues el 7. [de Agosto], dos horas largas antes de salir el sol, comenzó a llamear un Cometa. El 12., a eso de las tres, ázia Troya de Pulla, o Apulia, se vieron tres Soles. I el 13., a prima noche, otro Cometa, que seguía al Sol, con intervalo de unas dos horas : i notósele, de la misma forma que el otro, pero menor, i mas apagado, i zercano a otras estrellas : pues, por la mañana, aparezía con Venus, de la que distaba mucho por la noche : prueba grande, de que yerran, los que niegan, que fuesen diversos. El 29. [de Agosto], de noche, dos horas después de puesto el Sol (portento el mas raro de todos), vimos sobre Roma el arco-Iris. Pues como te veo, no sin causa, deseoso de saber, lo que azerca de estos prodijios sienten los hombres mas doctos, te designaré los Autores, i pasos, donde hallarás discutida la cuestión, con mayor cuidado. Lee los Libros Io i 3o de los Meteorológicos de Aristóteles : el 2o de la Historia Natural de Plinio : el Io i 7o de las Cuestiones Naturales de Séneca: i, quiza, nada tendrás mas que desear. Pero, aunque no lo prometí, si deseas un Resumen, hélo aquí. Lo que se llama Cometa, toma nombres vários, según lo vário de su figura : ambos a dos, los que 556 APENDIZE. vimos haze poco, por lo que les pende, a manera de crin, o como espezie de barba, se nombran por los Griegos Trw^wvías, o barbados. Fuegos de este j ene- ro, en cualquier figura, que, repetidos se observen, anunzian según Aristóteles, sequías, i vientos, como abundando en vapor cálido i seco, que es la materia componente de Vientos, i Cometas : sino que fueron llamados Cometas, en lugár de Fuegos, por aquella materia mas compacta, i mas dispuesta a conzebír el fuego, por el movimiento del Zielo. Los Vientos se enjendraron de esta materia misma, mientras se desprende de entre altísimos zerros, pero mas enra- rezida i fluida, dándoles su impulso primero, el movimiento de arriba. Al Cometa, le haze Plinio Mensajero de los Males Mayores, i lo confirma, con los ejemplos grandes de Guerras Ziviles, i muertes de Prínzipes. Lucano es del mismo parezér cuando dize : — " crinemque timendi Sideris, et terris mutantem regna cometam." " Temible, crinada estrella. I, el de Reinos terrestres, Trastornadór cometa." Séneca templa esta sentenzia, a lo menos con el ejemplo, no omitido por Plinio, de aquél Cometa, que aparezió como saludable al Orbe, al comenzár su prinzipado Cesar-Augusto. La causa del Sol duplo, a quien llaman los Griegos TraprfkLos, es casi la misma APÉNDIZE. 557 que la del arco-Iris. Pues, cuando los rayos solares, dando en una nube mas densa, se reflejan de tal modo, que las nubes ostenten solo aquellos colores, se causa el Arco, o las llamadas Varas : mas, cuando la figura misma se refleja, por presentarse, como un espejo, densidád igual de nube, se vé un Sol duplo, anunziadór de lluvia inminente, según Aristóteles. Los Antiguos, anteriores a Aristóteles, habían negado, que el Arco pudiese formarse de noche : a la cuenta, entonzes aun no se había observado por los Doctos, a causa de su rareza. I así juzgaban, que solamente los rayos del Sol, i no también los de la Luna, reflejados en la nube, podían mostrar esa espezie de Arco. Cuyo error, refutando Aristóteles, en el Libro terzero de los Meteorológicos, asegura, que se vieron en su tiempo dos, en el intervalo, sin- embargo, de mas de 50 años. Aunque también él mismo confiesa, que rarísima vez aconteze esto, i nunca, sino en un día, esto és, en el plenilunio, cuando la Luna llena, despide mas densos i fuertes sus rayos. Asiqué, me marabillo mucho, que a Plinio (Autor por otra parte gravísimo) se le pudiese ocurrir dejár consignado en el Libro segundo de su Historia Natural, sin respetar la autoridád de un Filósofo tan grande : Que " el arco Iris no se forma ele noche, aunque Aristóteles declara, haberse visto alguna vez: confesando, sinembargo, él mismo, no poder acontezér eso, sinó en el dia trijésimo de la Luna" 558 APÉNDIZE. Muchos yerros, en pocas palabras : por negar pri- mero, que pueda formarse el Iris, de noche. Mas nosotros mismos, con muchos otros, hemos visto, haze poco, en Roma, la cuarta parte del gran zírculo, rematando en el Monte Vaticano, que está a Septen- trión, i alzándose de ázia Mediodía. Luego, sin razón ninguna zierta para ello, desecha el testimonio del consumado Filósofo. Entonzes, él mismo escribe, ser cosa manifiesta, no poder formarse de noche el Arco, sinó en la luna trijésima. Mas él declara, que en plenilunio solamente, esto es, en la luna dézima cuarta : aunque este que vimos haze poco en Roma, no aparezió en el día mismo del plenilunio, sinó después, i tan solo, ázia el punto mismo de tiempo, de la hora cuadrajésima octava, en que el Sol contra- puesto, había de lleno alumbrado a la Luna. Mas, basta, ya de esto, que si te pareze mas breve, de lo que requieren la magnitúd i dificultád del asunto, deberás recordár, que en esta Carta me propuse abreviár i reasumir el caso, i no formár un Libro, en que controvertiese la cuestión con todo empeño. Pásalo bien. Roma, a 5. de Septiembre. Año del nazimiento de Cristo M.D. xxxi. (1531). APÉNDIZE. 559 24. De Alfonso Valdés, al Conde Baltasar Casti- glione, Nunzio en España. Reverendísimo e Ilustre Señor. Antes que d' esta Villa partiésemos para Valenzia, V. S. me envió a hablar con M. Gabriel, su Secretario, sobre una Obre- zilla,1 que yo escribí el año pasado : Respondíle sin- zeramente lo qu' en el negozio pasaba, i de la respuesta, según después él me dijo, V.S. quedó satisfecho. I es la verdad, que nunca yo mas la he leido, ni quitado, ni añadido cosa alguna eu ella, porque mi intenzión no era publicarla: aunque por la poca lealtad, que en casos semejantes, suelen guardar los amigos, aquellos a quien yo lo he comunicado, lo han tan mal guardado, que se han sacado mas traslados de los que yo quisiera. Estos dias pasados, por una parte Mpcer] Gabriél, i por otra Olivér, han con mucha instánzia procurado de habér este Diálogo, i queriéndome yo informár del fin d'ello, he descubi- erto la plática en que V. S. anda contra mí, a causa d'este libro: i que ha informado a su Majestad, que en él, hai muchas cosas contra la relijión Cristiana, i contra las determinaziones de los Conzilios aprobados por la Iglesia ; i prinzipalmente, que dize, ser bién hecho, quitar i romper las imájines de los templos, i echár por el suelo las reliquias ; i que V. S. me ha 1 Diálogo : en que particularmente se tratan : las cosas acaecidas en Eoma el año de M.D.XXVII. A gloria de Dios, y bien vniuersal déla República Christiana, 560 APÉNDIZE. hablado sobre esto ; i que yo no he querido dejár de perseverar. Por que, en esto, como en cualquier otra cosa, siento mi conzienzia mui limpia, no he querido dejár de quejarme de V.S., de tratár una cosa como ésta, en tanto perjuizio de mi honrra, mostrando tenerme por servidor. Cosa, por zierto, que yo nunca pensaba de V. S. I, sobr' esto, dezír, que me habló ; i que yo no quise dejár de perseverar ! Ya V. S. sabe, que nunca me habló palabra sobr' esto, mas de lo que me envió a dezír por Mpcer] Gabriel. I, zierto, yo no sé, qué perseveranzia, ni obstinazión, ha visto V. S. en mí. Pero todo esto importa poco. Mas en dezír V. S., " que yo hablo contra las determinaziones de la Iglesia, en perjuizio de las Imájines, i reliquias;" conozco, que V. S. no ha visto el Libro : porque si visto lo hubiera, no puedo creér, que dijera una cosa como ésta. Ni -tampoco puedo dejár de tenér queja de V.S. que, por oidas, quiera acusár por hereje, cuando menos, a un hombre que muestra tenér por servidor. I, por no gastár muchas palabras, yo tengo por zierto, que V.S. ha sido mui mal informado. I, a esta causa, digo : Que si V.S. se queja de mí, que meto mucho la mano en hablar contra el Papa;1 digo, que la materia me forzó a ello ; i que queriendo excusár al Emperador, no podía dejár de acusár al Papa, de la Dignidád del cuál, hablo con tanta 1 Quiere dezír: Contra la persona del Papa Clemente VIL APÉNDIZE. 561 relijión, i acatamiento, como cualquier bueno i fiel Cristiano es obligado a hablár : i la culpa, que se puede atribuir a la persona, procuro cuanto puedo, de apartarla d' él, i echarla sobre sus Minis- tros.1 I, si todo esto no satisfaze, yo confieso haber exzedido en esto algo, i, que por servir a V.S. estoi aparejado para enmendarlo, pues ya no se puede encubrir. Pero, si V.S. quiere dezír, que en aquél Diálogo, hai alguna cosa contraria a la relijión Cris- tiana, i a las determinaziones de la Iglesia, porque esto tocaría demasiadamente mi honrra, le suplico, lo mire primero, muí bien ; porque estoi aquí, para mantenér lo que he escrito. I porque V.S. no me tenga por tan temerário, como quizá me han pintado, es bién que sepa, que antes que yo mostrase éste Diálogo, lo vio el Señor Juan Alemán, el primero, después Don Juán Manuel, i después el Canzillér, porque como personas prudentes, i que entendían los negózios, me pudiesen correjír, i emendár lo que mál les pareziese. Por consejo de Donjuán, emendé dos cosas. No contento con esto, porque había casos que tocaban a la Eelijión, i yo no soi, ni presumo de sér, Teólogo ; lo mostré al Dotór Coronél, el cuál, después de haberlo pasado dos vezes, me amonestó, que emendase algunas cosas, que, aunque no fuesen impías, podían ser, de algunos, caluniadas. Mostrólo después al Canzillér de la Universidád de Alcalá, i al 1 Esto desagradaría a Castiglione. aunque bien humilde. N N 562 APÉNDIZE. Maestro Miranda, i al Dotór Carrasco, i a otros insignes Teólogos de aquella Universidád: loáronlo, i aun quisieron haber copia d'el. Viéronlo después el Maestro Frai Alonso de Virués, Frai Diego de la Cadena, Frai Juán Carrillo, i a la fin el Obispo Cabrero : todos lo han loado i aprobado, i aun instádome, que lo hiziese imprimir, con ofrezerse, de defenderlo, contra quien lo quisiese caluniár. Mas yo nunca lo quise hazér, porque, a la verdád, no me pareszía tan bien como a ellos. Asi que, vea V. S., si quien tantos i tales padrinos tiene, osará dezír i defender, que en la Obra no hai errores. De todo esto, he querido dar tan larga cuenta a Y. S., porque con mas consejo i considerazión entienda en este negozio, sabiendo todo lo que pasa en ello. I, si todavía determinare de insistir en la causa, sola una cosa suplico a V. S., que no deje, por eso, de tenerme por servidor: porque, de verdád, tendría por mui grán pérdida lo contrario. I, en lo demás, yo tengo confianza en Dios, i en mi inozenzia, que a la fin, saldré con mas honrra, que vergüenza. De V. S. Mui zierto servidor. ALONSO DE VALDES. APÉNDIZE. 563 25. [Véanse, en las Obras de Erasmo, la Carta 895., Col. 1016. — I, para esta traduczión, que debe ser la que Alfonso Valdés zita como suya, en la No. o. de este Apéndize, véase el tomo en 8vo. i en castellano, impreso el año 1532, in- titulado " Colloqüios de Erasmo," &c, i el Enchiridion, o Manual del Cauallero chris- tiano, en Anuers, 1555, 8vo.] Carta de Erasmo al Emperador : trasladada de latín en romanze. Assí como confiesso, invictissimo Cesar, debér yo mucho a vuestra Majestád : assí en particular por mi parte, como en jenerál por parte de los estudios, en ha- bér tenido por bien de sostenerme tan benignamente con su favor ; assí en gran manera deseo, que esa gran- deza, que doma e sojuzga poderosos reyes, tuviesse otra tal autoridád, i felizidád 1 en domar las revueltas de algunos malos. Confiando yo en el amparo de los Pontífizes e Prínzipes : e prinzipalmente de V. M., con grán peligro de mi persona, provoqué contra mi toda la secta Lutherana: que pluguiesse a Dios no estuviese tan derramada. I si désto alguno quisiere 1 Así en la traduczión : i en esto, conforme con la edizión de la Carta, en las Obras de Erasmo del a. 1703. Pero en el tomo español, ya zitado, de los " Colloqnios," donde esta Carta, i la siguiente, vienen en latín i castellano, dize aquí la latina: " parem habeat vel autori- " tatem, vel facilitatem : " es dezír, "tuviese iguál autoridád o "frízilidád." Pienso, que el impresor puso, en vez de felicítatela, facilitatem, por errata : pues Valdés, o el traductor, pone felizidád. N N 2 564 APÉNDIZE. testimonio, testificarlo ha el " siervo arbitrio " de Luthero, que escribió contra mí, i los dos Libros en que yo le respondo. Agora que el negozio de Luthero se comienza a mitigar, esto, en parte, con mi trabajo, i peligro ; levántanse ahí algunos, que pro- curando so color de relijión sus interesses particulares, con desordenadas revueltas desasosiegan a España, provinzia en tantas maneras felizísima. Zierto, yo por Cristo peleo : no por interesses de hombres. De semejantes prinzipios habernos muchas vezes visto levantarse mui graves tempestades : a la verdad, esta cosa de Luthero, por mui mas livianas causas se levantó. En lo que a mí toca, mientra la vida me durare, no dejaré de defender la piedad cristiana. A V. M. pertenezerá siempre, e con mucha constan- zia, favorezér a los que con sinzeridád i esfuerzo defienden la Iglesia de Dios. Yo, debajo de la bandera de Jesu Cristo, e de V. M. peleo : i debajo déllas tengo de morir. Pero con mejor corazón moriré, si primero pudiere ver con la prudenzia,1 sabér, i felizidád de V. M. vuelto el sosiego e concordia, assí en la Iglesia, como en todo el pueblo cristiano. Lo cuál no dejo de rogár a Jesu Cristo, todo poderoso, 1 Así, i conforme con la Carta latina, puesta en la edizión antes zitada de los " Colloquios," que dize : " tua prudentia : tua sapientia : tua felicítate," &c. I yo pienso, que Erasmo, escribiese prudentia, en la Carta autógrafa, que remitió al Emperador, para mejor lisonjearle. Pero en la edizión de " Erasmi Opera," 1703, se lee : " tua potentia," que convenía mas a Erasmo, imprimiendo la Carta. APÉNDIZE. 565 que por la mano de V. M. nos conzeda. A Él plega guardar e acrezentár de bien en mejor a vuestra Majestad. Fecha en Basilea, a dos de Setiem- bre. Año de mil i quinientos i veinte i siete años. 1¡ En el sobre escripto : IT Al invictissimo Monarcha, Carlos, rei Cathólico, electo Emperador de Romanos. 26. [En las Obras de Erasmo es la Carta 815. — Contiene variantes de la que se pone, latina, en la prezitada edizión de los " Colloqttios," i, como pienso, que así la latina, como la versión castellana, son obra de A. Valdés, incluyo ambas, tomadas de los " Colloquios."] Respuesta del Emperador a Erasmo: trasladada de latín en romanze. 1" Carlos, por la divina Clemenzia, electo Empera- dor de Romanos Augusto, &c. Honrrado, devoto, e amado nuestro. En dos maneras nos habernos holgado con tu Carta : lo uno por ser tuya: i lo otro, porque entendimos por ella, comenzar ya a deshazerse la secta Lutherana. Lo primero debes tu, al singular amor que te tenemos : e lo otro te debemos a tí, no solamente Nos, mas aun toda la República Christiana, pues, por tí solo ha alcanzado, lo que por Emperadores, Pontífizes, Prín- 566 APÉNDIZE. zipes, Universidades, i por tantos i tan señalados varones, fasta agora no habia podido alcanzár. Por lo cuál conoszemos, que ni entre los hombres inmor- tál fama, ni entre los sanctos perpetua gloria te puede faltár. E por esta tu felizidád entrañablemente contigo nos holgamos. Resta, que pues con tanta felizidád has tomado esta empresa, procures con todas tus fuerzas de llegarla hasta el cabo : pues, por nuestra parte, nunca habernos de faltár a tu sanc- tissimo esfuerzo, con todo nuestro favor i ayuda. Lo que escribes, de lo que acá se ha tractado sobre tus obras,1 leímos de mala gana : porque pareze, que en alguna manera, te desconfias del amor e voluntád, que te tenemos : como si en nuestra presenzia se hobiese de determinár cosa ninguna contra Erasmo, de cuya cristiana intenzión estamos muí ziertos. De lo que consentimos buscár en tus libros ningún peligro hai ; sino, que si en ellos se hallare algún humano descuido, tú mismo, amigablemente amonestado, lo emiendes, o lo declares, de manera, que no dejes cáusa de escándalo a los simples, e con esto hagas tus obras inmortales, i zierres la boca a tus murmuradores : pero si no se hallare cosa, que de razón merezca ser calumniada, ¿ no vees cuánta gloria, tú i tu dotrina, habréis alcanzado ? Queremos, pues, que tengas buen corazón : i te persuadas, que de tu honrra e fama, jamás dejaremos de tener mui entera cuenta. Por 1 Véase la Carta No. 27. APÉNDIZE. 567 el bien de la Kepública haber Yo hecho todo lo que en nuestra mano ha sido, no hai porqué ninguno lo deba dubdár. Lo que al presente hazemos, i de aquí adelante pensamos hazér, mas queremos, que la obra lo declare. Una cosa te pedimos, que en tus orazio- nes, no dejes de encomendar nuestras obras a Jesu Cristo todo poderoso. Hecha en Burgos a catorze de Deziembre, en el año del Señor de mil i quinientos i veinte i siete. E de nuestro imperio, nono. IT En el sobre escripto : % Al honrrado, devoto, e amado nuestro Desiderio Erasmo Eoterdamo del nuestro Consejo. [Alfonso Val des.] 1 % Carolus divina ciernen tia Komanorum Impera- tor designatus Augustus, etc. Honorabilis, devote, dilecto : Fuerunt nobis tuse literae duplici nomine jucundissimaB : et quia tuse erant, et quod ex his intelleximus, Lutheranorum insaniam inclinari. Quorum alterum debes tu quidem singulari nostras erga te benevolentise : alterum vero non tam nos tibi debemus, quam uni- 1 El refrendo, de Alfonso Valdés, falta en la Carta castellana, i latina, en los " Colloquios," pero le tomo de la impresa en Erasmi Opera, ed. 1703, donde se lee en la Columna 1048. 26. La misma, en Latín. % Eesponsio Cesaris ad Erasmum. 568 APÉNDIZE. versa Eespublica Christiana, quum per te unum id assequuta sit, quod per Csesares, Pontífices, Principes, Academias, atque per tot viros eruditissimos hactenus obtinere non valuit. Unde tibi et apud homines in- mortalem laudem, et apud superos perpetúan! glo- riam nequáquam defuturam, et quam libentissime, videmus et hanc tibi felicitatem contigisse ex animo gratulamur. Superest, ut provinciam hanc, feliciter a te susceptam, pro viribus ad finem usque perducere adnitaris. Nos enim tuis sanctissimis conatibus omni auxilio, et favore numquam defuturi sumus. Csete- rum, quod scribis, de his quse in tuas Lucubrationes apud nos tractari ccepta sunt, moleste admodum legimus. Nam videris nostro in te animo, ac volun- tati, quodammodo dififidere : quasi nobis prsesentibus quicquam adversus Erasmum, cujus Christianam mentem exploratam habemus, esset statuendum. Ex inquisitione enim, quam in tuis libris permissimus, nihil est periculi, nisi ut si quid humani lapsus in his inveniatur, tu ipse amanter monitus, id vel corrigas, vel ita explanes, ut nullum offendiculum pusillis re- linquas, et hac via tuis Scriptis immortalitatem pares, et obtrectatoribus ora occludas. Si vero nihil calum- nia dignum repertum fuerit, vides quantam gloriam tibi, tuisque Lucubrationibus assequuturus es. Bono itaque animo te esse volumus, tibique persuasum, summam nos tui honoris atque existimationis ratio- nem nunquam non habituros. Pro quiete Keipublicae, APÉNDIZE. 569 quod in nobis fuit, hucusque nos strenue pragstitisse, non est cur aliquis dubitare debeat. Quid in prse- sentia prsestemus, quidve deinceps prsestituri simus, ea malumus operibus declarare. Hoc unum a te petimus, ut tuis precibus actiones nostras omnes Christo Optimo Máximo semper commendes. Vale. E Ciuitate nostra Burgensi, die xiij. Decembris. Anno Domini M. D. xxvij. Eegni nostri Eomani nono. Caeolus. Honorabili, deuoto, nobis dilecto Desiderio Erasmo Roterodamo, Consiliario nostro. [Alph. Valdesius.] En el corto Prólogo castellano, que la edizión, ya zitada, de los u Colloquios," prepone a ellos, i a los dos Cartas prezedentes, se dize, al fin, lo siguiente : — 66 Dezír quien es Erasmo, e su vida e costumbres, " e las obras maravillosas, e de gran dotrina, que na 6 4 escripto (que son casi infinitas), es para nunca 44 acabár. El vive hoi, i escribe. Todos los Prín- 44 zipes eclesiásticos e seglares, le han escripto i " escriben cada día muchas Cartas : su Majestad "también se las ha escripto. Estando en Burgos, en E LAS CX. CONSIDEKAZIONES. Afectos, i Apetitos. Pajinas 92. 137. De dónde prozede el afecto vengativo, 9-12. Amor, i unión, 244. — de sí mismo, 66. 74. Bautismo, 384. Codizia, 176. Comparaziones, del Arca, 384. — de la Candela, 145. 209. — del Cor- tesano, 232. — del Perdón jenerál. 34-39. — buen Padre, 72.— Mer- cader, 402. — Pintor, 4. — Casa del Papa, 173. — Rebeldes, 34. — Rio, 8. — mal Siervo, 242. - — treinta Esclavos, 81. — Viajero, 217. Conducta Cristiana, 43. 132. 205. 320. Conozimiento de Dios, por Cristo, 3. 295. — Deseo de conozimiento, 224. — del bien i del mal, 393. — dimana de experenzia, 192. 419. — i de amor, i unión, 244. Considekaziones, LasCX., se pub- licaron en Basilea, por C. S. Curio el a. 1550, p. iv. — Las llevó, de Italia, Vcrgerio, x. — se escribie- ron orijinalmente en Castellano, xii. — MS. de Hamburgo, 469. — Ediziones de ellas, 459. — sus va- riaziones, 428-57. Conzienzia, 340. | Creenzia, e Incredulidad, 28. 39. 266. 363. 370. 392. Cristo, i sus miembros, 410. — su agonía, 286. — Benefizio de, 34. 99. 101, 102, 104. 127. 217, 218. 237. 253. 256. 312. 364-5. 399. 426. — su venida, 315. — divinidad de, 254. 326., 413. 416. — Imajen de Dios en El, 2. — Incorpora- zión con, 292. 367. — Reino de, 215. — Resurreczión de, 290. Cruz, 213. Curiosidád, 186. 345. Depravazión, i Restaurazión, 305. 308. 405. Dios, i el Mundo, 47. 51. 56. — La Considerazión XXXVII. describe maestramente las opiniones falsas, que tienen de Dios, las teolojías, i teólogos, quorum Deus, venter est, 114-20. — Cómo se deja Dios sen- tir : i cómo ver, 172 — Conozi- miento de, 399. — por medio de Cristo, 3. 295. — Amor de, 66. 74. — Reino de, 13. 50. 100. 102. — Imajen, i semejanza de, 1. 103. 171. 239. 393. — Justizia de, 31. — Confianza en, 1 9. — Promesas de, 46. Dolor, 269. — Dos clases de él, i dos flaquezas, id. Dos pactos hechos por Cristo, 22. 728 TABLA DE LAS Dos naturalezas en el hombre, 17. Eleczión, 274. 302. 416. Escándalo, 257. Escrituras (las), 97. 100. 209. — leczión de ellas, aumenta el cono- zimiento de Dios, 4. — las valuará mas, él que conoze a Cristo, 5. — sanidad espiritual que resultará, al que supiere servirse de ellas, 6. — para qué se valen de ellas los hijos de Dios, 8. Espíritu Santo, 71. 79. 116. 144 218. 300. 397. — espíritu malo, 218. 224. 300. Fé, 227. — Fe, i obras, 357. — Fé, i experienzin, 375. — Fé, Espe- ranza, i Caridád, 232. Hijos de Adám, e hijos de Dios, 5, Hipócritas, 147. Hombre, en qué consiste su imajen, i semejanza con Dios, 1. 20, 21. — perdió esa imajen : i electos que le resultaron, 2. — Cómo puede re- cobrarla, 2. 11, 12. — En qué con- siste su feliz Idád : i quién se la enseña: i porqué no la entiende, 3. — Que hombres son hijos de Dios, 5. 16. — Porqué no es casti- gado, al punto que peca, 10, 11. — Solo, en un caso, confía en Dios, 13. 15. — Diferenzia, que hai del hombre pío, al impío, 14. — Quién es el pío, 15. — A qué hombre promete Dios su ayuda. 13. — Dos depravaziones en el hombre, 17. — Qué es lo que le libra de la naturál, 18. — Jamás careze de arroganzia, en sus deter- minaziones, 21. — Cómo remediár esto, 22. — Hombres de honor, menos viziosos, 179. Imájenes, 97. Justificazión, 134, 135. 301. 353. Lei, i Evanjelio, 106. Libertád Cristiana, 109. Mortiiieazión, 84. 123. 149. 189. 192. 195. — No sabe la prudenzia hu- mana, qué cosa sea, 198. — La Lei vieja la prescribía: mas no la daba, 294. — Cómo se adquiere sola- mente, 294. — Contraseña de ella, 330. Muerte (temor de ella), 139. Naturaleza i revelazión, 125. Orazión, 131. 151. 200. 234.404.— Orazión, i Considerazión, dos Li- bros, 182. Padezimientos, 335. Pecados, i pecadores, i sus diferen- zias, 60. Perdón Jenerá!, 34. 39, 40. 365. 380. Perfeczión Cristiana, 168. 320. Persecuzión, 265. Piedád, cómo se adquiere, 12. — sus privilejios, 26. — quienes afectan ser píos, 272. Pobres de espíritu, cuales, de ellos, alaba Cristo, 15. Predestinazión. 139. 143. Predicazión Cristiana, cuál debe ser su prinzipio, medio, i fin, 15. Prudenzia, i sabiduría humanas, 33. 44. 114. 158. 177. 207. 277. 292. 371. 394. Pruebas de naturaleza, 63-4. Rejenerazión, 79. 299. Resurreczión, 24. 123. 290. Revelazión, 295. Ricos, causa porqué, con dificultád, entran en el Reino del Zielo, 14. Salúd de alma, i cuerpo, 58. Santos del mundo, 258. 261. 285.— Quienes son santos únicamente, 302. CX. CONSIDERAZIONES. 729 Supersticiosos, crueles, 202. — sus ! Caballero de la Corte de Carlos motivos, i fines, 203. V., xv. — su muerte en el año 1540., xvi. — escribió en Castel- Valdés ( Jüan de) — Autor de las j laño, xii. CX. Consideraciones, iv., viii. — I Vocazión, 87, 88. ADVERTÉNZIAS IMPORTANTES. En la Epístola de Celio Segundo Curio, pajina vi., nótese la conformidad, con el Alfabeto Cristiano de Valdés. — Cons. XVII., páj. 49., alude Valdés a sí propio, al parezér. — La Cons. XXV. pareze mui personal a Valdés. — Compárese el fin de la pajina 170. con los prinzipios de la pájina 185. — La Cons. LXXIX. importa, a las miras de Valdés sobre Relijión sin Credos, ni Liturjias humanas. — La Cons. LXXXIX. in- structiva para los amigos de jerarquías eclesiásticas. Véase indicado el Papismo, i Dogmatismo, en los primeros renglones de la páj. 316. — En la Cons. XC. sigue contra el Papismo. — La Cons. CIII. pinta la propia situazión de Valdés. — Nótese en la pájina 409 , la referenzia a la Cons. XIII. — En la pájina 412., al fin, pareze preveér su muerte próxima. TABLA DEL APÉNDIZE. Adriano [Hamstead], 580. — VI., Papa, 664. 669-72. 675. Alba (Duque de), 676. 681. 683. Alcor (Arzediano del), Alfonso Fer- nandez de Madrid, Véase su Car- ta, 570. 573-4. 577-9. 693. 701. Aldrich (Robert), 693. Alejandro VI., Papa, 665-7. Alexander, Arzobispo de S. Andrés, 503. 689. Alfabeto Christiano, 586. 594. 602. 604. 633. 704. Anglería, Véase Mártir (Pedro de). Arias Montano (Benito), 642-53. 655. Avalos (Constanza de), 597. Aviso, 607-9. 612. 625. 630. 633. i Babington (Mr.), 635. 638-9. Beatriz (Doña), Reina de Ungria, 663. Bedda, 516. 692. Benefizio de Cristo (Tratado del), 591. 633-42. 651. 702. Bernino, 636. Beza (Teodoro), 580. 702, 703. Biblia poliglota (la segunda), 643-5. 651-3. Boehmer (Dr. Eduardo), 573. 594. 678-80. Bonfadío (Santiago), Véase su Car- ta, 584. 702. Borja (Don Juán de), 696. — (Don Pedro Luis de), 696. — (San Franzisco de), 696-7. Brando (Adrián), 549. Brizcño (María Isabel), 704. Cadena (Luis de la), 522. Carnerario (Joaquín), 680. Cano (Melchor), 694. Caraociolo (Antonio), 638. — (Galeazzo), 597. Cardenales (creazión de xxxi), 668. Carlos V., Emperador, Véase Car- tas. Su coronazión, 481-9. 494. 508. 519. 565. 686. 688. 705. Carnesecchi (Pietro), 584. 587. 589-91. 702-4. 708. Carranza (Bartolomé), 607-8. — (Sancho de), 691. Cartas. De Bonfadío a Carnesecchi, 584. — de Carlos V., Emperador, a Erasmo, 565. 567. — de Erasmo al Emperador, 563. — de Erasmo a Pedro Mejia, 535. — a Cornelio Sceppero, 539. — a Alfonso Valdés, 493, 494. 499. 507. 523. 526. 528. 532. —a Juán Valdés, 498. 505. — a Valdés, 526. — a Juán de Vergara, 522. — de Dilfo a Erasmo, 524. — de Alfonso Fernandez de Madrid, Arzediano del Alcor, a Luis Coronel, 570. — a Erasmo, 577. — de Pedro Mártir de Anglería a sus diszípulos, los Marqueses de Velez i Mondejar, 473. 48 1 . 488. — de Pedro Juán Olivér a Erasmo, 535. — de Juán Jinés de Sepúlveda a Alfonso Valdés, 539. 543. 549. — a Juán Valdés, 554. — de Alfonso Valdés a Baldasár Castiglione, 559. — a Erasmo, 494. — a Pedro Mártir de An- glería, 473. 481. 489.— a Juán Jinés de Sepúlveda, 542. 732 TABLA DEL APENDIZE. Carvajal (Frai Luis de), 507. 691. Casas (Frai Bartolomé de las), 701. Castiglione (Baldasár), Véase Car- tas, 559. 600. Castro i Aragón (Doña Franzisca de), Duquesa de Gandía, 695-6. Cervantes, 596. Cometas, 554. Considera/iones (CX.), ediziones de, 459-70. 573. 580-3. 593. G36. 701. 703. 705. 708-12. 718. 724. Considerazión Ultima, 705. — Uni- ca, 718-24. Contareno (Gaspar), 535. Coronel (Luis), Véase Cartas, 495- 6. 536. 561. 570. 574-6, 577. Corro (Antonio del), 653. Cruz (Frai Juán de la), 632. — (Frai Luis de la), 607. 609. Cuenca (el Obispo de), 713. Curio (Celio Segundo), iii. 596. Dialogo. Ciceroniano, 549. 551-2. 554. — de las cosas acaezidas en Roma, 559. 600-1. — de la Lengua, 538. 592. 634. 668. 674. 694. 701. 709. 711-14. — de Luciano. 640. — de Mercurio i Carón, 630. 640. 654. 684. 707. Diálogos (Dos), 523. 592. 630. 674. Diaz (Juán i Alfonso), 600. Dilfo (Franzisco), Véase Cartas, 520. 523-4. 526. 698. Dudyez, o Dudithio, 583. 702. Erasmo, Véase Cartas. Sus Colo- quios, 515. 563. 565. 567. 569.— su Enchiridión, 563. 570-3. 577-8. 689-700. — su Aparejo para bien morir, 695. — sus Querellas de la Paz, 701. Enzimas (Franzisco de), 6*77. Escoriál, 593. Felipe II., 681-2. Fernandez de Madrid (Alfonso), Arzediano del Alcor, Véase Car- tas, 495. 570. 573-4. 577-9. 693. 701. Flaminio (Marc' Antonio), 584. 588. 637- 8. 704. Florio (Miguel Ánjel), 703. Fonseca (Don Alonso), 522. 525. 536. — Le nombraron Arzobispo, el año de 1521, cuando lo era ya de Santiago, donde le suzedió Don Juán Tavera. Fuenmayór (Don Antonio de), 588. Gabriel (Micer), 559. Galeota (Mario), 596. Garzilaso, 594. 596. Gattinara (Mercurino Arbóreo), 519. 521. 527. 536. 576. 664. 675- 6. 686. 698. Gentilis (Valentino), 584. Gibbings (Richard), 587. 589. 634. 638- 9. 641. 702-3. Gibbon (Edward), 658. Gonzaga (Julia), 589. 590. 703-4. Granada (Frai Luis de), 656-7. Haenel (Gustavo), 593. Hallara (Henry), 658. Index librorum prohibitorum, 645-7. Jiménez de Zisneros, Véase Xime- nez, 661-2. Joñas (Justus), 684. Juana, Reina (Doña), 674. 677. Julio II., Papa, 667. Knight (Samuel), 694. Lee (Eduardo), 689-94. 700. León X., Papa, 667. 669. Levino, 531. 534. 539. 685. Libertád religiosa, 673. López de Cortegana (Diego), Arze- diano, 701. Lupset (Tomás), 694. Luther (Martín), 475-80. 489-93. 686-7. TABLA DEL APENDIZE. 733 Luzcro, Inquisidor, G73. Llórente (J)on Juan Antonio), 607- 8. 033. 648. Macaulay (T. B.), 639. Madalena (Frai Tomás), 6U. 625. 627-9. Magno (Marc' Antonio), 641. Maldonado (Juan), 515. 695. Manrique (Don Alonso), Inquisidor, 518. 537. 570. 575. 693. 700. 717. — (Doña Isabel), 597. 704. Manuel (Don Juán), 561. 698. Manuzio (Paulo), 702. Mártir de Anglería (Pedro), Véase Cartas, 598. 654-5. 657-75. Mártir Rizo. Véase en Rizo. Mayáns (Don Gregorio), 592. Mayor (J. E. P>.), 709. Medina (Miguél de), 552. Mejia (Pedro), 497. 535. Melanctón (Felipe), 678-81. Mendoza (Cardenal Don Iñigo), 544. — (Cardenal Don Pedro González de), 662. — (Don Iñigo López de), 655-6. 657. 662. Morone (Cardenal), 637. Mota (el Obispo), 575. Muñoz (Lizenziado Luis), 657. Nicolás de Basilea, 628. 630. Ocampo (Florián de), 659. Ochino (Bernardino), 581.584.589. 703. ülivér (Pedro Juán), Véase Cartas, 529. 533. 535-6. 559. 699. Pacheco (María de), 656. Padilla (Juán de), 656. Paleario (Aonio), 642. Pérez (Bernardo), 695. — (Dr. Juán), 716. Pió, Conde de Carpí (Alberto), 546. 548. Polo (Cardenál), 637-8. Prado (Franzisco de), 666. Prescott (\V. H ), 658. Ranke (Profesor), 639. Ramírez de Villaescusa de Haro (Don Diego), 675-7. Reformistas Antiguos Españo- les, 699. Reina (Casiodoro de), 653. Requesens (Luis de), 649. Rizo (Juán Pablo Mártir), 595. 686. 697. San Pedro (Jerónimo), 696. San Vinzente (Frai Juán de), 570. 691-2. Savonarola (Jerónimo), 664. Sceppero (Cornelio), 539. 700. Schmidt (Carlos), 628. Scriverio (Pedro), 690. Sepulveda (Juán Jinés de), Véase Cartas, 497. 539. 542-3. 545. 547. 549-54. 554-8. 598. 701. Simler (Josías), 581. 597. Talavera (Frai Hernando), 657. 6G5. 673. Taulero (Juán), 607. 610-33. 641. Te nd illa (Conde de), 655-7. Tenebrero. — Nombre que puso An- glería al Inquisidor Luzero, 673. Testamento Greeo-latino-interlineál, 652. Valdés (Alfonso de), Véase Cautas, 473-80, 481-8, 489-93. 497. 499. 506, 507-22, 523-4. 526-7, 528-32, 532-5, 536-8, 539-41, 542-3, 543-8, 549-51. 559-62, 563. 567-9. 577. 598. 600. 608. 687-91. 698. 700-1. 713. — ■ (Juán de), Véase Cartas, 4i>8-9. 505. 554-8. 580. 586. — sus Obras, 5S9-94, 594-609. 025. 630-2. 636. 639-40. 653-4. 668. 674. 684. 688. 694. 698. 702- 4. — su Confesión, 705-8.710-25. Princeton Theological Seminary Libraries 1 1012 01298 6347